miércoles, 30 de noviembre de 2016

CANTO CORAL DE UNA SOLA CONCIENCIA


CANTO CORAL DE UNA SOLA CONCIENCIA (II)

Pero es también conciencia universal,
canto acordado de común tormento,
la sonrisa cortada por el rayo
o el continuo conflicto que se expande
por cualquier latitud de sur a norte.
Hay sirenas de muerte que resuenan
debajo de mi mesa, mientras como,
al calor homogéneo de mi casa,
Se estrellan aviones, mueren niños,
pasan hambre las gentes que a diario
miran desesperadas el futuro,
repleto de carencias para ellas,
tan solo para ellas. Hay mil formas
de vivir esta vida a contrafuero,
en el fango más sucio y en el dolor más hondo.

Hay tardes de aire y de tormenta densa
contra la fiel altura de los árboles,
los ríos bajan turbios y la lluvia
me ensucia los cabellos y la cara.
Hay noches que no vienen con los sueños
sino con las noticias del espanto
y días que se niegan al consuelo
y prohíben en sus horas cualquier canto.

Yo soy también amigo de esos días,
socio de las noticias, de las cosas
que llegan, viven, pasan y se marchan
dejándonos la huella y la constancia
de que todo es urdimbre, masa, trama
de un edificio inmenso en el que todos

somos conciencia universal y eterna.

martes, 29 de noviembre de 2016

Y EN ESO LLEGÓ FIDEL


Mis ocupaciones me han llevado durante el fin de semana a varios lugares. He estado también en Madrid, en el norte de Madrid. También allí se suscitó la controversia acerca de la figura de Fidel Castro, ahora que se ha producido su fallecimiento. Como siempre, de todo un poco.
Me parece que se simplifican demasiado las opiniones y que a casi todos nos faltan perspectiva, conocimientos y amplitud de miras. Negar el valor de símbolo de Castro en América latina, al lado mismo del todopoderoso imperio del norte, tal vez sea una injusticia demasiado burda; no anotar, en su dilatadísima trayectoria, comportamientos propios de las dictaduras tampoco parece sensato. Luces y sombras, sombras y luces.
A mí me engancha más la primera faceta, aquella que me lo presenta como impulsor del ánimo colectivo y como negación al sometimiento de los más poderosos, esos que, desde el otro lado del mar, empujaban y empujan casi todas las decisiones del mundo a su antojo y conveniencia, aquella que, en mis años mozos, nos desperezaba y nos hacía algo más soñadores y proclives a un cambio en el mundo, con las mejores intenciones y con las mejores disposiciones anímicas ¿Cómo no ilusionarse con todo lo que parecía representar lo que nos llegaba del otro lado del mar Caribe? Lo mismo que de otros países hispanoamericanos. Aquello nos infundía ánimos y nos animaba en la formación, en la protesta y en los sueños de un mundo mejor. Después, además, conocimos el cambio en toda la vida cultural, la música, el deporte, los servicios sociales (sobre todo la medicina), las ayudas internacionales…
Pero, ay, también fuimos conociendo las decisiones unipersonales, el culto al líder, la cerrazón, el escaso desarrollo económico, y, sobre todo, la falta de libertades individuales y colectivas… Y eso truncó buena parte de la admiración hacia los dirigentes de la isla.
¿Qué tiene el poder para que casi nadie lo quiera soltar? ¿Por qué perpetuarse en la detentación del mismo? ¿A qué conduce siempre eso?
Las escalas de valores que se configuran con la renta per cápita como índice de medida no me satisfacen y me parecen de una pobreza mental y de un egoísmo casi infinitos; pero aquellas en las que falta la libertad individual, sobre todo en lo que a la expresión se refiere, tampoco me parece que alcancen los mínimos exigibles. Conjugar ambos extremos no resulta precisamente sencillo. Ni siquiera definir sus límites. Porque de muy poco me sirve mirar el desarrollo económico del llamado mundo capitalista, pues la desigualdad que crea le barre cualquier brizna de moralidad y de honradez.
Tengo la impresión de que también los líderes de los países capitalistas sienten un poco de envidia ante estos otros líderes respondones, tal vez no tanto por las personas concretas como por un oculto regustillo de que algo hay en lo que predican que no tiene mala pinta. Como prueba de ello, ahí está buena parte de ellos en la despedida.

