jueves, 31 de julio de 2014

LAS INCONTABLES CARAS DE LA MUERTE


LAS INCONTABLES CARAS DE LA MUERTE

La muerte es un concepto relativo
que viste su mirar de espacio y tiempo
-como cualquier acción, por otra parte-.

Hoy la muerte se muestra y se disfraza
de muerto en Palestina, con las ropas
de un niño, que se tiñen
del más rojo color de la barbarie,
mientras roban su risa y en su entorno
todo se vuelve polvo de metralla.

Y es la muerte también esa negrura
del odio que se encona en cada hombre,
ciudadano real de cualquier parte,
que sufre cara a cara la impotencia
y que espera su turno en la impaciencia
del momento oportuno para sembrar de muerte
la venganza escondida en su conciencia.

Y vive en suite de lujo mientras vende
las armas que aligeran su negocio,
en los mercados persas y en las bolsas
de todo el territorio de occidente,
en las playas de lujo con reserva
de algún postre en patera por la tarde,
y en todo corazón que suma y sigue
los días sin saber que hay otras gentes
dispuestas para todo lo que existe.

Hoy me entregó la tele, subversiva,
imágenes del campo de batalla
en un pueblo de Gaza –Palestina-,
y me miró la muerte tan de cerca
que no pude comer, pues tan repleto

estaba del dolor y de la rabia.

martes, 29 de julio de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

        ALGUNAS INTUICIONES
.- No existe el vacío; solo la espera de la materia y del nuevo acto.
.- Un buen discípulo es ya un maestro.
.-Pocos lugares como una cama para una guerra civil.
.- La soledad se hace cierta cuando aparece el otro.
.- Casi siempre, la pregunta es más sabia que la respuesta.
.- El presente no es más que la memoria del pasado.
.- Qué diferencia entre el ser y los seres. ¿Qué será más extraño, el primero o los segundos?
.- ¿Ser es conseguir algo o prescindir de todo?
.- No sé realmente si escribo para no oírme o para escucharme.
.- Siempre vivimos en peligro de muerte.
.- Si la vida es espera de la muerte, qué compasiva se muestra la vida muchas veces.
.- Un deseo no cumplido: decir lo que se quiere; querer lo que se dice.
.- Si me encuentran desnudo, que me cubran con una mirada de cariño.
.- Cualquier secreto, mientras es secreto, es un arma secreta.

.- Era un día propicio para irse muriendo tranquilamente en él.

lunes, 28 de julio de 2014

ECOLOGÍA MENTAL


Con cierta frecuencia me llega hasta la ventana de mi ordenador alguno de esos montajes de texto, imágenes y música que circulan por la red. Las reflexiones, el ingenio y el gusto se suelen mezclar con un resultado muchas veces extraordinariamente positivo. En esas ocasiones, yo me recreo y los visito, pienso y sigo en mis devaneos.
Hoy me ha llegado uno especial. Su base de pensamiento es la idea de la ECOLOGÏA y el uso que de él se hace pensando en el paso de dos generaciones. El fondo de imágenes es toda una pasarela de maravillosas fotografías blancas, sobre todo de animales, y un acompañamiento musical adecuado en suavidad y ritmo. Y se apoya en los ejemplos del uso que se hacía, y se hace, de las bolsas de plástico, de botellas de leche o de refresco, del uso de escaleras frente a los ascensores, del cambio de lugar andando o en coche, de los pañales que se cambiaban y ahora se tiran, del secado de la ropa en tendederos o en máquinas, de la reutilización de ropas de hermanos mayores frente las compras compulsivas, de la existencia como mucho de un televisor y un aparato de radio en la anterior generación, de la manera de moler y de batir antes y ahora, del embalaje en papel de periódicos, de la siega de la hierba a mano o con cortacésped, del ejercicio trabajando frente a los gimnasios, del beber en fuente o en vasos de plástico que se tiran, del recargado de plumas de tinta, del uso de las cuchillas de afeitar, del uso y abuso actual de los coches frente a los transportes públicos, y hasta del enchufe único en cada habitación frente al cableado actual. Delicioso para contemplar y para pensar. Los ejemplos, por supuesto, se pueden multiplicar sin ningún esfuerzo imaginativo. La presentación concluye con la reivindicación del concepto de ecología en un sentido un poco distinto al más común, quizás invitando a pensar en un consumo menor y -esto es lo que realmente me interesa- en qué entendemos por progreso y evolución.
La disminución del consumo como forma correcta de progreso es algo bastante estudiado por la gente que se dedica sin intereses particulares a ello y no vive del sueldo que le paga una industria necesitada de competir con la de al lado para sobrevivir en este mundo tan absurdo de la lucha sin cuartel. Quien quiera leer que busque.
A pesar de todo, la evolución y el progreso como tales son conceptos que son difíciles de negar y de no promover. La curiosidad humana nos lleva a nuevos descubrimientos a diario. que nos sirven para nuestro bienestar. Cualquiera de los ejemplos citados antes se vence seguramente a favor de lo que sucede actualmente por la comodidad y por la ayuda que supone para el ser humano. Yo también me declaro progresista si eso supone ventajas para todos y provoca mejor pasar por la vida.
Pero muy torpes seríamos si nos quedáramos en esa simpleza. Porque el progreso se produce en unas condiciones y con unos actores y beneficiarios o perjudicados, y esas condiciones no siempre son las más adecuadas. Hasta el punto de que nos olvidamos aquí de que el fin no justifica los medios. Lo diré una vez más: progreso sí, pero ¿a costa de qué?, ¿cuánto estamos dispuestos a sacrificar de los seres humanos para conseguir ese supuesto progreso?
Las sociedades actuales suelen resumir la vida en parámetros estrictamente económicos, y eso es empobrecer el concepto de ser humano. Parece que la fórmula funciona como opio para las sociedades tanto en oriente como en occidente, y con una velocidad e intensidad crecientes.
Yo me cago en todos los muertos y en todos los popes del progreso si es a costa de la deshumanización, del egoísmo y de la falta de solidaridad. Y echo fuego por la boca si eso trae consigo que mis seres queridos anden alejados de mí y yo de sus abrazos y de su cariño.
Mi nieta se ha ido de mi lado después de unos días de paraíso, de risas y de cielo; daría media vida por tenerla cerca para abrazarla y para sentirla cerca de mí. Aunque tuviera que lavar la ropa a mano y borrarle con goma las páginas del cuaderno para seguir escribiendo y dibujando.

