jueves, 31 de enero de 2013

PAISAJES CON FIGURA


A casa de don Antonio voy con mucha frecuencia y sin proponérmelo, porque siempre me encuentro bien en ella. Don Antonio es, por supuesto, don Antonio Machado, y su casa son sus versos y sus reflexiones. A veces me quedo un rato y le escucho; otras me invita más tiempo y me pierdo por sus habitaciones. Después, en todos los casos, me marcho a pensar en lo que me ha dicho. Siempre me aguarda y siempre me recibe bien, dispuesto al comentario y a compartir imágenes y esbozos de ideas.
Hoy ha vuelto a ocurrir lo mismo. Y no me ha dejado marchar en todo el día. Hasta media tarde he estado en sus páginas. Después he salido a dar un paseo, pero he tenido la sensación de que iba conmigo y de que me iba haciendo indicaciones y me iba marcando matices sobre el paisaje, la tarde y las personas. Así que no me extraña que hayamos hablado sin que me haya dado cuenta y que el perro que me ladraba en la ladera de la umbría lo hiciera viéndome loco o hablando con el  aire.
El paisaje (el espacio), el tiempo y las personas. Esos me parecen los tres ejes de la obra de don Antonio. Y creo que los va ganando poco a poco a lo largo de su obra, de tal modo que son las ideas y las reflexiones de las personas las que más espacio emocional ocupan al final de su trayectoria, mientras que son los paisajes los que atesoran su atención al comienzo de su producción.
Tal vez cuando  a mí más me gusta es cuando deja temblando el paisaje con la presencia vaga y a veces casi inesperada del ser humano y de sus sentimientos. Es como si nos presentara un paisaje que no adquiere su valor más altamente poético hasta que no se asoma por él,               muchas veces de manera insinuada, el ser humano. Entonces la naturaleza se humaniza, se alza hasta el nivel espiritual de los sentimientos y se sacraliza. Cuando el autor ha alcanzado ese clima, abandona al lector y lo deja solo para que tiemble y se unja de ese ambiente hondo y denso.
Tal vez uno de los esquemas más simple y repetido lo compongan la descripción del paisaje y la presencia negativa (por ser ausencia) de su joven esposa muerta
No sé si hay algún poema en el que se cumplan mejor el esquema y la emoción que en poema carta a José María Palacio:
Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera / vistiendo ya las ramas de los chopos / del río y los caminos? En la estepa / del alto Duero, Primavera tarda, / ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!... / ¿Tienen los viejos olmos / algunas hojas nuevas? / Aún las acacias estarán desnudas / y nevados los montes de las sierras. / ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, / allá, en el cielo de Aragón, tan bella! / ¿Hay zarzas florecidas / entre las grises peñas, / y blancas margaritas / entre la fina hierba? / Por esos campanarios / ya habrán ido llegando las cigüeñas. / Habrá trigales verdes, / y mulas pardas en las sementeras, / y labriegos que siembran los tardíos / con las lluvias de abril. Ya las abejas / libarán del tomillo y el romero. / ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas? / Furtivos cazadores, los reclamos / de la perdiz bajo las capas luengas, / no faltarán. Palacio, buen amigo, / ¿tienen ya ruiseñores las riberas? / Con los primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas, ///// en una tarde azul, sube al Espino, / al alto Espino donde está su tierra…
Y entonces tú te quedas palpitando y un poco tembloroso, y te imaginas la naturaleza y visualizas los restos y los recuerdos de una persona querida, y la fundes en esa naturaleza, y todo se espiritualiza y se eleva a sensación de cielo, y acaso lloras y te vienes abajo, y tienes la certeza de que en estas ocasiones la palabra surte un efecto de saber y de sentir humanos.
Después salí a pasear por el entorno de la ciudad estrecha y, a pesar del invierno, hice presente y mío el mismo esquema. Pero, de eso, tal vez otro día.

miércoles, 30 de enero de 2013

LOS ESPACIOS DONDE EL AMOR NOS HIZO

LOS ESPACIOS DONDE EL AMOR NOS HIZO
Rastreo en mi memoria los espacios
donde el amor nos hizo
y no encuentro sus huellas.
Eran horas aquellas de luz y fantasía,
de tiempo en que la savia
había entrado en la rama,
marcando la ilusión de primavera.
Nosotros contemplábamos
el tiempo jubiloso de la lluvia
cuando nos extasiábamos sintiendo
las miradas furtivas del resto de las cosas.

Allí no hay ya jardines
abrasados de rosas,
donde nos refugiábamos
del oro ceniciento de la tarde;
ahí el ocaso no dora
los salientes del muro que ocultaban
esos huecos poblados por los tactos
cuando el sol declinaba
como buscando el hueco de la noche;
aquí no huele a limpio, aquí no tiembla
la ternura que en eco convidaba
a sernos fieles en la incertidumbre.

A veces los recuerdos
regresan a nosotros en silencio,
se sientan en el fondo de la sala
y callan, simplemente. Pero a veces
somos nosotros pasajeros tristes
en busca de los ecos de otras tardes.

Hoy me cuesta pintar esos espacios
donde el amor nos hizo.
Ven conmigo a buscarlos, a buscarnos
en un eco, un murmullo, en el silencio.