Yo también me quedo con esa pizca de ilusión que parece despertar una comunidad que se ilusiona junta y que no se amilana ante los más poderosos. Lo de primer comandante, las devociones personales y la eternización en el poder me quedan mucho más lejos.   

viernes, 25 de noviembre de 2016

HONOR A LO MÁS AUTÉNTICO


Ha muerto Marcos Ana, símbolo de la crueldad que significa la pérdida de la libertad, lo días entre rejas, la soledad obligada, el entusiasmo retenido, el achicamiento del espacio…; y después, el entusiasmo y el vitalismo, el olvido de todo rencor, la utopía continuada, el empuje, el torbellino, la palabra en borbotones…
Solo estuve con él una sola vez y ya cuando su edad era avanzada. Apenas tenía noticias vagas de su trayectoria vital y de todos sus días de cárcel. Culpa mía, por supuesto. Me dejó casi tembloroso. Por encima de todo, me sorprendieron el entusiasmo y el torrente de ilusión y de futuro que ponía en todas sus palabras, que surgían como catarata indomable. Después conocí su obra y todo lo que representaba y proclamaba. Siempre me han cautivado las personas que ponen en el mismo carro su trayectoria vital y su creación literaria. Él es uno de ellos, inmediato, espontáneo, vital, coherente, intenso, idealista…, hombre. Lejos del nombre de los creadores de primera línea, pero en primera línea para la emoción y para la conmoción.
Por eso lo recuerdo y le cedo la palabra:

Decidme cómo es un árbol

Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?
22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas,
su olor, su aroma,
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron.
No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario

jueves, 24 de noviembre de 2016

CANTO CORAL DE UNA SOLA CONCIENCIA


CANTO CORAL DE UNA SOLA CONCIENCIA

Los pinos conversaban con el viento,
que anunciaba noticias de las nubes
y en música callada susurraba
canciones de otros sitios. En sus notas
se guardaban residuos de los mares
y un olor a sal nueva se expandía
en el vuelo sencillo de las aves
dibujando sus gozos en el cielo.

También a ras de tierra las raíces
formaban red tupida por el suelo,
alargando sus ecos en castaños,
robles, fresnos y encinas.
Entre el suelo y el viento mi conciencia
percibió que la luz me visitaba,
que allí la luz y el viento
me tomaban alegres de la mano
y yo también, frenético, bailaba
y ensayaba con ellas este canto.

Yo también era luz y era alegría y canto,
era una parte más de ese concierto
que daba el universo aquella tarde.
Todos danzando juntos, todos parte
de la conciencia cósmica y celeste,

tan solo una verdad y un solo canto.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

TÚ Y LAS COSAS


TÚ Y LAS COSAS

Ni la roca más densa, ni la altura
del vuelo de las aves, ni la blanca
azucena del campo más florido,
ni  la más alta cúpula encendida
en las puertas  del cielo
son belleza y verdad.

Son tus ojos, la luz de tus pupilas,
el tacto silencioso de tus manos,
la dulce sensación de tu palabra,
la bondad de tus actos, ese impulso
que tienes en ti misma tan guardado
los creadores de todos los paisajes,
los que engendran perfume entre las rosas
y encienden los trigales como mares
meciéndose en las olas de los vientos.

Su duración está determinada
por tu propia existencia. Cuando el tiempo
destruya tus pupilas y tus manos,
todo el temblor y el pálpito
de las cosas que habitan tu presencia
se marcharán ¿adónde, a qué refugio?

Nada será lo mismo,

solo serán dominio del olvido.

martes, 22 de noviembre de 2016

EL ESCONDITE DE LAS COSAS PERDIDAS


EL ESCONDITE DE LAS COSAS PERDIDAS

Jugar a descubrir el escondite
de las cosas perdidas, esas cosas
que no tienen constancia de que valen
como las otras cosas. La presencia
de una peonza antigua,
derviche occidental de mis primeros años;
el aro; una carraca, y aquel marro
que golpeaba en el calvo tantas tardes;
o los zancos, tan altos que llegaban al cielo
conmigo como rey y como pájaro;
la pizarra y la lata con las brasas
brillando en el invierno;
la vieja enciclopedia sin las tapas,
que guarda la memoria
de los más anchos límites del mundo.

Pero también la luz de las mañanas
camino de la escuela, y una hoja
decolorada en gris entre las páginas,
recuerdo de un recuerdo ya perdido;
la vez que de repente me miraste
sin aparente causa; el color sepia
de una perdida foto
que ahora borra distancias…

Anda todo olvidado en los rincones
del fondo desigual de la memoria
y a veces nos visita,
con esa sencillez y esa ternura
de las cosas sencillas y pequeñas,
 por si acaso
queremos revivir cualquier momento
que vivimos con ellas.

