jueves, 30 de junio de 2011

CONTRA LA LÍNEA DE FLOTACIÓN

En sustitución de mis escasos ánimos en este fin de junio, para volver a ello si me apetece, copio algunas de las ideas que andaban en la base de parte de la gente de eso que se ha llamado el 15-M. Sigo creyendo y afirmando que, en la base, tienen que existir elementos ideológicos, aunque sean tan genéricos e inarticulados como estos, para que después se puedan concretar propuestas concretas y visibles. También me quedaré con un listado de estas propuestas particularizadas en otro apartado. Hoy son esos gritos generales los que se ordenan aquí:
LEMAS Y FRASES DEL 15-M:
1.- “No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros”.
2.- “Me sobra mes a final de sueldo”.
3.- “No hay pan para tanto chorizo”.
4.- “Dónde está la izquierda? -Al fondo, de la derecha”.
5.- “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”.
6.- “Se alquila esclavo económico”.
7.- “Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos”.
8.- “Error 404: Democracia not found”.
9.- “”Error de sistema. Reinicie, por favor”.
10.- “Esto no es una cuestión de izquierdas contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba”.
12.- “Mis sueños no caben en tus urnas”.
13.- “Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE”.
14.- “Nos mean y dicen que llueve”.
15.- “No falta el dinero. Sobran ladrones”.
16.- “¿Qué tal os va por España”? –Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien, ¿no? –No, que no nos podemos quejar”.
17.- “No es una crisis, es una estafa”.
18.- “No apagues la televisión… Podrías pensar”.
19.- “”!!Tengo una carrera y como mortadela!!”.
20.- “Manos arriba, esto es un contrato”.
21.- “Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco”.
22.- “Rebeldes sin casa”.
23.- “Democracia, me gustas porque estás como ausente”.
24.- “Nosotros buscamos razones, ellos victorias”.
25.- “Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean”.
Como casi siempre, me animaría a añadir precisiones personales, pero ni tengo ganas, ni me apetece que estos gritos se vean apaciguados por nada: demasiadas verdades encierran como para dejarlos que vuelen solos y por lo más alto del aire.

miércoles, 29 de junio de 2011

ORDEN DEL DÍA

Este Caballero de la Triste Figura, ya convertido, por arte de birlibirloque y por desistimiento de un león cansado y sin hambre, en el Caballero de los Leones, me va dejando todo un almacén de dudas y de apuntes sobre los que volver en cualquier momento de ahora y de después, de aquí y de acullá. Únicamente tomo aquí algunos apuntes que solo son una muestra de todo lo que realmente de sugiere, me susurra y, a veces, hasta me grita.
Hoy me detengo a tomar un vaso de agua en el capítulo XVI de esta segunda parte. El Caballero del Verde Gabán y el que ya está a punto de ser de los Leones caminan por los campos, hacia la casa del primero. Y don Quijote se suelta inmediatamente:
“La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella. (…) Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá a oro purísimo de inestimable precio. (…) Según es opinión verdadera, el poeta nace: quieren decir que del vientre de su madre el poeta natural sale poeta, y con aquella inclinación que le dio el cielo, sin más estudio ni artificio, compone cosas, que hace verdadero al que dice: “Est Deus in nobis”. También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo: la razón  es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte y la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta. (…) Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos”.
Tengo para mí que es más que suficiente para andar en devaneos acerca de ese asunto tan resbaladizo y nunca bien definido como es el asunto y la naturaleza de la poesía.
Seguro que en alguna otra ocasión habré pedido prestadas estas palabras de Cervantes, aunque no sabría decir ni cuándo ni dónde. No me importa. Hoy las vuelvo a dejar aquí como sugerencia para mí y para cualquiera que las quiera rumiar. Y no lo hago desde la aquiescencia y el amén, pues no estoy de acuerdo con todas las ideas, pero sí como esquema del que partir para aproximarse un poco y poder alinear en el equipo de la poesía o mandar al banquillo a algunas de las composiciones que se dan a la pluma y a la imprenta. Yo me opondría, por ejemplo a la afirmación de que el poeta nace, y defendería con uñas y dientes las últimas palabras del texto. ¿No hay nadie por ahí interesado en cambiar palabras en torno de estos asuntos? Y al lado de un buen refresco veraniego, por supuesto.
Tengo a mi caballero y a mi escudero a punto de librarse de las burlas de los duques y de reemprender camino hacia sus últimas etapas, antes de darse el caballero por vencido y de coger el billete de vuelta haca la aldea. Por el camino me ha contado muchas, muchísimas cosas. Entre ellas esta de las condiciones del arte de la poesía. Pensaré en ella.

martes, 28 de junio de 2011

CLAUSTROFOBIA

El DRAE define este término como “Angustia producida por la permanencia en lugares cerrados”. No hace otra cosa el diccionario que aplicar el sentido etimológico y sumar los significados de “claustro” y “fobia”. Hasta ahí nada especial y todo muy sencillo. “claudere” apunta a cerrar, a clausurar, a restringir, y fobia, “temor irracional compulsivo”, aporta la segunda parte del significado. Mitad griego, mitad latín, él término que indica la misma aversión, pero a la plaza pública, “agorafobia”, se refugia solo en la lengua griega, en una aportación extraña, pues buena parte de la actividad la realizaban precisamente en el ágora.
Bueno, y basta de etimologías y de pruritos culturales, que no tengo abierta la clase, sino clausurada por vacaciones.
El asunto, por desgracia para mí, tiene hoy aplicación más reconocible y plano más demostrable. Es el caso que esa angustia o estrechez (angosto, angostura, angustiarse…) la he vivido en mis propias barbas y en todo mi cuerpo. Y, para más desconsuelo, la estrechez ha sido física y mental.
La mañana me llevó de nuevo a Salamanca, con ánimos de enfrentarme a la traumatóloga y con deseos de empujarla a que activara alguna otra prueba que me ayude a salir de esta postración en la que me encuentro, por culpa de la ciática que, calculo -y calcula ella- que me ha producido alguna angostura entre dos vértebras y que, por arte de encantamiento, encuentra reflejo y expresión de dolor en mi pierna derecha cuando se le antoja, y se le suele antojar con frecuencia. Quiero decir, coño, que no se me quita este maldito dolor y que malconvive conmigo desde hace más de un mes.
Era media mañana. El sol sofocaba dentro y fuera (después me he enterado de que ayer Salamanca alcanzó calores históricos). Como las radiografías no nos habían dado para mucho, la buena señora me propuso la realización de una resonancia. No le hice ascos a la invitación, sino todo lo contrario, la tomé como un recurso distinto y esperanzador.
Me bajé a la planta de rayos y tuve la suerte de que alguien de los de la lista había fallado y de que hubiera un hueco para mí. A eso, en castellano de a pie, se llama llegar y pegar.
Sin tiempo para nada, si acaso para firmar unos consentimientos que lo único que hacen es asustar al enfermo, una enfermera me invitó a ponerme como don Quijote en la venta en ocasión gloriosa y me introdujo en un tubo estrecho con solo dos indicaciones: a) Vas a estar metido ahí durante unos veinte minutos; b) Toma esta perilla y, si sientes claustrofobia, apriétala para que te atendamos.
Andaba yo a esas alturas como Mingo en la horca, pero con una diferencia. Mingo podía ver desde el cadalso a todos los que, desde abajo, lo contemplaban; yo, en cambio, parecía que me hubiera despedido del mundo y que hubiera pasado a ser carne de chiquero. El susodicho tubo tiene apertura por ambos lados, pero mi despiste, y acaso mi miedo, me impidieron ver la salida y la luz del fondo del mismo; de ese modo, todo parecía que se acababa a solo unos centímetros de mis narices y que mi cuerpo se encajonaba en un lugar que se adelgazaba mucho más que un zulo.
¡Veinte minutos y enclaustrado en aquellas dimensiones en las que apenas cabía mi cuerpo! Enseguida empecé a entender lo que significaba claustrofobia y estreches. ¡Y sin acudir a clase ni de latín ni de griego! ¡El mundo reducido a casi nada! ¡Y mi terraza tan lejos!
¿Cómo combatir esas sensaciones? Solo con ejercicios mentales que mejor es no describir aquí y con el sencillo examen del olvido. Por si los dioses no se habían puesto del todo de acuerdo, andaba, en la sala de espera, entre las páginas de “El gran diseño”, obra de Stephen Hawkins que navega por los conceptos de la materia, de los quarks y de otras zarandajas en las que yo me pierdo conceptualmente. Así que toda la materia se me vino encima, la física y la mental, el tiempo adquirió otra dimensiones, y el espacio ni te cuento. Creo que ahora entiendo mejor también estos conceptos, que precisamente ocupan bastantes páginas en el libro de marras. Y así un minuto, y otro minuto, solo en el agujero y a merced de lo que diera de sí mi imaginación. El repertorio más socorrido se me voló pronto y volví a repetirlo. A veces abría los ojos pero me topaba con el techo del tubo justo encima de mi vista, sin ángulo posible para extender la mirada. ¡Veinte minutos por delante, quince, diez, ocho… !Imposible el fin de aquella estrechez!
Pero, como explica Hawkins, glosando a Einstein, el espacio y el tiempo son variables, y no son planos. Había que aprender a medirlo a mi manera. Y la encontré. Era sencillísima. El intento de sueño sería mi aliado. Así que traté de olvidar cualquier imagen y de invocar cualquier sensación de bienestar y de complacencia. Todo desde la oscuridad pero con imanes positivos.
Creo que me funcionó y que vino a salvarme de un rato eterno y complicado. En un momento indeterminado, la señorita me dijo: “Hemos terminado”. Y noté cómo iba saliendo del nicho de la eternidad hacia la realidad sencilla y cotidiana: enfermeras, ropa, sillas, pasillos… ¡y espacios!
Y Nena que me aguardaba en la sala de espera. Le di un abrazo fuerte y me senté a serenarme. Después procuré olvidarlo todo, hasta este rato de mis cuarenta o cincuenta líneas.
¿Alguien quiere alguna otra lección etimológica?

