martes, 29 de agosto de 2023

CUMPLEAÑOS

 

CUMPLEAÑOS

Agosto, que no linda

con ningún otro mes del calendario.

En él se siguen yendo

las señales y el pálpito del tiempo.

jueves, 24 de agosto de 2023

ÉTICA....SOCIAL

 

ÉTICA…SOCIAL

Si la moral hace referencia a «aquello que concierne a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia» (RAE), parece lícito y hasta conveniente preguntarse si existen acciones de las personas que sean moralmente neutras.

Valga el ejemplo veraniego de la vestimenta, en unos días en los que el calor nos invita y hasta nos incita a despojarnos de la ropa. ¿Vestirse o desvestirse de una manera o de otra reproduce un acto moral neutro? O, dicho de otra manera, ¿vestirse o desvestirse con un atuendo u otro es un acto moralmente neutro, bueno, malo? La primera respuesta que a uno se le ocurre es que cada cual puede vestirse o desvestirse como le venga en gana. Claro, esto sería más claro si solo le afectara al individuo concreto, a su escala de valores.

Pero es que la moral no es tal si no la pensamos como algo que afecta no solo al que practica el acto, sino a la comunidad toda en la que lo realiza. Porque la opinión del individuo importa, pero también la de la comunidad. Por eso las aprobaciones y las censuras que practica la sociedad a todas horas.

¿Hasta qué punto se ha de atender a la aprobación o desaprobación de esa comunidad? ¿En qué medida coarta esta última la libertad del individuo en su quehacer diario? ¿Hasta dónde debe hacerlo?

Tal vez en esa rendija se cuele el valor de la tolerancia, ese margen, que hay que intentar amplio, para que la moral individual no choque frontalmente con la escala de valores colectiva. Otro concepto vago este de la tolerancia porque se nos puede convertir en la gatera por la que se nos cuelan todos los gatos posibles y una tendencia a dar por respetable cualquier intención y cualquier acto, pero a la vez esencial para que la convivencia no se nos convierta ni en un caos ni en un sistema rígido de actuaciones.

Como ética, moral y tolerancia son terrenos pantanosos y de difícil delimitación, sería conveniente determinar los límites a partir de los cuales deben predominar la ética y la moral públicas sobre la ética y moral individuales, basadas en la libertad personal.

Si fuéramos capaces de lograr este deslinde, estaríamos próximos a definir quién es un buen ciudadano, pues sería, sin duda, aquel que cumple escrupulosamente con los acuerdos de la moral común y separa este cumplimiento de sus aficiones y costumbres personales.

No es infrecuente encontrarse con personas que realizan acciones admirables desde el punto de vista de la ética y la moral personales, pero que, sin embargo, dejan mucho que desear en lo que se refiere al cumplimiento de los acuerdos adoptados por la comunidad. Son gentes que hasta consiguen un gran aprecio social -del que hay que felicitarse-, pero que, cuando se husmea un poco en su conducta social, no se obtienen los mismos resultados.

No creo en la existencia de actos moral y éticamente neutros, ni siquiera aquellos en los que predominan los valores estéticos (por volver a los vestidos, ni siquiera el llevar manga larga o manga corta). En una comunidad de 8000 millones de personas, imaginarse un individuo aislado es ciencia ficción. Cada vez lo será menos. La ética, la moral, la tolerancia y la libertad individual han de caminar de la mano.

Pero el peligro acecha por la otra esquina, y, así, una sociedad en la que las costumbres las marcan los grades medios de masas y las estaciones las ‘determina’ el Corte Inglés corre el peligro de eliminar al individuo y diluirlo en una masa amorfa y maleable.

Los disparos nos llegan por todas partes. No podemos dejarnos asesinar por las balas de las masas, vía publicidad o seguidores informáticos. Pero tampoco podemos olvidarnos de nuestras obligaciones para con la colectividad.

La convivencia no será posible ni razonable sin una mezcla de ambos factores, el de la libertad personal y el de la atención a la colectividad. Es cuestión de supervivencia.

Con la ropa, con los aparcamientos, con las declaraciones de la renta, con el respeto, con la tolerancia… Con todo.   

martes, 22 de agosto de 2023

PARÉNTESIS

 

 PARÉNTESIS

Esta piel que se abrasa llamada España anda tendida en las playas, escondiéndose donde puede de los azotes del sol, tras cualquier charanga que ameniza las más variadas fiestas populares o degustando una paella compartida. Qué sé yo. El país entero está en fiestas. Es el mes de agosto.

