viernes, 26 de abril de 2024

COM-PASIÓN

 

COM-PASIÓN

Me gusta tomar distancia ante los acontecimientos antes de atreverme a echar mi cuarto a espadas acerca de los mismos; creo que con ello se gana un poco en objetividad y en calma. Esta vez me cuesta un poco más y no me resisto.

Ayer por la tarde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo pública una carta en la que anunciaba que se tomaba cinco días de reflexión antes de comunicar si seguía en su cargo o lo dejaba. Aducía razones de tipo personal y familiar, centradas en las críticas gratuitas (no se ha presentado ninguna prueba) de un sindicato de extrema derecha por supuestas actividades de tráfico de influencias de su esposa. El hecho se encuadra en un contexto, ya muy largo, de tensión entre los parlamentarios y partidos políticos, que vienen utilizando un tono de discusión que no alcanza ni el peor de los del más extraño bar a media noche.

No tengo ni idea acerca de qué va a salir de todo esto, ni tampoco si existe alguna sombra de duda; pero algo sí hay seguro: que no existe ninguna prueba, que el grado de polarización en la vida pública se ha vuelto insoportable, que la derecha y la extrema derecha vuelven a demostrar que no tienen ideas sino intereses, y que todo les sirve con tal de alcanzar sus objetivos, que no parecen ser otros que derribar políticamente al Gobierno establecido en el Parlamento.

Muchas de las reacciones a este anuncio acusan al presidente del Gobierno de victimismo e incluso repiten aquella frase tan manida de que «a la política se viene ya llorado». Casi siempre son los mismos que luego se ponen bajo el paso en las procesiones y se dan golpes de pecho, los mismos que se escandalizan por cualquier cosa y hablan de compasión mientras se olvidan de que esa es una de las claves de su doctrina evangélica. Curiosamente, se olvidan de aplicarla cuando les toca a ellos ese menester.

En todo lo que se refiere al aspecto humano, yo, que me siento dominado por la emoción unas cuantas veces cada día, comprendo totalmente a una persona que dice estar cansado y no aguanta más ese nivel de asechanzas continuo y ese suelo de barro y de fango en el que todo vale con tal de alcanzar cualquier objetivo.

El esquema, por lo demás, se repite en todos los niveles y en cualquier ámbito, en la vida nacional, en la vida local y en cualquier otro contexto. La consecuencia inmediata y altamente negativa es que mucha de la gente más valiosa se retira de la noble participación pública, por no tener que aguantar ni asistir a esta falta de razonamiento y a este hartazgo de maledicencias.

Cualquiera que sea la decisión que tome Pedro Sánchez debilitará la imagen de la democracia. Si se va, porque parecerá que da la razón a los contrarios a esta democracia, cuyo fundamento está en el Parlamento y no en las asechanzas. Si se queda, por la debilidad ante los mismos adversarios. No me encaja que la decisión no se haya tomado en el final de un período; por ejemplo, al final de estos procesos electorales en los que andamos inmersos.

A la espera de los acontecimientos, tanto políticos como judiciales, mi ánimo para una persona que pone por encima del rédito político la ética personal. Cualquier político, antes que político ha de ser persona, con sentimientos y con principios. Mi aplauso y mi apoyo. Mi compasión, en sentido etimológico.

Sí advierto de la existencia de un peligro para él y para los que le apoyamos: la comprensión y hasta la adhesión no debe ser inquebrantable. Ese tipo de adhesiones pertenece a otros tiempos y a otros regímenes políticos. Se trata de comprender y de compadecer esta situación, no de dar ninguna carta blanca para el resto de los días. Esas cartas blancas producen en los que las reciben la tentación de olvidarse de que todos somos limitados, de que nos equivocamos también y de que nos debemos a los demás en tanto que los representamos. O sea, que estaremos de acuerdo cuando lo estemos y creamos que debemos estarlo.

En este caso y, a la vista de los hechos, yo estoy al lado de la persona de Pedro Sánchez y de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

Por lo demás, el tiempo pasará, que es lo que siempre pasa, y se sucederán los hechos, y nos haremos más viejos, y el mundo seguirá dando vueltas en un vaivén de intercambios, que deberían conducir siempre a la mejora de la comunidad y no al vencimiento de ninguno de sus elementos.

¿No se puede apelar para ello de nuevo al sentido común y a la buena voluntad?

lunes, 22 de abril de 2024

LA PROCESIÓN DEL CORPUS SE VISTE DE PEINETA

 LA PROCESIÓN DEL CORPUS SE VISTE DE PEINETA

           

Se anuncia en los medios públicos

de aquesta ciudad estrecha

(dejo ya el apelativo:

su nombre concreto es Béjar)

un muy intensivo curso

de mantillas y peinetas

para ennoblecer el Corpus

en calles y plazoletas.

Se impartirán también clases

en que aprender con presteza

a engalanar estandartes

que recuerden la nobleza

de aquella infinita saga

de duques y de duquesas

dueños, amos y señores

de las gentes de estas tierras.

Con atabales y sones,

con bailes y panderetas,

se formará un gran festejo

que agrade a la concurrencia.

Hasta la organización

han llegado algunas quejas

por no poder apuntarse

ni calvos ni calaveras,

ya que no pueden colgarse

ni mantilla ni peineta.

Pero no les harán caso,

pues tal es la concurrencia,

que no se encuentran ya maestros

para tan noble tarea.

 

La concejala de turno,

que tuvo tal ocurrencia

dicen las gentes que ejerce

de ilustre vicealcaldesa.

¡-Qué mente privilegiada,

qué juicio, qué inteligencia-!

En solemne procesión

será tal vez la primera

que aparezca con mantilla,

y deslumbrante peineta,

saludando a todo el mundo

y ondeando la bandera.

 

Así que habrá hombres de musgo,

avicornio, las abejas,

el dragón y la tarasca.

la rendición de banderas,

e irá cerrando el cortejo

de Valdesangil la cierva.