martes, 29 de enero de 2013

...DOS VECES BUENO



Me llega por correo electrónico -ya dudo de que exista otro tipo de correo-, y en formato pdf, un librito de tan solo nueve páginas -en realidad ocho y un cuarto-, que resulta ser un breve diccionario de términos estrictamente bejaranos. El librito se llama “EL ABEJARANO”, título ya bien expresivo y polisémico pues tanto vale con el prefijo privativo para negar todo lo bejarano, como para asimilar (“abejaranar”) cualquier elemento visto desde la perspectiva de lo de aquí, como para vulgarizar el uso -y entonces también el significado- de lo bejarano y otros valores que cada cual puede añadir.
El texto está firmado por José Antonio Sánchez Paso, alma de esa incipiente editora digital llamada La Alquitara, aquella que echó a volar el ave misteriosa, bejaraui y abejaranada del avicornio en otro libro digital, en el que dejé una interpretación jocosa del primo lejano del unicornio.
Me alegra mucho ese intento, breve pero puntiagudo, de poner en solfa algo de la sociedad y de la realidad física e histórica de esta ciudad estrecha. Hay mucha historia lujosa por ahí, mucha nobleza encumbrada, mucho clero pegajoso y mucho milagro y tradición casposos que pesan como losas sobre la imaginación y las costumbres de esta ciudad.
Como a mí hay pocas cosas que me diviertan tanto como las desmitificaciones, pues miel sobre hojuelas.
Esta forma de acercarse a la realidad -más soñada que física- de Béjar a través de las definiciones de un breve diccionario me parece muy novedosa y da jugo como fuente que no se agota. Así, en esas definiciones jocosas, se ve reflejada parte de la idiosincrasia de muchas de las gentes que pueblan las aceras a diario por estos pagos. Y, como se dice en tono de broma y agudamente, los aguijones son bien hondos, pero son de los que además aspiran a dejar a los aguijoneados contentos.
Dejaré constancia de algún ejemplo tomado al azar:
.- Alojería: “Antigua calle bejarana que milagrosamente no lleva el nombre de ningún hijo ilustre”.
.- BEJARANIDAD: “Ínfula contagiosa de que se infecta el aire una vez pasado Vallejera o Baños”.
.- BEJART: “Festival artístico de la Real Academia de San Mateo de la ciudad de la excultura”.
.-  BEXAROLOGÍA: “Estudio apasionado de Béjar a la pata la llana”.
.- CASINO OBRERO: “Ateneo cultural que fue fundado en el S XIX, que cruzó con esplendor el S XX y que hoy camina con decisión hacia el S XVIII”.
.- CASTAÑAR EL: “Playa y paseo marítimo que requiere una rebequita a partir de las ocho”.
.- CENTRO DE ESTUDIOS BEJARANOS: “Cenobio franciscano dedicado a la oración y la contemplación”.
.- CERVANTE MIGUEL DE: “Autor de una dedicatoria y poco más”.
.- FUENTE DEL LOBO: “Templo pagano del agua, de ancestral devoción en Béjar, al que ocasionalmente se acude a ofrecer una sandía o un melón”.
.- MURALLÓN EL: “Fosa común de coches bajo la Cruz de los Caídos”.
.- OBEJARANO: “Oriundo local, cerril, adocenado y aborregado, fácil de conducir y mover su voluntad, tanto si es churro como merino”.
Y para cerrar
.- AVICORNIO: “Ness de Béjar”.
Y como resumen (respétense las grafías y la acentuación en todo el diccionario, que su buena intención tienen)
.- BÁJAR: “Cíudad salmántina en acúsada decádencia”.
Genial, colega, en la ironía, en el ingenio y en la carga de crítica social que atesora este breve diccionario bajaraui intitulado ya para siempre ABEJARANO.

lunes, 28 de enero de 2013

ETOPEYA MAYOR

ETOPEYA MAYOR
Buscarte en la presencia del vacío,
sintiendo la molestia de las huellas
que duelen la nostalgia del pasado;
renegar del dominio de la melancolía,
ese pellizco tierno que te tira
del corazón hasta dejarte herido;
desaprender las reglas del vivir
y poder respirar más densamente;
desnudarte hasta el límite
de dar pie y consistencia a los dominios
del mundo de la nada;
renegar de la envidia simplemente
porque es vivir en plagio de otros seres;
poner coto a los campos intermedios
e instalarte a vivir en los extremos
de ser  en el no ser,
lejos de la memoria de las cosas;
morir sin la esperanza de haber sido
todo lo que la calle estima necesario;
pulir hasta quedarte en lo intangible
de lo más intangible de la idea;
diseminarte en luz por los caminos;
querer la austeridad hasta el silencio
y abandonarte en brazos del olvido.

Ser tú la eternidad,
el único recuerdo de la ciudad prohibida.

domingo, 27 de enero de 2013

SONETO DE LA DISFUNCIÓN…
Si de esos polvos vienen estos lodos
y confusa es la herencia que han legado,
no me conformo con mi humilde estado
que invita a la apatía y al abandono.

De polvo y paja limpios mis adornos,
a tus labios los míos aclimato,
adorno mi figura, el cuerpo lavo
pues no está ya la edad para otros polvos.

Ya ni siquiera fumo y de La Habana
no me remiten polvos ni tabaco
pues me tiene tomado la desgana.

Así, entre afeite y polvo, me armo el taco
y no sé distinguir polvos de afeites:
nacer, vivir, morir, polvo, deleite.

jueves, 24 de enero de 2013

EL ÉXITO Y LA EXCELENCIA


Como por salirme de la que está cayendo en forma de chorizos, aprovechados, oportunistas, ventajistas, desaprensivos, egoístas, trincones, mangantes, desalmados… O acaso por echarle el ojo desde cierta distancia y con un poco más de formalidad. O tal vez simplemente por quitarle  unos minutos al tedio del paso del tiempo. Porque el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa.
El caso es que me detengo en dos palabras que tal vez definan bastante bien comportamientos humanos con los que nos podemos encontrar en cualquier sitio. Tampoco se trataría de poner ni una valla en la linde que no se pueda traspasar, ni una raya en el agua que no distinga lo de aquí y lo de allí. Todos estamos hechos de elementos contradictorios y un error lo comete cualquiera. Eso ya se da por hecho. No es eso, no es eso, que decía el filósofo.
Lo que interesa son los comportamientos y las tendencias, las costumbres y los hábitos, lo que se repite hasta el punto de hacerlo graciosa o desgraciadamente del paisaje natural y cotidiano.
En esos comportamientos, hay gente que se mueve sobre todo por el ÉXITO y hay gente (¿cuánta?) que se mueve por la EXCELENCIA.
Las definiciones de ambos términos en el DRAE nos sitúan en concepciones de la vida distintas. Pero no es necesario ir a tan altas referencias. Hace falta acudir a otras aún más altas y poderosas: las de la experiencia y el sentido común.
Descubrir comportamientos humanos en los que el vértice de la escala de valores sea la excelencia es casi como buscar una aguja en un pajar, es como proclamar a los cuatro vientos que los jueves hay milagro. Pero, cuando se produce tal hallazgo, la sensación resulta definitiva, la emoción que causa deja huella permanente y, desde ese momento, uno tiene la impresión de que está ante una persona que merece la pena. No excluye la excelencia la eliminación del yo, pues la calidad bien entendida empieza por uno mismo, pero en el fin y en las intenciones siempre están los otros, siempre cuenta el futuro y no solo el presente y se articulan variables que alcanzan miradas altas y escasamente egoístas; los detalles cuentan en todos los sentidos y siempre se huele una escala de valores detrás de lo que se hace que justifica los esfuerzos y que alcanza relevantes resultados. La excelencia es pensar que todo es mejorable y que vale más lo más amplio y social que la verdura de las eras de un momento, por mucho que este deslumbre.
El éxito es eso que vemos cada día, que necesita mostrarse y hacerse visible para sobrevivir, que precisa de los ropajes externos y del aplauso inmediato para sentirse vivo, que se muere si no le dan aplausos los vecinos. Para ello le sirve cualquier cosa y suele acudir a cualquier medio con tal de que le regalen los oídos y a veces otras partes del cuerpo, siempre externas porque las internas las tiene obturadas.
Uno abre los ojos y mira. Y ve con asombro que demasiada gente se apunta al éxito como único enganche a la vida, como sola manera de justificar su existencia. La comunidad ha creado una escala de valores en la que el éxito parece lo único existente y lo único meritorio. Al éxito le arrimamos el dinero y la fama para crear una bebida espiritosa que causa efectos fulminantes. Las leyes, programas políticos, medios de comunicación, instituciones económicas o deportivas, y hasta reuniones de vecinos parecen orientadas solo a este fin.
Después miramos solo a los chorizos, sin pensar que acaso hayamos hecho la matanza antes de que esos chorizos se hayan secado tranquilamente en los palos.
No será lo mejor ponernos estupendos ni maniqueos, pues el ser humano, por naturaleza, busca la aprobación de los demás: somos una simple bacteria pidiendo auxilio y relación con los otros. Pero destacar lo exquisito de la excelencia, lo magnífico de la obra bien hecha, lo rechazable de lo grosero y hueco, lo inconsistente de lo inmediato por lo inmediato… en los tiempos que corren parece de obligado cumplimiento. Es tanta y tan maloliente la zafiedad…
Acaso es que, como decía fray Luis para el estilo, la exquisitez también es “negocio de particular juicio”. Acaso.

