FILOSOFÍA Y SEMANA SANTA
Miércoles Santo. Esta Semana Santa sigue sin faltar a la
tradición y mezcla rayos de sol con lluvia, aire y hasta nieve. Primeros vagidos
de la primavera. Tiempos revueltos. Ya se sabe que buena parte de este país
anda procesionando por las calles y por las playas. Pero muchos de estos actos,
esperados y preparados durante buena parte del año, se tienen que quedar en el
intento, en las medias tintas o, simplemente en la anulación por causas
meteorológicas. Tal vez al asunto de las procesiones habría que darle una
vuelta: son demasiadas las ocasiones en las que todo se va al traste. Ya sé que,
en este caso, se trata de calendarios religiosos; pero pensar en la relación
entre los esfuerzos y los resultados tampoco parece que ande desencaminado.
Allá los que preparan y procesionan con su entusiasmo a cuestas: ellos
decidirán.
A mí me pilla
este medio de semana engolfado en la lectura de un libro, Cartesianismo
Espiritualista o agustinismo del filósofo Don Nicomedes Martín Mateos,
escrito por Rufino Agero Teixidor, también bejarano de primera mitad del siglo
veinte. En estos centenares de páginas, no hace otra cosa Rufino Agero que
extractar párrafos escogidos de las obras del filósofo Nicomedes Martín Mateos.
Conozco desde hace años la obra fundamental del
filósofo bejarano, El espiritualismo, un intento de creación de
corriente filosófica que contrasta con las tradicionales: empirismo, panteísmo,
idealismo.
Aunque no comulgo con todo lo que en esa obra de
cuatro tomos se desarrolla, reconozco sin ambages, que Nicomedes es el
principal intelectual de la Béjar del siglo diecinueve. No es poca cosa montar
toda una teoría filosófica, que aspira a describir y a interpretar la realidad
y el pensamiento, desde la metafísica, en la que comienza y considera base de
todo lo demás, pasando por la filosofía, la ética y la aplicación de las ideas
al resto de las ciencias.
Desde Platón hasta san Agustín y la segunda parte de
santo Tomás de Aquino, para llegar a Descartes y a sus maestros franceses, Nicomedes
organiza toda una teoría en la que las ideas se hallan por encima de cualquier
otra realidad. Distingue ideas de orden humano y la idea de todas las ideas, que
coincide con la idea de Dios. Desde ese vértice y desde la más estricta ortodoxia
cristiana va descendiendo hasta los niveles de la realidad más inmediata.
Hoy, en realidad, no me interesa comentar su filosofía,
sino ponerla en relación con la Semana Santa de ahora mismo.
En su obra Veintiséis cartas al señor Marqués de Valdegamas,
carta tercera, escribe lo siguiente:
«¿Cuál es la naturaleza de las ideas?
Si las ideas son inspiraciones divinas solamente, el panteísmo
nos avasalla, y Zenón, Malebranche, Fenelón, Spinosa, Berkeley, Schelling,
Hegel, y Bonald nos dicen “Dios lo es todo; el hombre, nada; y la razón humana
desaparece como un asombra fugitiva”.
Si las ideas no son más que abstracciones, el idealismo
nos seduce y nos cautiva; y Aristóteles, Santo Tomás, Kant, Fichte, y Maine de
Biran nos enseñan que la razón se pierde en varias representaciones sin
realidad, sin consistencia, sin sustancia.
Si las ideas son sustancia misma de nuestro espíritu;
si nuestro espíritu las encuentra en sí como propiedad esencial; si nuestro espíritu
las halla a la par en la razón como eternas y en la suya como verdad
resplandece para nosotros el espiritualismo, y Platón, Plotino, San
Agustín, Descartes, etc. nos dicen: Nosce te ipsum.
¿Y por qué?
Porque conociéndose el hombre a sí mismo, conoce a
Dios, porque no puede contemplar su espíritu sin tocar con el espíritu
soberano, porque no puede contemplar sus ideas sin ver que dependen estas de
las eternas, porque entonces, y solo entonces, se establece aquel comercio
interior del alma con Dios, que era la sustancia del cristianismo y a la vez de
la verdadera filosofía». Hasta aquí la cita.
No se trata de hacer comentario acerca de la
consistencia o no de tales ideas (que son las que don Nicomedes desarrolla una
y otra vez en todas sus obras), sino de ajustar este pensamiento con todas las
procesiones religiosas y civiles que se desarrollan a lo largo de nuestra
geografía durante esta semana. ¿Panteísmo? ¿Materialismo? ¿Idealismo? ¿Espiritualismo?
¿Simple devoción inconsciente? ¿Costumbrismo? ¿Un poco de todo?
No soy quién para imponer nada; si acaso para dejar
algún apunte como indicio y poco más.
Como la meteorología impone sus restricciones, tal vez
no estaría mal echar un rato a pensar en el sentido de estos hechos. Y cada
cual que extraiga las consecuencias que crea oportunas.
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