domingo, 31 de mayo de 2020

TRAS DE UN AMOROSO LANCE


 TRAS DE UN AMOROSO LANCE
Escribo las últimas líneas de un muy breve ensayo acerca de la poesía mística y la lírica amorosa, a partir de la relectura de la Guía espiritual, de Miguel de Molinos (s. XVII). Para él he rescatado este soneto que escribí hace ocho años (23-01-2012):

“TRAS DE UN AMOROSO LANCE”
Quisiera estar saciado con tu hartura,
sentir que lo demás se muestra vano,
engolfarme embriagado en tu hermosura,
que se ha ofrecido al fin a mi reclamo.

Y allí estarme seguro en tu pastura,
llevado sin cuidado de la mano
de quien llagó mi vida a tal altura
que ya solo en su amor halla el descanso.

Y, entonces, solo unión, absorbimiento,
no al querer ni al pensar, no a la conciencia,
pues tú eres verdadero entendimiento.

Y cesar y olvidar y estar ya muerto
y vestirme de nada y de inocencia,
de olvido, de quietud y de silencio.

sábado, 30 de mayo de 2020

INGRESO MÍNIMO VITAL


INGRESO MÍNIMO VITAL
Cuando se aprobó la Ley de Dependencia, repetí en numerosas ocasiones que esa ley justificaba toda una legislatura. Hoy creo que puedo decir lo mismo con la aprobación del Ingreso Mínimo Vital. Lo hago como ciudadano de a pie, sin aportar argumentos de especialista en asuntos de tipo social ni político ni económico. Simplemente miro hacia mi alrededor, abro la tapa del sentido común, levanto la mirada hacia el futuro e imagino lo que simboliza esta ley.
Creo que, de nuevo, hay que jerarquizar, relacionar beneficios y perjuicios, y buscar el mal menor o el bien mayor. Y el bien mayor es no solo económico sino también social. Con esta aportación de la comunidad para los más necesitados, lo que hacemos es proclamar que vivimos en comunidad y que todos formamos grupo, que lo que le pase a uno les pasa también a los demás, que tanto en circunstancias favorables como en las negativas las soluciones las buscamos en común y en solidaridad, que nadie se debe sentir abandonado porque sabe que tiene algún amparo de los que menos mal lo pasan, que siempre hay manos abiertas para hacernos notar el calor y lo hermoso de las ayudas.
La ley tiene que generar todo un racimo de elementos positivos, no solo en la escala de valores de la comunidad sino en la de cada individuo particular. La riqueza mayor de cualquier comunidad es la humana y cuidarla es la mejor inversión: los beneficios, a corto y a largo plazo, tienen que ser muchos.
No sé cuantificar los gastos que generará el acuerdo, pero han de estar bien empleados y tienen que resultar una muy buena inversión. Recuérdese que, además, en términos económicos, es capital circulante y genera gasto y actividad, o eso dicen los economistas.
Preveo una puesta en práctica llena de puntualizaciones, de casos particulares y de agujeros por donde se puede producir alguna fuga de agua. No importa, hay que buscar el mal menor y el bien mayor. Hace muy escasas fechas describía un guion elemental como esquema de justicia en el que se conjugaban la igualdad de oportunidades con la necesidad del esfuerzo personal y su premio. De nuevo se vuelve a reproducir el esquema. No es fácil el equilibrio entre ambas necesidades. Lo advierten hasta economistas de izquierda poco sospechosos. Los peligros, que algunos auguran, de crear un clima de menor iniciativa personal no están demostrados y, desde luego, no son para este momento.
Vigílese el equilibrio, peor no seamos cicateros, que estamos hablando de personas necesitadas de que les echemos una mano. En su respuesta está el crecimiento de autoestima que tienen que notar, la escala de valores de solidaridad a la que se tienen que apuntar, la reserva en su conciencia para cuando a ellos les vengan mejor dadas que a otros, el hermoso sentimiento de pertenencia a una comunidad que se ve unida en las adversidades y en los días de suerte, y la necesidad de no cejar en el esfuerzo personal para devolver a la comunidad con su trabajo todo lo que esta les ofrece y mucho más. Ahora es tiempo de pensar en qué puede hacer la comunidad por los miembros más vulnerables, pronto y siempre será tiempo de que cada individuo piense qué puede aportar él a la comunidad.
Me siento definitivamente orgulloso de quienes han promovido y han aprobado esta ley. Al fin y al cabo, poco es lo que hacemos ante nuestros conciudadanos más necesitados; sobre todo si recordamos el alcance de las palabras de don Antonio Machado: "Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre".
Pues eso, que hoy me siento un poco más reconciliado con ser bípedo e implume. Vale.