Pero ya desde este año

se inaugura nueva era:

abundarán, sobre todo,

la mantilla y la peineta;

parecerán nuestras damas

tal vez princesas o reinas

y todo será un cortejo

de la más alta nobleza.

 

Así, entre misas y toros,

procesiones y verbenas,

daremos eterna fama

a nuestras ilustres fiestas.

Vendrán muchos forasteros

desde muy lejanas tierras

y llenarán nuestros bares

de alabanzas y monedas;

haremos así el negocio

del festejo y la peineta.

 

¿No quedan otros dineros,

ni otras inquietudes restan

para emplearlos en otras

penurias o deficiencias?

¿Qué pasa con la basura

que las calles todas llena,

el autobús que no anda

ni aun en los días de fiesta,

el muy incierto futuro

del deporte en nuestra sierra?

Y en otro orden de cosas,

¿qué hacemos con estas metas:

la soledad no buscada,

la injusticia, la pobreza,

la civilidad, el orden,

la educación o la hacienda?

¿Qué fue de los asesores?

¿La sanidad dónde queda?

No se trata de dineros,

sino de avivar conciencias;

es la escala de valores

que conforma cada ética.

 

Nada nuevo bajo el sol,

pues ya lo dijo el poeta:

otra vez llega la España

de charanga y pandereta.

 

No sé qué dirá el Santísimo,

si decir algo quisiera,

viendo tal parafernalia

y tanta figura hueca.

Que no baje de su trono

y a latigazos la emprenda

recordando a todo el mundo

la evangélica sentencia:

«Dad a Dios lo que es de Dios

y al César lo que es del César».

 

Estoy pensando en vestirme

con mantilla y con peineta;

pero apunto ya calvicie

y desentono en la fiesta.

 

Este juglar no persigue

herir ninguna creencia;

dice solo las palabras

que le dicta su conciencia.

jueves, 18 de abril de 2024

ESO DEL ADN

 

 ESO DEL ADN

En el diccionario de la RAE, este término se define así: 1. M. Biol. Ácido desoxirribonucleico. 2. M. Esencia, naturaleza de alguien o de algo.

La primera acepción, como corresponde, obedece a la etimología, mientras que el segundo obedece a desviaciones significativas impuestas por la historia del término.

Así que vayamos a su origen. La historia de su origen, de sus propiedades y modificaciones, de sus funciones e interacciones y hasta de sus aplicaciones no tiene límites y hay que dejársela a los más conspicuos microbiólogos y otros especialistas. Yo ni me atrevo a asomarme a ella, si no es como simple curioso.

Pues en estos tiempos parece que han salido entendidos y superespecialistas en esto del ADN como salen las setas en otoño. Y no estoy pensando, claro, en los especialistas de verdad -de esos siempre andamos escasos-, sino a ese atajo de atrevidos que vulgarizan el término como si de comer un trozo de pan se tratara. Son, ya se habrá adivinado, personas y personajillos que merodean en el mundo del deporte; más en concreto, del fútbol.

Creo que no invento nada si afirmo que son algunos equipos de fútbol los que se han apropiado de eso que llaman ADN, como si de un cuerpo cualquiera se tratara. «Ese es el ADN Barça», se dice, se repite y se proclama hasta casi el infinito. Creo que, con algo menos de ruido, también se defiende para otros equipos, pero estoy dispuesto a conceder que sea con la misma intensidad. De hecho, acabo de leer esto referido al Madrid: «esta camiseta no sabrá conjugar el verbo rendirse». Ahí es nada. Lo que importa no es tanto el ejemplo como el concepto.

O sea, que esa entidad, ese cuerpo social funciona como un cuerpo real, de carne y hueso, sufre las mismas enfermedades, se constipa entero, se juntó en conspiración desde el origen, sufre las mismas transformaciones, si se modifica uno se modifican los demás (como gemelos o siameses) y están todos dispuestos a colaborar en las mismas aplicaciones. Mucha tela todo este asunto. Para una masa social amplia, imaginarse tal cosa es algo más intenso y extraordinario que tratar de comprender el funcionamiento de cualquier secta, incluso de la más dogmatizada.

Y digo yo que si esto del ADN no impedirá que cada persona piense y actúe por su cuenta, sin ese seguidismo pastueño que aniquila la voluntad y nos convierte en animalitos de pelo blanco, balando al ritmo que marque el director de orquesta.

Seguro que estoy equivocado y esto no es más que un peldaño más en el discurrir de la ciencia, que anda enfrascada en descubrir el ADN en grupos sociales. El siguiente escalón seguro que nos llevará al ADN de la humanidad entera.

Extraordinario descubrimiento este, si llega a concretarse. Está uno en ascuas.

Esto del mundo del fútbol no deja de ser un campo extraordinario para la ciencia y el pensamiento. Hay que recordar que en él se ha inventado también un sistema filosófico llamado Cholismo, que consiste nada menos (extraordinario y elaboradísimo descubrimiento) que en ir «partido a partido». Ríete de Platón, de Tomás de Aquino y de Kant juntos.

En realidad, no sabemos apreciar lo que tenemos. Yo ando confuso porque no sé muy bien si tengo ADN de Valero, bejarano o bejaraui. ¿Alguien podría ayudarme?

lunes, 15 de abril de 2024

LA PALABRA DADA

 LA PALABRA DADA

Habíamos quedado en que la palabra representa la idea que tenemos de las cosas: En vez de coger a un elefante en brazos para enseñárselo a otra persona, poseemos la idea de esa realidad tan pesada y la palabra que la representa. ¿Se imaginan la comunicación sin este medio tan económico y tan potente? Pues eso, que la palabra debe ser respetada y bien utilizada.