lunes, 27 de junio de 2011

PÁJAROS DE VERANO

Hace ya años que me negué a asistir a eso que llaman procesión del Corpus. Creo que desde los años en los que me tocó ejercer de concejal en este ayuntamiento y me veía entre la espada y la pared, entre mis convicciones y esa obligación social que uno se echa encima, nunca se sabe muy bien si real o un poco inventada.
La teoría me sigue resultando sencillísima. Se trata de un acto religioso en el que tendrían que intervenir los fieles de esa religión y nada más, con su libertad y con su libre voluntad. Sin embargo, en esta, y en casi todas las demás poblaciones de esta piel de toro, se funden por las mismas calles representantes de casi todos los grupos de poder. Así, en casi todas estas procesiones se mezclan poderes religiosos, poderes civiles, poderes militares y hasta se apuntan jefes de correos, que los he visto yo presumiendo.
¿Por qué? Analizar la causas nos lleva a una historia en la que, desde casi siempre, en este país, y en casi todos los demás, se han aliado las fuerzas civiles con las religiosas, en una macedonia que no siempre tiene sabor dulce precisamente. ¿Qué coño pintan representaciones militares al lado de un emblema religioso? Si la corporación quiere asistir, ¿por qué no lo hace como otras personas más y se despoja de toda muestra de mando? ¿A qué van allí, a rendir pleitesía y subordinación a elementos religiosos? A eso se le llama volver a la más oscura Edad Media, y alguno de nosotros hasta se atreve a pensar que han pasado varios siglos y que algo tendríamos que haber avanzado ya. En Béjar, además, por si quedara alguna duda, se rinden públicamente banderas civiles ante la representación religiosa. Absolutamente anacrónica la acción, irracional y que nos sitúa en la noche de los tiempos. Y, por si fuera poco, a buscar el reconocimiento de fiesta regional o nacional, por si pueden venir turistas y dejarnos los euros en los bares. A eso hemos reducido públicamente una fiesta religiosa como esta. Como esta y como casi todas las demás.
Así que me quedé en casa, incluso sin la presencia de Sara, que se fue con Nena, con su madre y con su padre a ver lo que se cocía (por la calorina y por el sentido figurado) por ahí.
Aproveché para ver en DVD el concierto “Dos pájaros de un tiro”, concierto que conocía bien aunque solo en sonido y no en imagen. En él y con él disfruté y me llené de sensaciones. Serrat y Sabina son dos de los grandes, dos de aquellos a los que yo tanto admiro. Ellos me dejan las sensaciones de la amistad, de los sones bien acordados, de las palabras bien utilizadas, de las metáforas mejor conseguidas, de la comunión de miles de personas que se mueven ante esas invitaciones a la sensibilidad, de un buen puñado de ideas que empujan a pensar y a actuar junto a los demás y en favor de los demás, sobre todo de aquellos que más lo necesitan y de aquellos que, ante la vida se colocan con los deseos de confeccionársela ellos mismos, sin dejar llevarse por tópicos ni imposiciones añejas y deshumanizadas. En ese concierto era también yo el que cantaba y el que sentía, el que disfrutaba y el que me proponía intentar cosas distintas.
No sé si, en el fondo, no era otra procesión, pero estoy seguro de que aquí nadie me imponía nada, solamente se me sugería y se me invitaba a sentir y a pensar; y no me sentía inferior a nada ni a nadie sino partícipe de emociones en igualdad de condiciones. Y, siendo así, mira tú por dónde, ya hasta me atrevo a bajar banderas para decir que sí, que a mí también me interesan estas emociones, que yo también quiero jugar a ellas.
Ah, y además estaba a la sombrita de mi aire acondicionado.
Cuando volvió Sara, mi niña estaba sofocada por el calor. Cachis.

domingo, 26 de junio de 2011

CON FONDO FAMILIAR


Con fondo familiar he pasado un feliz fin de semana. Siempre son felices para mí los días que paso junto a los míos, junto a los que más quiero y en los que me refugio porque, cuando extiendo las antenas, me empiezan a fallar las imágenes y las fotografías se me hacen más borrosas.
 Pero me han sucedido muchas más cosas, por más que ninguna se aproxime a la insultante belleza y desparpajo de mi nieta Sara, que se abre a la vida como una rosa del mejor rosal. Sus dos años me la han convertido en una flor y en un cañito de espabile por el que mana la vida a borbotones. Y yo me remanso en ella y en su mundo, que crece y se amplifica cada día y casi cada hora.
Tomaré nota, no obstante, de algún otro suceso. Estuve ayer sábado en el parque municipal durante más de una hora, al lado de los llamados “indignados”. Llegué a duras penas, con mi pierna a cuestas y con el ánimo de escuchar sobre todo. Porque no tenía seguro que yo estuviera indignado por las mismas razones que las que podían esgrimir muchos de los que allí acudieron. Y pronto descubrí que mis sospechas no eran infundadas. Veamos. Yo no estoy parado, yo llego con cierta facilidad (no prodigo ningún gasto especial casi nunca) a fin de mes, mi futuro no se ve amenazado por ninguna tormenta económica, por más que la situación puede cambiar para peor en cualquier momento… ¿A qué iba yo allí, entonces? Porque yo confieso que también estoy indignado. Estoy indignado, no por mi situación personal que, aunque no pueda presumir de nada, ya he afirmado que me permite vivir con cierta tranquilidad, sino por las causas que, a mi entender han generado la situación laboral de tantas personas en esta sociedad y por la escala de valores en la que nos movemos, la cual, también a mi entender, no hace sino acentuar que la situación empeore laboral y socialmente. Sobre todo por esta segunda razón.
Sigo pensando que el hecho de que la gente se reúna y manifieste sus inquietudes vale mucho más que quedarse en casa y dejarse llevar por la corriente o por las indicaciones que nos vienen dadas desde los medios de comunicación o desde otros medios de poder. Pero salir a la calle asegura muy poquitas cosas; como cualquier otra acción, si no se sitúa y se contextualiza. La espontaneidad es un valor pero, de nuevo, si no se organiza, no suele conducir a demasiados resultados positivos. Y lo que yo creí ver allí fue mucha espontaneidad y muy buena voluntad, pero muy escasa organización de ideas y, aunque no sea una opinión muy positiva para un hecho que me resulta de entrada positivo, bastante falta de información. Se sugerían y hasta se proponían acciones directas desde afirmaciones que creo que no siempre eran verdad. Un ejemplo: Se propuso activar el reglamento de participación ciudadana. Pues bien, ese reglamento existe, las asociaciones de vecinos asisten a las reuniones, no creo que se pueda decir que el último equipo de gobierno haya puesto ninguna pega, sino todo lo contrario, a esa participación, y no sé si se va a poder decir lo mismo del nuevo equipo municipal. Así planteadas las cosas, la propuesta se puede volver contra el que, con su mejor intención, la planteó en público.
Y lo que me pareció más complicado fue el hecho de que las propuestas aparecieran sin un esquema de ideas. Iba a escuchar y escuché, pero no me resistí a sugerir que, si no se pone de acuerdo una comunidad en dos o tres ideas generales, después las propuestas concretas se van a evaporar, como se evaporarán los movimientos surgidos de manera informal. Defiendo que, sin una ideología más o menos dibujada, poco lejos se puede llegar. Y pronostico que, al final, se quedarán en el movimiento aquellos que justifiquen y hundan sus propuestas como muestras de esas ideas anteriores. Y entonces muchos se habrán ido, y otros muchos más que ahora gritarán que son sujetos antisistema los que agitan todo esto. Naturalmente. Con dos cojones bien puestos. ¿Pero qué se han creído todos estos garantes del orden y defensores de sus privilegios? Solo los que se planteen el sistema serán capaces de cambiarlo, o de mantenerlo o modificarlo en su caso. Y de cambiarlo para todos. Porque, si a lo que se aspira es a mantener el sistema y solo a darle un blanqueo para, en el mejor de los casos, ponerme yo y que se quite el de al lado y se vaya él al paro mientras yo me sitúo en la casilla correspondiente, entonces habremos hecho un pan como unas tortas. Ya sé que no es lo mismo un sistema turbio que un sistema un poquito menos enfangado, pero lo que hay que plantearse es la bondad o maldad de este sistema que nos ha llevado a lo que nos ha llevado. A todos, no solo a cada uno de los parados individualmente. Esa indignación con mirada alta y general sí es más honda y duradera; otras corren el peligro de ser más egoístas y de repetir el mismo guión aunque con distintos actores. Cuidado con eso.
Creo que seguiré acudiendo en otras ocasiones hasta ver en qué se va concretando todo esto y para dejar alguna intervención en este sentido. Para encontrar trabajo para mí, que no me esperen porque yo ya ando con eso del jubileo, pero, sobre todo, porque yo creo que la indignación tiene que ser porque las causas que han producido  esta situación son radicalmente injustas y antidemocráticas. En el peor de los casos, seguirán teniendo mi consideración y mi aplauso. Y mi solidaridad ante todas las amenazas y desprecios del egoísmo y de la ignorancia que se esconde por todas las aceras.