viernes, 29 de mayo de 2020

OTRAS PANDEMIAS


 OTRAS PANDEMIAS

En estos largos tiempos de pandemia, me gusta llegar al final de la comida y de la recogida de mesa con las ganas de dormir un poco lejos de las primeras noticias de desgracias y de disgustos. Cuando, unos minutos más tarde, abro el ojo, las noticias suelen tocar a su fin. Entre estas y las del tiempo, se cuelan algunos anuncios. Uno de los que se repite casi a diario es el de Máster Chef. Hoy veía que lo anunciaban dos señoras que simbolizan lo más cutre y retrógrado que uno se pueda imaginar. ¿Serán las nuevas presentadoras, o conductoras, como se dice ahora? Antes lo veía en manos de dos señores y una señora que eran, o son, cocineros y algo al menos entenderán del asunto. Ahora ya ni eso, hala, sin pudor siquiera. Ya se ve cómo apunta la escala de valores.
Pero no es esto lo que más me llama la atención. Lo que me saca de mis cabales es que tanto estas como los otros se regodean en la riña a los concursantes, en los insultos y en los desprecios. Pero, ¿cómo se puede tratar así en público a una persona? ¡Ni en televisión ni en ningún otro lugar! He visto en algún otro anuncio del mismo programa cómo algún concursante lloraba después de algún desprecio o algún reproche público.
Pues no es el único programa en el que sucede esto. Hay un señor sobrado de carnes y no muy agraciado que dirige o dirigía otro programa de cocina que también se anunciaba a base de voces, reproches y enfados. Parece que corremos el peligro de que esta manera de actuar también se nos convierta en pandemia. Y ya tenemos bastante con la que se nos ha venido encima.
¿Por qué fomentar los malos modos y la falta de educación, en lugar de la rectitud y los buenos modales como mejor manera de mejorar las cosas? ¿Es que la realidad, si no se altera y se magnifica artificialmente no es realidad?
Pues de aquellos polvos vienen muchos de estos lodos. El poder de la televisión es inmenso y crea modelos de comportamiento que, estos sí, se propagan más que el virus. Estos sí que pueden hacer pandemia, a favor o en contra. No tengo tan claro que la influencia de estos modelos sea menor que la que ejercen nuestros políticos en el Congreso o en el Senado con sus trifulcas.
El último paso es el más desesperanzador. Si hubiera un grupo reducido de personas con esa actitud, en forma pasiva o activa, la curva de la pandemia la tendríamos dominada. Pero es que son multitud. En el mismo anuncio de este mediodía se afirmaba que el programa contaba con más de tres millones de seguidores.
Ya me contarán cómo se dobla la curva de esta pandemia. Con la del coronavirus tenemos que meternos en casa. Con estas otras de los malos modos acaso habría que salir al aire libre y huir de la caja tonta. Pero son contradictorias y uno no sabe de cuál resguardarse más. Por si fuera poco, con la del virus tenemos más tiempo para practicar los guisos. Si lo supiéramos hacer con algo de educación, tal vez mataríamos dos pájaros de un tiro. No sé si no nos está saliendo el tiro por la culata.

jueves, 28 de mayo de 2020

TODOS SON HIJOS DE LA MISMA ESPAÑA


TODOS SON HIJOS DE LA MISMA ESPAÑA
Como homenaje especialmente al doctor Fernando Simón,
coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias

España necrofílica y oscura,
que elevas desde el eco de tus muertos
una ola de rencor a cielo abierto
y acusas a tus hijos más preclaros
en juicios de dolor y de venganza.

España de cazuelas y banderas
que expanden a capricho la protesta
y matan a espadazos la ternura
con voces y con gritos tan intensos
que asustan hasta al alma de los muertos.

¿No sentís que en España hay otras gentes
que aman y proclaman que son hijos
de una madre que abraza y en su seno
acoge a todos y aún le sobran fuerzas
para plantarle cara a la tristeza?

Dejad que las banderas en sus mástiles
nos amparen a todos y, a su sombra,
seamos compañeros, patriotas,
hermanos de un proyecto solidario,
con nombre de mujer, llamado España.

miércoles, 27 de mayo de 2020

CUANTO PEOR, PEOR


CUANTO PEOR, PEOR
No estoy pesando en la frase que inspira la llegada de una revolución, favorecida por unas condiciones insoportables (Cuanto peor, mejor). Tampoco, por supuesto, en ninguno de los trabalenguas de nuestro inefable Rajoy, que tantas risas nos provocaban. El asunto, por desgracia, sigue de actualidad, aunque sea con otros ropajes.
Leo hoy mismo, en el periódico digital El diario.com, estos dos titulares:
1.- El primer intento de un ayuntamiento del PP de hacer test masivos se estrella antes de empezar.
2.- 3000 preguntas del PP al Gobierno sobre el coronavirus: pide hasta las pruebas de detección hechas en Torrijos.
Tela marinera.
Cualquier lector medianamente ilustrado debe saber silabear, entonar, describir e interpretar cuando lee. Hay tantos niveles de lectura y de comprensión… En un sistema de comunicación no solo se dice, sino que también se deja de decir y se dan pautas para completar la información. El mensaje es un arma cargada con balas y hay que saberlas disparar.
Vuelvo al titular número uno. Lo leo despacio, me detengo en primer intento, en PP, en se estrella antes de empezar. Y se me caen los palos del sombrajo. Coño, si solo falta batir palmas para hacer notar que nos alegramos un montón por este fracaso. ¿Pero no es esta una buena acción? ¿Qué más da que la realice el PP que el Sursum Corda? ¿Dónde está el valor de la salud y el bienestar de los ciudadanos? Mala leche, bilis, mal fondo… Cuanto peor, mejor.
Me paro ahora en el titular número dos. En este, además de la intención de interpretar negativamente la noticia por parte del que titula, se suma el disparate que aporta la propia información. Nada menos que TRES MIL preguntas al Gobierno. No me extraña que algún diputado del PP ande preocupado hasta por el número de zapato de los diputados. En tiempo de urgencia sanitaria, de pandemia y de catástrofe general. Qué vergüenza. Lo que importa es echar por tierra al Gobierno, sea como sea, con los medios que sea y aprovechando cualquier situación. Cuanto peor, mejor.
Los dos ejemplos los extraigo de un periódico de izquierdas y en ellos creo que quedan retratados tanto los periodistas como la derecha. Si buscara ejemplos en periódicos de derecha, creo que las evidencias de tales sesgos, bajezas morales y prejuicios serían aún mayores.
En táctica política, tal vez sirva lo de cuanto peor, mejor. A mí me duele que esto pueda ser así, y más que realmente lo sea. Leyendo con serenidad y cordura, ¿no tendría que producir esto, en el lector y en el electorado, exactamente lo contrario de lo que se busca? No parece que así sea, pues se repite una y otra vez. A mí me asquea y me hace retraerme a mis cuarteles de invierno.
No, no, no me sirve cuanto peor, mejor. No, no, CUANTO PEOR, PEOR.