Todo es tiempo del tiempo,

tiempo para vivir de nuevo el tiempo.

lunes, 21 de noviembre de 2016

UNA DOCENA DE NOTAS DISCONTINUAS

          UNA DOCENA DE NOTAS DISCONTINUAS
Hoy yo también estoy como en tiempo de adviento, de espera imprecisa, tal vez porque en realidad no espero nada. Ni la mañana está fría ni yo estoy destemplado, sencillamente me encuentro medio diluido, sin saber qué rumbo tomar ni qué consideraciones proponerme. En estos casos tal vez lo mejor es tirar de fondo de armario, de mis papeles con notas que semiduermen encima de la mesa de trabajo y anotar cualquier esbozo de idea o cualquier imagen que, seguramente, debería ser desarrollada con algo de esfuerzo. Qué le vamos a hacer:
.- Casi siempre vivimos en un “como si…” que añora una realidad pero que no acaba de alcanzarla nunca. De ilusión también se vive. Como si fuera fiesta, como si fuera invierno, como si A estuviera aquí, como si…

.-  Tal vez la existencia sea capicúa. O no. ¿Será lo mismo leerla desde el principio hacia el final que desde el final hacia el principio?

.- ¿Por qué siempre contamos la caridad desde el rico hacia el pobre y no desde la visión del pobre? ¿Y quién es realmente el pobre?

.- Cierto actor de fama ha pasado del éxito a mendigar en las estaciones de Metro de Madrid: el mundo es una representación pero las luces de la pasarela se apagan enseguida.

.- No siempre llueve de la misma forma. A veces llueven perlas que golpean en los tejados e iluminan el suelo y dan resplandor a la hierba y a las baldosas.

.- En plena primavera, los árboles lloran polen y mis ojos los acompañan en el llanto.

.- El límite más silencioso que conozco: el que separa la vida del olvido.

.-  La línea del tiempo pasado se convierte en puntos discontinuos, los que han acotado los recuerdos que permanecen con nosotros.

.- Si me pongo a recordar momentos felices, ya estoy creando otro momento feliz nuevo. Lo mismo me sucede con los momentos infelices.

.- Un deseo tal vez original: hacer todo el camino de Santiago cogidos de la mano.

.- ¿Es una suerte saber qué te aguarda cada día o es mejor salir a ver qué pasa, con la mente vacía y ligero de equipaje?


.- Salgo a la calle y solo me acaricia el aire de tu ausencia.

domingo, 20 de noviembre de 2016

CINCO COPLAS DE SOBREMESA


CINCO COPLAS DE SOBREMESA

Cuando salgas a la calle
cierra con llave tu puerta;
si llamo y no me respondes,
no sabré si estás en ella
y no sabré si llamarte.


¿Cómo saber si la vida
nos quiere o nos abandona?
Nacemos sin saber cómo,
morimos de cualquier forma.


Te quiero porque te quiero
y no busco más razones,
si existieran otras vidas
también querré tus amores.


Te sigo como la sombra
persigue siempre a mi cuerpo¸
cuando hay sol con más presencia,
cuando hace sombra con menos.


Dios es la suma y eterna
conciencia del universo;
y tú eres la mejor nota

de su divino concierto.

sábado, 19 de noviembre de 2016

CINCO COPLAS PARA INTENTAR CANTAR


CINCO COPLAS PARA INTENTAR CANTAR

No siembres en tu jardín
semillas de desengaño;
tal vez en la primavera
las flores salgan llorando.


¿No sabes lo que te pasa
y por eso te preocupas?
Te pasa lo que bien sabes
que no ha de pasarte nunca.


Cantas para no olvidar
pero si olvidas no cantas;
tus olvidos son mis penas
que viven en tu garganta.


Es la vida una mentira
que hace fingir a cualquiera;
la muerte es una verdad
que no engaña ni aunque quiera.


¿Qué tienes para que siempre
quiera quedarme a tu lado?
Sigo esperando en silencio

lo que tú nunca me has dado.

jueves, 17 de noviembre de 2016

CINCO COPLAS PARA NO CANTAR


CINCO COPLAS PARA NO CANTAR

De la vida y de la muerte,
¿por qué preocuparnos tanto?
De la una poco sabemos,
la otra nos está llamando.

¿Por qué ese miedo a la muerte
si es la vida la que muda
y la muerte la que enseña
la verdad de cualquier duda?

No preguntes a la muerte,
pregunta solo a la vida.
siempre te dirá lo mismo:
soy eterna despedida.


¿Existe Dios o no existe?
No te importe demasiado:
será lo que tu conciencia
haya ido dibujando.

El agua borra en la playa    
la huella de las arenas;
pero la muerte acrecienta

los dolores y las penas.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿ENTONCES, PARA QUÉ?