Y hoy mismo se ha celebrado el Corpus. Pero son líneas para otra entrada.

jueves, 23 de junio de 2011

EN SU TERCERA SALIDA


Tengo a mi caballero de nuevo en disposición de que, “cuando menos lo pensemos, sale otra vez a volar la ribera”. Quiero decir que este don Quijote que yo frecuento cada año está en condiciones de salir de nuevo por esos mundos de Dios en su tercera salida, en esa que coincide con la segunda parte del extraordinario libro. Y lo hace precisamente hoy, jueves, día en el que se anuncia la primera ola de calor. Pobrecito.
Había vuelto el hombre encerrado en jaula de león, sumiso y derrotado, menudeado en piedras y guijarros, rotos los dientes hasta vaciarse de ellos, baciyelmado, flaco y enteco, siempre dominado y apagado por los magos, harto de no dormir y hasta sucio en aguas de todo tipo. Así, un domingo en el que la gente del pueblo andaba remudada, apareció en el carro, por la plaza y encamó tratando de curar sus desventuras.
Parecía que todo se iba a apaciguar, pero no hubo tal porque, en cuanto las fuerzas le volvieron y se incorporó en el lecho, la ocasión le fue propicia para volver sobre sus ideales y sobre sus intenciones de hacer tercera salida para “desfacer tuertos”.
Es muy fácil imaginar la escena que pinta el autor y hacedor del personaje, tan eximio como acumulador de incoherencias y de errores formales, por otra parte. Helos ahí a los tres, don Quijote, el cura y el barbero, arreglando el mundo, como sucede ahora mismo en cualquier bar, en torno de un vaso de vino o en torno de una mesa tratando de arreglar el mundo. Se lo pusieron todo a pedir de boca al caballero. Puesto que la situación está muy mal, la mejor forma de arreglarlo es resucitar la existencia de la caballería andante, la presencia por esos mundos de Dios de personas dispuestas a solucionar las deficiencias: “-¡Cuerpo de tal –dijo a esta sazón don Quijote- ¿Hay más sino mandar a Su Majestad por público pregón que se junten en la corte para un día señalado todos los caballeros andantes que vagan por España, que aunque no viniesen sino media docena, tal podría venir entre ellos, que solo bastase a destruir toda la potestad del Turco? (….) Dios mirará por su pueblo y deparará alguno que, si no tan bravo como los pasados andantes caballeros, a lo menos no le será inferior en el ánimo, y Dios me entiende, y no digo más”.
¿Cómo no trasladar la escena a  algo que sucede estos mismos días? Cualquiera puede ver por esas calles y parques a algunos grupos dispuestos a solucionar, de viva voz, las injusticias presentes y hasta futuras. También caen sobre ellos las pedradas de la infamia, de la incomprensión, de la malicia y hasta de la venganza. Pero les anima, como a don Quijote, la mejor voluntad, el deseo de gritar fuerte que hay mucho tuerto señoreándose por esos mundos de Dios, que, por decirlo con frase más reciente, “otro mundo es posible”. Es posible que sus deseos no igualen en posibilidad con la realidad, que se desinflen  con la derrota y con el poder de los contrarios, que de vez en cuando hasta caigan en sus propias contradicciones… Es igual, por encima de todo, se verán las nubes blancas de la ilusión, las luces de la esperanza que alumbran, la necesidad de mejor vida que proclaman. Es posible, y hasta probable, que los encierren en el sistema (en su aldea vital, como le pasó al caballero), para morir en él, pero la pequeña hazaña durará en el tiempo, como modelo y como senda en la que hay que caminar cada día.
Don Quijote cabalga, aunque en caballo matalote -rocín antes-, desde hace cinco siglos. Y lo hará por mucho tiempo más. Sus oponentes solo nos interesan como referentes que no han de ser imitados. Cada cual sabrá en qué cuadrilla quiere apuntarse.

miércoles, 22 de junio de 2011

AHORA QUE ESTÁN LAS AULAS MÁS VACÍAS

Estamos en el más tierno verano y ya empiezo a pensar en que la luz decrece. Pero no me detendré demasiado en ello, que ahora  bien puedo gozar de tanta luz y de tantas horas sin nada que me agobie.
Tal vez lo mismo les empiece a ocurrir a tantas personas que, en estos días, terminan el curso y, acaso, su carrera educativa. Enhorabuena al que le toque. Exámenes a un lado y notas encima de la mesa, todo se vuelve tiempo desatado de horas y exigencias. Universidades, Institutos, colegios… todos se dan un tiempo de respiro y, desgraciadamente, de olvido hasta septiembre. Porque desgracia me parece que todo se almacene y se comprima en unos meses y que no se conciba la educación como un continuum que va tomando forma por afición y no por obligación limitada a unas exigencias que, una vez salvadas, provocan rechazo y hasta odio.
Hace ya un año que no desarrollo como actividad laboral eso de las aulas (salvando mi UNED y mis ingleses) y acaso ahora lo añoro un poquito. Cualquier consideración acerca del mundo educativo me sigue llamando la atención y me provoca para echar mi cuarto a espadas. Hoy mismo he visto imágenes de jóvenes recogiendo notas de Selectividad y he escuchado algunos comentarios acerca de su validez, de la elección de carreras y de otras variables.
Para mi desgracia, sigo pensando que casi todo, en el mundo de la educación, se sigue supeditando al momento y al resultado del examen, de modo que el resto del año, con sus esfuerzos mayores o menores acumulados, se orienta al esfuerzo de un rato en estas fechas, o en febrero, y al éxito o al fracaso del mismo. Sigo teniendo una opinión bastante desfavorable sobre la organización y la burocracia asfixiante que domina todo y que premia a los que mejor se desenvuelven en la composición de papeles, olvidando que lo esencial está en el aula y en la formación de la personalidad de los alumnos, que lo bueno es ir lentamente dejando la semilla oscura y variada que germinará cuando la madurez vaya alcanzando a la persona que se forma y que el esfuerzo continuado poco tiene que ver con las demostraciones concretas de los exámenes.
Menos mal que a veces se encuentra uno con alguno de los que más huella han dejado en estos asuntos y se reconcilia un poco con sus propias intenciones. Ayer mismo leía estas palabras escritas por Francisco Giner de los Ríos, alma de la Institución Libre de Enseñanza. Tienen muchos años (son de hace ya un siglo) y, por ello, aquí sirve muy bien la expresión aquella de “mutatis mutandis”, pero conservan el frescor de la ilusión y de la visión amplia en busca del ser humano y no de una nota que solo selecciona, y muy pobremente, nada menos que a personas, y que, en el mejor de los casos, apenas consiguen otra cosa que reproducir esta sociedad y esta escala de valores tan manifiestamente mejorables:
“La mitad del problema español está en la escuela: a ella principalmente debió su salvación y debe Alemania su grandeza presente. Hay que “rehacer” al español: acaso dijéramos mejor “hacerlo”. Y la escuela actual no responde, ni remotamente, a tal necesidad. Urge refundirla y transformarla, convirtiendo a esta obra redentora las escasas energías sociales con que pueden contar los gobernantes y sus auxiliares. Lo que España necesita y debe pedir a la escuela no es precisamente hombres que sepan leer y escribir; lo que necesita son “hombres”, y el formarlos requiere educar el cuerpo tanto como el espíritu, y tanto o más que el entendimiento, la voluntad. La conciencia del deber, el espíritu de iniciativa, la confianza en sí propio, la individualidad, el carácter… (…) Y condición esencial y previa por parte del legislador, ennoblecer el magisterio, elevar la condición social del maestro al nivel de la del párroco, del magistrado y del registrador…”
Pues eso, mútese lo que haya de mutarse para que no sotanee nada y razónese en algo tan importante como el hecho de que, incluso económicamente, la inversión más productiva es la que se articula en la enseñanza y en la educación de una comunidad.
Claro que quizá aquí también quieran ajustar los salarios a la productividad, y como, para mucha gente, lo que no son cuentas son cuentos, y en las aulas no se ven los resultados en especias ni en ceros de libretas de bancos, pues tal vez lo tendremos bastante difícil. Qué le vamos a hacer.