lunes, 25 de mayo de 2020

LA OTRA PASTA



LA OTRA PASTA
Soneto de desahogo

Están las cacerolas tan vacías,
que apenas si se ponen ya en el fuego:
al ir a menearlas, el puchero
solo tiene el dolor del agua fría.

Otra pasta se cuece cada día,
es la pasta con cara de dinero,
no la que a diario hierve a fuego lento
para llevar al pobre la comida.

Son las caceroladas en las calles,
forradas con la tela de banderas,
que suenan al negocio y que nos traen,

el olor de la bolsa, que modera
los sabores de platos y de guisos
con que adornan su mesa los más ricos

domingo, 24 de mayo de 2020

ANIVERSARIO



ANIVERSARIO
Una buena prueba de que anda todo un poco manga por hombro es la anécdota que voy a resumir Los elementos técnicos hacen lo que les pides y lo que no les pides. Hoy, cuando he abierto mi Tablet para repasar un poco lo que se dice por ahí, me he encontrado en mi página con unas cuantas imágenes que recuerdan la presentación, en tal día como hoy, de mi libro Al paso de los días. No me había vuelto a acordar de tal hecho, tal vez porque mi mente anda perdida y no encontrada todavía, al paso de todos estos días y últimos meses de pandemia. En efecto, fue hace exactamente un año. Cuando he visto a mis amigos, a mis seres más próximos y en la misma mesa a mi nieta Sara, me he puesto un poco de aquella manera. Yo soy muy débil y me vengo abajo casi por cualquier cosa.
Un hecho de uno tiene importancia para él y mucha menos para los demás, pues, a medida que el círculo se expande, la concentración se diluye. Pero es que me ha aparecido sin buscarlo y sin que mi mente estuviera pensando en ello.
Será bueno, entonces, y se me perdonará la cita personal, que dé las gracias a todos los que estuvieron allí, en especial a los que participaron de manera personal y activa (Felipe, Antonio, Jesús, Sara…). Gracias a todos. Fue una tarde inolvidable para mí.
No creo que vuelva a dar nunca a la luz un libro tan querido como ese. Son más de novecientos poemas, que recogen mi actividad poética constante durante más de trece años. Como si se hubiera publicado un libro cada año y hubiera entregado de una vez una colección de trece o catorce libros de poesía. La vida sigue y el formato continúa; por eso, pronto tendremos otro libro en la calle, pero en formato más reducido. Ya sabremos más de ello.
Mi libro Al paso de los días no es más que el extracto poético de los tomos que voy confeccionando cada año, en los que sumo poesía y prosa. Entre ambos formatos se juntan casi veinte volúmenes. En ellos no hago otra cosa que exponer tal vez -con palabras de José Hierro- cuanto sé de mí. O al menos una buena parte. No será gran cosa, pero es lo mío, lo que mi mente y mis preocupaciones me han ido dictando. Si sirven para que alguien, a partir de ellos, eche unos ratos a reflexionar o a sentir algo de emoción desde el mundo de mi prosa y dese mi mundo poético, el trabajo se habrá saldado con éxito, porque no otro es mi fin; además, claro, de mi propia reflexión.
Así que aniversario poético. Lo voy a celebrar como sea. Pero solo después de dar las gracias a todos. Como decía en la dedicatoria, todo es Para los que más me quieren y para los que me quieren menos. Para todos sin excepción.
La vida es un camino compartido. Un libro es una vía de comunicación entre el escritor y el lector. Ahí queda el camino abierto, por si alguien lo quiere transitar.
Gracias. Y perdón por dedicarme esta página a mí mismo.

Hoy dejaré de contar los días de confinamiento: son ya demasiados (70) y la mente debe buscar otros caminos.

viernes, 22 de mayo de 2020

LA VIDA SE HA DORMIDO



LA VIDA SE HA DORMIDO

Los padres aseguran con frecuencia
-los abuelos también-
que comerían a besos a sus hijos.
También los animales, en sus juegos,
practican con el beso y el mordisco…

La vida se complace y se renueva
con besos, con mordiscos, con abrazos.

El beso es una clara abreviatura
del posterior bocado y del mordisco.
El abrazo dibuja un manifiesto
de una unión posterior a todo gozo:
actitudes las dos de amor y lucha.

Sin abrazos, sin besos, sin bocados,
la vida se ha dormido y no amanece.

