lunes, 29 de enero de 2024

PADECER

 PADECER

Otra vez en el juego de palabras, ese milagro que revela en realidad la nada de las cosas y las pone al alcance para que podamos sobrevivir en la admiración.

Que la palabra está llena de limitaciones no es nada nuevo. Pero, a pesar de ello, con ella nos debemos conformar y a ella debemos estar agradecidos por todo lo que nos regala a cambio de tan poco. Nosotros deberíamos conocerla y mimarla un poco más de lo que lo hacemos.

Hoy me paro a mirar desde la ventana cómo corretean por la plaza dos grupos de palabras; como si estuvieran jugando a cualquier deporte. El primer equipo está dirigido por simpatía y el segundo por compasión. Simpatía y compasión.

Ambas proceden del mismo lugar: el verbo latino patior, padecer, sufrir. Una de ellas se apoya en el prefijo griego sin- y la otra en el prefijo latino com-. Ambos prefijos añaden el significado de compañía.

Al equipo de compasión se incorporan compadecer, padecimiento, compasivo, compatible, incompatible, paciente, paciencia, impacientar, pasión, pasional, patíbulo, patético, apático… Un buen equipo, con un banquillo amplio, una familia léxica numerosa.

En el equipo de simpatía se alinean simpático, antipático, simpatizar, simpatizante, simpatético, simpáticamente, simpaticón y poco más. Un equipo menos concurrido.

Lo llamativo del todo es que, siendo el origen el mismo y la composición también, la orientación de sus significados no lo es. La familia léxica de compasión está casi toda ella de luto, sus connotaciones apuntan al sentido negativo, mientras que las de la familia de simpatía apuntan casi todas hacia lo positivo, a levantarnos el ánimo y a situar en el lado bueno todo lo que su significado aporta.

Las desavenencias no están en el origen, sino en el desarrollo de la lengua, que va dando cauce y añadiendo significado connotativo a las palabras. Para poder seguir viviendo, estas tienen que buscarse un lugar y una especialización.

Y ahí las tenemos, como si fueran a disputar un clásico de fútbol; sin darse cuenta de que se han formado todas en la misma cantera.

Sería jugar con ventaja comportarse como aficionado o forofo de las de aspiración positiva. Sobre todo, si tuviéramos en cuenta que el tal patior latino implica un padecimiento que se concreta en mover el sentimiento, en ponerse a sentir y a actuar, tanto para lo bueno como para lo malo.

Así que dejémoslas jugar y que gane el mejor equipo. Tal vez empaten o hasta se den cuenta de que, en un juego de equipos, para que uno gane tiene que haber otro que pierda.

Lo importante es participar, jugar, padecer, que nos duela la vida y que nada nos resulte ajeno, que no seamos pastueños ni nos durmamos en la complacencia, que no demos nada por sentado y que nos preguntemos todo, que padezcamos la epidemia de la curiosidad. Porque, cuando se padece el mal de la curiosidad, es mejor no buscar cura, porque no la tiene.

viernes, 26 de enero de 2024

PREMIOS LITERARIOS

 PREMIOS LITERARIOS (CASINO OBRERO)

Se entregan hoy los premios del Concurso literario anual del Casino Obrero de Béjar. He formado parte del jurado y me han pedido que diga unas palabras para presentar al ganador. No tengo ninguna intención de hacer ninguna loa exagerada del premiado y sí quiero aprovechar para, además de felicitar al galardonado, dejar una muy breve consideración acerca de los premios literarios en general. Por eso he elegido estas sencillas palabras:

PREMIO LITEARARO CASINO OBRERO 2023 26-01-2024

Es ya casi un lugar común afirmar que la causalidad de cualquier hecho es múltiple; o, si se quiere decir con palabras más llanas, que todo depende de muchas circunstancias. Sucede con todo en la vida y acaso un poco más en los concursos literarios.

Hoy asistimos al reconocimiento público de dos trabajos literarios que han resultado premiados en un certamen. Pero en el silencio quedan muchas otras páginas que han sido producto también de la imaginación y del esfuerzo de otros creadores. Del escalón del silencio al del premio no ha habido más que un peldaño. Parece justo, por tanto, que tengamos un recuerdo agradecido para todos los que han concursado.

Pero, como recoge el dicho popular, «cuando el río suena, agua lleva». Y, en este caso, el caudal del río es generoso y, por ello, se deja oír con profusión. El río que ha ido formando nuestro ganador del primer premio recoge las aguas de muy variados trabajos y, habrá que suponer, que muchas más participaciones en diversos concursos.