martes, 21 de junio de 2011

VAMOS A DAR LA CARA


Ese movimiento confuso y espectacular que se ha llamado 15-M va dejando regueros por todas partes. Como bomba de racimo, se ha extendido por muchas lugares de esta piel de toro. Ya me he pronunciado en su favor, aunque su eficacia no sea tal vez la más visible ni inmediata. He dicho también que la fórmula menos mala que conozco, en los tiempos que corren, es la de los partidos, a pesar de todos sus males, que más que males parecen plagas y epidemias sin cuento.
El caso es que una de las ramificaciones del 15 M ha acampado en esta estrecha ciudad, más en concreto en el parque de la Corredera. Me cuentan que se han producido dos reuniones de un grupo indefinido de personas.
No conozco ni sus formas de organización, ni sus esquemas de trabajo, ni sus propuestas, ni nada. Pero sí sé que no he acudido porque otras obligaciones me lo han impedido. De hecho, pienso estar allí el próximo sábado, si no hay ocupación que lo anule. Porque creo saber qué espíritu los mueve y de qué premisas parten. Y buena parte de esas premisas  y de ese espíritu los comparto.
Mientras tanto, alguien me ha dado pista para leer algunas opiniones vertidas en un periódico digital de esta ciudad. Se trata de Bejar.biz. Como dicen los castizos, “Mi religión me prohíbe ciertas prácticas”, pero allá que me fui, y allí que leí.
Propiciar la expresión de ideas siempre es positivo, pero habrá que recordar algo tan elemental y obvio como que la expresión de palabras no garantiza demasiado. No garantiza la construcción correcta de ideas, no garantiza la construcción correcta de frases en el idioma que nos hemos dado todos (me dan ganas de dejar entre paréntesis, con toda la carga para el que lo sepa entender, que tampoco para el idioma que enseñamos en una práctica no siempre diligente ni provechosa), y, por supuesto, tampoco garantiza la verdad de los balbuceos mentales que se codifican.
Me estoy refiriendo, por supuesto, a la suma de comentarios que se almacenan a los pies de cualquier noticia o de cualquier artículo de opinión.
La libertad de expresión tiene límites. Debe tener los límites de la decencia, de la ligazón, de la coherencia y de cierta gallardía para dar la cara y mostrarse sin careta y sin la talanquera del anonimato.
Gran parte de los comentarios que he leído acerca de las reuniones del 15 M rezuman zafiedad, veneno, falta de honradez, acusaciones infundadas, errores formales sin cuento, analfabetismo de fondo… Lo tienen todo, como, por desgracia, casi siempre.
¿Por qué no dan la cara los susodichos con nombres y apellidos? ¿Por qué se enfrascan en generalidades? ¿Por qué lanzan acusaciones sin elementos de prueba? ¿Por qué ese sarpullido ante cualquier acción que signifique pensar y discutir?
Yo tengo derecho a pensar, desde una pizca de sentido común, que su anonimato los ahoga en la cobardía, que sus generalidades los acusan como analfabetos y que sus señalamientos sin pruebas son signo de su debilidad mental y de su falta de argumentos.
¿Por qué no vienen a manifestarse libremente y a confrontar ideas? ¿Por qué huyen de cualquier foro en el que tengan que identificarse? ¿Por qué no se les cae de la boca el insulto y el disparo a los demás?
Tampoco es que haya que pedir peras al olmo, que nunca ha dado esos frutos, ni hay que esperar sacar agua de pozos secos. La Historia está llena de grupos y de individuos de esta calaña.
Pero me parece que en esta ciudad estrecha, o este grupo es demasiado numeroso, o se repite como la morcilla de Burgos. Sospecho, por desgracia, que se trata de la primera variable. Yo me avergüenzo de pasar por las mismas calles y de comprar en los mismos establecimientos que ellos. No me avergüenzo de beber en las mismas fuentes culturales porque sospecho que esos saharauis no saben siquiera que hay fuentes en las que beber y saciar algo la sed y las inquietudes mentales.
Me da coraje dedicar tantas líneas a desahogarme y no a dar cuenta de los fundamentos del 15 M y de las personas que acuden a estas reuniones. Entre las que, sospecho, dejaría -o dejaré- alguna idea que puede hacer saltar chispas.
Mientras tanto, haré penitencia, como don Quijote en la Peña Negra, para ver si mi mente es capaz de librarse de todos estos fantasmas, endriagos o simplemente imbéciles anónimos.

lunes, 20 de junio de 2011

DE BEBÉ A NIÑA

DE BEBÉ A NIÑA Y DE PRINCESA A REINA
(Para Sara, en su segundo cumpleaños)

Porque el tiempo ha pasado a ser tu tiempo
y tus pronombres representan nombres,
porque determinar es necesario
para un sintagma que se torna único,
porque se halla en tu cuerpo la materia
sorprendida de sí  con tu hermosura,
porque ya son dos velas las que encienden
de luz toda la casa, ya tu casa,
porque cuando me miras me ves otro
y yo te veo distinta y más tú misma,
porque ya vas y vienes a tu antojo
por los espacios limpios que te marcas,
porque esos ojos bellos cuando miran
invitan a dormir en sus pupilas,
porque vas conociendo que a unos días
suceden otros días simplemente,
porque el espacio es amplio y tú lo pisas
con pies que dan sentido  a los caminos,
porque llenas de arena cualquier tarde
y de contento y risa mi semblante,
porque sabes sumar bien las presencias
y la ausencia la anotas con tristeza,
porque tienes perfil de colegiala
en las últimas fotos de tu álbum,
porque arrugas el gesto si no entiendes
cualquier palabra extraña en tus oídos,
porque tienes dos trenzas y ya puedo
llamarte sin reparo “mi trencitas”,
porque te veo más alta cada día
y más abierta al mundo en tus palabras,
porque, en fin, vas tejiendo lentamente
un refugio con toda tu experiencia.

Por eso y por las cosas de la vida
que vas a compartir con mi presencia
-espero que me invites a unas cuantas:
me conformo con verte y sonreírte-,
déjame que hoy levante mis dos manos
por tus dos años tiernos, por tu ascenso
de bebé a niña hermosa, de la niebla
a la feliz ternura de tu propio espacio.