Después de 68 días. Ánimo.

jueves, 21 de mayo de 2020

BÉJAR, LA CIUDAD DE LOS LIBROS


BÉJAR, LA CIUDAD DE LOS LIBROS
Estos largos días de restricciones y de estancia obligada en casa dan para realizar muchas tareas que teníamos algo olvidadas o que practicábamos con menor frecuencia. Ahí están las comidas, las limpiezas a fondo, todo aquello pendiente a lo que no le dábamos fin…
Siempre he dicho que, si se pone algún ejemplo personal, debe hacerse como catapulta para un pensamiento más amplio que afecte a los demás. Si no es así, se trata de simple apariencia y pasarela. No me gustan ni las exhibiciones que reciben aplausos sin justificar ni las poses que no sobrepasan el nivel de la pura descripción. Y hay tantas en las redes. Incluso entre gente cultivada. El mundo no soy yo solo, aunque debo interpretarlo desde mi visión. En fin, vamos al ejemplo y a la idea de la que quiere ser soporte.
Mi casa está llena de libros. Los hay por todas partes. Mi cochera guarda también un número elevado de ellos. Esta mañana la hemos dedicado a limpiar concienzudamente una habitación y, al hacerlo, han pasado ante mi vista libros y más libros. Una buena parte de ellos tiene que ver con Béjar, esta ciudad estrecha en la que vivo. Guardo una buena colección y pienso que acaso estarían mejor en otro lugar, en algún sitio público, a la vista de todo aquel que se sintiera interesado en su conocimiento y, sobre todo, en su lectura.
 Me preocupan dos aspectos distintos de la situación actual. La primera puede parecer inocua, pero no lo es. Se trata del peso y del espacio que ocupan los libros. Tal vez para demostrar que el saber sí ocupa lugar, vaya que si ocupa lugar y también está sujeto a las leyes de resistencia de materiales. La segunda es el acceso a los mismos, que queda restringido a mí mismo y a mis más allegados. Y es que, como aquello de la luz y el celemín bíblicos, tampoco los libros se han escrito y editado para que duerman en la oscuridad de alguna estantería particular.
Dejaré otros dos apuntes pensando en los espacios más generales y en el tiempo futuro.
Uno se refiere al orgullo que esta pequeña ciudad, aunque estrecha, tiene que sentir por la enorme cantidad de textos impresos que tienen como autores a vecinos de ella misma o hacen referencia a cualquiera de sus aspectos, aunque hayan sido escritos por autores no bejaranos. Béjar puede ser llamada, sin demasiada exageración, la ciudad de los libros. Este sí que debería ser un timbre de gloria y hasta aspirar a ser declarado de interés turístico no sé cuántos. Me refiero a los libros escritos. No sé si se puede decir lo mismo en cuanto a los libros leídos.
El otro piensa en la exposición de estos libros. ¿Qué lugar mejor que las diversas bibliotecas, sobre todo la biblioteca pública municipal? Se me argüirá que existen en la misma bastantes libros de tema o autor bejaranos. Pues me gustaría que estuvieran todos, los escritos y los editados. TODOS. Y que estuvieran bien a la vista de los posibles lectores, con algún elemento publicitario que animara a su lectura: anuncios, lecturas, charlas.... No tengo la mejor experiencia ni personal ni colectiva al respecto. Tal vez es que no me entero del todo. Será eso. Y el caso es que creo que soy un asiduo usuario de la biblioteca.
En fin, que el repaso a parte de mi biblioteca me ha servido para considerar los usos futuros que le puedo dar, la estima que me merece la situación de las bibliotecas en Béjar, la extraordinaria producción de libros de autores y temas bejaranos, de muy desigual calidad, por supuesto, y el grado de lectura que observo. No es poco.
Después de 67 días. Ánimo.

miércoles, 20 de mayo de 2020

QUE SAIS-JE?



QUE SAIS-JE?
Esta es la frase que dibuja el frontispicio de la obra de Montaigne y que viene a poner límites e itinerarios a todos sus Ensayos.
¿Qué se yo? O ¿Yo qué sé? Parecen las mismas expresiones, pero no sé si nos mandan por el mismo camino. La primera nos sitúa en una interrogación descorazonadora después de comprobar que realmente no sabemos nada de nada, o de casi nada. La segunda tal vez nos ponga ante el espejo de la desilusión por no encontrar camino para seguir adelante.
Sea esta una buena interpretación -la contraria, endosando las definiciones al revés, también nos sirve- o no, el caso es que el autor se sitúa y nos sitúa en una realidad de desconfianza y hasta de insignificancia ante lo poco que controlamos y lo mucho que nos controla la realidad externa. O sea, que nos dibuja un panorama de pobreza y de limitaciones para cada uno de nosotros, ante una realidad infinitamente más poderosa.
Es la postura propia del pensador, del filósofo, del científico y de cualquier persona que aspire a ejercer el sentido común y se conduzca desde la relatividad de las afirmaciones y de las acciones. Solo sé que no sé nada.
Señalar esto en épocas de dificultad, como la presente, es casi jugar con ventaja; o, simplemente, dejar constancia de lo que, en otras situaciones, se nos olvida con frecuencia, a pesar de su manifiesta obviedad.
Siempre he pensado que tener conciencia de lo vulnerables que somos no es causa ni para la dejadez ni para el abandono, sí para la búsqueda racional de las causas y de las consecuencias de las cosas y de la aceptación serena de esos momentos que nos superan y que no podemos dominar porque no dependen de nuestras fuerzas. ¿Qué otra cosa es el sentido común, sino esto?
Ya sé que una cosa es la teoría y otra, no siempre coincidente, es la práctica; y que, a veces, no resulta sencillo el paso de las musas al teatro.
Cuando, en la aplicación del sentido común, descubramos nuestras debilidades, nuestra pequeñez y nuestra oscuridad en las soluciones, solo nos queda la buena voluntad y la ayuda mutua. Se trata de reconocer los límites de la razón para seguir buscando su uso con más ahínco y de someternos a la confianza y a la tolerancia como método menos malo para una vivencia y una convivencia humanas razonables.
Montaigne escribió tres tomos de pequeños ensayos sobre asuntos absolutamente diversos. Casi todo lo divino y lo humano pasó por su pluma en formato de razonamientos cortos, de pequeños ensayos. Él ha sido ejemplo para muchos otros escritores posteriores.
Como él, me pregunto: Qué sais je? Y me quedo un poco asustado por mis debilidades y mis limitaciones. Menos mal que me queda la curiosidad de seguir indagando un poco por aquí y otro poco por allá. Me gustaría que no me abandonaran en el camino ni el sentido común ni la buena voluntad.
Después de 66 días. Ánimo.