Joaquín Correa Barco procede de una tierra rica en culturas, en soles, en suspiros y en creadores literarios. Viene de la Andalucía de Alberti, de los Machado, Juan Ramón, García Lorca, María Zambrano…, por citar solo alguno de los más renombrados. Pero nos llega también de una tierra concreta en la que sé de muy buena tinta que se dispone de muchos medios e ilusiones para el desarrollo de reuniones y de publicaciones diversas. En buena parte del país son conocidos los encuentros de creadores en la capital, Huelva, o en Punta Umbría, y son aguerridos activistas culturales los poetas del Guadiana, del Extremo, o los de la sierra de Aracena. Numerosas son las publicaciones que allí se imaginan y se concretan.

De todo ese magma incandescente llega hoy hasta nosotros Joaquín Correa y lo hace con un relato debajo del brazo en el que se aúnan la belleza formal con la reivindicación femenina, la fusión del tiempo entre las cariátides milenarias y esa aspirante a directora de orquesta que ve colmadas sus aspiraciones en el concierto soñado de Año Nuevo, el desdoble femenino en varios personajes que buscan su propia realización. Enseguida lo vamos a escuchar.

Les ahorraré la lectura del currículo literario de nuestro ganador; pero sí les diré que atesora más de una decena de premios literarios en otros tantos concursos y que, en libro, ha publicado La sangre de la tierra, Materia de sueños, Paisaje desde un tren en movimiento, La U.R.N.A, Llamadas a cobro revertido, Mensaje sobre mi lápida, La conservación de la violencia, Terral.

El prestigio (o desprestigio en su caso) de los premios literarios viene marcado, no por la cuantía económica de los mismos, aunque esta variable sea importante, sino por la calidad de los trabajos presentados y por la perspicacia y el acierto del jurado a la hora de elegir las obras ganadoras. Espero que no nos hayamos equivocado, ni vosotros como creadores ni nosotros como jurado.

Hoy, Joaquín, se te concede un premio más en un concurso que tiene una larga y prestigiosa nómina de premiados. Esperamos que tu trayectoria futura contribuya también a añadirle prestigio al mismo. Mis felicitaciones y los deseos de que te lleves un buen recuerdo no solo del premio, sino también de las gentes de estas tierras.

jueves, 25 de enero de 2024

LA LEY DEL PÉNDULO

 

LA LEY DEL PÉNDULO

La evolución histórica se ha explicado de muchas maneras. Una de ellas utiliza una metáfora en la que aparece una persona portando un péndulo que, por ley de gravedad, oscila y va de un extremo a otro. Según eso, los fenómenos y las situaciones tenderían a modificarse y volverían a repetirse en la siguiente ocasión en la que el péndulo girara hacia el otro polo. Como esto no se produce con exactitud, la metáfora se completa con la presencia de esa persona caminando. De esa forma, se van incorporando los nuevos contextos en los que ese péndulo percutirá y causará sus efectos.

Aplicada la figura a la política, nos daría una alternancia de partidos de Gobierno, bien por cansancio, por desgaste o incluso por desinflamiento de ideologías. Todo ello adobado con las circunstancias nuevas que el tiempo va presentando. De igual forma, sirve para el deporte y casi para todo.

No sé si en este país no estamos abonados a esta ley del péndulo. Y no tanto por la alternancia de partidos en el poder como por las adhesiones inquebrantables que cada uno suscita. Las críticas dentro de los partidos parecen estar prohibidas para los afiliados y a los de fuera enseguida se les encasilla entre los amigos o detractores de cada partido. De la misma forma, no hay manera de escuchar un reconocimiento de equivocación ni entre los que hayan errado ni entre sus correligionarios. Un repaso sucinto a lo que se viene produciendo con las opiniones vertidas acerca de la ley de amnistía, la situación del tribunal constitucional y similares basta para concluir lo que se ha dicho.

La deriva se puede tornar peligrosa de todo punto. Y las consecuencias negativas parecen muy claras. Por una parte, se acentúan las adhesiones “inquebrantables” a los líderes en un recuerdo de aquellas mismas adhesiones que se repetían en el antiguo régimen; eso acarrea la disminución de la democracia interna y acentúa la tendencia hacia la concentración de poder en pocas manos. Y ojo con las concentraciones de poder. Por otra -y esto es aún más grave- esa polarización casa mal con la reflexión, con la búsqueda de la verdad, aunque esta moleste a los próximos, con el intercambio generoso de ideas y con la toma de decisiones después de escuchar esas reflexiones. Cuando no se da cauce a las opiniones de los menos dóciles, el desánimo toca a la puerta y la desilusión se instala en casa. Luego vienen las abstenciones y los abandonos, el refugio en uno mismo y eso que se ha llamado el desencanto.