La vida se derrama en malos entendidos. Las palabras, los usos, los valores… Todo aproximaciones y solo aproximaciones. Si no suple las deficiencias la buena voluntad, no hay manera posible de crear un clima de confianza y de bienestar.
A diario charlamos con nosotros mismos (menos) y con los demás (acaso demasiado). En las conversaciones cortamos trajes verbales y sociales a todo el que se preste y se ponga por delante. No siempre quedan bien parados ni aseados según sus merecimientos. Con demasiada facilidad arreglamos el mundo en un momento y nos quedamos tan anchos y contentos. Charlar continuamente es a la vez nuestra condena y nuestra gloria; la palabra es el don de los dones y su uso correcto es nuestro mejor bien. Me refiero no solo a los aspectos formales sino a las intenciones con las que lo utilizamos. Sobre todo cuando se trata de retratar a personas concretas, de carne y hueso, de esas que pueblan con nosotros las aceras, los días y las noches.
Hay varias restricciones que deberíamos imponernos. La primera tiene que ver con la certeza o falta de certeza de los datos que utilizamos para emitir opinión acerca de una persona concreta. ¿Cuántas veces partimos de un “me han dicho” o de un sí no comprobado? Y, si los datos no son ciertos, ¿cómo se puede sostener después cualquier opinión acerca de ellos? Qué bueno un “me faltan datos”, o “solo desde un contexto determinado”, o una serena reserva de opinión.
La segunda se refiere a si eso que vamos a expresar es algo bueno o malo. ¿Por qué un empeño excesivo en destacar acciones negativas de nadie concreto? Incluso aunque sean ciertas. Seguro que esa persona posee también cualidades positivas que podríamos destacar. Un contraste tranquilo entre ambas no vendría mal a nadie y nos llevaría a una reserva pudorosa de los rasgos negativos.
La tercera, y ya llueve sobre mojado, tiene que ver con la consideración acerca de si eso, que tal vez no sepamos si es cierto del todo ni que sea lo mejor aun siendo cierto, beneficia o perjudica a alguien. Si cargamos las tintas en lo negativo, no parece que eso pueda beneficiar  demasiado a nadie pues solo contribuirá al deterioro de su imagen. ¿Qué interés sano podemos tener en ello?
¿Entonces, para qué? ¿Para qué tanto corte de traje, tanto chismorreo y tanta falta de buena voluntad? Las palabras son simples y muy pobres aproximaciones a las ideas que tenemos de las cosas y saben muy poco de ellas; las ideas no son las cosas tampoco sino solo nuestras aproximaciones mentales a ellas. En esos parámetros tan pobres nos tenemos que mover y desarrollar nuestro día a día y nuestra existencia. ¿Cómo poner demasiadas rigideces y paredes a las opiniones y a los hechos personales?

No se propone quedarse en el silencio: la vida no lo permitiría pues es exactamente lo contrario, es la comunicación y el intercambio. Solo se apunta a la buena voluntad y al sentido común como elementos básicos de buena convivencia. Una vez más. Otra cosa es la rueda de todas las ideas. A ellas hay que volver una y otra vez por si alguna vez nos pudieran aclarar alguna duda o explicarnos algo de todo lo oscuro y escondido que por ahí se halla. Pero eso no son trajes personales, es cosa bien distinta.

lunes, 14 de noviembre de 2016

PALABRAS PARA ÁNGEL


“Cuando tú eres, la muerte no es, y cuando la muerte es tú ya no eres”. Así reza la frase célebre. Algunos lo hacen más esencial y próximo afirmando que “la muerte no es otra cosa que un certificado  escrito en un registro”. Reniego de ambas citas.
El sábado te fuiste hacia otra parte, pero no te llevaste todo. Me parece más cierto que la verdadera muerte es el olvido. Y este no se ha producido ni se va a producir durante mucho tiempo.
Una última descomposición y una insuficiencia respiratoria tranquila y prolongada agotaron tu vida y tu aliento. Pero lo hiciste lento, tranquilo, sosegado, con calma y, sobre todo, al amparo de todas tus hijas. Te prometo que no había visto morir a nadie de manera directa, ni siquiera a mis padres, a los que tanto sigo recordando y queriendo. No voy a olvidar el corro de tus hijas y tus nietos, dándote la mano, rozándote la cara y ofreciéndote el último beso, respirando contigo, dándote los últimos alientos y llorando contigo tu apagamiento lento y silencioso. Sé que una última lágrima se dejó resbalar desde tus ojos en ese último minuto. ¿Desde tu consciencia o desde tu inconsciencia?
Mira, Ángel, te lo digo de corazón, créeme, tú que creías tanto. Eras un hombre bueno y bondadoso por encima de todo. Y sabes qué te digo, yo que no siempre coincidía contigo en muchas cosas, que la bondad termina por acoger en sus brazos más cosas que la propia razón. Porque la bondad, cuando duda, acepta y asume sin exigir, mientras que la razón se pone más celosa de sí misma y más exigente con las cosas. Tal vez por eso termina por ser más duradera la bondad, y, sobre todo, más intensa. Y tú tenías bondad para regalar a todo el mundo.
Yo creo que tanta has regalado que has dejado abundancia de ella en tus hijas. A mí me lo van a contar que comparto mi vida con una de ellas que rebosa bondad y generosidad por todas partes. Es tu mejor legado, Ángel, no lo dudes, es tu mejor tesoro. Y no lo tienes guardado, está por todas partes. Cómo no darte las gracias yo por ello. Y van después tun nietos: mis hijos, mis sobrinos, también tan buena gente todos ellos. ¿Qué mejor cosa, entonces?
La vida no es eterna, tú lo sabes, al menos la de aquí de entre nosotros. La otra, aquella en la que tú tanto creías, si existe, te ha acogido para que tu bondad siga sirviendo de alegría y contento.
No estoy seguro de que se pueda decir que la vida es hermosa, pero sí que se puede vivir hermosamente. Pienso que tú lo has hecho en abundancia, y tu ejemplo seguirá vivo entre nosotros. Tus hijas y toda tu familia te querían tanto que han de seguir tu ejemplo en ser bondad con vida.
Por lo demás, qué quieres que te diga: la vida seguirá dando sus pasos, los días y las noches nos darán la medida de las cosas, nos haremos mayores y vendrán los siguientes a ocupar nuestros puestos en el proceso inevitable del tiempo y del espacio.