martes, 19 de mayo de 2020

MÁS ALLÁ DE LAS CACEROLADAS


MÁS ALLÁ DE LAS CACEROLADAS
Se están produciendo estos días manifestaciones y caceroladas en diversos lugares de España. En ellas se protesta contra el Gobierno, aunque, al menos yo, no tengo claro qué es lo que piden, más allá de Gobierno, dimisión y Sánchez, al paredón. Quiero decir que debían explicitarlo claramente. Ante tal situación, uno tiene el derecho de interpretar las intenciones. No parece que haya que ser muy inteligente para entender que lo que hay detrás de estas voces es una indignación evidente por la manera de tratar, política y socialmente, la pandemia que nos sigue amenazando.
Con todas las imprecisiones que conlleva la reducción, se puede declarar que piden una libertad mayor de cada individuo para reactivar la economía y cualquier actividad pública. Es muy probable -dejémoslo en probable- que, más en el fondo, anide otro virus peor: el de saltar a la yugular al Gobierno de otro color político con cualquier pretexto.
Olvidemos por un momento la segunda variante -que ya en mucho olvidar- y quedémonos con la primera.
Siempre desde la libertad de manifestación, que hay que respetar siempre que se pueda, salvando las condiciones sanitarias, algo nada sencillo en este caso, las distancias físicas exigidas. Vale.
Bien, pues ya estamos en la calle. El riesgo de contagio es evidente, pero dejémoslo estar.
Ya he manifestado por escrito que el precio que la sociedad está pagando con el confinamiento es muy elevado. Mucho. Se le ha privado de uno de los derechos fundamentales, el de la movilidad y libre circulación, y, en cierto modo, del de la iniciativa particular.
No hace falta tener mucho cerebro para entender que existen otros derechos fundamentales. Por encima de todos ellos está el derecho a la vida y la obligación de evitar todas las muertes posibles. Conjugar ambos derechos no resulta sencillo y, en todo caso, siempre es doloroso. Resulta imprescindible jerarquizar y atender al bien mayor, en este caso el de salvar vidas.
Se argumentará por la otra parte que sin economía también se muere y que más cornadas da el hambre. Pero, ¿no se entendería esto mejor si lo argumentara quien navega en la pobreza y no ve la manera de imaginar un futuro en el que poder subsistir? Cuando la protesta viene, en términos generales, de grupos que tienen recursos abundantes y que no ven peligrar su futuro de manera clara, ¿cómo se come esto?
A mí no se me ocurre otra explicación que la de la insolidaridad, la del egoísmo y la de la imbecilidad mental.
Supongo que otros grupos sociales más numerosos y menos acomodados lo que realmente pedirían sería más ayudas por parte de los demás miembros de la comunidad, aunque tengan que soportar confinamientos en sus casas, seguramente menos confortables, con tal de superar juntos el mal, también común.
Y así ya llegamos al meollo del asunto: la defensa del individuo frente a la comunidad, sobre todo, claro, cuando este se halla en posición ventajosa en cualquier parámetro: económico, social, de salud…. No quiero herir con mis palabras, pero esto es simplemente un sálvese quien pueda. Y, si estiramos un poco más la goma y recordamos experiencias históricas, nos podemos despeñar por el abismo. Cuanto más estiro el argumento, más de puede el desasosiego y hasta la misantropía.
Repetiré por enésima vez -ya voy mayor y casi todo lo hago por enésima vez- un sencillo esquema en el que creo. Es este:
1.- Si no se parte de igualdad de oportunidades, todo en la vida es falso y mentira.
2.- Si no se premia el esfuerzo, estaremos fomentando la injusticia.
3.- Al menos cronológicamente, la necesidad de igualdad de oportunidades se produce antes que el asunto del esfuerzo individual, pues tiene que cumplirse desde el momento del nacimiento y en cualquier otra oportunidad.
4.- Habrá, por tanto, que aplicar más empeño en la primera variante que en la segunda, si no queremos ser injustos cada día de nuestras vidas.
Verán, a partir de este sencillo esquema, cómo les nacen los partidos políticos, las derechas y las izquierdas, los de arriba y los de abajo, los individualistas y los comunitarios, y hasta terminamos explicando aquello del Espíritu en forma de paloma.
Ah, y por poner algo de sentimiento. Qué mala conciencia se debe de quedar cuando no se levanta la mirada y uno se encierra en sí mismo como fin de toda acción. Somos tan poca cosa, que, si nos miramos el ombligo, debemos parecer menos que una mota de polvo en una erupción volcánica. Venga, hombre, no os hagáis mala sangre, arriba esas manos y un abrazo común, que todos somos contingentes y necesarios a la vez.
65 días después. Ánimo.

lunes, 18 de mayo de 2020

LA FELICIDAD. ¿QUÉ FELICIDAD?