¿No se puede tener una ideología determinada y a la vez opinar en contra de algunas medidas que en nombre de esa ideología se han tomado? ¿Qué resulta más duradero, las adhesiones o las ideologías formadas y contrastadas? ¿Contraponer ideas es sinónimo de traición o motivo de estigmatización? Y lo que sirve para una esquina vale para la otra, es bueno en un partido y lo es en cualquier otro, resulta de aplicación tanto para los recalcitrantes como para los oportunistas.

El panorama actual no resulta muy estimulante al respecto. No hay más que ver televisión, escuchar radio o leer periódicos. Abundan los porrazos del péndulo en ambos polos, se defiende al del mismo partido, aunque su actuación haya sido a todas luces mejorable, se permiten muy escasas divergencias, se señala con el dedo al que se manifiesta en un sentido o en otro, como si esa manifestación conllevara un sambenito y una sentencia a la horca.

Las ideologías se conforman, se consolidan y se modifican con la reflexión serena. La aplicación de esas ideologías se concreta en actuaciones, que casi siempre muestran las dificultades de conjugar la teoría con la práctica. Por eso hay que ser densos en las ideas y flexibles en la práctica. Y, por la misma razón, hay que admitir serenamente las discrepancias razonadas, aunque parezcan fuego amigo y salgan de tus mismas trincheras.

Todo ello, claro, dando por sentado que existen ideologías, que existe reflexión, que esta se manifiesta con sentido común, con buena voluntad y con algo de sentido de la oportunidad. Pero todo ello es bastante menos malo que las adhesiones inquebrantables a personas o poderes.

Vivir a la contra y defender lo nuestro, no por convicción sino por evitar al contrario, pone de manifiesto una pobreza tan grande que será pan para hoy y hambre para mañana. Y, además, dará pie en el futuro a que todos se agarren a cualquier asa con tal de no quemarse y justificar cualquier acción.

lunes, 22 de enero de 2024

EDADES

 EDADES

 

Estoy varado en una encrucijada

que marca dirección a cualquier parte.

No sé si ando buscando o me persigue

ese reloj del tiempo que soy siempre.

Fui un bebé abandonado por un niño

que vio llegar la vida de repente.

El niño se mudó en adolescente,

privado, sin embargo, de los dones

que ofrecen a los seres esos años.

Fui joven tal vez demasiado pronto,

y llegué tarde siempre a todas partes.

Los caprichos de la necesidad

se hicieron madurez a paso raudo,

a costa de romper todos los ritmos

que propone el trascurso de la vida.

La madurez enlaza a su capricho

con las huellas que exhibe la vejez,

y estas se dan la mano

con el frío silencio de la muerte,

que no sé si ya suena en algún eco

o vive despistada de mí mismo.

 

Quisiera conservar al menos algo

que pueda definir mi identidad,

ese poco que aguanta y que define

la conciencia de ser tal vez el mismo

hasta echarse en los brazos del olvido.

 

Etapas de un trayecto indefinido

con fronteras ambiguas e imprecisas.

viernes, 19 de enero de 2024

EL CASINO OBRERO

 EL CASINO OBRERO

Hoy tocan asuntos locales, pero que también tienen, creo, un valor simbólico importante. En diversos medios se publica la noticia de que el Casino Obrero de Béjar corre el peligro de desaparecer si no se solucionan algunas dificultades acuciantes. Esencialmente (la causalidad es siempre múltiple) son estas: falta de socios (van desapareciendo los existentes y no se apuntan nuevos, sobre todo jóvenes); situación económica muy delicada como consecuencia de lo anterior; dificultad y casi imposibilidad de renovar la junta directiva por falta de voluntarios para ello. A ello me permito añadir la situación física del edificio, muy deteriorada, y el ritmo de asistencia de gente a los diversos actos que allí se programan.

La situación se viene agravando desde hace ya bastantes años, pero ahora el enfermo parece que ha entrado en la UVI y no tiene sencilla recuperación.

El Casino Obrero de Béjar ha venido marcando en el último siglo y medio el pulso de la actividad lúdica y cultural de esta ciudad estrecha y sus salas y paredes conservan el olor de muchas palabras y hechos importantes. Su pérdida, si finalmente se produce, será algo que dejará huella negativa durante mucho tiempo.

Pero si este centro ha sido el pulso de lo que ha pasado en la ciudad, seguro que también lo es de lo que está sucediendo en la actualidad. De modo que sería bueno analizar con calma cada uno de los síntomas apuntados al comienzo par poder entender si este enfermo puede salir de los cuidados intensivos en los que se halla.

No sería lo peor reflexionar acerca de los contextos más amplios en los que este centro y todos los similares se crearon y se han desarrollado. Aquellos «Instrucción, Moralidad y Recreo» que se idearon como fines no parece que sean los mismos ni sean idénticos después de pasado siglo y medio. El análisis sería largo, pero tal vez nos iluminaría para entender todo lo de ahora.