Descansa en buena paz y abrázanos a todos con tu bondad de siempre.

viernes, 11 de noviembre de 2016

¿CÓMO EXPLICARTE?


Sigo convencido de que seguimos sin saber realmente definir qué es una obra de creación literaria. Tal vez sea mejor así pues eso nos asegura seguir persiguiéndola con ímpetu aunque no la consigamos nunca. Es verdad que sabemos que se usa un material específico, la palabra, y que se hace de una manera conscientemente organizada; y sabemos también que aspiramos a un receptor universal que ha de quedarse con la boca abierta por la emoción o por la belleza, o por ambas cosas a la vez. Y en ambos planos nos perdemos y no sabemos concitar ni un aplauso ni un rechazo universal. Tal vez porque eso de la organización del lenguaje y los valores de belleza y de emoción dependan muy mucho del receptor y no se dejen limitar por la universalidad.
Hoy es que la cosa iba de emoción y de belleza en una obra de creación literaria. He gastado y vivido con intensidad la mañana de hoy entre las páginas de una obra de Andrés Aberasturi, el gran Aberas, “Cómo explicarte el mundo, Cris”. Lo primero que se me ocurre es que esto de las teorías literarias se puede ir al carajo ante lo que me ha sucedido. Porque he llorado a lágrima viva durante mucho rato y la emoción me ha embargado desde la primera página hasta mucho rato después de cerrar el libro. Ya me había pasado otra vez, con ocasión del intento imposible de leerles a mis alumnos poemas de su obra poética Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris). De poco sirve la disculpa de mi emoción fácil y de mi falta de entereza: cuando me puede, me puede; y lo hace con demasiada frecuencia.
En esta última obra, Aberasturi se abre en canal para, en forma de carta, o de cartas directas a su hijo, sembradas en capítulos muy breves, dejar sus emociones e impresiones acerca de mil cosas, todas ellas en relación con ese hijo con parálisis cerebral que anda en el mundo, sin saber ni por qué ni por qué no, sin ser causa de nada sino tan solo consecuencia; de la comunicación imposible entre él y los demás seres; de la siempre irresoluble presencia del mal en el mundo; de la ausencia y del silencio de Dios; de las quejas ante la naturaleza; del amor hecho carne; del olvido social; de la situación de los débiles en cualquier parte; de mil y mil preguntas sin respuesta; hasta de esa última duda ante un mañana incierto y tal vez próximo en el que decidir si esa vida es vida y merece la pena que continúe… Y así el repaso de la sonrisa sin aparente sentido, la falta de las lágrimas, la silla y la quietud, la sensación de culpa, las manos, el dolor, los afectos, la risa y los silencios,,, Y el mundo al fondo, sin sentido aparente para esa vida mutilada, tierna y desvalida. Siempre viviendo en el misterio y en la duda de un “como si…” que no conocerá nunca la certeza de lo que el cuerpo de Cris guarda y expresa ni cuánto será así.
¿De qué me sirven a mí los valores literarios, que los tiene, y muchos?  Solo puedo decir, por si sirve de algo, que mi emoción se ha repartido por todos los rincones de mi casa, que aún lloro ante la imagen de Cris y de las gentes desvalidas de todos los puntos del mundo y que quisiera enviar a sus familiares un abrazo muy fuerte emocionado.
Dejaré unas palabras de la parte final: me parecen representativas: “He escrito de ti, hijo, que eres parte de Dios, que eres Dios mismo. Y cada vez más me reafirmo en esa idea. Tú riendo, aunque nosotros no sepamos el motivo de tu risa mientras los chopos grandes hacen guardia en el horizonte de una tarde suave de verano; tú en el silencio de la habitación del hospital y Madrid que se desparrama en un ocaso violeta. Todo eso es Dios, todo eso debe ser la divinidad misma como lo es el ir y venir sin tregua de los nietos y sus risas, elegidos entre los elegidos, benditos sean, que lo tienen todo mientras al otro lado un niñito huido de la guerra agoniza en una playa. También eso es la divinidad, hijo, debe serlo porque de otra forma nada tendría sentido. No es fácil de entender, como no es fácil encontrar respuestas válidas.
Pero tú estás ahí y solo tu existencia mantiene la armonía del mundo y de las cosas. Tú creciendo en forma de misterio tan lejano en ocasiones pero enraizado hasta lo más hondo de nuestros corazones, de nuestra razón, de nuestras vidas”.

