miércoles, 8 de junio de 2011

¡LUCHAR POR EL FUTURO? ¿QUÉ FUTURO?

Pienso en los que se suben -nos subimos- al carro de la vida, pensando demasiado en el futuro. La mañana es mejor si en perspectiva nos miran muchas cosas favorables y no hay ni una tormenta en el final azul del horizonte. Ajustamos esfuerzos con un fin definido, luchamos por llenar una casilla con zumo de naranja y con pasteles en medio de la mesa de la vida, sudamos con pasión la gota gorda con tal de que más tarde nuestra casilla esté muy bien vestida, con adornos al uso y con destellos de los que acaso dejan deslumbrados a los demás que miran y que admiran con envidia y con ansias semejantes: Ya se sabe, aquello de los coches, las libretas en los bancos, los viajes, los minutos de gloria en cualquier medio, los puestos con derecho de pernada…
Tal vez en esa lucha por la vida se nos va todo esfuerzo y toda lucha, observados con celo y con cautela por los guardianes últimos, por los carabineros que guardan la ortodoxia y castigan con látigo y con cárcel a quien osa buscar otros caminos que no sean los marcados por esa línea única. También ya lo sabéis, son los mercados, las leyes formalistas, sus intérpretes, las fuerzas bien armadas en defensa del orden, de ese orden, no de otro, en suma, los criterios de rigor formalista solamente.
Pienso en tantas personas que ahora mismo, por ejemplo, se mueren de nerviosos por encontrar un sitio en aprobado de selectividad, o en los que ya están cerca de la fecha de cualquier oposición o cita de trabajo, o en los que aguardan impacientes la llegada de no sé qué coche para lucirlo al aire del verano, o, ansiosos y excitados, se preparan para otra etapa nueva de la vida. En fin que pienso en todos, por ejemplo, y en cada uno de nosotros.
Y no es para decir que no se piense en lo que ha de venir, para esperarlo atentos y apostados. Defiendo la ilusión de lo buscado, de lo que se pretende porque se quiere y es mejor encontrarlo que se nos dé de frente y a la cara. Una ilusión de vida, un pequeño proyecto es siempre bueno y saludable, da, además, buenos reintegros.
Pero pensar futuro tendría que ser tal vez para encontrar un nuevo día, un día con más sol y menos nube, un día en el que el cielo, si llueve y si se cansa y precipita, lo haga en todas partes y llueva y precipite para todos. Pensar en el futuro solo tiene sentido si es para gozar más por una nueva vida, por un proyecto amplio y muy distinto, por cambiar por derecho y en raíz tantas cosas torcida e inexactas, tanta maldad y tanto desvarío, tanta injusticia vestida formalmente con las ropas de formal democracia.
Pienso en los que han salido a gritar a las calles durante el mes de mayo, a exigir ese puesto que les niega el ajedrez difícil del futuro, a gritar que merecen un respeto y cualquier ocasión que se deje pillar por el camino. Y tengo miedo a veces de que griten por agarrarse al asa de esa casilla que he descrito antes, me preocupa que aspiren a subirse en un lugar del carro de la vida en el que vivan bien y se aseguren su plato de lentejas. No les puedo exigir que sean héroes si no me lo pido a mí mismo. Pero me gustaría muchísimo que su futuro no fuera un quítate de ahí porque es mi sitio y búscate la vida por tu cuenta, un yo he jugado duro y es mi plaza, un yo encontré por fin lo que buscaba, si el juego de la vida continúa siendo el mismo de siempre, si la injusticia y la desigualdad siguen marcando pauta y pasamos la vida en el aplauso de quien desde esta normas y esta vida se ha sabido montar en el machito y exhibe plata y pecho por las calles.
Ese nos es el futuro, ni siquiera el futuro singular y egolatrado; eso es solo egoísmo y gritar exigiendo un seguro bocado en la comida ingrata de las hienas, es cambiar todo en un momento para que todo siga como estaba con nuevos invitados a la mesa de las dentelladas.
¿Para qué ese futuro? No merece la pena. Aquí prefiero ser lector de biblias: “¿No veis a los pájaros del campo que no recolectan…?” Hay futuro y futuros. No todos son lo mismo, desde luego. Parecerá tal vez contrasentido, pero un futuro mal entendido es un mal futuro y luchar por su existencia es el peor esfuerzo que podemos prestar a nuestras vidas.
Sé muy bien que tengo que exigirme la prudencia porque yo sí encontré una casillita desde la que jugar a la ruleta con algo de certeza. Lo repito de nuevo: no puedo exigir héroes. Pero sí imaginar alguna hazaña que abarque algún terreno más extenso que aquel que tiene puesto nuestro nombre. El futuro es un rumbo de mejora para todos los que andan en el juego, si no, es puro egoísmo que quiere disfrazarse de pastora. Que sea verdad aquello de DEMOCRACIA REAL y no que salga solo simulada para que encima rían los de siempre con hábito de monjes y lenguas de serpiente.
Y, por aclaración, que nadie piense que el movimiento que cito es un ejemplo negativo, lo cito como ejemplo de peligro y desde la mayor admiración y respeto.

1 comentario:

Manolo dijo...

Bueno. Ya te hemos reencontrado.
Un abrazo.