La misma reflexión cabría hacerse acerca de la población de la que se nutre, más reducida y envejecida en la actualidad y con otros medios de "instrucción, moralidad y recreo" a su alcance. Siempre he pensado que esta ciudad ha vivido demasiado en la ensoñación del pasado, de un pasado importante en lo económico y hasta en lo social; pero que se ha venido a menos y que, con la pérdida del monocultivo textil, no tiene visos de reciclarse como tantas veces. Es este un capítulo largo, pero esencial para entender todo lo que pasa aquí.

Pero concentremos el foco y vengamos a lo más próximo y concreto.

Solo hay una posibilidad de aumentar el número de socios, encontrarlos entre la gente joven. A mi modo de ver, existen dos dificultades casi insalvables. Una es que no se ofrecen actividades “propias” de esas edades. Tampoco estoy seguro de que estos centros tengan que dedicar sus esfuerzos en facilitar este tipo de “recreo”. La segunda es que, si en los más mayores la gama de posibilidades para la distracción ha aumentado con los años, en los más jóvenes esto es aún mucho más evidente.

La cuota que se paga por ser socio del Obrero es casi simbólica, pero parece que hay gentes que hasta en estas pequeñas cantidades ponen reparos, seguramente porque las necesidades acucian por todas partes. A pesar de todo, no me parece que esta sea la principal dificultad; de modo que, si se lograra atraer a más socios, estos no pondrían pegas por el esfuerzo económico que supone.

He apuntado como tercer inconveniente la dificultad enorme que supone encontrar socios que se quieran implicar en la dirección del Casino. De hecho, hay personas que repiten y llevan en el cargo un puñado de años por no encontrar relevo. ¿Por qué no hay socios dispuestos a participar en la junta directiva? Seguro que se pueden hallar muchas causas de que esto ocurra, pero creo que todas vienen a concluir que el estado de ánimo general no es el de que el Casino ahora signifique algo imprescindible en la vida de esta ciudad estrecha, el común de los ciudadanos se siente desligado de lo que ha sido y es el Casino. Y esto es lo que tiene mayor alcance.

Este centro de cultura y recreo tiene, desde hace muchos años, dos focos de actividad: el salón de juegos y la sala de exposiciones. En ambas salas se desarrollan también todos los actos culturales: presentaciones de libros, exposiciones, conferencias… La biblioteca, tan importante en otros tiempos, ha dejado de poseer la presencia numerosa de socios. La diversidad de elementos técnicos explica en buena parte que así sea. Son los juegos de cartas los que más personas convocan; pero, si reducimos este centro cultural a la organización de campeonatos de cartas, lo estamos empobreciendo demasiado y asimilándolo a un lugar cualquiera. Resulta evidente que la asistencia de gente a las conferencias y presentaciones de libros escasea, a pesar de que el número de publicaciones en esta ciudad es muy numeroso. Pero la asistencia resulta ser casi siempre la de los familiares o la de aquellos nostálgicos que se complacen en ver en imágenes lugares, edificios o fotografías de aquello que un día fue, pero que ya no es. De tal manera, que más parecen acudir por amistad o nostalgia y reconocimiento personal que por el posible valor cultural de lo que allí se expone. Como, además, para dar un cobijo mínimo de asistentes, lo mismo se permite la presencia de socios como la de no socios, pocos se sienten impelidos a apuntarse como socios.

Reconozco que este apartado es el que a mí me produce un mayor desasosiego porque me parece que muestra el escaso valor que se le concede a la cultura como tal, rebajándola a niveles solo de amistad o de nostalgia. Si tuviera razón, estaríamos en la constatación de que esto es una pescadilla que se muerde la cola: no se le da valor a la cultura por sí misma (no se acude salvo que se presente algo de un amigo o de un vecino), no se discrimina entre socios y no socios para cubrir un mínimo de asistentes, el número de socios se reduce, los asociados envejecen y su número decrece, el dinero necesario no aparece, todo se desdibuja, se pierde la conexión entre el centro y la sociedad, existen otros medios en los que concretar el mundo la instrucción y, sobre todo el recreo… Y así hasta asomarnos al abismo.

La vida sigue y el tiempo gira. Nada es eterno y torres más altas han caído. Pero esta no es una torre cualquiera en la historia de esta ciudad, es la que han ido tejiendo nuestros antepasados más próximos, la que nos explica un poco a todos.

