TÚ Y LAS COSAS
Ni la roca más densa, ni la
altura
del vuelo de las aves, ni la
blanca
azucena del campo más florido,
ni la más alta cúpula encendida
en las puertas del cielo
son belleza y verdad.
Son tus ojos, la luz de tus
pupilas,
el tacto silencioso de tus manos,
la dulce sensación de tu palabra,
la bondad de tus actos, ese
impulso
que tienes en ti misma tan
guardado
los creadores de todos los
paisajes,
los que engendran perfume entre
las rosas
y encienden los trigales como
mares
meciéndose en las olas de los
vientos.
Su duración está determinada
por tu propia existencia. Cuando
el tiempo
destruya tus pupilas y tus manos,
todo el temblor y el pálpito
de las cosas que habitan tu
presencia
se marcharán ¿adónde, a qué refugio?
Nada será lo mismo,
solo serán dominio del olvido.
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