miércoles, 23 de enero de 2013

NÓMADAS DE LA LEY Y DEL ESPANTO

NÓMADAS DE LA LEY Y DEL ESPANTO
Habitaban el mundo en las esquinas
oscuras y con lodos, cenagosas
del llanto de los cielos en invierno:
navajas, mocos, cielos blanqueados
en el sombrío fondo de sus noches

De pronto los pusieron en el borde
de otro lugar un poco menos trágico.

Las nuevas circunstancias (consecuencia
de unos perversos ciclos económicos
y de herencias abyectas,
decían incesantes los medios en sus páginas)
hacían aconsejables esos cambios
para mejor ajuste del sistema.

Después llegó de nuevo un mal invierno
con fríos a destiempo y nieves sucias.

No era lugar exacto el que ocupaban
al lado de lo limpio de otras calles
pulidas y con luces en la noche.

Se les buscó otro sitio más lento y solitario,
allende las llanuras y montañas,
muy cerca ya del fin del horizonte.
(Hay que evitar contrastes que mancillan
la marca de la casa
y estropean el fin que se persigue).

De tanto caminar sin rumbo exacto
perdieron la medida y la distancia,
se asomaron al vértigo del tiempo
y solo descubrieron el espanto
del inmenso océano.

Nadie conoce ya la forma cierta
de buscar nuevo asiento a tanto nómada.
Son niños y son pobres, son proyectos
de vida que quedaron fracturados
en medio del camino y ahora temen
las negras perspectivas del abismo.

A lo lejos, en dirección contraria,
brillan las limpias luces y los collares altos,
se desdibuja el tiempo entre las formas
de lujo y de pasión, .

Ladrones impolutos y lacados
con cánceres internos terminales.

La vida en un festín de carroñeros
y víctimas resumen de despojos,
cuajados entre fórmulas legales.

El sol sale y se pone, las estrellas
sonríen en el cielo.
“El mundo está bien hecho”. Los cojones.

martes, 22 de enero de 2013

EL DEDO EN LA LLAGA


Quedarse con el último recuelo de eso que llamamos arte (y creación poética como ejemplo de arte) viene a darnos solo tres elementos con los que trabajar: la idea, la forma externa e interna de esa idea, y la emoción que se pueda causar en el desarrollo de la obra o en su terminación.
No parece que el poeta lo tenga demasiado difícil en el asunto de elegir materia: no hay mucho donde escoger: “Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida”. Todo se reduce a ello y a sus infinitas variantes.
Es la forma el campo en el que el poeta tiene que fajarse, el estadio en el que hace emerger su personalidad y su forma especial de sacar un mundo de la nada, en esa excepcionalidad que se le ha concedido de actuar como un dios menor. Seguro que, si sale airoso en esta parte del oficio, el asunto de la emoción en el receptor de la obra acabada está más cerca de tener final feliz.
Pero es que trabajar con la forma es más complejo de lo que parece. Obviando ahora algo tan fundamental como la distribución y el ritmo de los contenidos, y echando el ojo solo en los aspectos más carnosos de la forma, no es sencillo ni siquiera navegar en el dominio de la terminología. Muncho menos tiene que ser alcanzar alguna maestría en su dominio y en su uso correcto y adecuado.
La propia terminología asusta. ¿Cuántos son los moldes métricos en los que se puede verter el líquido poético? Casi infinitos: Dístico, pareado, terceto, tercerilla, cuarteto, carteta, serventesio, redondilla, soleá, copla, seguidilla, quinteto, quintilla, sexteto, sextilla, octava, octavilla, décima, espinela, soneto, estancia, romance, endecha, estrofa sáfica, silva, poema no estrófico (ahora mismo el más usado)…
Y si elegimos al azar cualquiera, ¿cuál es el ritmo interno que le vamos a dar?: espondeo, yambo, troqueo, anapesto, coriambo, anfíbraco, dispondeo, jónico, con cesura, con acento de flauta gallega…
¿Hacemos lo mismo con la extensión?: versos bisílabos, trisílabos, tetrasílabos, penta, exa, hepta, octo, enea, deca, endeca, dodeca, trideca, alejandrino, pie quebrado…
¿Y la relación entre ellos en cuanto a la rima?: consonante, asonante, consonante blanda, blanco, libre, mezclas, diéresis, sinéresis, ripios…
Lo mismo se puede recordar en lo que se refiere a asuntos como el tipo de ritmo, cadencia, tipo de colección, tono poético (elegíaco, bucólico, satírico, dramatizado), género poético…
Y mil asuntos más.
Tengo la impresión de que el receptor de la creación poética, en general, se queda un poco a dos velas y apenas se interesa por otra cosa que por el resultado final, eso que constituye la tercera parte del asunto de la creación: la posible emoción que en él cause, ese oooh que se alarga más o menos según los casos y que nos deja con ese “no sé qué que quedan balbuciendo”.
No pasa nada. En alguna medida, los dos primeros pasos están al servicio del tercero. No en todo, ni mucho menos, pero sí en buena parte. Por el camino ha quedado, oscuro, perdido, el sudor solitario del poeta, que ha imaginado, que ha sufrido, que ha levantado, en forma que él cree diferente, un edificio que antes no existía salvo en los materiales dispersos y olvidados.
Al fin y al cabo, todo termina siendo producto de una serie de elecciones. Sería interesante saber poner el dedo en el centro de la llaga, las manos en los materiales externos e internos que realmente produzcan ese elemento de emoción. Primero en el creador; después, si es posible y hay suerte, en el lector.