Andamos metidos de lleno en campañas electorales, nada menos que tres en un par de meses. En las campañas se realizan mítines en los que los candidatos ofrecen promesas de todo tipo. Los asistentes, que no necesitan ser convencidos porque ya lo están, aplauden a rabiar cualquiera de estas promesas. Muchas son de difícil o imposible cumplimiento, pero suenan bien y todo sirve para el convento. Como los medios de comunicación llevan extractos de esas promesas a todas las personas, esos mismos mensajes llegan a los oídos de todos los ciudadanos.

Lo malo es que estos otros ciudadanos ya no están tan convencidos como los correligionarios que asisten a aplaudir y a animarse unos a otros. Para completar el ciclo, las respuestas de unos candidatos a otros se realizan a través de esos medios de comunicación, en un diálogo de sordos que aspira a una escalada de anuncios genéricos y de cuentos de hadas.

Es el juego de las campañas electorales. O eso dicen ellos.

A mí me parece que este es un juego bastante sucio y embarrado. Un par de ejemplos.

. Un representante de Ezquerra de Cataluña afirma, un día sí y el siguiente otra vez, que primero es la amnistía y después, sin duda, el referéndum. La respuesta de los partidos llamados “nacionales” no es otra que tomárselo un poco a broma, porque, «estamos en campaña». Prácticamente todos los periodistas son de la misma opinión y no mueven ni el entrecejo cuando oyen a unos y a otros.

. La guerra en Gaza (un verdadero genocidio) corre el peligro de convertirse en un conflicto mayor, de consecuencias imprevisibles pero catastróficas. En el análisis de los expertos se afirma que a quien más le interesa esta extensión de la guerra es al primer ministro israelí por su situación judicial y política. ¡Y hasta puede que tengan razón! ¡Bendito sea dios y dios sea bendito! ¡¡¡¡Pero una guerra puede justificarse por el bien o el mal de una persona!!!!

¿A qué se puede y debe atenerse el ciudadano normal, que ve que cualquiera puede decir lo que quiera sin que esto tenga ninguna repercusión social ni política? ¿Pero a qué nivel de degradación hemos llegado? ¿Esto conduce a algo distinto de la desconfianza, del desencanto y de la abstención?

Para el primer ejemplo, uno puede entender que el candidato independentista proclame sus intenciones y sus deseos: está en su derecho. Lo que se entiende peor es que no se le responda con firmeza, defendiendo el derecho a expresar sus ideas, pero contraponiendo las propias y no dejando todo en un juego de amago y no pego, en un juego como de niños y en un panorama en el que nadie termina tomando en serio a nadie. Luego viene lo que viene y nos llevamos las manos a la cabeza.

Lo del segundo ejemplo es de traca mundial. Y no es ningún eufemismo. La vida de poblaciones enteras (mujeres, hombres, niños, ancianos, desvalidos… personas) vale menos que el éxito o el fracaso personal e individual de cualquier personajillo. ¿Cómo se explica esto, por mucho que arrimemos variables, explicaciones, contextos históricos y consideraciones varias?

La palabra es reflejo débil, casi mísero, de la realidad. Pero deberíamos concederle algún valor. En realidad, es un instrumento absolutamente milagroso a nuestro alcance. Lo contrario es el caos.

No hace mucho, una palabra dada y un apretón de manos sellaban el mejor pacto y el más indisoluble. Hoy hay que tener cuidado porque, si extiendes la mano, te la pueden apartar; y, si ofreces tu palabra, da igual aceptarla o no, porque resignificamos cualquier cosa en un momento. Hasta tal punto se ha vaciado de su significado y de su duración.

Cachis.

 

viernes, 12 de abril de 2024

INDICIOS-AFORISMOS

 INDICIOS-AFORISMOS

. Diálogo fecundo: La vida pregunta al ser humano y este le contesta con su propia vida.

. Tiro al blanco: Capacidad del ser humano para responder razonablemente a todo aquello que la vida le vaya planteando en cada momento.

. Dar espacios al miedo es empujar a que suceda aquello que temes.

. Dos oportunidades: el destino y el sufrimiento. Ambos provocan tu actitud para dar un sentido u otro a tu vida.

. Paráfrasis de Nietzsche y de Arquímedes: Descubridme un punto de apoyo y un porqué; después dejadme buscar mi propio cómo.

. Procesos: El final de un proceso marca el fin de la incertidumbre; pero abre una nueva incertidumbre hacia lo desconocido.

. Duda: ¿Es la vida la que nos plantea preguntas a nosotros, o nosotros los que se las planteamos a ella?

. Caminos divergentes: a) Inventar el sentido de la vida; b) Descubrirlo en la vida misma.

. Mucho mejor hacer tribu que formar multitud.

. Cuanto más se desnuda la existencia de porqués, más necesidad tiene el ánimo de adaptarse a cualquier cómo.

. Doloroso desengaño: Añadir a una vida inútiles vacíos.

. No esperes de la vida más que lo que ella espera de ti.

lunes, 8 de abril de 2024

DECIMOQUINTO ANIVERSARIO

 

RAMONA

(En aquella misma fecha, Felipe Comendador escribió esta hermosa página, que yo tenía guardada. Os la ofrezco como homenaje y como recuerdo. Y a él se lo agradezco).
8 de abril de 2009


Ramona era realmente hermosa mientras echaba al perrillo de Julia de sus faldas y miraba a los ojos de Antonio como pidiendo vida y saltos y canciones... la última vez que la vi, contaba perfectamente hasta diez y de seguido si Antonio la animaba, y luego sonreía o empezaba a soltar su eterna perorata de cristos y jesuses...


De ella me queda un resto como de madre eterna, habitada de un don impresionante en sus ojos vivarachos para llenar de paz lo que mirase... se sabía consejas y canciones de pueblo, y las cantaba; recitaba poemas de esos bardos serranos que alguna vez pasaron por Valero y reía con franqueza ante un guiño pequeño y atrevido –siempre me pareció percibir en ella una inteligencia sobresaliente que utilizó hacia adentro con perfecta armonía y sin esa excelsa tontería de los narcisos nuevos–. Puedo decir sin dudarlo un segundo que la quise, que la besaba fuerte cuando coincidíamos y lo hacía de muy buena gana, que me caía más que mejor y que adoraba su mirada profunda, una mirada que pocas veces he encontrado en mi paso –quizás sea comparable a las de Joan Margarit y Ángel González–. Ayer se nos fue, cuando ya era solo un suspirito de todo lo que había sido, cuando había dejado bien plantados en el mundo a sus nueve vástagos, cuando había dicho cada una de las cosas que quiso decir y cuando había hecho felices a todos los que la rodeábamos.


