martes, 26 de febrero de 2019

¿DESTINADOS O CONDICIONADOS?


        
Uno de los elementos que más contribuyeron a la separación entre católicos y protestantes, allá por el siglo dieciséis, fue el asunto de la predestinación, aunque no fue el único. En términos generales, afirma la doctrina protestante que el ser humano, en su trayecto vital y eterno, está predestinado y nada puede hacer para torcer ese camino previsto. Algo así se describía en el mundo clásico de Grecia y Roma con aquello del fatum, esa fuerza misteriosa y fatal que siempre terminaba por llevarse el gato al agua, a pesar de todos los esfuerzos, incluso a contrapelo de los dioses.
Esta lucha teórica entre lo determinado, o predestinado, y la libertad de elección en el ser humano para imponer su decisión y tratar así de cambiar el rumbo de las cosas sigue en activo y con fuerza creciente.
Lo mejor, tal vez, para entenderlo un poco mejor y bajarse de las alturas, es visualizarlo en asuntos del por menor, del día a día, de eso que nos afecta a todos y que nos espera en cualquier momento. Por ejemplo, ¿está predestinado que yo, en el día equis, me levante y me eche a la calle, o puedo decidir quedarme en casa, ese mismo día? Parece casi una tomadura de pelo así planteado. Pues tiene más enjundia de la que parece.
Por supuesto que, ejerciendo mi libre albedrío, yo puedo decidir quedarme en casa o salir a la calle. Menos lobos. Para que no me quede en casa tienen que cumplirse algunos requisitos que, de no formalizarse, al menos me dificultarían, si no me imposibilitarían, salir. Tales como estar abrigado, tener movilidad, desearlo, que nadie me lo prohíba, tener un sitio adonde ir, y mil elementos más. Otro tanto se podría argumentar para la decisión de quedarse en casa. Y así con cualquier otro hecho.
¿Hasta dónde llegan esos elementos que me condicionan? ¿Cuáles son sus límites? ¿Cuál es el dominio y el poder de mi voluntad? Tal vez -y sigo la lectura de Adela Cortina- confundimos los condicionamientos con las determinaciones y la predestinación.
Que estamos condicionados por las circunstancias parece que no admite demasiada discusión. Que nuestra vida es una secuencia interminable de movimientos en ellas resulta evidente. Hasta tal punto lo es, que uno termina por perder la perspectiva de que seguramente hay algo más que esas circunstancias y ese contexto. Pero uno querría negarse a admitir un último principio y final prefijados en el que apenas nos queda otra cosa que dejarnos llevar por esa evidencia.
No sé qué diría Nietzche en estas circunstancias, pero sospecho que es aquí donde se desharía de Dios y agrandaría la fuerza de voluntad para crear al superhombre.
La Historia nos enseña que los dioses van rotando y van tomando disfraces diferentes. Hoy apuntan hacia elementos técnicos que nos apabullan con su presencia y con sus atractivos. ¿Qué nos queda ante ellos? Tal vez, en primer lugar, el reconocimiento de que nos condicionan en casi todo. Y, con toda certeza, a partir de ahí, alzarnos con la voluntad de edificar nuestro propio recorrido en libertad vigilada, pero con la mano levantada, reclamando nuestro trocito de elección y de sentirnos dueños de nuestras propias decisiones. Vamos a tener que convocar pleno de nuestra asociación Libre Albedrío para seguir dándole vueltas a este asunto.

lunes, 25 de febrero de 2019

DE TODO LO ALIADO



Y si en lugar de ver demonios en todas las esquinas descubrieras que todo es aliado, que el día te regala la luz que necesitas para vestirlo todo de colores, que los primeros brotes de las flores son presagio de una orgía de vida y de bullicio, que el dolor es contraste para gozar su ausencia y alcanzar plenitud cuando no está, que existe quien te quiere aunque te lleve con frecuencia la contraria, que el pasado no existe pero tú no existirías sin él, que tus años no son lo que te queda sino todo lo que te ha costado llenarlos de vida, que imaginar la vida es ya vivirla con agrado, que apuntar la luz a las aristas positivas te hace entender mejor las negativas, que tenderle la mano a aquel con el que mantenías en alto el viejo malentendido fue una acción que te salvó el día, que jugar con los que te rodean o imaginarlo al menos es hacer que el juego sea lo más serio que puedes imaginar, que sentirte privilegiado es mejor que sacar pecho aunque te sobre algún motivo para ponerte gallito alguna vez, que besar es mejor que volver la cara, que… ¿A que sí?
Esta mañana me he desplazado a Salamanca para realizarme una resonancia magnética. Soy muy mal enfermo y padezco de algo de claustrofobia. Un poquito de sedación y unas palabras amables de los facultativos indicándome la conveniencia que me durmiera con pensamientos positivos me llevaron a despertarme sereno y como si nada hubiera ocurrido.
¿A que es bueno pensar en positivo y creer que todo está aliado con uno para que al mundo se le pinte la cara de colores y con una sonrisa de oreja a oreja?
¡Ay, esa sensación de que se está absolutamente indefenso y en manos de cualquier golpe de suerte cuando se entra en un hospital, por más que no se trate de nada grave!
Hoy están los almendros y los besos donde estaban la helada y el invierno. La vida se abrió toda, como una granada en madurez y todo fue sabroso. Hormigueó el latido de las cosas y supieron los sentidos de la certeza de todo lo que anida en los brazos del tiempo y del espacio.