sábado, 18 de junio de 2011

CADA COSA A SU TIEMPO

2011-06-17                                             
Y fui con mi cojera más calmada hasta la capital. Es ley que no conoce excepciones que, cuando uno va a acudir al doctor, los males disminuyen; después, cuando uno vuelve, se encargan de ponerse de nuevo en su sitio y de dar la lata que crean oportuna.
Llegué a media mañana y casi fue llegar y pegar. Esto de las medicinas concertadas en compañías privadas funcionariales tienen estos privilegios: cita para el día siguiente y llamada inmediata. Olé por la democracia y por la igualdad de derechos. Juro que está en la ley y que no me salté ningún precepto, o sea, que estoy en el más estricto estado de derecho. Olé.
Me auscultaron, me radiografiaron, me diagnosticaron y me pronosticaron. Solo una rigidez de columna y reflejos dolorosos en la pierna. Bueno, pues será verdad, pero a mí esta tarde la pierna me ha vuelto a doler más de la cuenta.
Mientras aguardaba un poco en la salita de espera, leía, en mi libro digital, Rimas, de Bécquer. Qué atildadito y melifluo leído en esa situación, qué poco me decía y qué alejado lo sentía de la realidad. Es seguro que cada lectura tiene su contexto, y aquel no le pegaba para nada a la niebla y a la bruma flotante en la que siempre se mueve el poeta romántico.
Después, en la espera de rayos, el asunto se complicó. De repente, apareció un trío de personas con prisas y en urgencias. Una mujer joven y hermosa aparecía sentada y abatida en una silla. Uno de los acompañantes declaró que se trataba de un asunto de malos tratos físicos. Después les oí hablar y reprocharle a la mujer a la que acompañaban tantas complacencias con alguien que, naturalmente, no estaba allí acompañando a la mujer. Cerré mi libro electrónico y casi renegué de Bécquer y de sus cucharadas de miel.
Las canciones de Sabina, que me habían acompañado a la ida, dieron paso, en la vuelta, a boleros también de tono suave y sin sustancia.  Cada música tiene su momento. Y esta mañana no era el de los boleros tampoco.
Menos mal que me he venido con cierta convicción -solo cierta- de que lo que me ocupa en la pierna se me tiene que ir quitando con el tiempo y de que mi preocupación no debe ir más allá de cierta rigidez en la columna. Veremos si es verdad.

viernes, 17 de junio de 2011

OÍDO COCINA


2011-06-16  17: H                                       OÍDO, COCINA
Ando tras un bálsamo de Fierabrás que me calme estos dolores bobos que me toman la pierna y que me empequeñecen hasta dejarme en tonto y sin sustancia. Y, mira tú por dónde, don Quijote posee la receta: “-Es un bálsamo –respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna. Y así, cuando yo lo haga y te le dé, no tienes más que hacer sino, cuando viere que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se yele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me dará a beber solo dos tragos del bálsamo que he dicho, y verasme quedar más sano que una manzana.” ¡El bálsamo de Fierabrás!
Lo que dije, el tipo se lo sabe. Pero no acaba de soltar prenda.
El caso es que llevo demasiadas semanas con el cuerpo un poquito partido de ciática (o vete a saber de qué), que me recupero con demasiada lentitud y que espero algún bálsamo de Fierabrás para poder curarme, y enderezarme, y revivirme, y regresarme. He probado de todo: pastillas, inyecciones, bálsamos de flores varias, exorcismos mentales… Y no acaba de haber forma. Mañana iré a la capital para ponerme en manos de algún otro mago y veremos qué pasa. Pero quiero ese bálsamo, que ya sé que se usaba en las tierras extremeñas, en las riberas del Tajo, en la Puente de Mantible medieval y carlomagnero, o sea que tiene toda la tradición del mundo y algo más, y que acaso hasta hunda sus raíces en las tierras de Asterix y Obelix, o incluso en las pocilgas de la misma Circe, quién sabe, pero que, como los marcianos que pululan por la estratosfera, no acaban de bajar a dar la cara y a dejarse invitar a unos vinos en la calle y a la vista de todo el mundo.
Acaso ya los druidas, o el mismo Fierabrás, se guardaran la fórmula para mejores tiempos. Los imagino ahora vendiendo sus recetas en cualquier chiringuito televisivo, en formatos de programas de cocina o de restaurantes de cuarta generación, con fundación incluida. No me extraña que Sancho ya se diera cuenta del chollo y quisiera echarle el ojo, incluso cambiando su posesión por la de la misma ínsula.
Este Quijote hasta cocinero se me vuelve. Y de los de la estrellas Michelín. Sostengo que, al fin y al cabo, su último bálsamo fue tal vez su propia fe y fueron sus propios ideales los que lo mantuvieron sobre el caballo, en los campos y en las actividades. Y cuidado que se le partió el cuerpo veces a lo largo del camino.
Así que, ingredientes para cuatro personas: medio litro de agua, tres dientes de ajo, una cola de lagartija, diez hojitas de hipérico…., y un buen manojo de ánimo positivo. Sírvase bien frío y, a poder ser, en ayunas.
  No sé para qué me entretengo en este juego balsámico si conozco muy bien los resultados que produjo el maldito bálsamo en el bueno de Sancho y en las barbas de don Quijote. Pasarratos.

jueves, 16 de junio de 2011

DON QUIJOTE INDIGNADO


Y te fuiste de ronda por el campo, por los extensos campos de Montiel. Ya llevabas al lado a tu escudero, con ínfulas de ínsula a la espalda. Y vinieron a verte las crudas realidades: los sopapos del turbio vizcaíno, los molinos de viento…
Déjame que me quede en los molinos, tan plantaditos ellos, tan eternos, tan al pie de la ley y de los vientos, tan a favor de norma y de molienda; de toda la vida, vamos, de los de la constante tradición.
Te empeñaste en ver más allá de la descripción que, mostrenca, se te ofrecía y, hala, a cambiar aspas por brazos de gigantes briareos, y a sumergirte en otras realidades, en otros mundos nuevos, aunque fueran tan viejos. Y al pasar de la raya de realidad mostrenca, te diste bien de bruces con esas fuerzas brutas que no ven más allá de sus narices.
Qué atrevido este hombre, mira que interpretar las realidades hasta intentar cambiarlas por otras más sociales y de estricta justicia… Así te fue, buen hombre. Al molino se va a moler el trigo, y se deja en su sitio la maquila: es lo que hay en la ley y en sus versículos; y un ciudadano cumple con las leyes, dónde vas a parar, que lo demás es ruido y anarquía, dicen ellos.
Tú fuiste uno de esos, de los que ven las leyes como un lujo, de los que creen que solo son un filtro para poder vivir sin darnos leña. Pero supiste también que no alcanzan las leyes las amplias variables de la vida, que son un lastre siempre si no son auxiliares de otros modos con los que hacer camino más humano.
Hoy hay otros quijotes sentados en las plazas, pasándose las leyes por el forro, sintiendo que esas leyes no les dan fiel respuesta de tantas injusticias como pueblan la acera de las calles. Y por eso se exaltan, sobrepasan con rabia eso que muchos llaman las estigmatizadas líneas rojas (cuántas connotaciones:!líneas rojas!) para gritar con fuerza que hay gigantes enfrente, que eso de describir tan solo es de mostrencos, de los que no han pasado por conciencia ningún filtro de datos. ¿Pero no se da cuenta este senado: representantes ligth de alto copete, medios de la derecha y de los centros, filósofos al uso, predicadores varios que se forran a base de sermones en los medios, corporaciones todas, tontos múltiples… de que algunas protestas aspiran a llevar a la otra orilla la descripción de datos y de alzarse con ellos en otra realidad y en otras causas que explican de verdad lo que sucede? ¿De verdad que no hay nadie que descubra que interesan el trabajo y el descanso, el número infinito de parados, las fábricas que cierran…, pero que importan tanto y mucho más todas aquellas causas que han generado el caos, no solo laboral sino social y de formas de vida? ¿Cómo se puede ser analfabeto en esas cantidades industriales? ¿Es que no oyen los gritos ante ellos de los que ven que hay otras realidades distintas, diferentes, otras maneras de ordenar la vida?
Estoy viendo quijotes estos días en muchísimas plazas dispuestos a la lucha y a proclamar que al menos por ellos que no quede. No quiero recordarles tus tristes resultados. Mi voz está hoy contigo gritando por la plazas y los barrios.

miércoles, 15 de junio de 2011

ESTÁS FUERA DE JUEGO


“Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”.
¿Pero, adónde vas tú entre estas frondas de paisajes celestes y de arabescas palabras? ¿Pero te has mirado a la cara? ¿Pero no ves que vas en espantajo y en contraste brutal con lo que miras y con lo que te rodea? ¿No te va a rechazar todo lo que acometas?  ¿Pero qué consistencia tiene tu celada? ¿Cuáles son tus fuerzas? ¿A qué aspira tu apariencia? ¿No notas que tu caballo renquea y va cansado? ¿A quién vas a vencer con esas pintas? No seas payaso de feria, que no te disparen al tuntún y a ver qué pasa, que te consideren y que de tejen con tus cosas. No des tanto que hablar, para que no digan que no hay quien lo remedie. Si es que vas que te caes de ese caballo. Y encima sin título oficial de caballero, ni con los papeles necesarios para aspirar a algo. Te van a detener como a otros muchos que llegan en pateras y trabajan en los oscuros pliegues de la noche. Ponte al  día, colega. Viste coraza nueva, cámbiate de rodela, levanta la cabeza y deja la celada sin los lazos. Si vivieras ahora, con esas pasarelas de la moda, con esos del hotel de cinco estrellas, con los de los contratos de seis ceros… Esos sí que hacen juego con la aurora. Y, ¿sabes?, los aplauden a rabiar con las orejas.
Estás fuera de juego, compañero.
Pero sé, no te apures, que tu fuerza está dentro, que allá, en tu corazón, todo es empuje, que, si te descamisas, te queda un torso duro y trabajado, que estás para las duras y maduras, que no pides por nada, solo ofreces, que tu contrato es largo y bien firmado, que siempre ves la cara de la vida y el vaso medio lleno, que no hay labor ni esfuerzo que te arredre, que siempre estás ahí por si te llaman, que eres un 012 permanente, que te violas la vida y la sometes a lo que solicita tu conciencia.
Sabes lo que te digo, compañero, que me quedo contigo, que de momento aguanto y que te aplaudo, que la venta es castillo si tú te lo propones, que el ventero es guardián de alguna fortaleza y las mujeres reinas a fuer de ser princesas. Si tú lo dices, vale. Y ármate caballero, que hay mucho por delante.

