DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Se celebra mañana un nuevo “Día internacional de la
mujer”. La efeméride me pilla leyendo un libro que recoge discursos y artículos
de un paisano de esta ciudad estrecha en la que vivo, publicado a mediados del
siglo veinte. No tengo interés en repetir verdades elementales e indiscutibles.
Es resumen, que la valoración de la mujer a lo largo de la historia solo da
para llorar y para enojarse totalmente. Queda dicho una vez más. Tampoco
insistiré en mi opinión acerca de la manera de presentar el “nuevo feminismo”
con la que no estoy de acuerdo en muchos aspectos. También queda dicho.
Pero es que la balanza se inclina tanto de un solo
lado, que provoca sonrojo y uno termina por entender incluso esos aspectos en
los que no está tan de acuerdo.
Reproduciré algunas palabras de este libro
pronunciadas en una conferencia ante mujeres obreras, en un centro académico
universitario local, la que entonces se llamaba Escuela de Peritos Industriales
de Béjar, 17 de diciembre de 1953:
«(…) Y sentada esta doctrina de la espiritualidad del
trabajo, estudiemos el trabajo de la mujer.
Pero antes esbocemos algunas ideas sobre lo que es la
mujer.
Y preguntamos.
¿Qué es la mujer?
A nuestro juicio es un ser encantador.
El ser que completa al hombre, porque necesariamente
le hace falta.
Porque no es bueno que el hombre esté solo.
Porque es ley de vida dada por Dios.
Todas sabéis que la mujer fue creada por Dios, de una
costilla del primer hombre, Adán.
Y después que la mujer se extendió por el mundo, como
todos los seres creados, el hombre y la mujer han armado tal baraúnda y jaleo,
que unos se han dedicado a denigrarla y otros a ensalzarla con exceso.
(…)
A nuestro entender, la buena doctrina sobre la mujer
es que esta es buena o es mala según que el hombre la guíe por buen o mal
camino.
Pero sentando siempre la afirmación, y no lo digo solo
por galantería, que la mujer es el ser más encantador de la tierra.
Aunque algunas veces saque las uñas.
No importa, las uñas se limpian… y quedan más bellas.
Y lo natural es que a la mujer la gusta que la limen
las uñas… precisamente los hombres.
Todo ello no en un sentido material, sino finamente
espiritual, de psiquis natural, por la idea sencilla de que así está hecha y
así será hasta que desaparezca el mundo.
O con otras palabras.
La mujer siempre femenina.
El hombre siempre varonil.
Pues, cuando se invierten los términos, surgen las
aberraciones más monstruosas contra la naturaleza que entran dentro del campo
anormal patológico de la Psiquiatría.
¡Quizás, las mujeres y hombres que así obren sean unos
enfermos!
Yo ni afirmo ni niego en esa cuestión, pero el camino
de la posibilidad queda abierto.
Dejemos esto, sobre lo que podríamos exponer ideas
sustanciosas y sigamos…
…………
Hay un principio general, que es el ideal de la
doctrina social católica, y es este:
QUE LA MUJER NO TRABAJE, sino en aquello que por su
propia naturaleza, por su propia constitución orgánica, está armoniosa y
bellamente dispuesto para ello.
No os asustéis, peor el ideal es que la mujer no
trabaje…».
Y este es el tono de toda la conferencia.
El autor, Rufino Agero Teixidor, pasa por intelectual
y hasta filósofo; y no son pocas las citas que aporta; todas, claro, según le
convienen, y siempre bajo el paraguas de la doctrina católica, apostólica y
romana. O sea, bajo el dogma.
Pues esto ha sucedido hace tan solo un par de
generaciones. Estoy seguro de que algunas personas de edad se sentirán aludidas
inmediatamente.
Como las palabras se comentan por sí mismas, no añadiré
casi nada; solo dos o tres consideraciones, como siempre, en forma de guion.
La primera es recordar que cualquier afirmación hay
que interpretarla en su contexto.
La segunda es la de entender que los efectos de la
dictadura no solo se explican por los muertos y heridos, sino por todo un
rosario de secuelas que afectan al pensamiento, a las costumbres de las
personas y a su vida en general.
La tercera es la de asegurar que nada de todo esto se
puede explicar sin la relación de entendimiento entre el poder del Estado y el
de la Iglesia, que tan bien se han complementado casi siempre.
La última es la de advertir que se ha mejorado mucho,
pero que queda un poso en lo más profundo de las costumbres y de la escala de
valores que no se quita ni con lejía, y que todos tenemos una labor que cumplir
en ese proceso.
Mejor, eso sí, con serenidad, con ideas y sin
estridencias.
1 comentario:
Hemos avanzado, está claro, pero queda mucho camino por recorrer
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