viernes, 25 de noviembre de 2016

HONOR A LO MÁS AUTÉNTICO


Ha muerto Marcos Ana, símbolo de la crueldad que significa la pérdida de la libertad, lo días entre rejas, la soledad obligada, el entusiasmo retenido, el achicamiento del espacio…; y después, el entusiasmo y el vitalismo, el olvido de todo rencor, la utopía continuada, el empuje, el torbellino, la palabra en borbotones…
Solo estuve con él una sola vez y ya cuando su edad era avanzada. Apenas tenía noticias vagas de su trayectoria vital y de todos sus días de cárcel. Culpa mía, por supuesto. Me dejó casi tembloroso. Por encima de todo, me sorprendieron el entusiasmo y el torrente de ilusión y de futuro que ponía en todas sus palabras, que surgían como catarata indomable. Después conocí su obra y todo lo que representaba y proclamaba. Siempre me han cautivado las personas que ponen en el mismo carro su trayectoria vital y su creación literaria. Él es uno de ellos, inmediato, espontáneo, vital, coherente, intenso, idealista…, hombre. Lejos del nombre de los creadores de primera línea, pero en primera línea para la emoción y para la conmoción.
Por eso lo recuerdo y le cedo la palabra:

Decidme cómo es un árbol

Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?
22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas,
su olor, su aroma,
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron.
No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario

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