LA FELICIDAD. ¿QUÉ FELICIDAD?

Es rara la vez que me despido de mi nieta Sara sin recordarle que tiene una obligación que cumplir: ser feliz. Ella me mira como asegurándome que bien lo sabe y que acaso soy un poco cansino. Creo que lo va a recordar para siempre, como un principio fundamental de comportamiento en la vida. Seguiré siendo cansino siempre que pueda.
Al fin y al cabo, si lo dijera yo, se me podría tachar; / mas lo dice el filósofo…
En efecto, el asunto fundamental de la obra de Aristóteles Ética Nicomáquea es el de la felicidad, el de la vida buena para el ser humano. Esta obra es posiblemente la que, en este aspecto del comportamiento, más ha influido a lo largo de la historia del pensamiento.
Hace pocos años pasé por Estagira, su lugar de nacimiento. Iba con un amigo camino de Athos. El autobús apenas paró un momento mientras subía un viajero. Sentí una sensación muy extraña al pensar que estaba en una calle del pueblo de uno de los grandes pensadores de la cultura occidental: la reflexión occidental está llena de digresiones y análisis de sus obras.
En nuestros días, muchos de los filósofos son en realidad analistas de ética, esa disciplina que escudriña los comportamientos humanos y las escalas de valores que dan lugar a ellos. Se trata, más bien, de una ética aplicada al deber y a la justicia; son también algo así como guías de políticos. Y bien harían los políticos si al menos les escucharan antes de tomar decisiones y de actuar.
Pues, en esa ética original, afirma Aristóteles que el fin último de la vida humana es la felicidad. Pero es necesario entender en qué consiste ese fin último y cómo se puede ascender hasta él. Afirma el filósofo que hay tres maneras de vivir esa felicidad: la vida voluptuosa, la vida política y la vida contemplativa.
Es fácil entender que enseguida elimina la vida voluptuosa, por alejada de la virtud y por estar asentada solo en el instinto. Es la que compartiríamos con los demás animales. La ética política debería perseguir el ejercicio de las virtudes en el ámbito de la convivencia. La ética contemplativa busca la contemplación desinteresada de la verdad a través de la filosofía y de la ciencia.
Destaca Aristóteles dos características que ha de cumplir la felicidad: tiene que ser un fin último (no se busca como medio para ninguna otra cosa) y tiene un carácter autosuficiente (el que la posee no echa en falta nada más). Por eso esta definición de felicidad: “El bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y, si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y, además, en una vida entera”.
El filósofo, a pesar de no descartar la acción política, porque el hombre contemplativo necesita del bienestar externo, se decanta por la vida contemplativa como mejor forma de vivir la felicidad. La mente y la sabiduría son los instrumentos para llegar al conocimiento más exacto de las cosas y, desde él, contemplar la verdad y la belleza.
Andaba yo en estos devaneos al tiempo que me entero de que grupos de personas se manifiestan por las calles, en plena pandemia, pregonando una libertad que me parece no lejos sino en el otro extremo de la inteligencia y de la sabiduría. Y, por supuesto, lejos de la ética y de la felicidad. Será que mi inteligencia no llega. O acaso es la suya. Quién sabe.
64 días después. Ánimo.