viernes, 22 de febrero de 2019

ANTONIO MACHADO: OCHENTA AÑOS



Cualquier interesado conoce los detalles. Me los ahorro aquí. Un solo mes tan solo después de la frontera en el exilio. Demasiado para su madre, que soñaba con llegar a Sevilla. Allí, junto al mar, siguen sus restos. Su poesía y el pensamiento que encierra andan esparcidos por el mundo, sacudiendo conciencias e invitando a pensar y a poner la palabra en el tiempo.
No quiero glosar nada, tan solo recordar, admirar y sentir, reconocer el magisterio de un poeta tal vez -lo he dicho muchas veces- no demasiado rompedor en la forma -y a mí qué coño me importa-, pero intenso como casi nadie en la hondura y en los ecos que dejan en el aire sus versos.
Sevilla, Madrid, Soria, París, Baeza, Segovia, Velencia, Collioure… Y Leonor, y Guiomar. Y los paisajes siempre humanizados, y la bondad de un ser “en el buen sentido de la palabra, bueno”, y el maridaje de persona y poeta; y mil razones más.
Ya digo que no quiero glosar nada en este formato. Tan solo admirar y sentir el latido hondo de su presencia y de su poesía.
Gloria a todo lo que representa el ancho mundo de Antonio Machado y su creación literaria.
Y solo para abrir boca y casi al azar:
PROVERBIOS Y CANTARES  VII
“Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón,
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.”

jueves, 21 de febrero de 2019

EL ÚNICO PLANETA


            
EL ÚNICO PLANETA

Siguen poniendo nombre a los planetas
que cubren el vacío del universo;
se descubren también nuevas galaxias
donde tal vez la vida ande de paso;
dicen que incluso en el planeta rojo
hay señales de vida inteligente;
la NASA multiplica sus esfuerzos
por mandar astronautas no sé dónde;
los agujeros negros tienen siglos
de contracción enérgica y silencio…

Yo ando todo confuso y solo busco
camino hacia el hogar de mi silencio;
en él descubro siempre el territorio
del único planeta que conozco:
tiene siempre tu nombre,
el nombre de tu cuerpo.

miércoles, 20 de febrero de 2019

AGUSTÍN DE HIPONA DISEÑA EL ESTADO


          
AGUSTÍN DE HIPONA DISEÑA EL ESTADO

Arruinado el imperio más brillante
por el odio acerado de las armas,
obispo ya Agustín, piensa la fórmula
de ahormar de nuevo el mundo con las leyes
que anuncia desde el cielo el evangelio.

Propone traslación de esos preceptos,
diseña ministerios, sueña cargos,
organiza un imperio religioso
con nuevo emperador de su liturgia.
El hombre ha de atender a las demandas
no solo de las leyes de la tierra,
sino además también, y sobre todo,
a las reglas que marca el evangelio.

Es La ciudad de Dios, es el espejo
de aquello que en el cielo se imagina
y dará largos frutos en la tierra:
años, siglos, milenios… los infiernos
no prevalecerán contra sus fuerzas.

Platón diseñó todos los conceptos,
Aristóteles puso magisterio
y Agustín redactó para el futuro
las bases de una iglesia milenaria
que vivió de la mano del poder,
soñando la llegada de aquel juicio
de final sin final, apocalíptico.

De la mano de Dios, sigue pensando,
mientras sueña contar grano por grano
las arenas del mar. Tal vez en ellas
encuentre algún lugar en el que anide
cualquier resto de luz de ese misterio
que arde y se quema al sol entre sus sueños.

martes, 19 de febrero de 2019

DAVID HUME DESCUBRE EL EMPIRISMO EN SU JARDÍN



DAVID HUME DESCUBRE EL EMPIRISMO EN SU JARDÍN

David Hume meditaba paseando
la última validez de la razón.
Pensaba, por ejemplo, que el invierno
no era tiempo propicio ni oportuno
para plantar de rosas el jardín:
establecía perfiles en la temperatura,
sopesaba las horas de luz y de calor,
decidió que podaba los esquejes
dos veces cada año…
y deducía de todo lo pensado
certera conclusión.

Aquella primavera heló varias semanas
y todo se quedó en un simple cálculo
que dejó sin razón a la razón.

Decidió preguntar a un campesino
por sus costumbres, hábitos y usos
en el simple cultivo de la flor.

Con la mirada al suelo y taciturno,
en pensamiento grave sentenció:
No ha de ser guía exacta de la vida
el poder sin poder de la razón,
sino el hábito fiel que determina
lo que la mente tiene de razón.
Así, será presagio del futuro
lo que el pasado cierto le dictó.