¿Qué más `puedo decir?

jueves, 10 de noviembre de 2016

LA MEMORIA DE LAS COSAS


LA MEMORIA DE LA COSAS

¿Dónde se hallan los rastros silenciosos
que guardan la memoria de las cosas?

Los vasos y los cauces desecados
esconden en su seno la memoria del agua;
las sábanas, el lento desposorio con la noche:
las hojas, el resumen del otoño
cuando, lentas, se entregan a la tierra;
las farolas, el paso de los últimos borrachos
bajo sus focos, que están siempre acechando;
el papel en que escribo, los detalles
que encendieron mis dedos como antorchas;
la conciencia, los restos de la vida,
que sigue siendo vida entre los restos…
Y tú, todas las cosas
de las que tengo yo noticia cierta.

Aplico simplemente la ley de la materia:
Nada desaparece, tan solo se transforma.
Y busco entre los restos sin descanso

la luz de la materia primigenia. 

miércoles, 9 de noviembre de 2016

AMANECER


AMANECER

La luz de amanecida, diligente,
se afanaba en ponerles nombres a las cosas.
Mi corazón, dormido y asustado,
iba buscando formas
en que asentar el día: la ventana,
el soplo de aire fresco entre mis brazos,
la sombra gateando
por esconderse lenta entre las ramas,
un pájaro cual flecha voladora
y el agua despertándose en su canto,
que era más que rumor en la distancia.

Faltaban las palabras más queridas,
faltabas tú con ellas. Y llegasteis
a abrir puertas al día,
a llenar de certeza
todo lo que la luz atenta revelaba.

Entonces comenzó el canto
y el día fue navegable
hacia otros mares más hondos

repletos de azul y sal. 

martes, 8 de noviembre de 2016

!!!PAPANATAS!!!


A estas horas, en los Astados Unidos de Norteamérica, se celebran votaciones para elegir presidente. Desde hace días, todos los medios de comunicación del mundo mundial andan que pierden el culo por dar noticias de todo lo que allí se produce; todos gastan lo que tienen y lo que deben con tal de sacar pecho y de dar hasta el último detalle.
No es nada nuevo: lo hacen así cada cuatro años, cada vez que se renueva el puesto en la cabeza del imperio. Parecería que nos va la vida en ello a todos. ¿Es realmente así? Si así fuera, algo tendríamos que poder decir al respecto y en algo tendríamos que poder influir. De lo primero, bastante; de lo segundo, nada de nada. ¿Por qué entonces tanta atención?
Ayer mismo, en mi viaje a Ávila, las emisoras ya dedicaban casi todo el tiempo al asunto; desde hace meses, cualquier debate entre los candidatos cobraba tanta importancia o más aquí que allí. Incluso oí exhibiciones acerca de los platos de comida más comunes y más extraños de aquellas latitudes: los comentaristas se lo sabían todo y lo expresaban como si estuvieran anunciando la llegada de algún redentor. Es lo mismo que sucede siempre con el mundo musical o del cine: se admira hasta el detalle más nimio e insignificante con tal de que proceda de allí.
Me pregunto qué tiene aquello para darle tanta importancia. ¿Por qué no se analizan los cauces de participación, el índice de los que lo hacen o lo pueden hacer, los programas que defienden unos y otros, las consecuencias que para el mundo pueden tener, el sistema social que permite todo aquello, la solvencia o la preparación de cada uno de los candidatos, el interés o el desinterés que entre sus propios conciudadanos concitan. Análisis, análisis, análisis y más análisis. ¿Alguna vez se analiza en público si conviene la existencia de una sola fuerza hegemónica en el mundo o más de una? ¿Por qué, si se llega a la conclusión contraria, no se comenta ante los que ven, leen y oyen? ¿Por qué, en consecuencia, se sobrevalora todo lo que huela a americano y se le concede el marchamo de positivo, cuando a la vista está que tanto mal causa en el mundo? ¿Por qué somos tan PAPANATAS?
Y todo ello a la vista de los candidatos que se presentan. Si lo que sanamente había que hacer era poner una barrera sanitaria para que no nos alcance tanta tontería, tanta estulticia y tanta fanfarronería. Si los máximos representantes de esos Astados Unidos de Norteamérica son estos, ¿cómo podemos pensar que es el resto del común en aquellos lugares? Miedo da pensarlo. Claro que no es lo mismo la maldad en un grado que en otro y no asustan los dos en la misma magnitud.
En la película de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco”, el profesor  que había venido de Oklahoma con año sabático se sintió en un momento impelido a levantar la voz para decir que también los americanos tenían cosas buenas. El alcalde del pueblo lo fulminó con la mirada por toda respuesta. Todo un discurso sin una palabra. Seguro que el profesor tenía razón, por supuesto, pero a uno le dan también ganas de fulminar con la mirada a cualquiera que se atreva a repetirlo.