domingo, 20 de enero de 2013

DEFINICIÓN DE DIOS


En la página perdida de un libro encuentro esta definición de Dios: “Dios es un remo”. Y me quedo pensando en lo más o menos hondo de la definición. Entre el significado real y las connotaciones personales y sociales que le arrimo, no me queda desnudo este arbolito. Y le dedico tiempo.
Ya me parece hondo  que se intente una definición de lo que, de ser, ha de ser todo. Y a la vez nada. Voz y silencio, impaciencia y calma, mañana y tarde, paz y guerra, pasado y futuro.
Alguna vez he pensado que no hay mayor blasfemia que definir a Dios desde las calamidades humanas. Y, sin embargo, si tiene que ser, no veo cuál puede ser otra forma.
Después de pensarlo un rato, he tentado la posibilidad de que se tratara de alguna errata. ¿Y si se hubiera querido decir que “Dios es un reno”? ¿Y si fuera esto otro: “Dios es un reto”? O esto otro: “Dios es un rezo”; Dios es un beso; Dios es un queso; Dios es un peso; Dios es un seso, o un sexo, o un sieso; Dios es un teso, o un tieso; Dios es un yeso.
Cada posibilidad me sugiere connotaciones diferentes y no sé con qué variable quedarme.
Cuando la confusión crece en intensidad, me desvío en otras variantes: Dios es un demo; Dios es un memo; Dios en un nemo…
Y, para no perecer en el intento, lo dejo en suspenso y me voy a mí mismo. Que acaso no sea otra cosa que todo eso que he apuntado, según los días y las horas

jueves, 17 de enero de 2013

A VECES ME DAN GANAS...



Me suelo mostrar en público muy contrario a las expresiones públicas (visuales, orales, escritas) que se empeñan en poner el foco de cualquier situación solo en el rostro visible de una persona, de tal manera que la convierten en héroe o en villano, según convenga, atizando el morbo del receptor con tal de que les siga y compre su producto. Creo que, en casi todos los casos, no les interesa el alcance social del hecho sino el rédito económico que de él se pueda sacar. Por eso se ocupan de elementos individuales y con rostro reconocible, y lo hacen muy poco de elementos (leyes, sucesos…) que alcanzan a toda o a gran parte de la sociedad y que explican los comportamientos de las comunidades, pero que no poseen el morbillo de lo inmediato.
Algunos de esos medios se autoproclaman de investigación, pero a mí me parecen de un amarillismo absoluto y repugnante. Me mojaré. Un ejemplo de hecho y de medio me resultan paradigmáticos. El suceso es el que se explota bajo el nombre genérico de Urdangarín, y el medio es el periódico El Mundo.
En este hecho y para este medio (así sucede con todos los hechos, según creo observar), lo único que interesa es poner cara a una persona que sirve de reclamo a buena parte de la sociedad y que se ve abocada a comprar el periódico para seguir morbosamente el juicio. No conozco análisis alguno en ese medio que haga referencia a la sociedad que ha hecho posible la existencia de semejante sujeto, sociedad que ha mostrado una escala de valores indecente y vergonzosa. Eso no les interesa, eso no tiene rostro concreto y no vende periódicos, que es lo que únicamente importa. Sería bueno recordar que el sujeto encausado, con todas sus miserias a cuestas y sin ningún aprecio por mi parte, es uno y singular. Sin embargo, la sociedad que se ha abierto de piernas ante su sola presencia y que, en buena parte, explica su despreciable comportamiento es la que yo me puedo encontrar por la calle cada día, aquella con la que tengo que convivir; y, en todo caso, es plural y muchísimo más importante que un solo individuo.
Si el análisis lo pasamos, por ejemplo, a los asuntos del 11-M, los resultados pueden resultar aún más descorazonadores, porque había y hay muertos de por medio.
Por eso he sostenido como opinión que el director de ese medio de comunicación me parece el mayor payaso y bufón de la historia de España.
Sin embargo, hay momentos en los que hasta a mí me dan ganas de dar rienda suelta a lo primero que se me viene a la imaginación y a la boca. Son tantas las caras del saqueo y de la indecencia pública, que realmente terminan por hacer paisaje y categoría. Casi a cualquiera le dan ganas de extender el juicio de porquería a todo el que se mueve. Sobre todo en los cargos públicos: Gürtel, Güemes, Presidente de la Comunidad de Madrid, Blanco, Eres de Andalucía, toda Valencia en pleno, Pujoles a gogó, Uniones de toda laña, Baltares caciques… Es que levantas una piedra y te sale un ejército de sospechosos.
Y todo ello en un ambiente de recortes, de estrecheces, de crisis, de no te muevas, de estate asustado y de encima resígnate y aplaude.
Necesitamos más que nunca políticos en busca de electores, o sea, personajes pirandellianos en busca de autor o Augustos nebulosos en busca de Unamunos, alguien que se distinga como gente buena y honrada, normal y de sentimientos de aquellos del sentido común, de representantes que sirvan por un tiempo y que se retiren tranquilamente al reducto de sus próximos con la conciencia tranquila de haber ayudado un poco a los demás. Y, sobre todo, es el mejor momento de volver a la base de las ideas para dar base decente y honrada a una buena práctica social.
No se me escapa que, en estos momentos y en tal nivel de degradación, es cuando más peligro corremos todos pensando que las soluciones pueden ser milagrosas o personalistas. Por el mundo sigue habiendo gente anónima y muy desinteresada, con estupenda preparación y con mirada alta y generosa. Habrá que buscar la manera de que puedan aflorar y de que no se sientan también ellos desilusionados a la vista de la cosecha que de vez en cuando nos toca recoger.
Sacar los colores a los individuos está bien y es necesario. Quedarnos solo en eso, sin analizar las causas que crean esas situaciones, es de mendigos mentales y de interesados en llenar el saco a costa de los más indefensos. Allá cada cual.  

miércoles, 16 de enero de 2013

BUSCO MI ISLA


BUSCO MI ISLA
Me miro y me contemplo solitario,
solo, insulano, despoblado y muerto,
merodeando las playas silenciosas
que bordean mi mar. Soy una isla
que no logro encontrar. En el espacio
oteo el horizonte por si acaso
descubro en la distancia nuevas islas
que me den relación de nuevas costas
con olas que acaricien mis orillas
y golfos que se adentren hasta el centro,
donde guardo celoso lo mejor de mí.
Y sé que no es verdad tanta nostalgia,
que mi mar es mi mar
y en él tengo el naufragio o la victoria.