Su agotarse ha sido duro y largo, que lo sé de memoria por los ojos de Antonio y por sus continuas caídas de humor y de esperanzas... y es a Antonio al que quiero hablarle de Ramona hoy, de su madre preciosa, de esa madre que ha tenido por muchos años, hasta que el ciclo natural se decidió a agotarla.


Los finales son duros, amigo del alma, pero llevan descanso en su contrariedad y hay que jugarlos con espíritu tahúr para que se conviertan en vivencias propicias a esa labor diaria de crecer y sonreír juntos. Tu ventaja en este duro juego es que tuviste a tu madre durante mucho más tiempo del que se suele tener a las madres, que la gozaste y sufriste con ella, que reías a mandíbula batiente con sus ocurrencias y que te dejabas besar por ella hasta hace pocos días –y tú ya vas mayor, aunque no para esas cosas, ¿verdad?–. Tuviste tiempo para aprender de ella cómo se mira a la vida de frente, cómo se salvan las dificultades –aunque parezcan insalvables–, cómo se puede sonreír simplemente por tenerse, por acompañarse en el camino hacia esa nada absurda a la que ha ido

.
Y en este juego también llega la hora de las preguntas, una hora densa e intensísima de la que debes sacar provecho –algo que no dudo por tu alta capacidad de raciocinio y por el trámite intelectual que siempre supiste darle a todo–. Yo quiero que me dejes jugar contigo en esta fase dura que promete riqueza de conceptos, que me enseñes a jugarla para estar preparado.


Solo puedo decirte, Antonio, que fue un placer hermoso compartir a tu madre siempre que pude hacerlo, que fue bello apreciar cómo la sentías y la sientes, que fuiste ejemplo que me quedó marcado y que te supe débil y tocado muchas veces, pero amando siempre, y eso es muy hermoso, amigo... y, también, que me tienes aquí al ladito para lo que haga falta, para darte calor o propiciar sonrisas, para reñir bajito si se tercia, para arreglar el mundo o joderlo del todo, para abrazarnos fuerte y auparnos en la vida el uno al otro.


Lo mejor de estos momentos trágicos en las vidas pequeñas, como las nuestras, es que nos hacen ver que hay lazos fuertes, que hay intensidad, que hay algo que hemos hecho juntos sin querer y que nos ata fuerte.


Un abrazo, Antoñito, y mi más cálido recuerdo a esa mirada intensa y profunda de Ramona.


Déjame que hoy te ofrezca un ‘sigamos’...

Posted on 17:16 by luis felipe comendador and filed under ANTONIO G. TURRIÓN, RAMONA TURRIÓN |

 

viernes, 5 de abril de 2024

HORA PRIMA

 HORA PRIMA

 

He vuelto a abrir la paz de mi terraza,

ese rincón de gracia y de silencio

en el que el mundo viene a visitarme.

El día se me ofrece en un murmullo

que crece a cada instante, como fuente

que reza en manantial y que dispersa

sus aguas monte abajo,

soñando con ser río.

La nieve, en la ladera y en la cumbre,

frente al azul del cielo. Las personas,

llenando perezosas las aceras.

Los deseos, que al fin se desperezan

y van a lo que traiga cada día.

La luz, que ya fecunda sin rubores

todas las negras sombras de la noche…

 

El mundo, que dormía, se ha despertado.

 

Y en ese abismo en que se arroja el día

activo mis sentidos, venzo sueños,

renuevo la promesa de estar listo

para andar entre todo lo que existe

y salgo a comulgar las evidencias

del pulso enfebrecido de la vida.

 

Por fin es primavera y mi alma canta.

martes, 2 de abril de 2024

CULTURA DE LA MUERTE

 CULTURA DE LA MUERTE

En esta ciudad estrecha, como en tantas otras, se han suspendido casi todos los actos procesionales de la Semana Santa. La meteorología adversa ha obligado a ello. Desde hace algunos años, se celebra una representación pública de la muerte de Cristo que aquí llaman La sentencia. También ha sido suspendida. No he asistido nunca ni tengo especial interés en acudir a verla, pero me cuentan que cada año crece la asistencia. No me sorprende en absoluto que así sea. Quédese al margen el respeto a todos los que quieran hacerlo. Están en su derecho.

De la anécdota se pasa a la categoría, al observar en qué medida se practica y se acompaña todo aquello que tiene que ver con la muerte y qué poco, en comparación, con aquello que exalta la vida y la resurrección. Desde el punto de vista religioso, todo debería tener como fin la exaltación de la vida, de la resurrección, de la victoria contra la muerte, del gozo frente a la tristeza, de la victoria frente a la derrota. Pues ya se ve que, en las representaciones de Semana Santa, sucede todo lo contrario: la muerte, el sufrimiento, las efigies de dolor y el ambiente de casi susto y miedo andan por las calles, y todos los acompañantes parecen figurantes en una representación teatral que mucho tiene de tragedia y poco o nada de comedia.

Esta cultura nuestra está cuajada de ejemplos de culto a la muerte, somos seres para la muerte y los ejemplos se multiplican en los ritos: Semana Santa, entierros, gallos, matanzas… Demasiados ritos en los que la muerte anda por los pasillos y por las calles. Encajar esto en una religión que aspira a la vida eterna a mí me cuesta mucho, acaso demasiado. Serán los límites de mi razón. Serán.