A la historia general hay que añadir la historia particular. Yo ya he ejercido un par de veces en la junta directiva. Me cuesta mucho imaginarme volviendo a arrimar un poco el hombro; sobre todo, porque  me parece que ese esfuerzo se va casi todo en las cartas y en asuntos similares. Para eso, casi que mejor no, aunque aplaudo a los que lo hacen posible. Mi experiencia como actuante en juntas directivas, presentaciones, conferencias, coloquios, actuaciones musicales… es bastante extensa. Pero también tengo que reconocer que mi ánimo se viene abajo si pongo memoria a la asistencia a los mismos. Me dolería que ese espacio se cerrara para estos usos. Pero tal vez sea yo quien ande en las nubes y no reconozca que lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.

Sé que las juntas directivas regalan sus mejores intenciones y sus mejores esfuerzos. Las de los últimos años no lo han tenido precisamente fácil. Merecen todos mis reconocimientos. Habrá que ver si no se nos convierte el Casino Obrero en otro espacio de tiempo en el que indagar, dentro de algunos años, tal o cual hecho para recordarlo y para volver a vivir otros ratos de nostalgia.

La reflexión acerca de todo esto compete a toda la comunidad, a los socios y a los no socios, a los particulares y a las instituciones, a todos. A ello quedamos invitados.

Sea lo que sea, el cómputo de responsabilidades, de éxitos y de fracasos corresponde a todos, a esta comunidad de la ciudad estrecha que tanto se complace en echar culpas a los demás sin arrimar algún atisbo de reflexión y de solución.

Veremos.

miércoles, 17 de enero de 2024

OFRENDA

 OFRENDA

 

Esta vez no son rosas, son palabras

las que van de mis manos a tus labios.

Sus sílabas perfuman, sus sonidos

evocan la fragancia de los pétalos.

Disfrázate de luna y en la noche

recítalas a solas. Al oírlas,

verás que, entre sus ecos, vuelven nítidos

los sueños que te traiga la memoria.

En ellos quiero estar,

con tu nombre y mi nombre,

con las noches y días que componen

el ramo que tú esperas cada año.

 

Va fraguando en el tiempo la certeza

de todo lo vivido. Estas palabras

son solo esa conciencia de nosotros.

Abre los brazos. Toma. Tu lectura

será el mejor aroma de las mismas.

lunes, 15 de enero de 2024

LO REAL Y LO POSIBLE

LO REAL Y LO POSIBLE

Se dice que gobernar es hacer real el arte de lo posible. Me parece una definición optimista y abierta a todo tipo de interpretaciones y justificaciones Y, por tanto, peligrosa, si no se interpreta bien.

En este mes de enero, ya mediado, el Congreso ha vuelto a sus tareas de legislar y ha aprobado un grupo de Decretos de largo alcance. Es su labor, legislar, y hacerlo de acuerdo con la ideología que sustenta al Gobierno y con las posibilidades que la Cámara ofrezca. Es el juego democrático.

Sin embargo, habría que tener cuidado para no reducir los acuerdos a una suma simplemente numérica en la que la bondad o maldad tenga que ver solo con alcanzar la mayoría numérica necesaria para aprobar cualquier ley.

Según se me alcanza, hay tres niveles que se deben conjugar y que tienen sus límites precisos.

El primero es el de presentar -y en su caso aprobar- solo aquello que resista el análisis de la ideología del partido que presenta la iniciativa. Lo contrario sería una mentira, una incoherencia y una degradación de las ideas.

El segundo tiene que ver con los límites constitucionales a los que también el legislativo tiene que someterse. Es verdad que para ello se cuenta posteriormente con el poder judicial, que, en el órgano del Constitucional, decidirá esta cuestión.

El último tendría que apuntar a la consideración de las consecuencias que la ley en cuestión acarrea, del camino que se va marcando con la aprobación de leyes en una mirada a largo plazo.

Con estos tres niveles, podríamos embridar cualquier comentario y razonamiento acerca de la tarea de nuestros representantes políticos. Es el comentario y el razonamiento aquello que nos está reservado a todos los que no nos sentamos en las Cortes, pero somos personas.

Sobre el primer nivel, me parece que no es fácil poner un límite; pero exijo que se expliquen con claridad los bandazos que se observan en los partidos en períodos cortos de tiempo, que no hacen otra cosa que traer de cabeza a los electores. Una ideología es un conjunto de principios enlazados que tratan de dar una explicación racional de la vida y de cómo encauzarla en beneficio de la comunidad. Modificarla exige siempre una explicación clara.

Sobre el segundo, poco o nada se me ocurre, salvo el deseo de que el legislativo trabaje, se le deje trabajar y elimine en todo lo posible cualquier olor a política. Su trabajo es el de obreros de la justicia y nada más.