En el mar del silencio me apaciguo
con la isla certera del lenguaje
que me deja entrever signos de luces
y, a veces, amortigua mis dolores.

Sé que soy dueño de una oculta isla
que mira hacia el perfil de mis adentros,
que surge desde el fondo de los mares,
en angustiosa búsqueda del cielo.
Y constato también que, hasta el momento,
me sigue sin marcar rumbo seguro
la brújula perdida que gobierna mi barca.

Quiero sentirme en territorio náufrago,
con rumbo hacia un país del horizonte
sin nombre conocido,
descubrir la dulzura del agua y de la luz,
borrar del calendario
todo lo que me traiga nostalgia del pasado,
ordenar con simpleza el territorio
y, al ocaso,
sentarme a comprobar que soy el dueño
de una isla perdida en el espacio,
sin leyes, sin nostalgias, como un hombre
extraviado en el fin del universo.

lunes, 14 de enero de 2013

UN REGALO DE REYES PARA SARA


POR ESO Y MUCHAS COSAS MÁS
(Un regalo de Reyes para Sara)
Porque tu luz será la que más brille
entre todas las luces de la noche,
porque hay vidas colgadas de los besos
y tu beso es el más suave y sencillo,
porque hay calor y frío al mismo tiempo
y tú eres el confort más saludable,
porque ahora mismo reina el desconcierto
y tú duermes el sueño blanco y plácido,
porque hay lloros en tantas despedidas
y tú me has prometido fortaleza
cuando te he dicho adiós con un abrazo,
porque la vida es toda un claroscuro
y tú eres el fulgor de la blancura,
porque todos los niños son más niños
cuando tú eres la niña de mis ojos,
porque yo soy así porque tú quieres
y seré lo que tú me reconozcas,
porque ahora es noche o día y es invierno
o verano según los territorios
y tú eres un resumen saludable
de la luz y el calor de todo tiempo,
porque todos los nombres son tu nombre
y todo en ti es verdad y es esperanza.

Por eso y por muchas otras cosas,
hoy, Sara, quiero darte mi regalo
de verte reina y dueña de esta noche
en la estación más larga del rocío,
monarca que unifica
toda diversidad y todo sueño.
Es invierno y el aire de tus besos
es el calor más dulce y más gozoso.

sábado, 12 de enero de 2013

CON LA QUE ESTÁ CAYENDO...


Causa sorpresa comprobar cómo nuestras mentes seleccionan recuerdos, sustituyen imágenes y recargan sus neuronas con nuevas percepciones que entretienen a nuestras relaciones cerebrales y que atascan nuestras conexiones mentales. Tal vez sea una de las mejores formas de autodefensa y uno de los más expeditos caminos para sobrellevar el intento de la vida.
Cuando me toca asistir a un velatorio -y bien poco que me gusta- siempre se me ocurren las mismas palabras para los deudos que conozca: “Deja correr el tiempo y llénate, si puedes, de nuevas imágenes; así todo irá recomponiendo nuevas sensaciones”. En el fondo no es más que reconocer el fracaso de cualquier otra fórmula que no sea dejar en manos de eso que llamamos tiempo y espacio nuestra situación en el futuro.
Pero vivimos a una velocidad tal, que apenas nos permite rumiar un poco lo que nos va sucediendo; nos depositan a la puerta de nuestra mente tantas imágenes, que no hay manera de saborear un poco su bondad o su maldad; en alguna medida, vivimos al ritmo que nos marcan y nos entretenemos con los caramelos que nos quieren dar los que controlan los medios de comunicación de masas.
Me jugaría cerveza y pincho de tortilla a que, con solo un par de meses sin fútbol, esa droga ya genética en casi todo el mundo, todo lo que conlleva su desarrollo pasaría a formar parte del recuerdo y casi del olvido, como ha sucedido con el juego de la peonza. Y no será porque no ponga un ejemplo extremo.
Ahora, y desde hace algunos años, interesa solo el asunto de la crisis, del producto interior bruto, de la prima de riesgo y, como mucho, de la prima de cualquier famoso, de los mercados y del rescate, de los convenios y del paro… En fin, de eso que genéricamente llamamos crisis.
Y existe la crisis, vaya que si existe, y las colas del paro, y las dificultades de fin de mes, y la incertidumbre en el futuro, y las familias sin saber qué hacer, y la desilusión en la que se nos ha metido a todos -no sé si en parte con el fin de preparar nuestra voluntad para que acepte cualquier sacrificio con resignación y hasta con alegría y agradecimiento-, y el agobio de lo inmediato, y tantas cosas más. De ese modo, cualquiera otra preocupación parece que desentona y que no viene a cuento, que es como reírse de quien peor lo está pasando. Nos han reducido a todos a seres agobiados y jibarizados, a personas cuyas únicas preocupaciones tienen que ser los números, y estos como si fueran nube que viene del cielo y ante la cual nada se puede hacer sino esperar a que pase y se serene el tiempo.
Pero el mundo es mucho más, sigue teniendo una extensión muy amplia, a pesar de que el planeta sea pequeño, hay dificultades en otros lugares, aunque no sepamos nada de ellas, mucha gente sigue adelante muy a duras penas y en peores condiciones, son seres que nacieron y morirán con la crisis a cuestas.
De sobra sé que, con la que está cayendo, corro el peligro de que alguien me dé con un palo en la cabeza; pero sigo pidiendo altura de miras, sigo deseando que pensemos en sociedad, continúo queriendo que no todo se nos vaya en egoísmo y en la miseria mental del árbol que tapa la inmensidad del bosque.
Pienso que la mayor rebelión del ser humano concreto y de esta sociedad en la que vivo, incluso del ser humano que más sufre la crisis, tendría que ser la de gritar que cada persona es mucho más que números y paro, que su vida se tiene que llenar con alimentos tres veces al día pero que existen otros alimentos cuya falta nos empobrece aún más porque nos convierte en animales guiados solamente por instintos.
Si no vemos la crisis en esa amplitud y no intentamos salir de ella con ese convencimiento, sospecho razonablemente que saldremos mucho más tarde y, sobre todo, que saldremos en mucho peores condiciones económicas, sociales y humanas en general. Por muy duro que suene en estos tiempos.
El ser humano vale mucho más que un plato de lentejas o que un pantalón en rebajas. De hecho, ya lo dijo el maestro: “ninguna cualidad por encima del hecho de ser hombre”.
Tal vez philosphare también contenga olor a un buen tostón guisado y hasta sabor a nata con fresas. A pesar de la que está cayendo.