Los sociólogos estudian todas las variables que engloba este fenómeno de la Semana Santa, y señalan un buen puñado de ellas. Siempre la causalidad es múltiple y conviene no extraer consecuencias absolutas ni definitivas, porque podrán resultar falsas, o al menos incompletas. Pero el ambiente sí parece teñido de sentido negativo y de exaltación del dolor frente a la alegría de la vida. Y, para más sorpresa, se sitúa toda esta celebración en los días en que la luz de la primavera nos empuja al gozo del triunfo de la naturaleza. Será que los caminos de Dios son inescrutables. Será.

Pero tras las causas están las consecuencias, las conclusiones que de ello podamos extraer. Y entonces se nos abre otro abanico amplio de pensamientos y de reflexiones que apuntan, al menos en alguna de sus variables, a una colectividad más dócil y hasta asustada, más manejable desde todos los puntos de vista y menos dispuesta al pensamiento personal.

Que cada uno abra la ventana, mire al campo y decida.

A una de las personas que participa en la representación de La sentencia (una gran actriz, por cierto) le expresé una vez mi deseo de que no sentencien a nadie, sino que perdonen a todo el mundo y animen a la concordia y a la vida gozosa y positiva. Me miró con cara de asentimiento y me rogó que lo mirara solo como una representación artística. No le niego tal valor ni a esta representación ni a todas las demás de las que procesionan todos estos días. Tan solo pido entender algo que me produce extrañeza y contradicción. Será que mi inteligencia no da para más.

Prometo seguir pensando en ello. Supongo que los demás harán lo mismo.

Me resulta inevitable pedir auxilio a las palabras del maestro don Antonio Machado: «Oh, no eres tú mi cantar, / no puedo cantar ni quiero / a ese Jesús del madero, / sino al que anduvo en la mar…».

viernes, 29 de marzo de 2024

¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA!

 ¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA!

Hoy es día de Jueves Santo. Día de caridad. Ben-Hur en las pantallas. Todo un clásico. En otra cadena, Lavapiés y misa solemne. Y procesiones por todas partes.

Bueno, procesiones no, porque la meteorología no lo permite. En mi casa han estado mis nietos hasta esta misma tarde y apenas he podido salir a la calle con ellos. Me gusta mucho salir solo o con ellos para tomar el aire y para acogerme al tacto de la naturaleza. Pues no ha podido ser. Pero en casa nos hemos inventado otras actividades y hasta he enseñado un poco a mi nieto pequeño a jugar al ajedrez. Y, claro, me he dejado ganar, como mandan las leyes familiares.

Para el resto de semana, de Semana Santa, se anuncian lluvias. Muchas procesiones ya han sido suspendidas. Otras lo serán en las próximas horas. Yo mismo iba a participar en una marcha a favor de Manos Unidas. No podrá ser. Esta lluvia… Cachis.

Pero es que repicar y andar en la procesión es algo que todavía no se ha inventado. Y en el sentido figurado seguramente no se va a inventar nunca. Así las cosas, por una parte, los que usaron el transporte en busca de playa ahora andan desguarnecidos en el apartamento, sin calefacción y añorando el rico sillón y el libro o la película de turno en su casa. Es posible que vuelvan a casa con la cabeza alta, presumiendo de todo lo que se quieran inventar, pero con la conciencia algo alicaída y hasta un poco hartos de tanto regalo líquido por parte del cielo. Por otra parte, son horas de desconsuelo y de lágrimas de cofrades, penitentes y curiosos, que se quedan con los santos vestidos y sin sacarlos a las calles.

El asunto da para casi todo, desde la consideración más piadosa hasta la ironía menos contenida. Alguien ha dicho que a los pasos de Semana Santa los sacan en procesión una vez al año para que vean cómo ha cambiado el barrio. Alguno más irreverente se sorprende de que se saquen unos simulacros de figuras de madera revestidos y se les aclame y rece como si tuvieran vida propia. Incluso alguien se pregunta retóricamente y se sonríe porque haya gente que unas veces rece para que llueva y otras para lo contrario, y concluye que tal vez es que no se dan cuenta de que lo que ocurre es que nadie los escucha ni en una ocasión ni en otra.

Lo cierto es que, volviendo a la situación meteorológica, parece que nunca llueve a gusto de todos. Mira que hay días para llover a cántaros durante todo el año. Pues, hala, a llover estos días que necesitamos secos y con buena temperatura. Como pasa otras veces, seguro que el lunes o el martes, días en los que cada cual andará de nuevo en sus ocupaciones diarias y en sus lugares de origen, lucirá un sol espléndido y la primavera nos regalará un ambiente lujurioso. Esto para más INRI, que de Semana Santa se trata.

¿Cómo ordenamos todo esto de la meteorología, de las procesiones y de la Semana Santa? Quizás no sea fácil esa mezcla extraña de naturaleza, de borrascas, de clima, de sequías, de degradación ambiental, de plazas hoteleras, de economías sin sentido…, y de fe, de tradiciones, de botellones casi místicos colectivos, de supersticiones, de hechos que se saltan toda lógica… No, no es fácil.

Porque somos razón, pero somos antes instinto y sensaciones, y después intereses personales y colectivos, e inteligencia puesta al servicio de esos intereses. Y así, ordenar sensaciones, inteligencia y razón resulta tarea complicada. A mí estos días en los que me ha hurtado la meteorología poder gozar del espacio libre me han servido para comentar con mi nieta lo que significan los conceptos de instinto, sensación, inteligencia y razón, cómo se jerarquizan y con qué esfuerzos debemos aspirar a ellos. Como es tan espabilada, aunque anda en la edad confusa de la adolescencia, creo que los ha entendido. Ojalá los lleve a la práctica, porque son de uso continuado y diario.

Tal vez la lluvia también nos sirva para sentarnos a pensar un rato, para reflexionar acerca de los valores y significados de la Semana Santa y de la necesidad de la lluvia para nuestra vida. Puede que todo quepa si lo sabemos acordar y asentar serenamente y con la jerarquía de la razón y el acompañamiento de la fe y de la inteligencia.