En alguna ocasión he dicho y escrito que, en este país, en el mes de agosto, todo anda en período de restricciones, sobre todo en lo que a administración se refiere. Por exagerar un poco, pero no mucho, es mejor dejar el hecho de morirse para otro mes porque se corre el peligro de no encontrar personal pare el entierro.

En cambio, otros aspectos encuentran el contexto del desparrame, de la exageración, del despelote, de la masificación. Ahí están las ciudades costeras, ahí los festivales, ahí los festejos de todo tipo.

Parece como si esta piel de toro hubiera hecho el paréntesis estival de cada año para transformarse en un trampantojo que anda a su aire y a su bola. Es este un país de contrastes y de exageraciones. Me cuentan que estos días hay en Málaga dos visitantes por cada cinco malagueños. Imagínense. Y no es, ni mucho menos, el ejemplo más llamativo.

Por detrás de todo ello, como a escondidas, se teje todo el paño del panorama político para los próximos años: los partidos políticos rastrean adhesiones o encuentran rechazos, se dan de bruces con peticiones o exhiben sus exigencias. Todo un barullo para poner en marcha las nuevas Cortes. Ahí, a la vuelta de la esquina, sin que ni siquiera haya tiempo para que nos dé un respiro la última ola de calor. El resultado parece confuso y la pelota está en el alero. Muy pronto saldremos de dudas.

Se dice que el distanciamiento entre los representantes públicos y el resto de la población es grande. Yo no puedo asegurarlo. Sí me parece claro que este mes de agosto que se agranda la distancia. Son el descanso y los festejos los que mandan y ocupan la atención del personal. Lo demás puede esperar.

El ciclo del duro estío se acaba en el calendario -15 de julio a 15 de agosto-, aunque el sol no se haya enterado y siga mandándonos sus rayos sin piedad alguna. Hoy y mañana y pasado, todo fiesta y holgorio. Después, enseguida, la vuelta, el retorno, la rutina, la liga, los horarios…, la nostalgia del agua y del tinto de verano…, y el darse de bruces con la realidad más agrietada.

Como dijo el poeta Miguel Hernández, «lo que haya de venir aquí lo espero / cultivando el romero y la pobreza. / Aquí de nuevo empieza el orden, / se reanuda el reposo, por yerros alterado, / mi vida humilde y, por humilde, muda. / Y Dios dirá, que está siempre callado».

viernes, 18 de agosto de 2023

EL LABERINTO DE DIOS EN EL MUNDO

 EL LABERINTO DEL MAL EN EL MUNDO

 

Confusa y desolada está mi mente

ante el mal que nos hiere y que nos daña:

ni Dios en sus poderes lo comprende,

pues no lo manda al reino de la nada.

 

Me confunde si Dios quiere y no puede.

Si Dios puede y no quiere, me defrauda.

Si ni puede ni quiere, me entristece.

Que quiera y pueda Dios y no lo haga

 

me hunde en la miseria y el fracaso.

Tres caminos tan negros los primeros

que suspenden el pálpito en mi ánimo.

 

Uno más es el cuarto, que me deja

perdido, sin un rumbo verdadero.

Esto, perdona, Dios, no hay quien lo entienda.

 

«No hay mal que por bien no venga».

A otro con esas consejas.

lunes, 14 de agosto de 2023

INCONSISTENCIA

 INCONSISTENCIA

Ese empuje tenaz hacia el vacío

que persigue mis pasos y mis días

me obliga a un movimiento permanente

para darles certeza a mis sentidos

y afirmar que aquí me hallo persiguiendo

la plenitud, el sueño o el engaño.

 

Cada minuto soy un heterónimo

del que fui hace un momento. Nada dura,

todo es únicamente mientras suena

la voz de mi conciencia, que me dicta

renglones que se agotan sin el tiempo

de poder describirlos. Al momento

me asalta de inmediato un hombre nuevo,

un ser que se disuelve en nueva alquimia

y de nuevo se pierde en los espejos

sin mirarse siquiera o arreglarse

para salir al mundo y allí ser

un intento de estar

con conciencia segura de sí mismo.

 

No es descomposición, es aniquilamiento,

es ser para no ser y estar sin estar siendo.

 

Quisiera ser el huésped de unos ojos

que miran para ver y, al estar viendo,

se complacen en ello, abren las puertas

al sentido del gusto y al del tacto,

huelen la flor humilde y se confunden

con las caricias límpidas del campo.

