viernes, 11 de agosto de 2023

DE PRINCIPIOS Y CONSECUENCIAS

DE PRINCIPIOS Y CONSECUENCIAS

Esto del verano da para muchas cosas. Uno puede desajustar los horarios, inventarse piscinas y duchas para darle esquinazo a los calores, caminar por la sombra por la misma razón, aflojar las prisas, pasear por montes, ríos o montañas, darle al palique sin fines aparentes… En fin, que lo que no se nos va en lágrimas se nos va en suspiros y lo que nos quitamos de un lado lo ponemos en otro.

Es el caso que, en uno de estos días, al amparo de unas cañas, alguien, empeñado en que yo le puedo enseñar cosas, me incitó a que le propusiera tema de conversación. ¡Enseñar yo, a estas alturas y a estas harturas!

Lo malo es que a uno le va la marcha y entra al trapo enseguida. Así que, al cabo de pocos segundos, le puse encima de la mesa la siguiente propuesta: «¿Hay que realizar las obras (el comportamiento diario) atendiendo a unos principios morales y éticos previos, o hay que ejecutarlas pensando en las consecuencias que van a producir?».

Se me quedó mirando con ojos de extrañeza, como quien ve llegar un bulto y no sabe lo que se le viene encima y tardó en contestarme: «Yo, siempre que hago algo, lo hago pensando en las consecuencias que puede acarrear y en si va a ser bueno o malo para mí y para los demás».

Enseguida le contesté: «Pero si no te basas en unos principios morales y éticos previos, solo vas a usar criterios de utilidad; y eso se aproxima mucho al egoísmo. Además -la miré con algo de malicia- te has quedado sin principios, te has convertido en una mujer sin principios».

Su cara ya mostraba un retrato colorido de sorpresa y de no saber dónde meterse.

«Y tú, ¿qué piensas de todo esto?».

Me devolvía la patata caliente y me quemaba en las manos.

«Yo no me he manifestado ni a favor ni en contra de ninguna de las dos posturas. Es más, el asunto daría para muchas cañas y para muchos postres».

Su rostro pareció aliviarse un poco. La incité a que pensara un poco en ello y a que, para las próximas cañas propusiera alguna solución.  

Siento que, si ella no aporta alguna solución, yo tampoco voy a ser capaz de hacerlo. Lo que sí sé es que esta es otra forma de tomar cañas en verano. Y hasta en invierno.

Atendiendo a una solución u otra, se nos presenta una ética determinada que afecta a todos los actos de nuestra vida. Y esto sí que ya tiene peso y hondura.

Las cañas refrescan el cuerpo, las ideas hacen otro tanto con las mentes. Y no hacen falta tantos desplazamientos, ni playas abarrotadas, ni ingresos por turismo, ni derroches o desajustes naturales, ni… O sea, que no está tan mal.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Cuando hay cabeza para pensar, darle al coco es un entretenimiento