A mí me da para saludar la llegada de la lluvia y sus beneficios. Incluso para gritar aquella vieja canción que decía «que llueva, que llueva…»; o aquella otra cuyo estribillo rezaba «tiene que llover, tiene que llover a cántaros». Y luego ya si eso…

miércoles, 27 de marzo de 2024

FILOSOFÍA Y SEMANA SANTA

 FILOSOFÍA Y SEMANA SANTA

Miércoles Santo. Esta Semana Santa sigue sin faltar a la tradición y mezcla rayos de sol con lluvia, aire y hasta nieve. Primeros vagidos de la primavera. Tiempos revueltos. Ya se sabe que buena parte de este país anda procesionando por las calles y por las playas. Pero muchos de estos actos, esperados y preparados durante buena parte del año, se tienen que quedar en el intento, en las medias tintas o, simplemente en la anulación por causas meteorológicas. Tal vez al asunto de las procesiones habría que darle una vuelta: son demasiadas las ocasiones en las que todo se va al traste. Ya sé que, en este caso, se trata de calendarios religiosos; pero pensar en la relación entre los esfuerzos y los resultados tampoco parece que ande desencaminado. Allá los que preparan y procesionan con su entusiasmo a cuestas: ellos decidirán.

 A mí me pilla este medio de semana engolfado en la lectura de un libro, Cartesianismo Espiritualista o agustinismo del filósofo Don Nicomedes Martín Mateos, escrito por Rufino Agero Teixidor, también bejarano de primera mitad del siglo veinte. En estos centenares de páginas, no hace otra cosa Rufino Agero que extractar párrafos escogidos de las obras del filósofo Nicomedes Martín Mateos.

Conozco desde hace años la obra fundamental del filósofo bejarano, El espiritualismo, un intento de creación de corriente filosófica que contrasta con las tradicionales: empirismo, panteísmo, idealismo.

Aunque no comulgo con todo lo que en esa obra de cuatro tomos se desarrolla, reconozco sin ambages, que Nicomedes es el principal intelectual de la Béjar del siglo diecinueve. No es poca cosa montar toda una teoría filosófica, que aspira a describir y a interpretar la realidad y el pensamiento, desde la metafísica, en la que comienza y considera base de todo lo demás, pasando por la filosofía, la ética y la aplicación de las ideas al resto de las ciencias.

Desde Platón hasta san Agustín y la segunda parte de santo Tomás de Aquino, para llegar a Descartes y a sus maestros franceses, Nicomedes organiza toda una teoría en la que las ideas se hallan por encima de cualquier otra realidad. Distingue ideas de orden humano y la idea de todas las ideas, que coincide con la idea de Dios. Desde ese vértice y desde la más estricta ortodoxia cristiana va descendiendo hasta los niveles de la realidad más inmediata.

Hoy, en realidad, no me interesa comentar su filosofía, sino ponerla en relación con la Semana Santa de ahora mismo.

En su obra Veintiséis cartas al señor Marqués de Valdegamas, carta tercera, escribe lo siguiente:

«¿Cuál es la naturaleza de las ideas?

Si las ideas son inspiraciones divinas solamente, el panteísmo nos avasalla, y Zenón, Malebranche, Fenelón, Spinosa, Berkeley, Schelling, Hegel, y Bonald nos dicen “Dios lo es todo; el hombre, nada; y la razón humana desaparece como un asombra fugitiva”.

Si las ideas no son más que abstracciones, el idealismo nos seduce y nos cautiva; y Aristóteles, Santo Tomás, Kant, Fichte, y Maine de Biran nos enseñan que la razón se pierde en varias representaciones sin realidad, sin consistencia, sin sustancia.

Si las ideas son sustancia misma de nuestro espíritu; si nuestro espíritu las encuentra en sí como propiedad esencial; si nuestro espíritu las halla a la par en la razón como eternas y en la suya como verdad resplandece para nosotros el espiritualismo, y Platón, Plotino, San Agustín, Descartes, etc. nos dicen: Nosce te ipsum.

¿Y por qué?

Porque conociéndose el hombre a sí mismo, conoce a Dios, porque no puede contemplar su espíritu sin tocar con el espíritu soberano, porque no puede contemplar sus ideas sin ver que dependen estas de las eternas, porque entonces, y solo entonces, se establece aquel comercio interior del alma con Dios, que era la sustancia del cristianismo y a la vez de la verdadera filosofía». Hasta aquí la cita.

No se trata de hacer comentario acerca de la consistencia o no de tales ideas (que son las que don Nicomedes desarrolla una y otra vez en todas sus obras), sino de ajustar este pensamiento con todas las procesiones religiosas y civiles que se desarrollan a lo largo de nuestra geografía durante esta semana. ¿Panteísmo? ¿Materialismo? ¿Idealismo? ¿Espiritualismo? ¿Simple devoción inconsciente? ¿Costumbrismo? ¿Un poco de todo?

No soy quién para imponer nada; si acaso para dejar algún apunte como indicio y poco más.

Como la meteorología impone sus restricciones, tal vez no estaría mal echar un rato a pensar en el sentido de estos hechos. Y cada cual que extraiga las consecuencias que crea oportunas.

martes, 26 de marzo de 2024

EL MEJOR ESPAÑOL DE LA HISTORIA

 EL MEJOR ESPAÑOL DE LA HISTORIA

Contemplé ayer noche el último programa de una serie televisiva en la que se buscaba nada menos que al «mejor español de la historia». Era la última entrega de una serie corta. No había visto ningún programa anterior y este lo vi por curiosidad y por conocer cuál era la elección de algo tan llamativo.

Poco me importa la parafernalia televisiva, o más bien nada. Al resultado final hay que restarle, además, un buen puñado de variables: la votación era popular y no de especialistas, la muestra no sería demasiado grande, eso de «el mejor» no sé qué significa ni cómo se puede llegar a alimentar un concepto absoluto, pues depende de los parámetros que apliques; el programa no era más que un juego televisivo sin más precisión y cien cosas más.