viernes, 11 de enero de 2013

LA TRAGEDIA DEL ARTISTA


LA TRAGEDIA DEL ARTISTA
Se enfrentaba febril a la tragedia
de quien huye del mundo y en su huida
sazona con sus gritos la comida
que sacia de este mundo la comedia.

Él suplica del mundo la clemencia,
aunque no lo comprende ni confía
en que entienda las causas de sus días
pues su luz es la luz de otra conciencia.

Triste afán la tragedia del artista
que implora la presencia del amor
mientras grita y proclama las aristas

 de todo lo que causa en él dolor.
Mas no puede ceder en el empeño:
pedir amor, gritar, morir de celos.

jueves, 10 de enero de 2013

EL OFICIO DE VIVIR

EL OFICIO DE VIVIR
Vivir es el oficio más sufrido
de todos los que el hombre solicita:
se alimenta en un viento que no evita
sumirse entre los brazos del olvido.

El recuerdo sostiene lo vivido
y sin él no es posible la caricia
de nada que suceda cada día
en el andar absurdo del camino.

Ah si la vida permitiera al menos
soñar lo sucedido y su verdad
(más verdad en el sueño que en los hechos)…,

pues no hay mejor consumo que la edad
en la que reina el mundo del recuerdo
y todo se presenta escrito ya.

miércoles, 9 de enero de 2013

HOY TODAVÍA


Termino la lectura del tercer texto de este comienzo de año. He empezado con ganas: El gatopardo; Misión olvido; Ayer no más.
Desde hace algún tiempo vengo anotando -si no se me marcha la mente al cielo y el nombre al cesto del olvido- los títulos de las obras que leo en formato completo. Del año 2012 me salen unas setenta. No es ni mucho ni poco ni regular; es, sencillamente, lo que es. Creo que lo interesante es repasar y pensar en el tipo de lecturas que uno hace y, sobre todo, en el que deja de hacer.
Supongo que de cada obra podría haber dado a conocer alguna opinión más o menos trabada. Seguramente, si no lo he hecho, es porque tengo la certeza de que no llegan esas opiniones a casi ningún sitio, salvo al poso que en mí mismo puedan ir dejando. Ya me gustaría poder compartir con un grupito opiniones. Pero esta es una ciudad estrecha y echo mucho en falta algún espacio apropiado.
Hoy rompo el molde y dejo unas líneas de la última novela de Andrés Trapiello: “Ayer no más”.
Considero a Trapiello un escritor cuajado en casi todos los géneros y con capacidad muy por encima de la media que pulula por ahí. Tal vez por eso esperaba algo más en esta su última entrega en prosa.
“Ayer no más” reincide en el tema de la Guerra (In)civil. Es verdad que han pasado ya setenta y cinco años y parece que fue ayer no más. ¿Por qué esta insistencia? Trapiello intenta una formula, en fondo y forma, un poco distinta a la tradicional. Él es consciente de que repetir fórmula no tendría mucho sentido
En cuanto a la forma -aparte numerosísimos detalles que no son para unas líneas- creo que da la voz a demasiados personajes y que, para una lectura poco reposada, corre el peligro de ensombrecer el relato y de volverlo confuso. Hay demasiados elementos que faltan y que hay que dar por entendidos, y demasiados cambios de protagonista como para seguir sin esfuerzo el desarrollo de los hechos. Como, además, los ´capítulos´ son siempre muy breves, la confusión está casi servida
El contenido viene a ofrecernos -esta es la intención fundamental del autor- una visión templada y bipolar de los acontecimientos de la guerra. Es verdad que, en demasiadas ocasiones, los textos que tienen que ver con este período aparecen sesgados y sentimentalmente vencidos hacia una parte. En este sentido, es loable la intención de Trapiello de recordarnos que en todos los sitios cuecen habas y que no es oro todo lo que reluce en ninguna parte.
Pero es lo mismo cierto que, en esa situación, corremos el peligro de la equidistancia, tan traicionera y esclava de la buena voluntad. Por supuesto que el autor tiene muy claro que se sublevaron los que se sublevaron, que las atrocidades no fueron las mismas (sobre todo en número y en tiempo), que la posguerra la sufrió casi solo un bando, que… El desarrollo de la acción, el intento de buscar la causalidad múltiple y el deseo de animar a la reconciliación desde la cesión mutua se prestan a interpretaciones demasiado simplistas y voluntariosas.
Tal vez por eso sea tan difícil pasar esta triste página. Aunque la cita sea larga, copio aquí las siguientes palabras de las páginas 138 y 139: “- En España me parece que sucede esto. En un primer momento, y setenta años después, muchos creen haber comprendido el espanto de aquella guerra; pero rasgas la superficie y asistes horrorizado al hecho de que bastantes de los que vivieron aquello, puestos de nuevo en el mismo lugar y en parecidas circunstancias, habrían vuelto a hacer… las mismas cosas: Unos, los rojos, porque venían de una situación de miseria y explotación lacerantes, y los otros, porque temían que los revolucionarios no se iban a contentar con quedarse con sus tierras, sus casas y sus industrias, sino que iban directamente a por sus vidas, tal y como les habían contado que había sucedido en Rusia, para ellos la representación del infierno, y para sus enemigos, el paraíso. La diferencia entre unos y otros es que unos, los rebeldes, cometieron sus crímenes en secreto y los guardaron en secreto, y los otros no solo los cometían a la vista de todos, sino que se ufanaban en público de haberlos cometido… Pasada la guerra todos han querido persuadirnos de que no pudieron hacer otra cosa, y cada cual cree que en su bando los crímenes se cometieron en abstracto, en nombre de la República o de Falange, del Comunismo, de la Anarquía o de la Iglesia, con lo cual, unos y otros, aceptando en principio que todos pudieron ser culpables, acaban teniéndose por inocentes, en tanto creen que los crímenes del bando contrario los cometieron individuos diferenciados que debían pagar por ello. Así se explica que nadie haya querido juzgar y pedir responsabilidades jamás a los suyos, sino a los contrarios.”
Y esta otra de la página 223, una reflexión ante un epitafio: “¿Murió ese hombre por defender la República y la libertad? Acaso vivió por ellas, pero morir no. Murió sin poder defenderlas siquiera. Si con ello hubiese salvado la vida, acaso se habría alistado allí mismo a Falange, como hicieron tantos republicanos y defensores de la libertad que a partir de entonces dejaron de serlo, o lo fueron de una manera tan secreta que durante los cuarenta años que duró el franquismo nadie pudo sospechar que fueran ni lo uno ni lo otro jamás.”
Durísimas pero reveladoras palabras.
El autor nos pide un esfuerzo de razonamiento, de sensatez y de cordura. Pero nunca de olvido ni de equidistancia. Eso nunca.