El tercero es de más largo alcance y, si cabe, más peligroso. Aprobar una norma que contraviene tus propios principios puede justificarse porque hay momentos en los que el bien mayor justifica algún mal menor. La enfermedad se agrava cuando se suman muchas decisiones que apuntan en la misma dirección; en ese caso, se va abriendo un camino que, poco a poco y de manera insensible, se convierte en vía ancha y hasta en carretera; de tal manera, que se llega a un momento o situación en los que ya no hay posibilidad de dar marcha atrás.

La reflexión de hoy no es azarosa; responde a la consideración de que algo así se está produciendo con el grueso de la legislación que se va aprobando en relación con las competencias cedidas a los territorios y, más en concreto, a los partidos independentistas. El recorrido es ya muy largo y el cuerpo legislativo en esta dirección es muy grande. Que algo se disfrace de político, de legal y de necesario (hacer de la necesidad virtud) no evita ninguna de sus consecuencias. Un pantano se puede quedar sin agua tanto por un derrumbe de la presa como por una débil fuga duradera que puede pasar inadvertida. Al final, el resultado es el mismo: cuando vamos a echar mano del agua, el recipiente está vacío. La metáfora me evita tener que ser más explícito. Pero puedo acudir a otro ejemplo de hoy mismo. Leo en un periódico deportivo que la liga de fútbol ha decidido homenajear a la policía con el saque de honor en cada partido de esta jornada, por su 200 aniversario. La razón me parece muy débil y se podría argumentar en contra, pero eso poco importa. Este es el comentario de un aficionado vasco: «Si aquí tenemos Ertzaintza, mientras que la Policía Nacional es anecdótica y no forma parte de nuestro día a día, no sé por qué la vamos a homenajear. Que lo hagan donde prestan servicio. Aquí yo llevo años sin ver siquiera un agente. Bueno, en el aeropuerto. Y ya». Explica bien lo que vengo afirmando y se explica por sí solo.

Admitir la legalidad de un precepto no implica estar de acuerdo con su contenido. Y, que yo sepa, no es obligatorio ceder tus propios principios para alcanzar una mayoría numérica. Eso ya lo hacían los hermanos Marx en sus películas.

En estos días me encuentro absolutamente desconcertado viendo cómo la derecha política reclama públicamente (no sé si por convicción o por interés político) igualdad entre todos los ciudadanos españoles. Los pájaros a las escopetas. Había creído, y creo, que este es uno de los principios básicos de la izquierda. Y no solo eso, sino que la izquierda reclamaba, y debe seguir reclamando, para esa igualdad, más de los que más tenían y les daba más a los que menos tenían.

Cosas veredes, amigo Sancho.

Si al menos se cubriera todo con un buen manto de lealtad y de solidaridad… Pero estas palabras parecen haber caído en desuso. Y así, todo se vuelve niebla y confusión.

Principios, ideología, igualdad, solidaridad, lealtad… Palabras que no deberían caer en el baúl de los arcaísmos.

jueves, 11 de enero de 2024

LEYENDO A DELIBES

 LEYENDO A DELIBES

Leo varios de los discursos más importantes pronunciados por el escritor Miguel Delibes a lo largo de su vida. Me parecen absolutamente clarificadores para conocer el fondo significativo y el alcance de su obra. En todos repite los mismos principios, lo cual indica que son realmente la base en la que se sustenta su literatura. No son muchos, pero sí de gran alcance.

El primero puede describirse con el clásico «menosprecio de corte y alabanza de aldea». ¿Quién puede negar que las novelas de Delibes y que sus personajes obedecen a los condicionamientos del paisaje en el que crecen y actúan? Nini, el Mochuelo, el señor Cayo… La circunstancia espaciotemporal limita y da sentido a las actividades de todos ellos. Delibes se declara una persona y un escritor que «necesita aire». Para su propia vida y para la de los personajes.

Uno más tiene que ver con el ambiente y la condición de sometidos y de marginados de casi todos Esos personajes, sobre todo por las limitaciones que les impone la comunidad. Pero esa marginalidad les conduce a vivir con una escala de valores muy reducida y poco elaborada; por esa circunstancia, resulta mucho más pura y previsible, menos retorcida y más lúcidamente elemental. Por todo ello, vienen a ser seres con los que es muy fácil identificarse y emocionarse.

El tercero se refiere al aspecto moral que encaran las novelas del escritor. Esta carga moral viene deducida por esa ambientación que rodea a los personajes. No es, por tanto, un prejuicio moral ni religioso, sino una denuncia social que termina por convertir estas obras en una acusación a gritos de lo que el autor entiende como injusto.