Pero creo que se jugaba algo más importante desde el punto de vista social.

Los cinco finalistas eran nada menos que Cervantes, Lorca, Isabel la Católica, Colón y Ramón y Cajal. Cualquiera merecía ese galardón. Eso no se discutía.

El resultado fue sorprendente, para mí y para todos los que componían una mesa de personas conocidas (en estos tiempos siempre se echa mano de famosetes para todo). Y el primer lugar fue para… (ta-chán, ta-chán) Ramón y Cajal.

En el cuadro aparecían dos personajes del mundo literario, dos del mundo histórico y uno del mundo científico. Y ganó el del mundo científico.

Descolocado me dejó el resultado. Lo que no era más que una anécdota se convirtió para mí en una categoría.

He reflexionado varias veces acerca de la importancia que, en nuestra cultura, se le ha dado al mundo llamado de las letras y al llamado de las ciencias. Y creo que es evidente que nuestra cultura, en términos generales, es una cultura de letras. En ese mundo (literario, religioso, humanístico, jurídico…) tenemos gentes destacadas en gran número. Sin embargo, del mundo técnico y científico (siempre en términos generales) no se puede decir lo mismo, pensando este en sentido histórico, no solo actual. Las razones son muchas y, según mi opinión, apuntan en dirección a la importancia que han tenido siempre la religión católica y la estructura social durante tantos siglos.

No se trata aquí de afirmar si esto ha sido bueno o malo; se trata de decir que ha sido, simplemente.

Los tiempos modernos parece que han marcado casi repentinamente una dirección opuesta. De este modo, aquello que, hasta hace no mucho, era o desconocido o desconsiderado ahora es estimado en mayor medida que aquello que antes era ensalzado. En nuestros días, parece que la sociedad recompensa más a un científico (apariencias de artistas, deportistas y famosetes al uso aparte) que a un humanista. Si fuera verdad esto (y la encuesta, con todas sus deficiencias, así lo muestra), el cambio habría sido radical. En esfuerzos y en escala de valores, sobre todo. Poco puede extrañar, en este contexto, que el mundo de las humanidades ande tan relegado.

Lo que era un concurso con ribetes populares se convierte así en algo que apunta a un cambio histórico esencial. Y lo que era una anécdota se convierte en una categoría.

El razonamiento acerca del peso que deben ocupar las ciencias y las humanidades queda así abierto. Y la necesidad de que se complementen también sube a la palestra. Allá cada cual.

Todos los finalistas merecen nuestra admiración. Ramón y Cajal también, por supuesto. Todos son referentes y espejos en los que mirarse para orientarnos y para que nos guíen.

 

jueves, 21 de marzo de 2024

LA CONCIENCIA DEL TIEMPO Y DE LA VIDA

 

De hace exactamente dos años, recupero este poema que podía haber escrito hoy mismo.

LA CONCIENCIA DEL TIEMPO Y DE LA VIDA

La lluvia se ha dignado visitarnos

en estos días postreros del invierno,

ya a punto de nacer la primavera.

Algún pájaro vuela y se humedece

dibujando piruetas en el aire.

Por mi plaza circulan los paraguas

y las gentes se cruzan presurosas

en direcciones vagas e imprecisas.

Desde el fondo de algún lugar remoto

llegan notas en eco de guitarra.

En todas estas casas

que conforman mi barrio viven gentes

que comen, beben, duermen, ven la tele,

se enfadan y sonríen, plantan cara

a todos los sucesos de la vida,

y construyen su tiempo como pueden.

El silencio se cuaja o se hace ruido

cuando menos lo espero y me regala

la conciencia del tiempo y de la vida…

Es la humildad serena de las cosas

que suceden, sin más, a nuestro lado.

 

Entonces me contemplo como un niño

que sonríe inocente entre los brazos

satisfechos y alegres de su madre.

 

No ha sucedido nada diferente

a lo que ocurre el resto de los días;

son solo esos milagros silenciosos,

tan pequeños que acaso los ignoro

si no activo la voz de mi conciencia

y observo la belleza del momento,

del milagro continuo en que se pinta

la vida y su hermosura en cada instante.

martes, 12 de marzo de 2024

¡HÉROES O IMBÉCILES? 11-M

 

¿HÉROES O IMBÉCILES? 11-M

Se cumplen veinte años del atentado terrorista de Atocha, el mayor de los cometidos en Europa en el siglo veintiuno. Las víctimas y sus allegados siguen teniendo presentes las imágenes y los ecos del dolor en sus conciencias. Los demás vamos espaciando las sensaciones y aflojando la conciencia, diluyendo los hechos en toda la gama de sucesos que los tiempos han ido produciendo y superponiendo a aquellos. Por eso tal vez, a medida que van pasando los años, los actos de recuerdo se mantienen, pero las consideraciones buscan aspectos alejados de las primeras sensaciones.

A mí hoy, veinte años después, se me antoja reflexionar acerca del calificativo que debo emplear para aquellos que cometieron tan execrables crímenes.

Desde luego, si cometieron crímenes, no puedo por menos que llamarlos criminales, y, si sembraron terror, tengo que tildarlos de terroristas.

Sentados tales adjetivos, conviene pensar cómo se considerarían ellos a sí mismos. Pienso en los autores materiales, no en los directamente imbéciles que les suministraron medios. Estoy convencido de que ellos se sentían unos héroes, y que muchos los tendrían y los tendrán por tales.

¿Po qué estas consideraciones tan distintas por parte de unas personas y de otras?

Los héroes son, por definición, escasos. Un número excesivo de tales degradaría su consideración.