martes, 14 de junio de 2011

DON QUIJOTE CABALGA DE NUEVO


Estoy como volviendo a las andadas, como dejándome caer por el terreno pendiente y embalado que me lleva a sus páginas.
Está a punto el verano y los calores se apoderan de todos mis impulsos. Entonces, me desmadejo un poquito más y procuro esconderme y refugiarme en mí mismo y en las sombras que me semejan frío, o que al menos me ofrecen un poco de respiro.
En estas variables, suele caer, como por ensalmo, sin saber  muy bien cómo, en mis manos, la obra inmortal, el baúl de la ciencia, el infinito de todos los caminos, la risa y la conciencia almacenadas, todo lo que yo pueda apetecer. Es de nuevo El Quijote, ese libraco hondo que todo me lo dice, que me acompaña siempre, que cada vez me habla con más estrecha confidencia, que parece que tiene respuesta para todo.
Y aquí lo tengo de nuevo, a ras de mesa. Se ha bajado del anaquel -en realidad está siempre dispuesto- y se me ha abierto esta vez por el principio, por las entrañaduras de sus primeras páginas, por sus justificaciones y por sus dedicatorias. No me apetecen mucho tantas formalidades, aunque sé bien que explican muchas cosas de las que vienen luego, a lo largo de todas las otras páginas. Las he leído despacio, las he mirado lento y he visto, por ejemplo, a ese duque de Béjar, distante y tal vez hasta desconocido para el autor, pues la dedicatoria acaso ni siquiera hay que atribuirla al propio Cervantes sino al editor, aunque esos asuntos, y en plaza como Béjar, mejor no menearlos para no herir ninguna susceptibilidad.
Y me he ido de cuajo al primer capítulo, a la preparación y a la salida, a contemplar despacio  la catadura física y moral de los participantes: ese hidalgo pequeño, avejentado, desde sus cincuenta años –eternamente viejo para aquellos tiempos de media de edad de 35-, sus pertenencias magras en tierras adquiridas vete  saber cómo por su familia, sin trabajar el campo, que no es cosa de hidalgos ni de coña, pero con la apariencia de la dueña y la sobrina ante las otras gentes, armado de rocín que fuera antes, ya caballo mugriento y acabado, con armaduras viejas, cargadas del orín y acartonadas, con comidas de pueblo y campesinas. ¿Adónde vas, Quijote, con esas pintas raras y grotescas? ¿Qué tuertos quieres desfacer por esos campos de Dios, buen hombre? ¿Es que caso pensar es peligroso? ¿Es que leer es malo pues te convierte en ser de otros parámetros? ¿Por qué imaginas mundos que no existen afuera sino adentro, en tu imaginación y en tus deseos? Te vas a dar de bruces con los aires y con las cosas todas.
Buscaste la estructura de los nombres, de tu nombre gracioso, de tu caballo enclenque, de tu señora  eterna con sus servidores (tú el primero), de todo lo que el esquema te exigía  para tener fijada la estructura.
Y hala, por el mundo, a ver qué pasa, que hay mucho que arreglar y que vivir, que la aventura aguarda, que otro mundo es posible sin tardanza. Aprovecha los días de buen tiempo. “Y llévame en tu montura, caballero del honor”.

lunes, 13 de junio de 2011

AMIGOS Y PAPORROS

He asistido hoy a una fiesta nueva y vieja para mí. Sabía de su existencia pero nunca había acudido. Hoy me reclamaban mis amigos que, desde muy lejos, habían venido para confraternizar con gente de su gente, de su gens, de su tribu, de su familia, de su pueblo.
Los paporros estaban hoy en el Castañar para celebrar su propia virgen, su propia romería, su fiesta particular. Todas estas fiestas no son otra cosa que variantes de las fiestas de primavera, de las celebraciones de alegría por el buen tiempo y por el dominio de la luz y del calor. Después vendrán las fiestas de la recolección y las vestiremos de fiestas patronales de agosto y de septiembre, cuando, cansados y agostados los campos, nos ofrezcan sus sazonados frutos en forma de cosecha. Sobre esta realidad tan evidente, se superpone siempre ese empeño eclesial de marías y de vírgenes, de apariciones castañeras o de ramas de robles o de encinas. Qué más da. Es ese empeño inalterable de hacerse con todo que tienen siempre las religiones, sobre todo las religiones monoteístas.
El caso es que la gente, dejándose llevar por lo que sea -cada cual sabrá por qué-, se sale al campo, comparte pan y mantel, distribuye viandas, canta, se exhibe un poquito, menudea  en las charlas, toma el sol, repasa la vida y siente que otro día se le va de las manos pero en compañía, al amparo de la amistad y de las buenas sensaciones.
Vino Jesús desde Málaga, que ya son ganas, vino Antonio desde Cáceres, que también son ganas, vinieron Tere y Pedro desde Salamanca, desde donde se necesitan menos ganas. Con ellos hemos estado y hemos compartido unas horas, las de la amistad y las de sentirnos juntos después de tantas semanas. Mejor que por defecto, por exceso; nunca hay que poner tino a estas reuniones. A mí me gustan siempre. Y si es entre amigos, no hay colores.
Digo que allí estuvimos Nena, Manolo y yo mismo, rodeados de buenas personas y, sobre todo, de amigos.
El Castañar estaba en su apogeo. La luz y el sol lo dominaban todo. Los vinos disputaban en sabores en nuestros paladares. Qué buenos quesos y qué hornazos trajo Tere. Hasta Pedro Cubino se puso de mi parte y asaltó nuestra mesa con platos bien guisados.
Nos volvimos a Béjar a eso de media tarde, con la sonrisa ancha, con la palabra gracias, con el sentido pleno, con una sensación de bienestar que solo los amigos nos ofrecen. Gracias por todo, hermanos.
Y mañana la fiesta en la Peña de la Cruz. Será para otra gente, pues no se puede estar todos los días. Pero será para ellos también otra sesión de complacencia, de bienestar alegre, de dar gracias a todo por la vida, por esta nueva luz que nos invade. Que está la primavera ya de paso y apenas se despide con ansias de verano.

domingo, 12 de junio de 2011

VARIACIÓN PARA UN DESPOJO


Émbolos, tuercas, minerales, ruedas,
aceite, herrumbre, materia original,
orín, metales, bielas, hierros, ejes,
muelles, chatarra, cobres, gomas al azar…

Fue todo el tiempo azul en tu montura,
fueron besos los usos de tu velocidad,
la eternidad cuajada en un minuto,
la sensación  más pura a lomos del pedal.
¿Para qué tanta prisa si el camino
siempre llevaba a la ocasión fatal?

Del hueco mineral salió tu fuga,
y ha de tornar al núcleo mineral,
con el sabor de oscura reciedumbre.
En la sólida nada del empuje inicial,
volverá a abrirse paso otra aventura
de vida, de ilusiones, de metal.
Tus restos han vivido hasta el recuerdo
de un carpe diem con zumo cenital. 