lunes, 7 de enero de 2013

LA ENTREVISTA


Dicen y no paran de decir que alguien le ha hecho una entrevista al rey. Es que no paran. No podemos olvidar que esta es la tierra de María y la tierra de los milagros. En algunos sitios hasta se estipuló fecha semanal para eso de los prodigios. Yo lo vi en aquella estupenda peli llamada “Los jueves, milagro”.
Ni sé cómo se le puede hacer una entrevista según a qué rey porque eso exige preguntas y respuestas, y, con perdón, estas últimas hay que articularlas al menos. Y esto no es sencillo siempre.
No vi la entrevista. Ni falta que me hace, con perdón. No siento ni la más mínima desazón por esa infinita pérdida. Vaya por dios. Dicen que fue seguida por opiniones de veinticinco personas de la quinta del rey. Mira por dónde, tal vez cuatro o cinco de estas sí que me hubiera gustado escucharlas.
Después he visto y oído opiniones casi siempre en el sentido negativo, tanto para el presentador como para el entrevistado. ¿Pero qué podían esperar? Ni por presencia ni por sustancia, ni por potencia ni por acto, ni por forma ni por contenido. Hagamos el esfuerzo de obviar capacidades fónicas, expresivas o argumentales del entrevistado, que estamos en época de reyes. Vengamos a lo de ayer, cómo en un punto se es ido e acabado.
¿Pero es que nadie sabe qué quiere decir una monarquía parlamentaria? ¿Nadie sabe leer eso de que el rey reina pero no gobierna? O sea, que el hombre está sencillamente para lo que le digan, en un cóctel extraño que no sabe ni a chicha ni a limoná, a un andar por ahí de elefante en elefante y de foto en foto con la multitud a cuestas.
Por si fuera poco, encima me le montan eso de la pascua militar, me lo visten con un traje ornado de medallas tan pesado que hasta me lo tienen que sentar, y los de la extrema derecha aprovechan la imagen para recordarle que es el jefe de los jefes y que, como tal, tiene que ponerse a dar órdenes y a tirar tiros si hace falta. El ministro lo remató mejor que Marcelino en el gol a Rusia con aquello de que los ejércitos están preparados y no responden a ninguna provocación. Como casi siempre, haciendo amigos o hablando para analfabetos.
Mira por dónde, creo que en este caso le voy a dar la razón al rey. Mejor estar calladito y no salir de eso de que seáis buenos, de que hay que trabajar unidos y de que el futuro será mejor. ¿Pero qué otra cosa va a decir el buen hombre? Y que no me entere yo que se sale de ese guion de secundario. El asunto y el cargo no dan para más. Bueno, luego ya está todo eso del Hola, de los balcones, de los bastones de mando, de los viajes especiales, de las habladurías de todo tipo referidas a los borbones(que la gente es que se va del pico con mucha facilidad) y del desparrame general. Que, si lo pensamos despacio, no es poca cosa.
Por lo demás, ya se sabe, es cosa de Navidad y de que tanto los padres de la patria como los que se llaman periodistas investigadores (que aquí cualquiera se bautiza como le da la gana y sin cura ni abuela) andan ocupados en sus quehaceres y no dan de comer otra cosa al ganado.
Pero mañana volvemos a la anormalidad normalizada de cada día y no se harán tan visibles estos casos individuales de reyes, carromeros, ratos, fabras, baltares y, con perdón, la madre que los trajo al mundo a todos. En este país estamos hechos a lo que haga falta y, como nos lo quiten, vamos a tener mono de tanta sinrazón.
Así que, por favor, las rebajas y la cuesta de enero. Y que siga la charanga y la pandereta, que todos bailaremos y jalearemos este baile continuo.

domingo, 6 de enero de 2013

REGALOS

          
Es noticia de hoy mismo la siguiente: “Un tercio de los regalos recibidos durante el año 2012 fueron devueltos o descambiados porque no les gustaban a los que los recibían”.
Esta sí que me parece una noticia pues se ofrece el día del regalo por excelencia y acaso invite a pensar en alguna causa y hasta en alguna consecuencia.
Muy poco se me ocurre en lo que se refiere a los juegos de los niños porque no tienen capacidad para discriminar entre juguetes mejores o peores, y la elección hay que atribuirla solo a los padres o familiares. Mucho que decir, muchísimo, acerca del tipo de juguetes que estos más compran y regalan.
Esto de la tercera parte se refiere casi en exclusiva a toda la parafernalia de presentes entre personas que tienen criterio, o que, al menos, tienen algún gusto determinado. Y no resulta sencillo navegar en este charco porque intervienen demasiadas variables.
El genérico de regalar como detalle de afecto y hasta de cariño no parece que pueda entenderse como algo negativo. Siempre significa que a esa persona se la tiene en el recuerdo y que en alguna medida importa para el que regala. Menos claro es el grado de afecto de cada caso. A veces no se supera el nivel del simple compromiso social.
El ambiente favorable ya se encarga de inventarlo y de promocionarlo, de disfrazarlo y de endulzarlo el mundo comercial pues ya se sabe que todo vale para el convento con tal de que la cuenta de resultados sea favorable. Y ahí aparecen las fiestas de la madre, del padre, del abad y de la madre superiora.
Pero hay una variable que tal vez sea la que más contribuya a este trabajo añadido de descambiar, de regalar a otro lo ya regalado y de dejar en el eco del silencio alguna palabra de fastidio. Es la de la sorpresa. El regalo parece que no es tal si no es ofrecido sin que el destinatario tenga notica de él. Por eso después aparecen las camisas de distinta talla, el libro repetido, la chaqueta o la bufanda cuando gusta ir a pecho descubierto, o incluso el invento electrónico para el uso del cual se necesita un cursillo intensivo.
¿No sería más sencillo contar con el que va a recibir el regalo y ajustarse un poquito a sus gustos y necesidades? Ya sé que desaparecen los melindres y las caras de extrañeza. Pero también se ahorrarían los tiempos del cambio y las caras insinceras. Recuérdese que no se pueden poner malos gestos: qué descortesía.
Conmigo no suelen tener demasiadas dificultades si no se salen del carril de los libros. Si se salen de él, todo se complica un poquito más. Y siempre hay un poco de todo.
Sigo recordando -ya con nostalgia- las veces que, en tal día como hoy, me regalaban un libro, libro que yo leía y que cambiaba al día siguiente, con la disculpa de que ya lo tenía en mi biblioteca.
En fin, descenderemos de los reyes magos a los reyes parlamentarios, y, de estos, si se puede, a una república popular.