domingo, 17 de mayo de 2020

LA ECUACIÓN DE LA RELATIVIDAD


LA ECUACIÓN DE LA RELATIVIDAD
La vida se abre paso poco a poco. Quiero decir la vida del confinamiento, la de la estancia en casa, la de los espacios cortos y acotados, la de las miradas recelosas, la de los horarios divididos. Todo muy lentamente y con unos contextos cargados de recelos, de sustos y de amagos. Se trata, por supuesto, de la vida de los seres de esta comunidad: la del resto de la naturaleza sigue su curso sin atender a nuevas circunstancias.
Porque, cuanto más se amplían los espacios, mayor es la sensación de insignificancia que nos atenaza. Si se sale a caminar un rato, se verá que la ciudad sigue asentada en el mismo cerro oblongo y que nada se ha modificado por sus calles; si se contempla la naturaleza desde mi terraza, todo sigue su curso en las laderas, en los ríos y en los montes. Tan solo el hormigueo de los humanos se ha vuelto receloso y asustado, pues anda como queriendo encontrar razones a las cosas después de que la realidad les haya dado un puñetazo que les ha dejado al descubierto las heridas y les haya bajado los humos de repente.
 Me gustaría conocer qué sensación se experimentaría estos días, desde lo alto de la sierra, viendo la ciudad ya más distante, allá en lo hondo del valle. ¿Y alejándose un poco en las alturas? No es difícil navegar por el cielo con la imaginación. Hagámoslo. ¿Y desde más arriba? ¿A que la conciencia se ha ido diluyendo y ya no aprietan tanto los dolores? La ciudad se ha tornado solo un punto (un solo ser humano ni se advierte) perdido en el espacio y este nada sabe de lo que aquí está sucediendo ¿No nos pasa a nosotros en dirección contraria? ¿Acaso no practicamos también aquello de ojos que no ven corazón que no siente?
Qué poca cosa somos en un sitio tan grande.
Tal vez no será poco tratar de estar dispuestos a no desentonar en los espacios más próximos a nosotros, reconociendo, sin embargo, que no hay nada que pueda ser contado como algo absoluto. Lo demás, para bien o para mal, es casi todo, pero la herida duele más en el lugar exacto en el que se ha roto la piel y supura la sangre.
Hoy he salido a la naturaleza, en el rato que tengo permitido; he visto que los insectos siguen libando tan tranquilos; la Fuente del Lobo me ofrecía sus fauces para que yo bebiera y aún no me he atrevido; las flores y los pájaros ensayaban conciertos infinitos en el aire; he charlado un buen rato en videoconferencia con aquellos que otros días me acompañaban en esas salidas al campo; el tiempo ya se va tranquilizando y el sol le gana grados a la lluvia. El tiempo sigue incierto, pero el ambiente indica que hay algo más de luz en el proceso.
Mi mente necesita tener la sensación de libertad, de ahuyentar los recelos, de dar la dimensión a cada cosa, y de aceptar con calma que todo sigue implacablemente su curso, tal vez sin saber en qué dirección ni con qué sentido, si acaso tiene alguno. Hay lo que hay, y, si lo sé mirar, creo que no es poco. Venga.
63 días después. Ánimo.

viernes, 15 de mayo de 2020

VISTA HACIA ADELANTE


VISTA HACIA ADELANTE

Toda serie tiene sus fases, o al menos sus temporadas. Como las de la televisión. Entre unas y otras se suele hacer algún descanso para reponer fuerzas o para reorganizar lo que se está realizando.
Cuando comenzó la escalada de la pandemia, sin proponérmelo, sentí la necesidad de colaborar con algo, desde este campo en el que me muevo. Era evidente que todos teníamos que aportar algún grano de esperanza. He seguido el camino día a día. No sé si ha valido para algo. Espero que sí.
Llevamos exactamente dos meses sin libertad de movimientos, con un número interminable de fallecidos, con casos de infectados que no terminan de asentarse, con un futuro totalmente incierto en lo que a la sanidad y a la economía se refiere, con la necesidad ya imperiosa de activar la realidad diaria, con…
Tengo que confesarme que, a pesar de algunos guiños irónicos para aliviar la tensión, no me he visto casi nunca inmune mentalmente, y el panorama me sigue pesando y me tiene un poco en caída libre mental. Sigo afirmándome en la idea de que nada de lo que sucede me es ajeno, pero debo poner una barrera de contención, una mascarilla de ánimo y un lavado de manos que me aleje un poco de todo lo que de pandemia me apabulla.
Sé que solo es un propósito y que no lo voy a cumplir. Me conformaría con rebajar el tono y con levantar un poco el ánimo. Coño, que, a pesar de todo, la vida sigue y seguirá sin solución de continuidad, y, frente a aquello en lo que no puedo hacer nada, no debo tener preocupaciones especiales. Pero si me paso muchos ratos aconsejando estoicismo. Y ahora yo con estas quejas.
Ojalá estas breves palabras me sirvan un poco de catarsis y de reconciliación. Que hay mucho por lo que vivir y alegrarse. Y todo irá, sin duda, mejor. Peor es difícil. Debo desempolvar mi lema y cargarlo de energía: “Solo quiero querer y ser querido”.
Incluso hasta hemos aprendido de todo lo que ha sucedido algunas cosas. Por ejemplo:
-¿Hay todavía alguien que siga pensando que un partido aislado, o un país, está preparado para hacer frente a una pandemia como esta?
-¿Qué falta le hacemos a la naturaleza? Sin nosotros ha cuajado una primavera espectacular.
-¿El estilo de vida que llevamos y el cambio climático son compatibles?
-¿La distribución de la población, con grandes aglomeraciones y territorios vaciados, es lo más recomendable?
-¿Abrimos el melón de la religión?
-¿Seguiremos dando la misma valoración a nuestros mayores?
-¿El sistema individualista es el más aconsejable?
-¿Cuál es el valor de la familia en estas situaciones?
-¿La organización laboral y salarial va a seguir siendo la misma?
-¿Y los niveles de producción y de gasto?

Después de sesenta y un días de confinamiento. Ánimo.

jueves, 14 de mayo de 2020

PÍLDORAS DE MI BOTICA


PÍLDORAS DE MI BOTICA

-Saber qué es lo que tiene importancia y qué es lo importante. Cuidado porque no siempre son lo mismo.

-Y que te importe poco lo que poco importa.

-Que ordenes bien la frase y sus acentos: no es lo mismo “tengo que…” que “qué tengo”.

-Si existen las vivencias, ¿existirán también las morencias?

-A veces, mi cuerpo no se rinde y se asusta escuchando noticias de la noche.

-Engáñate sabiendo que te engañas y habrás dicho verdad más que mentira.