El cuarto es la relación estrecha que el autor defiende entre el autor persona y el autor novelista, la correspondencia que exige entre la conducta vital y la escala de valores que se desprende de los actuantes en sus novelas. Sus propias palabras son reveladoras al respecto: «Entre el hombre que vive y el escritor no debe abrirse un abismo. ¿Es que hay en común denominador entre todos los escritos de un escritor? Esto que no puede dudarse cuando de las ideas de un filósofo se trata resulta más delicado al aplicarlo a las novelas de un novelista. Yo he sostenido, sin embargo, que los novelistas somos gentes de pocas ideas, ideas que con uno u otro ropaje reiteramos a lo largo de nuestra obra. ¿Común denominador entonces?». (Del Discurso de apertura del curso de verano de El Escorial, 15 de julio de 1991).

El quinto y último se desprende de todo lo anterior. O lo sostiene como base, según se mire. Se trata de la visión pesimista que posee acerca de la naturaleza y de su uso por parte del ser humano. Lo expresaba muy bien y por extenso en el discurso del acto de recepción pública en la Real Academia Española, el 25 de mayo de 1975. Se titula El sentido del progreso desde mi obra. En él repasa su visión acerca del signo del progreso, el sentido que de ese progreso se recoge en toda su obra literaria, el deseo de dominación como eje de actuación del ser humano en el presente, las consecuencias nefastas que eso produce en la naturaleza -en agresión, envilecimiento y esquilmación- y el sentido del progreso que se manifiesta en su obra. Como se puede deducir, un previsor, un adelantado y un avisador de todo lo que se nos viene encima casi sin remedio.

He escrito algunas veces que Miguel Delibes tal vez no haya sido ningún innovador espectacular en elementos formales en la novela. ¿Y qué más da? Su literatura es clara, próxima, llena de sentido común, secreto y luz a la vez del mejor y más sencillo de los mundos, secretario del más limpio léxico rural, removedor de conciencias, adelantado a su tiempo, amante del medio ambiente, cazador ecologista y ecologista cazador…, y ejemplo de aproximación entre la escala de valores vital y aquella que se desarrolla en la obra literaria.

Como he proclamado en numerosas ocasiones, yo no soy de pueblo, sino orgullosamente de pueblo. Se puede deducir de ello la proximidad que siento con este escritor y con todo lo que ha desarrollado en su obra literaria. No soy ni cazador ni pescador, pero necesito el aire para poder vivir, y la solidez de la naturaleza para entender mis enormes limitaciones como ser humano. Como si el camino me indicara la dirección correcta hacia mí mismo y hacia los demás; lejos de la epidemia que puebla las aceras y las calles. O el menos para poder entenderlas mejor.  

martes, 9 de enero de 2024

CARTA A PEDRO CAMPO

 

CARTA A PEDRO CAMPO

Querido amigo:

Se dice que la vejez es una forma de acostumbrarse a la soledad y la muerte una manera de acostumbrarse al olvido. Seguramente no les falte razón a este par de sentencias. Tú has terminado la primera fase y comienzas el indefinido trayecto de la segunda.

En este punto, los cercanos suman recuerdos para que, juntos, se den la mano y dibujen una imagen más completa para detenerla en el tiempo. En ella se suelen recoger algunos de los aspectos (casi siempre más favorables) que han sobrevivido al olvido y que, como hace el mar con los restos de los naufragios, devuelve la memoria hasta el presente.

En ti hay muchas cosas que traer a esa memoria. Cada uno aportará las suyas, sobre todo aquellas que tengan que ver con experiencias personales vividas juntos. En todas ellas figuras tú como protagonista. Pero algunas son comunes para todos los que han compartido tiempo y espacio contigo.

Déjame recordar solo una de tipo personal. Cuando llegaba el fin de año, recordarás que me apetecía tomar unos vinos contigo y con Sergio. En ese rato repasábamos los acontecimientos del año (partido, elecciones, manifestaciones, carteles, sede…) y apostábamos para los del siguiente. En esa ocasión pagaba yo, que para eso invitaba. Pero esto es personal, Vamos a lo colectivo.

Vas a quedar en la memoria de todos como un hombre consecuente con tus ideas, siempre dispuesto a servirlas y a defenderlas, para lo bueno y para lo menos bueno. Contigo no había nunca dudas, se sabía cuál iba a ser tu reacción

Vas a permanecer en esa memoria también por haber sido la imagen real del PSOE en Béjar, por identificar la sede con tu presencia, por ser el hombre de la intendencia, por estar siempre ahí para todo lo que fuera necesario. Con tus enfados y con tus contentos, pero siempre al pie del cañón. Y lo que digo del PSOE lo afirmo para el sindicato UGT. Porque, en el fondo, creo que eras aún más del sindicato que del partido.

Cuando uno ha dedicado tanto tiempo a una ocupación, como tú has dedicado al partido y al sindicato, la historia de estas instituciones termina por igualarse y hasta confundirse con la persona. Algo de eso es lo que ha ocurrido contigo. Por eso, la historia, sobre todo la interna, tanto del PSOE como de la UGT de los últimos cincuenta años, se confunde con la tuya. Nada menos.