Hace algunos años, cuando Obama se presentó por primera vez, escribía algo así como que estaba ilusionado pero que no me hacía ilusiones. Hoy creo que ni siquiera me siento ilusionado; y mucho menos me hago ilusiones.

sábado, 5 de noviembre de 2016

BODEGÓN


BODEGÓN

Otoño, gris, tristeza,
luz insinuante por entre las nubes,
como para observar la lentitud del suelo.
Enseguida la lluvia
y ese aleteo incesante de las hojas
que forman en el aire capas finas
de movimientos casi horizontales.

Se oye una voz lejana y misteriosa.
¿Qué dirá desde el fondo del espacio?
Salgo a buscarla y a rogarle
que pasee conmigo
el vede semioscuro de los árboles

y a que bebamos juntos
el último sorbo del otoño.

jueves, 3 de noviembre de 2016

IMAGINACIONES


Jueves, 3, noviembre, 2016. Media mañana. Día de relevo y nombramiento de ministros del nuevo Gobierno en España. Todos los medios de comunicación juegan a la lotería y hacen quinielas tratando de acertar con los nombres del nuevo Gabinete. Oficialmente nadie sabe nada, ni siquiera los elegidos, aunque supongo que, en estos momentos andarán en ello, teléfono arriba y teléfono abajo.
Tal vez haya mostrado ya mi asombro ante este hecho. No sé. Sigo sin salir de él, por más que se repite siempre con la misma cadencia y a igual velocidad. En una mañana, o en un día se soluciona el nombramiento nada menos que de todo un Consejo de Ministros. Uno se imagina el hecho de la siguiente manera:
(Rinnnnnnnnnng).
-¿Fulano?
-Si.
- Le habla el Presidente del Gobierno.
(Nervios desatados).
-He pensado en ti para el ministerio de tal cosa.
-Es un honor y estoy al servicio de lo que se me pida.
-Gracias. Reunión en tal y tal.
(Se cuelga el teléfono y empieza a desatarse la imaginación).
¿Lo desearía uno así? Por supuesto que no. Un hecho tan importante tendría que comportar varios pasos entre los que no deberían faltar la invitación razonada y una petición y descripción de objetivos, un período de reflexión para medir interés, disposición, idoneidad y tiempo disponible del ministrable; y respuesta con razonamiento incluido… ¿Cuánto tiempo exige eso? No sé pero nunca una mañana ni un solo día. ¿Y no pide también la renuncia razonada de algún grupo de ministrables a los que se les llama por teléfono? ¿O todos están dispuestos a dejar su situación? ¿A nadie le importa renunciar al tiempo libre y al dedicado a los suyos? ¿Nadie puede pensar, por ejemplo, en lo que significa pasear con sus hijos o con sus nietos en una charla tranquila y sosegada? ¿O dedicar tiempo a la lectura y al pensamiento y la escritura? ¿Todos tienen vocación de mártires y de salvapatrias? ¿Por qué no nos dejan que nos salvemos todos un poquito a todos? ¿Tal vez nadie se da cuenta de que su ausencia puede ser cubierta dignamente por centenares de personas con la misma capacidad o más?...
Esto y mucho más me suscita muchas consideraciones acerca de la naturaleza humana y la vanidad de todos nosotros. Porque este hecho no es privativo del partido que hoy formará Gobierno, es algo generalizado; todos pierden el trasero por ver su nombre en el boletín correspondiente, como si en ello les fuera la vida y su escala de valores se estremeciera con una solución o con la contraria. Si al puesto público se fuera en actitud de servicio, lo que pide el sentido común es una buena disposición pero también, y sobre todo, cierto deseo de que a uno le dejen su tiempo y sus impulsos para las cosas próximas.