David Hume continúa sembrando rosas
en las tardes de luz en su jardín,
con la norma que dicta la costumbre
y llenando de dudas la razón.

lunes, 18 de febrero de 2019

ADIVINA, ADIVINANZA



Como no juego a la quiniela y en general la lotería y todos los juegos de azar me parecen más propios de animales que de humanos, dejaré correr mi imaginación en un juego que al menos no me cuesta dinero. A ver cuántos resultados acierto. Lo sabré dentro de tan solo dos o tres meses.
Las circunstancias que sean han propiciado una convocatoria de elecciones generales para finales de abril. Inmediatamente después volveremos a votar en las elecciones locales, regionales y europeas. Un no parar. Cuando se produjo la moción de censura dejé escrito que lo más honrado habría sido poner plazo corto para la celebración de estos comicios generales. Por honradez y coherencia, no por todo lo que se grita desde algún partido de derecha. No he cambiado de opinión. Después ha pasado lo que ha pasado y aquí estamos.
Pues voy con mi quiniela para este periodo electoral. Si me toca, prometo compartir el premio.
1.- Las elecciones de mayo estarán totalmente condicionadas por los resultados de las generales. Se repetirán en buena medida los mismos resultados, salvo tal vez un poco menos en las europeas, por las coaliciones y por ser circunscripción única.
2.- La campaña de las de mayo terminará solapándose con las generales, de tal manera que no será necesario que los candidatos y los partidos se esfuercen mucho, pues la inercia lo arrastrará todo y los electores, para entonces, estarán saturados de mensajes y de promesas.
3.- Las estrategias de los partidos mayoritarios están ya dibujadas y tal vez serán más simples que nunca. Estas son las que aventuro:
a) El PSOE ya tiene su programa en los presupuestos no aprobados y tratará de hacer entender que no le han dejado llevarlos a la práctica y por eso necesita una mayoría amplia. No tiene que inventarse nada, tan solo no meter la pata.
b) Unidos Podemos gritará que las mejoras que anunciaban los presupuestos no aprobados se deben a sus peticiones y a sus exigencias. Por esa razón pedirá también una mayoría de votos para seguir influyendo en esas mejoras. Eso lo adobará con las ideas generales del feminismo y las pensiones, y ya tendrá el esquema y el eje de sus promesas. Le seguirá pesando, mientras tanto, el hecho de estar formado por una coalición confusa e invertebrada de agrupaciones y partidos que muchos electores no entienden.
c) Ciudadanos seguirá con el mantra negativo de echar al PSOE del Gobierno y con la firmeza territorial. Le ha dado muy buenos resultados en Andalucía e intentarán repetirlo en toda España. Necesitará de algún guiño para marcar territorio ante los otros partidos de derechas y no aparecer como intransigente.
d) El Partido Popular articulará como ejes el asunto de la unidad territorial y la economía. No necesitará mucho más para incendiar a sus votantes y a otros desencantados con el asunto catalán. Alguien tendrá que corregir los modos de su líder principal, por vergüenza y por decencia. Pero no habrá mucho más.
e) VOX lo tiene todo hecho con tres trazos gruesos: España, inmigración, tradiciones.
f) Los partidos nacionalistas, todos, sin excepción, seguirán irredentos en pedir y pedir mejoras para sus territorios, como si los demás lugares no existieran y como si todos los habitantes de sus territorios tuvieran un alma común. Esto no tiene remedio: ha sido siempre así y lo seguirá siendo mientras exista el nacionalismo. Y poco importa que se digan nacionalistas de izquierdas o de derechas. Se conoce que deben de tener tres o cuatro orejas y tres o cuatro manos, mientras que los demás, pobrecitos, apenas estamos dotados de dos y no siempre. Es lo que hay.
Y poco más. Yo no espero mucho más. Mientras tanto, los medios nos pondrán la cabeza tonta de ruidos y de sensacionalismos, harán castillos de simples piedras y mundos de simplezas. En la segunda vuelta y según los resultados de las generales, los candidatos se esforzarán en animar a los ciudadanos, pero auguro que andaremos un poco cansados y con menos entusiasmo para entender cómo se articulan las ideas que estos propongan para regiones, y sobre todo para los pueblos y ciudades, lugares en los que, por cierto, se cuece el pan de cada día y se articula la convivencia más inmediata y continuada.
En fin, qué atrevido. Ejerciendo de Rappel y simplificando las cosas, con el peligro que esto conlleva. Qué le vamos a hacer. A ver qué hay de acierto y qué de error.