¿Por qué esa escasez? Porque responden a una suma de cualidades que practican pocos. Un héroe responde a imposiciones externas y no baraja en su conciencia ni los beneficios personales ni las pérdidas que le indicaría la razón; sus acciones están iluminadas por alguna luz exterior que inflama sus sentidos y lo lleva a la acción en nombre de algún ideal externo y superior a él, sea este religioso o civil. Cunado desaparece la razón, actúa solo el sentimiento y se anula la duda. No hay mala conciencia que valga y todo se hace por un bien superior. Estamos en el territorio del fanatismo, donde manda el instinto y no actúa la razón.

En ese territorio mental es en el que seguramente actuaron estos terroristas. Y por ello, no puede extrañar que se valoren a sí mismos como héroes ni que los que sean fanáticos los tengan en la misma consideración.

No parece difícil deducir que son esas imposiciones externas las que crean fanáticos de un tipo o de otro. Ni tampoco que los que no se dejan llevar por esas imposiciones no los consideren héroes sino imbéciles, o sea, sin báculo, sin apoyo mental, sin razonamientos, fanáticos y dogmatizados…

¿De qué elementos externos estamos hablando? Que cada cual cree su propia gama; pero entre los elementos sin duda tienen que incluirse los elementos religiosos. Estos terroristas actuaban, además de por venganza frente a imposiciones de Occidente (guerras, mentiras, dineros…) no en el nombre de sus convencimientos racionales, sino en el acatamiento de imposiciones y dogmas religiosos. Y, si no es Alá, será Yahvé, o cualquier otro dios de los del Olimpo.

Hacer extensión y analogía de esta consideración abre un abanico que dejo aquí solo en bosquejo y en apunte. Cada cual puede extraer sus propias conclusiones y ampliar ejemplos.  La razón humana es muy débil, pero eliminarla es situarse en el dogma y este corre el peligro de empujarnos a soluciones irracionales y catastróficas.

De modo que entiendo que para algunos estos terroristas sean unos héroes (como lo eran los de ETA para otros). Para mí son, los de Madrid y los de ETA, no héroes, sino unos pobres imbéciles.

N.B. A pesar de todo, siento vergüenza al ver que toda la atención sigue puesta en el asunto de las mentiras del Gobierno (que existieron, fueron lamentables y son imperdonables) y que apenas se atiende a la consideración de los fallecidos, de las causas que provocaron tan lamentables sucesos, de la ola de solidaridad y de las consecuencias que de todo ello podemos extraer.

lunes, 11 de marzo de 2024

REALIDAD / LENGUA

 REALIDAD / LENGUA

Resulta una perogrullada afirmar que las palabras dan vida a la realidad, una vida pobre y con aristas, pero vida, al fin y al cabo. La realidad y la lengua se necesitan y terminan por ser elementos complementarios; como vender y comprar, o interno y externo. Cuando la realidad se reestructura, la lengua también lo hace. Y al revés sucede lo mismo: la lengua obliga a revestirse con nuevos ropajes a la realidad.

Esta realidad tan cuarteada y tan líquida en la que vivimos trae consigo el salto a la moda y a las pasarelas del uso de palabras que se acomodan a esos usos cambiantes. El posmodernismo y la fuga de conceptos absolutos crean un buen caldo de cultivo para ello.

A la palabra EMPATÍA le ha tocado el turno de uso común y extendido y anda en boca de medio mundo para expresar, según la RAE, «identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro». El término se une, en familia de sinónimos, a todo un ejército de palabras, pero la bandera la lleva él: hoy hay que empatizar con todo el mundo si uno quiere dejar huella en la comunidad y hacer la comunicación más fácil y productiva.

A su lado caminan otras que tienen peor cartel y menos seguidores. SIMPATÍA, «inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua». O COMPASIÓN, «sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien».

A simple vista se observa que las tres tienen origen común en sympátheia griega o sympathia latina, que tanto monta. No hay más que añadir los prefijos correspondientes (em-, sim-, cum-) y todo está cumplido. O sea, que hay que “padecer” para ser simpático, para tener empatía o para mostrar compasión.

Algo más complicado se presenta el asunto de los significados. Porque no es lo mismo ser simpático que empático o compasivo. Así, la simpatía es una expresión de preocupación por la mala suerte de otra persona. En cambio, la empatía es la capacidad de realmente sentir lo que otra persona siente. Y, si comparamos empatía con compasión, la empatía se refiere a «nuestra capacidad de tomar perspectiva y sentir las emociones de otra persona; mientras que, en la compasión (concepto introducido por el cristianismo), esos sentimientos y pensamientos incluyen el deseo de ayudar al otro. Ante este panorama etimológico, uno puede preguntarse qué es lo que hay que practicar realmente, la empatía, la simpatía o la compasión.

Pue, si uno quiere andar a la moda, o sea, practicar lo que se lleva; es decir, plegarse a los usos comunes que merecen más aplauso, debe subirse al carro de la empatía. El éxito viaja con la empatía. En política, por ejemplo, se empatiza bailando la sardana o la jota, por más que a uno no le guste ni la una ni la otra.

Si el medio en el que uno se quiere detener es en el de la simpatía, debe mostrarse con naturalidad y atenerse a las consecuencias de caer o no simpático a los demás.

Cuidado habría que tener con eso de la compasión porque te pueden tomar por un sacapechos que anda por ahí perdonando la vida a otros pobrecitos a los que les da una limosna para matar el gusanillo de la caridad. Compasión es una palabra preciosa, pero ha perdido la batalla de la relación de igual a igual, padeciendo en común, en lo bueno y en lo malo. Y lo ha perdido tanto en el sentido religioso como en el civil y social.

Tengo la impresión de que, socialmente, en el vértice de la pirámide y en positivo se halla empatía; más abajo simpatía, y por el fondo compasión. Exactamente al revés de lo que indican su etimología y sus significados originarios.

La realidad social obliga a modificar la lengua. La lengua lo hace al revés también. En este caso y para mal, la batalla la ha ganado la imposición social. Pena.

Pero esto es una batalla solo, y la guerra es muy larga.