 

Después, ya satisfecho,

consciente de lo inútil y lo falso

del concepto de tiempo,

dormirme en el vacío y olvidarme

incluso del pecado de olvidarme.

viernes, 11 de agosto de 2023

DE PRINCIPIOS Y CONSECUENCIAS

DE PRINCIPIOS Y CONSECUENCIAS

Esto del verano da para muchas cosas. Uno puede desajustar los horarios, inventarse piscinas y duchas para darle esquinazo a los calores, caminar por la sombra por la misma razón, aflojar las prisas, pasear por montes, ríos o montañas, darle al palique sin fines aparentes… En fin, que lo que no se nos va en lágrimas se nos va en suspiros y lo que nos quitamos de un lado lo ponemos en otro.

Es el caso que, en uno de estos días, al amparo de unas cañas, alguien, empeñado en que yo le puedo enseñar cosas, me incitó a que le propusiera tema de conversación. ¡Enseñar yo, a estas alturas y a estas harturas!

Lo malo es que a uno le va la marcha y entra al trapo enseguida. Así que, al cabo de pocos segundos, le puse encima de la mesa la siguiente propuesta: «¿Hay que realizar las obras (el comportamiento diario) atendiendo a unos principios morales y éticos previos, o hay que ejecutarlas pensando en las consecuencias que van a producir?».

Se me quedó mirando con ojos de extrañeza, como quien ve llegar un bulto y no sabe lo que se le viene encima y tardó en contestarme: «Yo, siempre que hago algo, lo hago pensando en las consecuencias que puede acarrear y en si va a ser bueno o malo para mí y para los demás».

Enseguida le contesté: «Pero si no te basas en unos principios morales y éticos previos, solo vas a usar criterios de utilidad; y eso se aproxima mucho al egoísmo. Además -la miré con algo de malicia- te has quedado sin principios, te has convertido en una mujer sin principios».

Su cara ya mostraba un retrato colorido de sorpresa y de no saber dónde meterse.

«Y tú, ¿qué piensas de todo esto?».

Me devolvía la patata caliente y me quemaba en las manos.

«Yo no me he manifestado ni a favor ni en contra de ninguna de las dos posturas. Es más, el asunto daría para muchas cañas y para muchos postres».

Su rostro pareció aliviarse un poco. La incité a que pensara un poco en ello y a que, para las próximas cañas propusiera alguna solución.  

Siento que, si ella no aporta alguna solución, yo tampoco voy a ser capaz de hacerlo. Lo que sí sé es que esta es otra forma de tomar cañas en verano. Y hasta en invierno.

Atendiendo a una solución u otra, se nos presenta una ética determinada que afecta a todos los actos de nuestra vida. Y esto sí que ya tiene peso y hondura.

Las cañas refrescan el cuerpo, las ideas hacen otro tanto con las mentes. Y no hacen falta tantos desplazamientos, ni playas abarrotadas, ni ingresos por turismo, ni derroches o desajustes naturales, ni… O sea, que no está tan mal.

martes, 8 de agosto de 2023

ANTÍTESIS

 ANTÍTESIS

 

Me persigue hasta el límite del vértigo

la imagen de la muerte.

Viene a verme desnuda, sin ropajes,

a cara descubierta,

y me cuesta mirarla pues no alcanzo

a calcular el negro precipicio

que se asoma a sus pies.

Ella es el punto cero, el núcleo duro

que centrifuga todas las potencias,

la nada de la nada, el infinito,

el abismo de todos los abismos.

 

Del lado de la luz está la vida,

ese impulso por todo lo concreto,

por lo que a manos llenas toman mis sentidos.

Nadie viene a exigirme que la goce

más allá de mis propias sensaciones.

En esa libertad para gozarla

persiste mi interés para vivirla.

 

Me asusta esa figura tan perfecta

que anula hasta a la fuerza del silencio.

viernes, 4 de agosto de 2023

SUPERVIVENCIA, INTELIGENCIA, RAZÓN, FELICIDAD

 

 SUPERVIVENCIA, INTELIGENCIA, RAZÓN. FELICIDAD

                   Para Manolo Casadiego, que me prestó el pie de pensamiento

Agosto, mes con nombre de Augusto, días de estío, horas en las que todo se agosta, semanas en las que todo se paraliza, momentos en los que un tanto por ciento indefinido de la población se marcha a hacerse sitio al lado de otros cuerpos en las playas, final de proyectos que a veces duran todo el año en preparación… Días que dan incluso para pensar un rato.

El contexto en el que vivimos nos invita a creer que al menos rayamos la felicidad. ¿Por qué? Porque cumplimos con alguna holgura los elementos básicos que configuran ese estado de felicidad. ¿Cuáles? Saciar con suficiencia el hambre, saciar la sed y saciar el apetito sexual.

Es bastante para la supervivencia. Y, sin embargo, enseguida nos quedaremos insatisfechos, como con esa comezón que nos recuerda que nos falta algo, que eso es poca cosa.