viernes, 15 de febrero de 2019

UNA ESCALA DE VALORES



Siempre he defendido que ordenar y jerarquizar -por sospechosa que resulte esta palabra- resulta fundamental para la actuación diaria en un esquema ético y moral. Lo hago desde la comprobación de que nada hay totalmente blanco ni negro y porque todo tiene matices. Se impone casi siempre elegir lo menos malo y lo más importante, aunque sea en detrimento de otras posibilidades, que tal vez tengan que esperar mejor ocasión. Porque todo, sencillamente, no se puede abarcar y no se puede llegar a todo.
Oí ayer unas declaraciones de Oriol Junqueras, dirigente independentista catalán procesado, que me llamaron la atención y que creo que se ajustan bien a la idea que encabeza estas líneas. Eran -espero que casi literalmente- estas: Antes que independentista soy republicano, antes que republicano soy demócrata, y antes que demócrata soy buena persona. Clavadito me dejó en mis pensamientos, porque creo que dio en la diana de lo que es ordenar unas ideas y tener un plan de vida y de actuación.
Es claro que no comparto con él las ideas independentistas. Por mil razones que aquí y ahora no interesan. Pero creo que con una persona así hay que intentarlo casi todo, porque posee ideas claras y se conduce, si es verdad lo que dice -y yo no tengo por qué dudarlo-, con una escala de valores bien organizada, que pone cada cosa en su lugar.
Ordenémoslo en sentido contrario y en forma de preeminencia: primero buena persona, después demócrata, después republicano y en último lugar independentista. ¿Se puede ser todo a la vez? ¿Y por qué no? Pero sabiendo que, si hay que dejar algo por el camino, eso tiene que ser lo último en la escala.
Alguno argumentará -si es que queda tiempo para argumentaciones- que cómo se come eso de ser buena persona. Y tal vez no le faltará parte de razón. Pero habría que recordarle que, ante el reconocimiento de lo inútil de la verdad absoluta, lo que mantiene el tipo y el espíritu limpios es precisamente el ambiente de la bondad y de la buena voluntad, una bondad que tiene que ampararse no en la indigencia mental ni en la estulticia, sino precisamente en el razonamiento y en la comprobación y aceptación de los grises y de los matices que todo asunto posee. Por eso precisamente termina por resultar lo más consistente y duradero. Si logramos entender la necesidad de esa buena voluntad compartida, lo demás se hará sin duda más sencillo y armonioso. Y nada tal vez debe estar por encima del deseo de concordia y de un mínimo que asegure una convivencia real y hasta placentera. ¿Qué valor puede haber por encima de ese? He de confesar que es en este momento del proceso mental cuando no me pega ni con cola el asunto ese del independentismo.
Pero, para que nadie se confunda, en el juicio en el que se sienta como acusado no se juzgan ni la bondad ni la buena voluntad, sino hechos probados o no probados sujetos a preceptos legales. La justicia es así de dura y de reduccionista. Dura lex, sed lex. Ya desde los romanos.
No perdamos, sin embargo, la perspectiva de esa necesidad de una escala de valores y de la jerarquización que precisan estos. No la perdamos ni unos ni otros. En este asunto y en todos.

jueves, 14 de febrero de 2019

DE OTRAS RUIDOSAS OBRAS



Aquel que, presionado por algún miembro familiar y después de muchas vacilaciones, decidió que se había que cambiar el ventanal de una galería con vistas a ahorrar gas y frío y que se fue hasta un lugar en el que se anunciaba tienda de aluminios y que, siempre al lado de ese familiar, vio ejemplares de ventanas, todas con buena pinta y que el encargado de la tienda les propuso hacer una visita para reconocer sobre el terreno la terracita y que a los dos días se les presentó allí con papel, metro y lápiz y que midió y remidió y que apuntó y dibujó y que se marchó y a los pocos días regresó con unas hojas llenas de ventanas dibujadas y en su base y al lado cantidades muy grandes de euros y hasta de céntimos y que en ellos describía hasta los últimos detalles y que al ver el coste del presupuesto se turbó hasta el extremo pensando en si se habría equivocado de obra y se le habrían traspapelado los planos y el presupuesto de algún edificio entero de viviendas y que se marchó y dejó la casa en silencio y como en misterio un rato largo y que las miradas se hicieron risas y sorpresa pero dejaron que pasaran unos días para serenarse y que, a pesar de todo, al cabo de nada decidieron que mejor no pedir más presupuestos para así ahorrarse más disgustos, y que entonces mismo decidió retirarse de la pelea y dejar a su familiar que cargara con todo lo que viniera y tuviera que ver con la dichosa obrita y que después de esperar no sé cuántas semanas un buen día se anunció la fecha del comienzo de las obras y que en aquel momento se abrió el capítulo de los permisos de obra y de ocupación de vía pública y que entonces se le ocurrió que, ya puestos, vendría bien a la galería que fuera alicatada y hermoseada en paredes, piso y techo y que se abrió un nuevo proceso de presupuestos, permisos y esperas, elección de materiales y músicas finas y que hubo que poner de acuerdo a gente de aluminios con albañiles y a estos con los calefactores para montar y desmontar caldera de gas que impedía el alicatado y que llegado el día hubo tal asedio de aluminios, de camión grúa y de personas que aquello parecía un ejército de invasión y que, mira tú por dónde, en un día apretado se lo calzaron todo los de las famosas ventanas y que se quedó pensando que o mucho costaban y valían aquellos aluminios o el trabajo de aquellos esforzados ventanistas era especialísimo y que a los dos días llegaron los albañiles con un volcán de ruidos y de polvos que despertaron muy temprano a los vecinos y que al poco rato apareció el fontanero para mover el aparato que mide el paso del gas y que, cuando observó que aquello era ya un caos y que estaba advertido de que la caldera de gas empezaba a fallar pensó y decidió en un momento de locura que ya lo mejor era arramplar con todo y cambiar también la caldera y que entonces vinieron otras personas entendidas en gas y se llevaron la caldera, cortaron el gas y la calefacción y empezaron a dibujar rozas en la pared para tubos y pasos y que entonces sí que aquello parecía un estudio de arquitectura y que todo se producía en medio de ruidos ensordecedores y que allí entraban y salían unos y otros sin que se diera cuenta de quién era quién y de qué hacía cada uno y que ante tal situación decidió encerrarse en su habitación y cerrar la puerta para oír algo menos las conversaciones y los potentes ruidos y que menos mal que tenía que ir a Salamanca por la tarde a solucionar unas cosas y pensaba escapar de esa manera a todo aquello y que esperaba encontrárselo algo más calmado cuando volviera porque, si no, no respondía de sí mismo y que ahí anda aguardando a ver cómo se va arreglando todo esto y que, mientras eso sucede, se le oye rumiar por lo bajo y por lo alto plegarias de toda clase, algunas como si estuviera en la iglesia y otras como si estuviera en la taberna viendo el fútbol o escuchando a tertulianos un sábado por la noche y que después le aguarda el trago de los pagos pero que este ya espera pasarlo solo o en compañía de sus más allegados y que pondrá como fondo música suave y relajante porque tal vez otros ruidos ya los pondrá él.

