sábado, 18 de junio de 2011

CADA COSA A SU TIEMPO

2011-06-17                                             
Y fui con mi cojera más calmada hasta la capital. Es ley que no conoce excepciones que, cuando uno va a acudir al doctor, los males disminuyen; después, cuando uno vuelve, se encargan de ponerse de nuevo en su sitio y de dar la lata que crean oportuna.
Llegué a media mañana y casi fue llegar y pegar. Esto de las medicinas concertadas en compañías privadas funcionariales tienen estos privilegios: cita para el día siguiente y llamada inmediata. Olé por la democracia y por la igualdad de derechos. Juro que está en la ley y que no me salté ningún precepto, o sea, que estoy en el más estricto estado de derecho. Olé.
Me auscultaron, me radiografiaron, me diagnosticaron y me pronosticaron. Solo una rigidez de columna y reflejos dolorosos en la pierna. Bueno, pues será verdad, pero a mí esta tarde la pierna me ha vuelto a doler más de la cuenta.
Mientras aguardaba un poco en la salita de espera, leía, en mi libro digital, Rimas, de Bécquer. Qué atildadito y melifluo leído en esa situación, qué poco me decía y qué alejado lo sentía de la realidad. Es seguro que cada lectura tiene su contexto, y aquel no le pegaba para nada a la niebla y a la bruma flotante en la que siempre se mueve el poeta romántico.
Después, en la espera de rayos, el asunto se complicó. De repente, apareció un trío de personas con prisas y en urgencias. Una mujer joven y hermosa aparecía sentada y abatida en una silla. Uno de los acompañantes declaró que se trataba de un asunto de malos tratos físicos. Después les oí hablar y reprocharle a la mujer a la que acompañaban tantas complacencias con alguien que, naturalmente, no estaba allí acompañando a la mujer. Cerré mi libro electrónico y casi renegué de Bécquer y de sus cucharadas de miel.
Las canciones de Sabina, que me habían acompañado a la ida, dieron paso, en la vuelta, a boleros también de tono suave y sin sustancia.  Cada música tiene su momento. Y esta mañana no era el de los boleros tampoco.
Menos mal que me he venido con cierta convicción -solo cierta- de que lo que me ocupa en la pierna se me tiene que ir quitando con el tiempo y de que mi preocupación no debe ir más allá de cierta rigidez en la columna. Veremos si es verdad.

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