viernes, 17 de junio de 2011

OÍDO COCINA


2011-06-16  17: H                                       OÍDO, COCINA
Ando tras un bálsamo de Fierabrás que me calme estos dolores bobos que me toman la pierna y que me empequeñecen hasta dejarme en tonto y sin sustancia. Y, mira tú por dónde, don Quijote posee la receta: “-Es un bálsamo –respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna. Y así, cuando yo lo haga y te le dé, no tienes más que hacer sino, cuando viere que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se yele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me dará a beber solo dos tragos del bálsamo que he dicho, y verasme quedar más sano que una manzana.” ¡El bálsamo de Fierabrás!
Lo que dije, el tipo se lo sabe. Pero no acaba de soltar prenda.
El caso es que llevo demasiadas semanas con el cuerpo un poquito partido de ciática (o vete a saber de qué), que me recupero con demasiada lentitud y que espero algún bálsamo de Fierabrás para poder curarme, y enderezarme, y revivirme, y regresarme. He probado de todo: pastillas, inyecciones, bálsamos de flores varias, exorcismos mentales… Y no acaba de haber forma. Mañana iré a la capital para ponerme en manos de algún otro mago y veremos qué pasa. Pero quiero ese bálsamo, que ya sé que se usaba en las tierras extremeñas, en las riberas del Tajo, en la Puente de Mantible medieval y carlomagnero, o sea que tiene toda la tradición del mundo y algo más, y que acaso hasta hunda sus raíces en las tierras de Asterix y Obelix, o incluso en las pocilgas de la misma Circe, quién sabe, pero que, como los marcianos que pululan por la estratosfera, no acaban de bajar a dar la cara y a dejarse invitar a unos vinos en la calle y a la vista de todo el mundo.
Acaso ya los druidas, o el mismo Fierabrás, se guardaran la fórmula para mejores tiempos. Los imagino ahora vendiendo sus recetas en cualquier chiringuito televisivo, en formatos de programas de cocina o de restaurantes de cuarta generación, con fundación incluida. No me extraña que Sancho ya se diera cuenta del chollo y quisiera echarle el ojo, incluso cambiando su posesión por la de la misma ínsula.
Este Quijote hasta cocinero se me vuelve. Y de los de la estrellas Michelín. Sostengo que, al fin y al cabo, su último bálsamo fue tal vez su propia fe y fueron sus propios ideales los que lo mantuvieron sobre el caballo, en los campos y en las actividades. Y cuidado que se le partió el cuerpo veces a lo largo del camino.
Así que, ingredientes para cuatro personas: medio litro de agua, tres dientes de ajo, una cola de lagartija, diez hojitas de hipérico…., y un buen manojo de ánimo positivo. Sírvase bien frío y, a poder ser, en ayunas.
  No sé para qué me entretengo en este juego balsámico si conozco muy bien los resultados que produjo el maldito bálsamo en el bueno de Sancho y en las barbas de don Quijote. Pasarratos.

2 comentarios:

mojadopapel dijo...

Te encontré!....ya decia yo que este silencio no era normal.

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:

Del mismo modo que le han venido los dolores se le irán, sin darse cuenta.
Le paso esta receta del Bálsamo de Fierabrás que he encontrado en la Red, la misma que utilizó D. Quijote, pero recuerde el efecto laxante que tuvo en Sancho, por no ser caballero andante.
Bálsamo de Fierabrás: vino, romero, aceite y sal...
Dosis: dos tragos

¡Que se mejore!.

Saludos.

P.D.: Ya sabe que (en el capítulo XVII), además, iba acompañada de 80 padrenuestros, 80 avemarías, 80 salves, y 80 credos.