La vanidad, la pasarela de la vida, el mundo en las imágenes y en los papeles, la falta de principios más profundos, la certeza desgraciada de que lo que no aparece no existe… Y todo esto en las más altas magistraturas del Estado. Qué pena.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Y NO VEO MÁS QUE ESTRELLAS


Y NO VEO MÁS QUE ESTRELLAS

Cuando la noche llega, miro al cielo
y no veo más que estrellas,
esos focos de luz que giran libremente
buscando una verdad a la que asirse,
para gritar que no hay por qué creerse
que todo se disipa y se disuelve
más allá de los límites del tiempo.

Parece que jugaran
al juego del más tierno desconcierto,
colgadas allí lejos, en un circo
sin red y sin aplausos,
en el más enigmático silencio.

De pronto viene el día
y  el sol lo tiñe todo
en violencia de luz. Nadie diría
que hay ya zonas oscuras
ni dudas en el cielo.

Es tan solo apariencia.
porque llega la noche y se repite
el mismo ritual del desconcierto.
Yo elevo mi mirada y acompaño
esa danza febril  de las estrellas
buscando, de su mano,
ese imposible punto en que apoyar mis ojos.

Y no veo más que estrellas en el cielo.

Y me ciega la luz de sombra y noche.

martes, 1 de noviembre de 2016

UNO DE NOVIEMBRE EN LOS PICOS DE VALDESANGIL

   
La mañana se presentaba gris en los Picos de Valdesangil. Las nubes divagaban por el cielo y el viento se había ausentado de la altura. Por encima se adivinaba el sol, perezoso y sin fuerza. Abajo, todo el valle; y enfrente, la montaña. Los tiempos y los espacios, los espacios y los tiempos.
La primera línea del valle la ocupan las llanuras, con su verde tan niño y tan de fiesta después de las últimas lluvias y al cobijo de estas temperaturas tan suaves que tienen desconcertados a los árboles sin saber si desprenderse de sus hojas o mantener el manto entre sus ramas. Tan solo los fresnos se muestran en proceso de desnudo y las hileras de chopos amarillean en la ladera norte de los montes. Lo demás es pereza y asombro de los días, verde retardado en los árboles y menos colorido que otras veces.
Pero hoy es día de fiesta. De fiesta y de reencuentro. Allí abajo se adivina el cementerio; y, en él, la presencia de tantos visitantes ocasionales que vuelven al recuerdo y al paso del tiempo, un tiempo que hace presente de los días pasados; que mecen su memoria y se acunan en brazos del pasado. Pocas acciones hilan con tal fuerza el paso del tiempo y la división del mismo. En los primeros días de noviembre, en nuestros cementerios, todo el tiempo es presente. Aunque sea pasado por el tamiz del recuerdo, ese sueño calmoso que todo lo acomoda a su servicio y todo lo reinventa a su manera.
Dicen que solo el ser humano es capaz de dividir el tiempo en pasado, en presente y en futuro; y que el resto de seres, incluidos los animales, solo tiene presente y no alcanza ni a actualizar el pasado ni a adivinar el futuro. Tal vez la afirmación necesitaría algún matiz, pero parece que hay mucho de verdad en el aserto. Tan solo las personas son capaces de revisar el tiempo, de ponerlo a su servicio y de inventarlo todo. Y recuerdo de nuevo que tal vez el ser humano no haya traído al mundo otra cosa que la medida del tiempo.
Tan solo hay que dar un paso más para entender que, si estiramos el pasado y alargamos la idea o la imaginación del futuro, nos aparecen conceptos que se nos vuelven inabarcables y que tienden a lo absoluto. Y entonces nos perdemos. O tal vez inventamos lo que inventamos como consuelo para nuestras limitaciones y hasta para nuestros miedos. El tiempo se hace así pasión y sueño, calma y consuelo, concepto de lo eterno, el nombre y la figura que le damos a lo que deseamos que sea en la existencia, los atributos últimos que necesitamos que lo configuren, el dios entre los dioses.
Las gentes se congregan para encoger el tiempo, para que todo sea hoy presente, para que todo vuelva, siquiera por un rato, para sumar recuerdos y para recordar abrazos, para reconocer que aún hay un hilo con el tiempo y con los que las precedieron en el continuo flujo de los días.
El cementerio, el camposanto, en Béjar y en los demás sitios, estaba hoy lleno de tiempo. Pero la gente salía y se llevaba el tiempo dejándolo otra vez en su camino de olvido y de misterio.

Desde los Picos de Valdesangil y en recuerdo sentido de mis muertos, musité como un eco en el silencio: “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”.