martes, 12 de febrero de 2019

EL MISTERIO DEL TIEMPO



EL MISTERIO DEL TIEMPO

Necesito la luz de muchos mundos
para llegar a la razón del tiempo.

Si el tiempo se apresura, no lo alcanzo;
si se encoge y se achica, no lo entiendo.

Me duelen como llagas las heridas
que me produce el vértigo del tiempo.

lunes, 11 de febrero de 2019

LOS NO ALINEADOS



No hace muchos años, en la época de la guerra fría, cuando el mundo andaba dividido en dos bloques (tampoco es muy diferente ahora mismo), los países se alineaban como partidarios de uno de esos bloques. A unos cuantos países, no demasiado poderosos, se les englobaba en el llamado bloque de los no alineados. Eran aquellos que no rendían vasallaje ni a una parte ni a otra. En el pecado solían llevar aparejada la penitencia: les llovían palos por todas partes.
Creo que es algo que sucede en todos los niveles de la vida: en los globales, en los de media distancia y en los más cercanos.
Véase, si no, lo ocurrido con el asunto del relator y con la manifestación de la derecha política española en Madrid. Buena parte de la opinión publicada se ha alineado con una de las partes y, sobre todo, ha puesto a la otra a caer de un burro. Como si la realidad fuera tan simple y las cosas se arreglaran de un plumazo.
Los que serenamente argumentan y ven cizaña y brotes verdes en ambas partes se quedan solos y también reciben golpes en todas las partes del cuerpo.
Me parece que se puede y se debe ser duro y claro en los conceptos y mucho más receptivo y relativo en lo personal. En el caso que nos ocupa, hay un aspecto en el que esto que digo creo que se manifiesta con nitidez. Se han dejado oír con claridad algunos de los llamados barones del PSOE y algunos de los antiguos dirigentes del mismo. Pues la que les ha caído encima por parte de los opinadores en redes sociales es casi como si lloviera el diluvio. Lo peor es que se hace con descalificaciones absolutas, personales y llenas de odio, sin argumentar y solamente dejando correr el río de las aguas fecales. Por parte de gente de la derecha, de esos que hace nada también los mandaban a las penas del infierno, ahora se oyen alabanzas y sugerencias para que se les haga caso y se les tenga en cuenta. Para que el sainete se convirtiera en astracanada, alguno de esos barones, con ironía indisimulada, ha dejado correr la crítica inmisericorde contra el presidente del Gobierno, que no ha hecho otra cosa que un intento -a mi juicio desafortunado- de arreglo de un conflicto social y político.
En medio de todo este guirigay, ¿qué les queda a los que aspiran a la serenidad y a la jerarquización de las ideas, a ver la luna y no solo el dedo, a separar el grano de la paja, a pensar y a tratar de ver luz en un túnel que se ve largo y casi sin posible salida? Tal vez tan solo seguir poniendo la otra mejilla, sabiendo que en su superficie aspira a lucir la luz de la razón, de la serenidad y el equilibrio sin renunciar a exponer lo que crean básico y de mayor alcance. Y a todos nos vendría bien serenar la testosterona, mirar al horizonte y ver algo de luz. Esta nos ha de llegar, si es que llega, de la buena voluntad, de la lealtad, de la solidaridad y de la convicción de que siempre es mejor una mano abierta para el más necesitado que un puño cerrado con nuestras verdades absolutas en bandolera. Este asunto, como tantos otros, tiene dos caminos diferentes: el legal, y el moral y ético. El legal parece claro y hay que dejarlo sustanciar en los juzgados. El moral nos debería llevar a considerar las voluntades encontradas y a la necesidad de entender que darse un abrazo es más productivo que llamarnos de todo para no conseguir más que distancias y mala leche.
Qué cansino es predicar en el desierto.

viernes, 8 de febrero de 2019

CONFUSIÓN


   CONFUSIÓN

Regalar unos labios no es lo mismo
que gustar el aroma de los besos.