Cuando te visité en la residencia, me mostraste tu decaído estado de ánimo. El proceso en la salud parecía ya irreversible; ya solo quedaba el escaso consuelo de la paciencia. Después, el tiempo pasa -que es lo que siempre pasa- y nos hacemos esclavos de su paso.

El tiempo es la conciencia que nosotros tenemos de nosotros mismos. Hoy tú ya no tienes conciencia de ti mismo, ha pasado tu tiempo. Pero queda la conciencia que nosotros tenemos de tu paso por él, nuestro recuerdo de ti, de tu persona, de tus ideas, de tu disponibilidad, de tu carácter. Y esta conciencia se estirará en ese recuerdo. Luego vendrán otros que harán lo mismo con nosotros e iremos tejiendo la historia y el tiempo en una cadena interminable llena de abrazos y de ideas.

En ellos estaremos.

Hasta siempre.

Béjar, 09, enero de 2024

 

Antonio Gutiérrez Turrión

lunes, 8 de enero de 2024

SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS

 SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS

A los alumnos de la clase de lengua se les explican, desde muy temprano, algunas de las posibilidades que esta tiene para tratar de apresar y de organizar la realidad. Entre estas se halla la de las palabras llamadas antónimas: blanco / negro, bien / mal… Los más curiosos pronto advierten que por el medio de esta aparente división se cuelan elementos intermedios que dejan los extremos un poco al descubierto. Es que la realidad no es ni blanca ni negra, sino una mezcla de ambos colores. Cuando se aborda el mundo de los sinónimos, la dificultad se agranda; tanto, que uno termina por conceder que, en realidad, no existen sinónimos absolutos. Si así fuera, el sistema, siempre atento a la economía de medios, arrojaría a la basura a todos menos a uno de ellos. Entre burro y pollino se nos cuelan connotaciones y contextos que nos permiten mantener ambos términos en el sistema, pero con la convicción de que no los usamos de la misma forma.

Otras veces -y este es el apunte de hoy- sucede algo aún más extraño: tratamos de aproximar el significado de palabras que, en verdad, andan muy alejadas en su significado e intención. ¿O no sucede esto con FAMA y ÉXITO?

Fama se refiere a la opinión que las gentes tienen de alguien.

Éxito nos conduce al resultado feliz de un negocio o de una actuación. Su origen se halla en exitus, salida, final exitoso de algo.

A día de hoy, el éxito se ha confundido con la fama; hasta el punto de que, sin fama no hay éxito reconocido. La consecuencia inmediata es que todo se supedita al reconocimiento inmediato de los demás; y la mayor inmediatez se consigue a través de los medios de comunicación de masas, es decir, de aquello que se ve y aquello en lo que se puede intervenir de manera momentánea para dar nuestra aprobación o mostrar nuestro rechazo. Hoy el Éxito está en la presencia o en la ausencia de una imagen y de un like. La escala de valores ha llevado a lo alto de su pirámide a aquellos que más se muestran en esos medios. Poco importa si su imagen y sus pensamientos aportan algo o nada a la vida de la comunidad. Todo se ha convertido en una democracia numérica, en la que vale más nueve que ocho solo por ser un número más alto. Incluso la democracia política corre el peligro -si no ha caído ya en él- de reducirse a una simple suma de datos y de números, sin ningún aditamento de pensamiento más.

Hasta ahora, el éxito parecía tener que venir precedido de alguna elaboración, ser el resultado de un proceso, aportar algo nuevo y valioso para la sociedad. Era también algo más consolidado cuando se conseguía y duraba más tiempo como ejemplo que se podía considerar y hasta seguir. Me parece que el contenido de éxito se ha ido degradando poco a poco hasta quedarse reducido al de popular.

De este modo, aquellos términos que en su origen contenían significados diferenciados ahora se han robado el sitio uno a otro y, en esta batalla, han ganado por aplastamiento las connotaciones de popularidad. Cosas de la lengua, que no deja de ser un organismo vivo, que nace, crece, se desarrolla, cambia y desaparece. Lo malo es que esos cambios muestran los vaivenes de esta sociedad, tan se repente, tan de relámpago, tan instantánea, tan inmediata…, tan tonta e imbécil.

Como si no hubiera un más allá y todo se redujera a la luz del relámpago y a la conveniencia del instante. Como si el mundo de las ideas y de la elaboración hubiera pasado a mejor vida. Qué pobreza. Esto sí que es no llegar a fin de mes. Y con lo bien que les viene a algunos que el río ande revuelto para echar la caña.

En fin.