Foto: Manolo Casadiego. 

sábado, 11 de junio de 2011

GAVIOTAS EN EL CIELO


Debería haber salido al campo y no lo he hecho. Tendría que haber estado en la constitución del Ayuntamiento, al lado de los que más lo necesitaban, y no he acudido. Me quedé en casa velando mi ciática que no remite del todo. Menos mal que esta tarde me ha dado tiempo de acudir al Buen Pastor donde unos muchachos de PREMISA han estado divirtiéndose un rato y haciendo pasar una buena hora a parte de los residentes. Esto me compensa de otros sinsabores.
Pero he visto noticias de tomas de posesión en muchos sitios. Hoy era y es alta fiesta democrática, al menos de nombre. Vale, enhorabuena para los premiados y ánimo a los no premiados que se sientan en los otros bancos.
Hay quien se niega a apellidar el concepto de democracia y se asusta cuando alguien habla de democracia real frente a democracia formal; lo mismo que cuando uno hace referencia a libertad formal o libertad real. Lo hacen, claro, los que mejor asentados van en el carro de la vida.
No estaría mal que comenzáramos con el significado etimológico de la palabra: demos + cracia = pueblo + poder. Ya se ve que al menos tienen que cumplirse, pero de verdad, dos requisitos: que exista verdadero poder, y que este lo ejerza de verdad el pueblo. Y me muero de la risa si empiezo a considerar o a mirar si el pueblo ejerce el poder sobre mi vida. Yo al menos no lo siento así; noto sobre mi cabeza los poderes de los banqueros y de los que dominan los medios de comunicación, por ejemplo, pero ni me roza el que sobre mí podrían ejercer los que apenas llegan a fin de mes. ¿De qué poder me están hablando entonces? Y, aun si habláramos de poderes, ¿cuáles se visualizan más? Porque los hay económicos, religiosos, políticos, sociales, culturales, comunicativos, familiares… Parece que no se puede discutir que cualquier voto vale lo mismo, pero ¿se vota en las mismas condiciones?, ¿se ha puesto a cada elector en las mismas condiciones intelectuales, morales o sociales? A robar a Sierra Morena, y a engañar a otro sitio. ¿Y depositar un voto significa entregar el poder de decisión durante cuatro años a los representantes? ¿Eso también es democracia en estado puro?
¿Y el asunto ese del “pueblo”? ¿Quién es el pueblo? ¿Es cualquiera que pasa por la calle o vuelve a ser el señor Botín o el director de un periódico o de una televisión? Y algunos todavía argumentan: “Pues crea tú un periódico o una televisión”. Y se quedan tan anchos, como si hubieran descubierto el Mediterráneo. Payasos.
¿Es esa, entonces, la democracia? ¿No hay argumentos para andar vigilantes y exigiéndole que se comporte cada día y cada hora? Cuántas veces echo de menos el valor etimológico de las palabras y cuántas más aborrezco del uso social de las mismas, uso impuesto tantas veces a su favor por los que detentan el poder.
El cielo de este país se ha cubierto de colores azules y de vuelos marinos de gaviotas. Nada que oponer a los criterios formales, sí, y mucho, que disentir en lo que a criterios reales se refiere. En esta ciudad, por ejemplo, se ha comprado a dos partidos con tal de sumar votos, por ejemplo. Nadie lo ha castigado. Me siento desconcertado y triste, no entiendo cómo es posible que no se castigue la falta de honradez. ¿Qué criterios oscuros se superponen a estos? Prefiero no hurgar para no desazonarme.
Expreso aquí un deseo de difícil cumplimiento: la experiencia me avala. Que gobiernen los que han ganado, que para eso tienen el mandato. Pero, por favor, que no se lo tomen como si fueran los jefes absolutos de cualquier fábrica. Lo representantes de la oposición deberían tener el mismo derecho a expresarse, de manera que todo el que quiera pueda tener su opinión acerca de lo que se esté dilucidando. Después los votos decidirán, que para eso están. Ya digo, no tengo mucha esperanza.
Por lo que a mí respecta, si con los más próximos tampoco se me invitaba mucho a la participación, con los de otros esquemas no es esperable nada precisamente mejor. Qué le vamos a hacer.

viernes, 10 de junio de 2011

QUE OTRO DOLOR ME SALVE


No se me abren las puertas de las ganas en este mes ciático en el que ando renqueando por todas las esquinas. Son ya varias semanas bajo los efectos de este dolor maldito que me deja transido cuando quiere y me permite andar como si nada me sucediera tres pasos más allá. No me sirven del todo ni pastillas ni inyecciones, ni mejunjes traídos con la mejor voluntad desde las hierbas del campo, ni mis mejores deseos de ponerme un poco en pie. La verdad es que tengo un ataque de ciática como nunca lo he sufrido. Y esto, ya durante varias semanas, me quita calidad de vida y me sumerge en un estado un poco anodino y sin chispa de ningún tipo. De modo que aguanto y veo la vida traspapelada y caprichosa, haciendo de mí lo que le viene en gana. ¿Por qué no me da todo el dolor de una vez y me deja en paz para los restos?
Lo cierto es que anotar detalles de mi salud no parece precisamente lo más universal ni sabroso. Es más, espero que a mí mismo se me haya olvidado dentro de pocos días. Tal vez sí tenga más especias el guiso del concepto del dolor cuando domina la vida y la controla a su antojo. Entonces el dolor vale para mi ciática, pero sirve también para cualquier postración. Y hay tantas por ahí…
A diario paso varias horas en el Buen Pastor. Procuro saludar, a la llegada, a los ancianos que más han madrugado y que ya toman asiento en la sala central. Ese saludo amistoso para comentar deprisa cómo se presenta el día les levanta un poco el ánimo y me lo agradecen. Pero ya veo en esos cuerpos el sufrimiento de la edad y de los achaques. Hay rostros muy entecos y piernas muy llagadas, hay colores de cara con mucho gris y tintes amarillos, hay resignación por la impotencia y el peso de la edad, se quejan de las piernas, del dolor de cabeza, de los huesos que crujen, de cualquier hueso roto, del frío que les impide los paseos o del calor que aguarda a mediodía.
Después, a media mañana, muchos días, subo a la planta tercera para encontrarme con los ancianos más necesitados. Es la edad asilada, es la vida enclaustrada, es el refugio último de los años idos, es una sonrisa levísima cuando se les ofrece una caricia, es la vista cansada de tanto mirar y de ver poco y no todo bueno, es la espera no siempre apacible ni menos placentera, es un suspiro por los que no vienen, es un quejido agudo por no marcharse ya, es un vaivén lentísimo de los momentos grises, nebulosos. Son demasiadas sillas para acoger dolor.
Así que me pondré otras inyecciones y saldré a tirar millas por el campo, arrastrando mi pata maltrecha y malherida, y, cuando vuelva a dar vista a mis viejos, echaré una sonrisa, haré alguna caricia, intentaré levantar ánimos, miraré al horizonte y acaso mi dolor sea más pequeño. No encuentro otra manera de aliviarlo. A ver si tengo suerte.

miércoles, 8 de junio de 2011

¡LUCHAR POR EL FUTURO? ¿QUÉ FUTURO?

