miércoles, 9 de noviembre de 2016

AMANECER


AMANECER

La luz de amanecida, diligente,
se afanaba en ponerles nombres a las cosas.
Mi corazón, dormido y asustado,
iba buscando formas
en que asentar el día: la ventana,
el soplo de aire fresco entre mis brazos,
la sombra gateando
por esconderse lenta entre las ramas,
un pájaro cual flecha voladora
y el agua despertándose en su canto,
que era más que rumor en la distancia.

Faltaban las palabras más queridas,
faltabas tú con ellas. Y llegasteis
a abrir puertas al día,
a llenar de certeza
todo lo que la luz atenta revelaba.

Entonces comenzó el canto
y el día fue navegable
hacia otros mares más hondos

repletos de azul y sal. 

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