Hoy mi boca está herida por la ausencia,
no de tus labios, sino por el dulce
sabor que me dejaste con los tuyos.

jueves, 7 de febrero de 2019

EL RELATO Y EL RELATOR



Entre las propiedades que posee el signo lingüístico se halla el de la doble cara de significante y significado. Ese signo, la palabra, es el camino mejor desbrozado para la comunicación entre los seres humanos. Hacerle caso, pues, debería resultar de suma importancia. Como se sabe, el significante hace referencia a la forma externa, a los sonidos y fonemas, a su arbitrariedad, a su relación… El significado tiene que ver con el contenido del mismo, con la sustancia significativa. Luego hay que añadirle todo el mundo de las connotaciones, de las que va cargándoles la historia, las relaciones con otras palabras y todo un cúmulo de variantes más.
Pues, a pesar del cuidado que exigen ambas partes, siempre quedan resquicios de imprecisión y de pobreza, que nos sitúan en la necesidad de echarle buena voluntad a todas nuestras relaciones, si queremos que no nos hundan en la miseria.
Es el caso que anda el patio revuelto porque el Gobierno español parece que ha pactado con el de la Generalitat un “relator” para que ¿convoque?, ¿coordine?, ¿medie?, ¿redacte?, ¿relate? lo que suceda en las reuniones entre ambas partes. ¿Está esto justificado? Lo esté o no lo esté, nada justifica las reacciones del líder del PP, que se ha soltado la lengua en una serie interminable de improperios y de descalificaciones contra el presidente del Gobierno. Así que dejemos esa parte por imposible y vayamos a lo del relator.
¿A alguien le puede molestar que se relate un hecho? Se hará, se quiera o no se quiera. Tal vez, entonces, pensemos que lo que se busca es la mano y la mente de una persona que no dé lugar al partidismo ni a la interpretación sesgada e interesada. Hasta ahí, venga. Ya es poco fiarse de la capacidad de las personas que se reúnen, pero sea.
¿Alguien tiene todavía dudas de lo que defiende cada una de las partes? Pero si las posturas están clarísimas y son repetidas todos los días. ¿Qué coño hay que relatar? Pero, por si aún quedaran dudas, venga el relator y cuéntelo una vez más.
¿Y al día siguiente, qué? Pues, o alguno ha cambiado de postura, o estaremos en el mismo punto de salida. ¿No será, entonces, que se busca algo más? ¿Qué puede ser eso? Y aquí entra en juego el significado del principio. ¿Alguno se cree que los independentistas se quedarán tranquilos con que alguien redacte a su modo unas páginas que recojan lo que se ha dicho o acordado? Pero si nos lo sabemos todos.
Aquí no se busca poner negro sobre blanco lo que todo el mundo conoce, ni tampoco mediar para que dos enfadados echen pelillos a la mar y se tomen una cerveza juntos. Ojalá fuera eso. Aquí se trata de colar de rondón en esta palabra el significado de mediador de tal manera que sirva y surta efectos y se haga real ese principio de mediación. O sea, que se reconoce un conflicto entre dos entidades en pie de igualdad, con la misma categoría política y con los mismos derechos y obligaciones. Dicho de otra forma, se cuela el reconocimiento de dos Estados diferentes que se hallan en conflicto. Y todo ello sin que se trate de ninguna situación de opresión, ni de falta de democracia, ni nada que se le parezca. Al principio se deja oír el runrún y, en la siguiente ocasión, ya se invoca ese reconocimiento. Con otras palabras, se abre la posibilidad de que otros terceros encuentren ya establecido ese resquicio entre los propios contendientes. Y, de esa manera, ya el camino es siempre cuesta abajo.
Por eso, a mí me parece el asunto de importancia capital y creo que habría que andar con pies de plomo; sobre todo cuando se representa a tanta gente.
Es verdad que los conflictos hay que atacarlos para intentar solucionarlos. Porque las realidades no se pueden ni se deben ignorar. A la democracia habrá que atacarla con más democracia, con más palabra, con más relato de regiones ricas y regiones pobres, con más convencimiento moral de que es el rico el que se quiere ir de la mesa del pobre, con más repaso histórico de lo que han supuesto siempre los nacionalismos… Tampoco tengo soluciones ni quiero poner palos en la rueda de quien las intenta. Pero no sé si con eso del relator no vamos a perder aún más el dominio del relato, ese  del que tan claramente se han apoderado los independentistas. No me gusta que nos hagamos trampas al solitario. De todos modos, si nos las hacemos, por lo menos que sepamos que nos las estamos haciendo.