Pienso en los que se suben -nos subimos- al carro de la vida, pensando demasiado en el futuro. La mañana es mejor si en perspectiva nos miran muchas cosas favorables y no hay ni una tormenta en el final azul del horizonte. Ajustamos esfuerzos con un fin definido, luchamos por llenar una casilla con zumo de naranja y con pasteles en medio de la mesa de la vida, sudamos con pasión la gota gorda con tal de que más tarde nuestra casilla esté muy bien vestida, con adornos al uso y con destellos de los que acaso dejan deslumbrados a los demás que miran y que admiran con envidia y con ansias semejantes: Ya se sabe, aquello de los coches, las libretas en los bancos, los viajes, los minutos de gloria en cualquier medio, los puestos con derecho de pernada…
Tal vez en esa lucha por la vida se nos va todo esfuerzo y toda lucha, observados con celo y con cautela por los guardianes últimos, por los carabineros que guardan la ortodoxia y castigan con látigo y con cárcel a quien osa buscar otros caminos que no sean los marcados por esa línea única. También ya lo sabéis, son los mercados, las leyes formalistas, sus intérpretes, las fuerzas bien armadas en defensa del orden, de ese orden, no de otro, en suma, los criterios de rigor formalista solamente.
Pienso en tantas personas que ahora mismo, por ejemplo, se mueren de nerviosos por encontrar un sitio en aprobado de selectividad, o en los que ya están cerca de la fecha de cualquier oposición o cita de trabajo, o en los que aguardan impacientes la llegada de no sé qué coche para lucirlo al aire del verano, o, ansiosos y excitados, se preparan para otra etapa nueva de la vida. En fin que pienso en todos, por ejemplo, y en cada uno de nosotros.
Y no es para decir que no se piense en lo que ha de venir, para esperarlo atentos y apostados. Defiendo la ilusión de lo buscado, de lo que se pretende porque se quiere y es mejor encontrarlo que se nos dé de frente y a la cara. Una ilusión de vida, un pequeño proyecto es siempre bueno y saludable, da, además, buenos reintegros.
Pero pensar futuro tendría que ser tal vez para encontrar un nuevo día, un día con más sol y menos nube, un día en el que el cielo, si llueve y si se cansa y precipita, lo haga en todas partes y llueva y precipite para todos. Pensar en el futuro solo tiene sentido si es para gozar más por una nueva vida, por un proyecto amplio y muy distinto, por cambiar por derecho y en raíz tantas cosas torcida e inexactas, tanta maldad y tanto desvarío, tanta injusticia vestida formalmente con las ropas de formal democracia.
Pienso en los que han salido a gritar a las calles durante el mes de mayo, a exigir ese puesto que les niega el ajedrez difícil del futuro, a gritar que merecen un respeto y cualquier ocasión que se deje pillar por el camino. Y tengo miedo a veces de que griten por agarrarse al asa de esa casilla que he descrito antes, me preocupa que aspiren a subirse en un lugar del carro de la vida en el que vivan bien y se aseguren su plato de lentejas. No les puedo exigir que sean héroes si no me lo pido a mí mismo. Pero me gustaría muchísimo que su futuro no fuera un quítate de ahí porque es mi sitio y búscate la vida por tu cuenta, un yo he jugado duro y es mi plaza, un yo encontré por fin lo que buscaba, si el juego de la vida continúa siendo el mismo de siempre, si la injusticia y la desigualdad siguen marcando pauta y pasamos la vida en el aplauso de quien desde esta normas y esta vida se ha sabido montar en el machito y exhibe plata y pecho por las calles.
Ese nos es el futuro, ni siquiera el futuro singular y egolatrado; eso es solo egoísmo y gritar exigiendo un seguro bocado en la comida ingrata de las hienas, es cambiar todo en un momento para que todo siga como estaba con nuevos invitados a la mesa de las dentelladas.
¿Para qué ese futuro? No merece la pena. Aquí prefiero ser lector de biblias: “¿No veis a los pájaros del campo que no recolectan…?” Hay futuro y futuros. No todos son lo mismo, desde luego. Parecerá tal vez contrasentido, pero un futuro mal entendido es un mal futuro y luchar por su existencia es el peor esfuerzo que podemos prestar a nuestras vidas.
Sé muy bien que tengo que exigirme la prudencia porque yo sí encontré una casillita desde la que jugar a la ruleta con algo de certeza. Lo repito de nuevo: no puedo exigir héroes. Pero sí imaginar alguna hazaña que abarque algún terreno más extenso que aquel que tiene puesto nuestro nombre. El futuro es un rumbo de mejora para todos los que andan en el juego, si no, es puro egoísmo que quiere disfrazarse de pastora. Que sea verdad aquello de DEMOCRACIA REAL y no que salga solo simulada para que encima rían los de siempre con hábito de monjes y lenguas de serpiente.
Y, por aclaración, que nadie piense que el movimiento que cito es un ejemplo negativo, lo cito como ejemplo de peligro y desde la mayor admiración y respeto.

martes, 7 de junio de 2011

SOSTENELLA Y O ENMENDALLA


Parece que la vida no se puede entender sin la oposición, sin mezclar intensidades, sin comer guisos con sabor diferente, sin ver algo por la mañana y lo contrario por la tarde. De hecho, no sé cómo se podría entender una eternidad en el mismo nivel, ni en positivo ni en negativo. Acaso por eso, a una eternidad positiva (cielo) se la ha opuesto la otra invención negativa del infierno. Tal vez por eso en pintura son tan interesantes los contrastes de colores o en la vida el cambio y el asomarse a la novedad.
No hace falta irse demasiado lejos, ni sumergirse en aguas demasiado profundas para comprobar que eso de la novedad y del cambio apetece, aunque racionalmente no se justifique del todo. Sucede en cualquier periodo de la Historia y sucede en cualquier persona. Sigo engolfado en las visiones que de España tienen Américo Castro y Claudio Sánchez Albornoz. Marcaron la historiografía medieval y buena parte de la moderna, durante muchos decenios. No soy historiador pero calculo que siguen marcando las dos grandes tendencias todavía hoy. Resumiendo todo hasta el límite, el primero hunde las raíces de la “personalidad” española (un concepto complejísimo y hasta peligroso) en los mundos e influencias árabes y judías de la península medieval; el segundo desgasta sus energías en tratar de demostrar que tales influencias no son de ninguna manera las que configuran ese “espíritu” del hombre ibérico moderno sino que tales características hay que buscarlas en raíces más profundas, antiguas y autóctonas, en la suma de las aportaciones astures, vasconas, godas y romanas.
Pienso en estas dos personas y en su toma de postura y me imagino la dificultad creciente de cada uno de ellos en agrandar o en disminuir sus apreciaciones a medida que fueran indagando y reflexionando más y más. ¿Quién es capaz de reconocer, después de ciertos principios defendidos con anterioridad, que no es tan cierto lo defendido antes y que alguna de las antiguas afirmaciones hay que cambiarla por otra distinta? Más bien uno tiene la impresión de que ya todos los esfuerzos se dedican a dar mayor y más sólido soporte a lo que se ha dado a la luz y se ha sostenido en público. Tal vez desde ese momento la visión de cualquiera corra el peligro de sesgarse un poco y serio bueno trabajar con cautela y con humildad para no caer en ese riesgo evidente.
Todo ello por cambiar si las evidencias así lo aconsejan y hasta lo exigen, no por el cambio sin más, por supuesto, pues el trabajo te puede llevar a afianzar más aquello que ya te resultaba evidente antes.
El ejemplo de estos dos historiadores es paradigmático, pero, con todos los respetos que me merecen, me interesan como ejemplo. Porque mucho más me sugestiona pensar que eso mismo puede suceder a cualquier persona en sus vidas y en sus trabajos. La plantilla es la misma y el peligro similar. No otra cosa es lo que puede ocurrir en las opiniones políticas y en los comportamientos sociales, por ejemplo, tan generales y tan de estos mismos días. Cualquier persona con alguna edad tiene ya comprado su billete y no es fácil hacerle cambiar de tren ni subirle a un estrado para opinar serenamente que acaso se haya equivocado en otros tiempos, que tal vez esta o aquella idea haya que matizarla o reconducirla para darle más suavidad o mayor radicalidad. Es como una especie de autodefensa de lo ya defendido, como una cautela más ante uno mismo que ante la verdad.
La idea estaba ya acuñada en los tiempos que estos dos grandes historiadores repiensan, nada menos que en “Las mocedades del Cid”: “Procure siempre acertalla / el honrado y principal; / pero, si la acierta mal, / defendella y no enmendalla”.

lunes, 6 de junio de 2011

NECESITO ESTA DIETA


Debería de plantearme alguna dieta para este verano. No pienso en mi salud física, que también, pues me sobran unos kilillos de más de esa curva ya antigua propia de los cuarenta, que ya no tiene visos de abandonarme; pienso en mi salud mental.
Desde hace algún tiempo tengo la absurda costumbre de pasar ratos observando lo que se vomita por los canales de la nueva TDT en horarios nocturnos. No dejo de sorprenderme.
Antes me ocurría con los periódicos de papel y ya me he curado del espanto. Con estos nuevos medios aún no lo he conseguido. Se justificaba el asunto con aquello de estar atento a varias interpretaciones de la realidad para después poder argumentar con más solidez cuando uno echa su cuarto a espadas. Ya no sé si esto vale la pena, porque, si intelectualmente parece una postura honrada, éticamente también supone una bajada de pantalones en favor del insulto continuado, de la mentira compulsiva y del engaño manifiesto.
Todas estas cadenas, en manos de grupos bien definidos en ideología retrógrada, compiten por ver la manera de situarse más altas en la exageración, en la selección sesgada de los temas, en la llamada de tertulianos adictos y en el ocultamiento de todo lo que no huela a dinero. Al cabo del tiempo, terminan por imponer como verdad absoluta aquello de que lo que no son cuentas son cuentos. Y nos empobrecen la vida, y nos velan las ideas, y nos atontan, y mueven a las masas a su antojo.
Dicen que no superan el uno por ciento de audiencia. Menos mal. Pero su poder es inmenso y el tiempo y la repetición juegan a su favor. Yo creo que ya han producido buena parte de lo que buscaban: que la gente no viva más que en clave de dinero.
Eso sí que es crear pobreza en un país. De la mental y hasta de la de las cuentas, esas que todo lo invaden según ellos.
De modo que debería de imponerme la dieta del empuje del botón y del cierre de ventanas. Por higiene, por salud, por honradez. Y ahora que esta ventana se me ha vuelto a abrir, más.
Veremos cuántos kilos he dejado por el camino cuando lleguen los calores. Esto debe de ser tan saludable al menos como dejar de fumar. Puede que hasta se me quite la ciática que me tiene postrado.