jueves, 3 de enero de 2013

EL SUELO SE HACE NIEBLA

EL SUELO SE HACE NIEBLA
El suelo se hace niebla y se engaraña
buscándose en sí mismo. Si supiera
cómo lo busca el día y lo reclama
desde los altos riscos y los soles…

Acaso presupone que hay mañanas
en las que todo invita a andar dormido,
tal vez el sol y el cielo, compasivos,
le han acercado un manto y lo han tapado.

¿Para qué la ceguera de la niebla?
¿Qué gota ha de temblar a ras de suelo,
llorando los recuerdos de los mares?
¿Qué manto pudoroso disimula
la certeza terrible del desnudo?

Entre la densidad de la ternura,
germinará la luz, otro milagro
de cielo y suelo, de silencio y vida.

Fotos: Manuel Casadiego

miércoles, 2 de enero de 2013

CONSUMIR Y DERROCHAR

                  
¿Y qué me pido yo para los Reyes? O, por alzar la vista, ¿qué lista hago para todo el 2013? Si el caso es que lo pienso y soy muy rico. Veamos: tengo casa donde vivo seguro al calorcito, puedo comer varias veces al día, miro en mi armario y me sobra ropa para vestir y no pasar frío, mantengo un alto grado de curiosidad por conocer cosas nuevas, cumplo incluso con el gusanillo de la expresión escrita, vivo en una familia a la que quiero y me parece que me quieren. ¿Qué más puedo pedir? ¡Pero si incluso ahorro, creo que no tanto por el afán de hacerlo como por la desidia de no sentir la necesidad de gastar y consumir!
Y, sin embargo…
Aprendí hace muchos años que nada hay completo y que el ser humano no puede ser feliz si su historia y la de los que lo rodean no cumple ciertas exigencias. Es muy verdad que el hombre es su historia y que la sociedad es el cruce de una inmensidad de historias. Y ese tejido lo veo poco apropiado para el frío pues solo de mirarlo en el escaparate me dan vértigos y me pongo  tiritar.
Me vale cualquier ejemplo, y son muchos, por desgracia. Sea el más acuciante, el de la supervivencia, aquel que viene a dar certeza a aquello de primum vivere, deinde philosophare.
¿Para qué hablar de otras cosas si esto apabulla  por sus dimensiones y por su inmediatez? Aunque la práctica indica que lo miramos como miramos la lluvia que descarga en el océano.
Otra vez los datos: En Europa se tira la mitad de los alimentos, el 50%, un pan de cada dos, un filete de cada dos, media docena de cada docena, un yogur de cada dos, un plato de alubias de cada dos, un chorizo de cada dos, una merluza de cada dos, una riquísima ensalada de cada dos, media docena de huevos de cada docena… ¡!!UNO DE CADA DOS!!!  La comida se queda en los campos sin recoger por falta de rentabilidad, se pierde en la cadena de alimentos, se despilfarra en los restaurantes donde cada cual exige lo exclusivo, o termina en los contenedores, en los cuales, muchas veces, no se puede oler si no se quiere uno buscar una buena multa.
Algunos hemos tratado de razonar muchas veces, desde la simpleza, ante esta llamada crisis que sufrimos: ¿Se produce ahora más harina y más pan que hace pongamos cinco años? Sí, ¿Se recolecta más arroz que hace cinco años? Por supuesto. ¿Se engordan más animales para carne y leche que hace cinco años? Evidentemente ¿Se cultivan y se recolectan más tomates y frutas que hace cinco años? Por supuesto. Solo una pregunta más: ¿Se puede vivir con pan, arroz, carne, leche, tomates y frutos? No hay duda.
Entonces, buen amigo, aquí no falla la producción; lo que está fallando es la distribución. Estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario, pero no veo la forma de argumentar de otra manera. Para apabullar aún más, habrá que recordar que hoy se producen alimentos por tres veces más que hace cincuenta años; la población mundial solo se ha multiplicado por dos, aunque no es poco.
Si fuera verdad que lo que realmente falla es la distribución, no sería extraño que alguien se animara a pensar qué sistema social nos hemos dado que permite que tanto se quede por el camino. Cada cual lo puede hacer desde su sesera y desde su interés por el asunto. Ahí están los mercadillos al lado de las grandes superficies, los pequeños comercios cerca de los grandes almacenes, las exigencias del fuerte y las humillaciones del pequeño productor, el Corte Inglés frente a una pequeña fábrica a la que le compra -vaya usted a imaginar cómo- toda su producción, los cultivos ecológicos frente a las grandes extensiones con química a todo pasto, las deslocalizaciones a lugares donde es más fácil la explotación… Y lo que cada uno quiera mirar. Si es que no es nada difícil; si es que para esto no hay que ser ni economista ni coños que lo fundó.
Tal vez cada uno a su manera y a su forma llegará a conclusión de que al alimento lo hemos convertido en un simple elemento más de mercado y que lo que interesa es solamente el movimiento de esa unidad de mercado. Lo demás nada importa; todo está al servicio de la cuenta de resultados de las grandes compañías, que mueven mercados, economías y -lo que es infinitamente más rechazable- voluntades a su antojo.
Los demás no somos más que unos guiacarritos en el supermercado que aplaudimos con las orejas la oferta de turno y pagamos en caja lo que nos pide la cajera. A lo mejor no es hacer demasiado para cambiar esta situación. Tal vez hasta se nos pueda calificar de cómplices de todo este desaguisado. Uffffffffffffffffffffff.