miércoles, 6 de febrero de 2019

SIN TÉRMINO MEDIO



Me ocurre con algunos campos de la cultura y de la creación: no me resulta fácil poner una línea de sosiego y de calma, de grises y de dudas, en lo que hasta mí llega. Es lo que me sucede, por ejemplo, en el mundo del cine español, de la música en formato de sevillanas, o en lo que tradicionalmente se ha llamado la copla española.
En los años ochenta se hablaba de “españoladas” y se dejaba en la miseria todo aquello que tenía firma española. Parecía que todo lo propio era malo y todo lo que llegaba de fuera resultaba extraordinario. Sobre todo, en el mundo de la “intelectualidad”. Qué papanatas, qué bobos, qué tontos. En el mundo de la música sucedía otro tanto: cualquier cosa cantada en inglés, aunque casi nadie la entendiera, gozaba de bula y de marchamo de calidad. Los mismos calificativos. Las producciones de aquí era mejor no considerarlas siquiera.
A mí todo esto me molestaba ya mucho entonces. Y me sigue molestando ahora. Creo que la desigualdad de trato y de consideración es tan grande, que en mí no produce otra cosa que rechazo ante lo que creo un papanatismo sin sentido. A veces de manera exagerada e injusta. Hay críticos musicales que conocen hasta el día en que se compró cada par de zapatos la “estrella” de turno del mundo anglosajón. Como si eso tuviera que ver con la esencia de la creación artística. En cambio, de lo de aquí, de lo de su gente, de lo de sus vecinos, no conocen ni su existencia.
Pero ya decía al principio que cargo con un defecto en este asunto, el de no transitar bien por los grises. Por ejemplo, a mí el 80% de las películas tildadas de españoladas no me interesan lo más mínimo. Sirvan como muestra todas aquellas que tenían como objeto dar lucimiento a una “figura” popular: torero, cantante… Pero el otro tanto por ciento restante… Canela pura. Al cesto de los papeles todo Origud a su lado.
Otro tanto me ocurre con la copla española. Repito el mismo esquema y salvo para mi paladar un tanto por ciento reducido que calca la esencia, creo, de esta cultura popular honda y persistente. Todo el mundo angloparlante se me queda hecho casi nada a su lado. Quizá sencillamente porque me resulta lejano y más extraño. En ese tanto por ciento reducido, la pasión me embarga y rompe mis esquemas mentales. Entonces me dejo llevar por la pasión y se opera en mí una especie de catarsis que me reconcilia y me devuelve las energías. Ojos verdes; María de la O; La Parrala; La falsa monea; ¡Ay, pena, penita, pena!; A tu vera; Tatuaje; Y, sin embargo, te quiero… A ver quién vuela tan alto y recoge tanto en tan poco tiempo.
Con frecuencia escucho canciones de este tipo y me siento reconfortado y contento. Y eso que, si las analizáramos bien, observaríamos que muchas, casi todas, repiten un esquema en el que una desgracia o una historia negativa rompe la lógica y no se busca solución en la razón sino en el empeño de un sentimiento más arrebatado cuanto más ilógica es la situación. Todos los títulos enunciados antes me darían la razón. Tal vez porque buena parte de la esencia de esta comunidad tiene que ver con una mezcla elementos populares y de pasiones irracionales, que han creado una leyenda que, para bien o para mal, nos sigue persiguiendo.
Voy a seguir escuchando un rato estas canciones. Me siento a gusto.

lunes, 4 de febrero de 2019

MIS ESTRELLAS



Cualquiera que me conoce sabe de mi enorme saco de prejuicios respecto del cine que viene de Hollywood, o de Origud, como me gusta decir. La escala de valores que ha desparramado por el ancho mundo me parece tan inmundo, que no puedo menos que rebelarme contra él. Y hablo de buena parte de él, claro, pues no se me escapan ni los medios que posee ni los talentos que incluye. En fin, esto da para mucho, pero dejo escrito, una vez más, que el conjunto me disgusta por mil razones.
Dentro de nada celebrarán la gala de los Oscar y tendrán -ya tienen- a medio mundo pendiente del asunto. Y durante muchos días se hablará no tanto del valor de las películas como de los vestidos de no sé qué celebridades, que lo son sobre todo, en demasiados casos, precisamente por la vistosidad de esa vestimenta, o embrión de vestimenta. Y después, claro, por los festejos, adobados de sustancias de todo tipo, que celebrarán. Y todo hijo de vecino caerá al suelo abducido por estas enormes aportaciones que para el bienestar de la humanidad nos traen semejantes héroes. En fin, dejémoslo aquí, para que no suba la temperatura.
En España, como imitación igualmente papanatas, se celebra anualmente la ceremonia de entrega de los Goya. Y allí que me veo a lo más selecto de nuestro cine subiendo a balbucir unas palabras sin sentido, que más bien imitan las conversaciones de un grupo de marujas o marujos en cualquier peluquería. Eso sí, antes han posado ante las cámaras con sus vestiditos alquilados, luciendo palmito como principal aportación personal. Y tropecientos mil espectadores en catarsis colectiva admirando semejante milagro. En fin, que me embalo y me pierdo.
De entre todos ellos, surgieron ante mis ojos dos estampas que me redimieron de todo lo demás. Una llegaba del mundo de la canción, era Rosalía con su interpretación maravillosa de una canción popular, creo que se llama “Me quedo contigo” o algo así. Ahí sí que hay terreno para analizar la voz, los ritmos, los coros, los silencios, la armonía… Y menos chorradas de vestiditos y otras gilipolleces y vulgaridades.
La otra llegó del mundo del cine, y, sobre todo, del mundo de la palabra. Jesús Vidal, con sus gafas de culo de vaso y su andar torpe, con su voz algo gangosa y su imagen de despistado, pronunció un discurso de agradecimiento que me heló el corazón y me sacó una lluvia de lágrimas.
Conocía, claro, la película Campeones y me había ya emocionado muchas veces con ella. Vi la gala con el deseo de que hubiera reconocimiento público para lo que significa y transmite esa película. No sabía que, además, uno de sus actores estaba seleccionado (eso de nominado es otra gilipollez) para un premio. Y cuando lo vi, todo se desbordó de nuevo en mí. Juro que lo abracé a él en la distancia y abracé con él a todos los actores y a todos los que sufren alguna discapacidad. Qué lección para todo ese mundillo de apariencias y de pasarelas, qué catarsis, qué tensión emocional. Y todo con la palabra clara y con el concepto preciso. No sé si eran elementos aprendidos o improvisados, pero me da igual. Estos sí son mis campeones y mis héroes. Lo otro tiene demasiado de impostado y de vulgar.
Y creo que la película es mejorable técnicamente, pero me da igual. A la mierda el contrapunto y el fundido, el plano corto y el largo, la secuencia y el traveling.  Mis campeones son mis estrellas, mis verdaderas estrellas.
Ah, y esto no significa que aborrezca el cine ni que crea que todo lo que engloba ese mundo es carne de estercolero. Pero todo lo que huela a pasarela, a apariencia y a eso que llaman glamur, por supuesto que al más hediondo pudridero.
Quizás me he embalado un poco, pero ahí queda dicho.

