jueves, 17 de enero de 2013

A VECES ME DAN GANAS...



Me suelo mostrar en público muy contrario a las expresiones públicas (visuales, orales, escritas) que se empeñan en poner el foco de cualquier situación solo en el rostro visible de una persona, de tal manera que la convierten en héroe o en villano, según convenga, atizando el morbo del receptor con tal de que les siga y compre su producto. Creo que, en casi todos los casos, no les interesa el alcance social del hecho sino el rédito económico que de él se pueda sacar. Por eso se ocupan de elementos individuales y con rostro reconocible, y lo hacen muy poco de elementos (leyes, sucesos…) que alcanzan a toda o a gran parte de la sociedad y que explican los comportamientos de las comunidades, pero que no poseen el morbillo de lo inmediato.
Algunos de esos medios se autoproclaman de investigación, pero a mí me parecen de un amarillismo absoluto y repugnante. Me mojaré. Un ejemplo de hecho y de medio me resultan paradigmáticos. El suceso es el que se explota bajo el nombre genérico de Urdangarín, y el medio es el periódico El Mundo.
En este hecho y para este medio (así sucede con todos los hechos, según creo observar), lo único que interesa es poner cara a una persona que sirve de reclamo a buena parte de la sociedad y que se ve abocada a comprar el periódico para seguir morbosamente el juicio. No conozco análisis alguno en ese medio que haga referencia a la sociedad que ha hecho posible la existencia de semejante sujeto, sociedad que ha mostrado una escala de valores indecente y vergonzosa. Eso no les interesa, eso no tiene rostro concreto y no vende periódicos, que es lo que únicamente importa. Sería bueno recordar que el sujeto encausado, con todas sus miserias a cuestas y sin ningún aprecio por mi parte, es uno y singular. Sin embargo, la sociedad que se ha abierto de piernas ante su sola presencia y que, en buena parte, explica su despreciable comportamiento es la que yo me puedo encontrar por la calle cada día, aquella con la que tengo que convivir; y, en todo caso, es plural y muchísimo más importante que un solo individuo.
Si el análisis lo pasamos, por ejemplo, a los asuntos del 11-M, los resultados pueden resultar aún más descorazonadores, porque había y hay muertos de por medio.
Por eso he sostenido como opinión que el director de ese medio de comunicación me parece el mayor payaso y bufón de la historia de España.
Sin embargo, hay momentos en los que hasta a mí me dan ganas de dar rienda suelta a lo primero que se me viene a la imaginación y a la boca. Son tantas las caras del saqueo y de la indecencia pública, que realmente terminan por hacer paisaje y categoría. Casi a cualquiera le dan ganas de extender el juicio de porquería a todo el que se mueve. Sobre todo en los cargos públicos: Gürtel, Güemes, Presidente de la Comunidad de Madrid, Blanco, Eres de Andalucía, toda Valencia en pleno, Pujoles a gogó, Uniones de toda laña, Baltares caciques… Es que levantas una piedra y te sale un ejército de sospechosos.
Y todo ello en un ambiente de recortes, de estrecheces, de crisis, de no te muevas, de estate asustado y de encima resígnate y aplaude.
Necesitamos más que nunca políticos en busca de electores, o sea, personajes pirandellianos en busca de autor o Augustos nebulosos en busca de Unamunos, alguien que se distinga como gente buena y honrada, normal y de sentimientos de aquellos del sentido común, de representantes que sirvan por un tiempo y que se retiren tranquilamente al reducto de sus próximos con la conciencia tranquila de haber ayudado un poco a los demás. Y, sobre todo, es el mejor momento de volver a la base de las ideas para dar base decente y honrada a una buena práctica social.
No se me escapa que, en estos momentos y en tal nivel de degradación, es cuando más peligro corremos todos pensando que las soluciones pueden ser milagrosas o personalistas. Por el mundo sigue habiendo gente anónima y muy desinteresada, con estupenda preparación y con mirada alta y generosa. Habrá que buscar la manera de que puedan aflorar y de que no se sientan también ellos desilusionados a la vista de la cosecha que de vez en cuando nos toca recoger.
Sacar los colores a los individuos está bien y es necesario. Quedarnos solo en eso, sin analizar las causas que crean esas situaciones, es de mendigos mentales y de interesados en llenar el saco a costa de los más indefensos. Allá cada cual.  

2 comentarios:

Dionisio García dijo...

De acuerdo con el contenido general del artículo. ¿Qué sería de los medios sin poner careto y nombre propio hasta la saciedad a las noticias?
Un par de observaciones gramaticales, si me permites. 1) En la línea 11 creo que debería ser 'abocada' en vez de "avocada". 2) En la 29, mejor que "se señalice", 'se señale' o 'se distinga' o 'sobresalga'.
Saludos.

Antonio dijo...

Dionisio García, gracias por tu corrección.
Antonio