-Pregunté por tu casa y no pude encontrarte: todas las calles llevaban puesto tu nombre.

-¿Por qué hay en estos días tantas direcciones prohibidas y tanto ceda el paso?

-Hoy el mundo está parcelado y son los animales y las plantas los mayores terratenientes.

miércoles, 13 de mayo de 2020

PÍLDORAS DE MI BOTICA


PÍLDORAS DE MI BOTICA

-En este mes de mayo, las gotas de la lluvia fingen llanto.

-Quien ha perdido mucho a cambio de muy poco es quien con más fuerza ansía el futuro.

-Tal vez la mejor manera de conocerte es describirte y hacer que seas real en las palabras.

-¿Escribir un poema no es acaso una forma de morir en la palabra?

-No quiero terminar ningún poema de los que te dedico por si acaso te pierdo al acabarlo.

-Está la primavera despeinada: ayer llovió papel y tinta para crearte a ti desde sus gotas.

-Mañana lloverán gotas de amor y nosotros cerraremos el paraguas para empaparnos juntos.


Día 60. En el semiconfinamiento. Ánimo.

martes, 12 de mayo de 2020

LECTURAS EN TIEMPOS DE PANDEMIA


 LECTURAS EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Esta mañana coincidí con un amigo en el paseo-deporte matinal. Desde la distancia reglamentaria, me preguntó qué estaba leyendo. Se lo dije. El caso particular solo nos interesaba a nosotros dos, pero me da pie para dejar algún pensamiento al respecto.

He repasado mi lista de lecturas desde mediados de marzo (las apunto todas y me sale un índice largo) y encuentro que son muy variadas en formatos y en ideas centrales: hay asuntos religiosos, filosóficos, poéticos, de entretenimiento, novelas al uso…

¿Hay que leer algo especial en tiempos especiales? No sé responder. La lectura debería ser siempre un placer, producto de nuestra curiosidad y deseo por conocer opiniones y mundos nuevos, para contrastar, para reafirmar o para evadirnos. Y la primera característica de la lectura es la de poder rechazarla. Lo dice un lector casi avaricioso. Pero en estos tiempos…

A mí, desde luego, las circunstancias penosas de estos meses sí me han condicionado las lecturas; lo noto cuando repaso los títulos de los libros que me han acompañado y los asuntos que tratan.
Porque, para mí, el asunto principal es saber si tengo que hacer frente mental, reflexionando, a lo que signifique la epidemia, en todos sus ámbitos, o puedo y debo evadirme de ella, buscando momentos de relajación y de olvido. La primera postura me parece más honrada, pero algo peligrosa porque se puede convertir en obsesiva; la segunda la veo algo más egoísta, aunque más provechosa para el que la practica, sea con la intención que sea.

Y pienso en las tendencias, claro, pues nada es blanco ni negro del todo.

Hay un caso paradigmático en la literatura universal para ilustrar esta situación. Se trata de El Decamerón, de Boccaccio, libro escrito a raíz de la peste medieval en Florencia, que desarrolla nada menos que cien cuentos para solaz de una decena de mozas y mozos pijos que, por su situación social y económica, pueden escapar de Florencia y refugiarse en una segunda residencia, para olvidarse de todo lo que está pasando y divertirse sin restricciones ni confinamientos estrechos.

¿Qué hacemos, leemos a Boccaccio para evadirnos, o leemos a Marco Aurelio, por ejemplo, para reflexionar y valorar nuestras actitudes?

Yo reconozco que he releído a Marco Aurelio y he dejado para otra ocasión la relectura de El Decamerón. Pero no tengo nada claro si obro bien o mal.

Debo confesar que, a estas alturas del proceso, necesito leer y crear también evasión y no solo reflexión. ¿En qué porcentaje? ¿Con qué intención?

¿Qué leer -y escribir-, por tanto, en tiempos de pandemia y de zozobra?

No tengo respuesta.

Día 59 de semiconfinamiento. Ánimo.

lunes, 11 de mayo de 2020

EL LABERINTO



EL LABERINTO

El mundo es intrincado laberinto
del que apenas sabemos ni sus reglas,
esas leyes que explican y definen
todo lo que sucede a cada instante.

Vivimos confiados y, al momento,
un rayo nos produce la ceguera,
se cierran las ventanas que dejaban
llegar hasta nosotros la conciencia
de todo lo que existe y, enseguida,
se marcan territorios. Nadie sabe
cuál es la dirección de la salida.
Y la noche se cierne y todo es duda,
temor y confusión, desasosiego.

¿Pero quién ha ordenado el laberinto?

¿Es, acaso, algún dios el que lo ha urdido
y tiene a buen recaudo sus preceptos,
esos que certifican que hacia Roma
nos conducen y llevan los caminos,
y que des gracias siempre, incluso cuando
el dolor y la pena te dominan?

¿O es tal vez un complejo en el que el hombre,
el hombre y la mujer, codo con codo,
han juntado su amor, trabajo y tiempo
forjando los caminos de la Historia,
para darle conciencia a la materia
que puebla la verdad del universo?

La duda me atormenta, pero hay algo
que me anima a pedir que el laberinto
sea producto del alma de los hombres:
serán sus limitadas cualidades
las que, a base de esfuerzo y de experiencia,
encuentren el camino de salida
y ordenen, a su modo, el laberinto
para vivir a tragos la certeza
del incierto sentido de las cosas.