Los humanos del contexto occidental nos hemos creado otras ocupaciones añadidas a esas que componen el primer nivel de felicidad, nivel que, en distintas medidas, comparte el resto de animales. Nosotros somos sobre todo seres consumidores, compradores de productos, como los que marcan las modas. También de las vacaciones. En cuanto hemos superado ese nivel exigido para la supervivencia, nos hemos convertido en una sociedad de consumidores, con todas las sumisiones que ello comporta. En esa sociedad de consumidores, la felicidad se busca en lo inmediato en lo de aquí, en lo que pide el instinto. El instinto, el deseo y la satisfacción material andan en el mis o nivel, lejos de cualquier otra meta que nos haga pensar, pesar y sopesar.

Lo malo de todo esto es que esta carrera no tiene límites ni meta, pues cuanto más consumimos, más nos incitan y en más cantidad seguimos consumiendo. De manera que aquello que parecía felicidad se convierte en una infelicidad, y, además, en grado permanente y constante. Porque no solo somos consumidores, es que, además, lo somos de manera compulsiva, haciendo prevalecer la escala de valores de las masas frente al pensamiento individual. O, si se quiere, dicho de otra manera, dando poder y mando a la moda y a sus caprichos. De esta manera, nuestra escala de valores corre el peligro de convertirse en la suma de preceptos que contenga el código social impuesto.

Para rematar el recorrido, habrá que tener en cuenta que esas modas están dirigidas, guiadas y reguladas por aquellos que poseen los medios económicos y los de comunicación. Por eso, estamos en peligro de convertirnos en objetos, en objetos de consumo, además de en sujetos de lo mismo.

Ante tal peligro, ¿qué hacer? La pregunta del millón.

Algún indicio en forma de esquema.

. Sería bueno distinguir entre impulso, inteligencia y razón.

. Si no embridamos los instintos, estamos en el nivel del resto de animales.

. La inteligencia -por más que nos resulte positiva, y lo es- posee un fin práctico, pues está al servicio de la supervivencia del que la posee y la desarrolla. Piénsese que los animales también son inteligentes, por más que su inteligencia esté menos desarrollada que la humana.

. La razón lo que busca es la reflexión, por encima de la supervivencia, anhela la verdad, aunque esta aparentemente no favorezca en su uso concreto al que razona.

. Vivimos un tiempo en el que el ser humano goza de más tiempo libre que nunca. La consecuencia lógica debería ser la de un mayor espacio y una mayor importancia para el razonamiento. La realidad más bien nos presenta un panorama bien distinto: nuestra cultura parece cada día más consumista e irreflexiva.

. El ser humano se está convirtiendo en un ser vacío, es decir, sin conciencia de su vivir, de su existencia, por la falta de razón. El ritmo de vida, los deseos inmediatos, el estrés… no dejan espacio para la serenidad y el alcance del pensamiento.

. Todo el mundo es mercancía para todo el mundo. Todos somos mercancía y esto nos lleva a la preeminencia de la inteligencia como utilidad frente a la fuerza de la razón

. De ello se deduce un distanciamiento cada vez mayor entre los seres humanos (a pesar de los atascos playeros y del culo al lado del culo).

. A pesar de ser cada vez más seres en este pequeño planeta, cada día andamos más solos, más olvidados de los demás.

. Este vacío de cultivo de la razón nos lleva a la necesidad de que sea llenado por otros vacíos conducidos por la utilidad y explotados por los poderes sociales. En verano, el turismo de masas es un buen ejemplo. O los macroconciertos. O mil ejemplos más.

. ¿Dónde ha quedado el ser humano, inteligente, sí, pero con capacidad para razonar?

. Hoy, como siempre, la necesidad de la razón se hace imperiosa.

Y un añadido como ejemplo definitivo: Escucho y veo que EEUU, Luxemburgo y Catar (¡tres de los países con mayor renta per cápita en el mundo!) han gastado, de lo que produce el planeta, lo que les correspondía para un año en menos de tres meses. Qué casualidad. Frente a ellos, los países pobres nunca gastarán lo que les corresponde: el patrón del dinero y de esta sociedad sin sentido no se lo permite. ¿Vivimos por encima de nuestras posibilidades, o no? Claro que, solo un minuto después veo dar cifras de los tropecientos millones de turistas que ya nos han visitado y los cuantiosos gastos que nos han dejado. ¡Contradicción tras contradicción!

Inteligencia sí, pero, sobre todo, razón. El panorama que se pinta no es precisamente positivo. Pero ya me dirán. Venga, a poner la sombrilla y al botellón.