sábado, 2 de febrero de 2019

¿TANTO TONTO?



Hace tan solo unos días, Fernando Savater se desayunaba con unas manifestaciones en las que tildaba de “tontos” a todos los que habían votado al partido político Podemos. Me parecen unas declaraciones desafortunadísimas. Yo no las comparto en absoluto. Aunque busque contextos que las expliquen. No sé por dónde pillarlas.
Tampoco entiendo el nublado de críticas que ha recibido en las redes sociales ni las descalificaciones globales que sobre su persona y su aportación creativa y su pensamiento se han manifestado. Para mí sigue siendo una referencia de pensamiento y de reflexión. Me parece uno de los principales divulgadores de la filosofía y de la ética (ya apenas se puede hablar de filósofos “puros”) en nuestros días. Y, además, yo no estoy siempre de acuerdo ni conmigo mismo.
Pero el asunto me sirve para reflexionar acerca de en qué medida hemos de diluir la responsabilidad personal en el imaginario colectivo y hasta qué punto podemos descargar nuestra conciencia en lo que pasa en la comunidad. Y, como me sucede casi siempre, no lo tengo tan claro, vuelvo a ser la duda con patas.
Me recuerdo a mí mismo defendiendo que el ser humano es algo menos que aquel “yo y mis circunstancias”, para terminar explicándose en “yo soy mis circunstancias”. Así que no debería escurrir el bulto y tal vez tendría que apuntar hacia la colectividad como responsable de casi todo.
Pues no, no es eso, no es eso. “Yo soy mis circunstancias” vendría a significar que todo mi yo se explica y se conforma desde los contextos, desde las circunstancias en las que voy viviendo. Pero eso no quiere decir que no pueda actuar en esas circunstancias ni que no pueda al menos intentar modificarlas. No ahondaré más porque ese es asunto largo y arduo.
De modo que tal vez la vista también se me vaya hacia la persona como individuo responsable de lo que sucede por ahí fuera en la comunidad. Y ahí yo puedo actuar como listo, como tonto, como imbécil, como sabio, como estulto…
Cuando era algo más joven (es un eufemismo), a mí y a algunos de los más marisabidillos de la cuadrilla se nos iban muchos impulsos en atacar a aquella terrible sociedad que siempre ahogaba al individuo y lo condicionaba en todo, hasta el punto que este parecía libre de cualquier pecado. Y creo que algo de razón teníamos. Pero, ay, de esa manera también quedaba exento de cualquier responsabilidad. La biología ha seguido su curso y ha hecho de las suyas. También las lecturas y todos los ratos echados a ese invento del pensar. Y todo se ha complicado, hasta el punto de tenerlo todo menos claro y de verlo todo con muchas más aristas.
 A estas alturas, no sé dónde hay que poner la linde de la responsabilidad personal y de la influencia colectiva. Por eso me vuelvo tantas veces hacia el territorio impreciso del sentido común y de la buena voluntad como asideros salvadores y pócimas mágicas contra tantos males.
Y, para el caso que me sirve de pretexto (como para todos los demás), querría que actuáramos todos con algo de esa pócima. No creo que se puedan descalificar tantos votos de una manera tan gruesa, porque se supone que responderán a razones diversas, que -estas sí- pueden ser o no compartidas. Si la analogía es condición indispensable para cualquier discusión, los descalificadores generales de Savater deberían decirme qué opinan de todo lo que se ha dicho y se sigue diciendo de los votantes de VOX. Ahí nos han pillado con la aplicación de la dichosa analogía
Y, si se puede pedir algo, sea esto en esta ocasión: Por favor, no tomemos la parte por el todo. Eso tiene un nombre técnico para la literatura, pero no sirve para la argumentación.
Venga.