Volveré por los pasos de los días, sentiré los vacíos del pasillo, se hará denso el silencio, y, en la mesa que llena mi terraza, una silla sin risas me hundirá en la miseria y la tristeza. Será por pocos días: en cuanto vuelva a verla, será otra vez la luz y la alegría.

domingo, 20 de julio de 2014

COMO UNA LARGA HUIDA


Los dos amigos paseaban cadenciosamente en medio de la tarde. El sol ya declinaba y el horizonte, cuanto más se alejaba, más parecía hacerse presente. La charla distendida ya duraba un buen rato. El camino era estrecho y los árboles formaban un dosel que sombreaba todo.
-¿Dios es causa o consecuencia?, espetó uno de ellos.
-Dicen que es causa de todo lo demás y por eso es Dios, respondió el segundo.
-¿Y tú qué piensas?, le replicó con una nueva pregunta.
-Sea como sea, tiene que ser el resultado de una huida muy larga. Desde el resto de las cosas hasta Él o desde Él al resto de las cosas. En ambos casos el resultado no es demasiado positivo. Si partimos de Él, el salto hacia los resultados en la realidad se antoja muy en el vacío y hasta se puede explicar, dijo bromeando, el descanso al séptimo día, cansado de crear y crear con resultados poco satisfactorios. Si partimos de la realidad humana, el salto hacia esa idea de Dios se vuelve así mismo un triple mortal y un refugio en busca de no morir en el intento de una realidad tan deficiente.

El paseo se tornó silencioso desde aquel momento. Pero se oía el silencio bajo los árboles. Desde una atalaya del sendero, el horizonte se mostraba luminoso y triste. También desde allí el silencio parecía más denso y sonoro.

viernes, 18 de julio de 2014

AGRADECIMIENTOS A...

 AGRADECIMIENTOS A…

La gracia no venal de una sonrisa.
Amor que no derrota (aunque sí mata).
Que yo te siga amando aunque no exista.
La ataraxia del sabio que me tienta.
El proyecto de vida de la naturaleza.
La rica posesión del tiempo libre.
El afán irresistible de ser buena persona.
La falta de repuesta de las cosas
cuando yo me revuelvo contra ellas.
Que no me hiera nunca si yo estimo
que, al menos que yo sepa, a nadie herí.
No perseguir las formas de ser bueno:
sencillamente serlo.
La lluvia que, en sus gotas, me recuerda
que se llora también desde los cielos.
Tu llanto, que convoca
un río navegable en tus mejillas.
El silencio que huele a tu palabra.
Todo tu ser temblando y con los poros
al alcance suave de la brisa.
Cualquier temblor furtivo
que aparece y me hiela la memoria.
El intenso poema de la vida
Escrito muy deprisa con palabras
que a menudo carecen de sentido.
Tu desnudez rozando la desnudez del mar.
El regalo especial de tu ternura
con olor y sabor a pan caliente.
Todo lo que a la vida me convida

y me acerca sin pausa hacia la muerte. 

jueves, 17 de julio de 2014

MATAR AL PADRE


El pasado día 13 de julio se celebraron elecciones en el PSOE, para elegir de manera directa (un militante un voto) al nuevo secretario general. Tres candidatos: Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Ganó con claridad Pedro Sánchez. Estos días comienza su andadura y realiza los primeros contactos con gentes de todo tipo. Le queda por delante una tarea ardua y complicada, en un panorama social y político incierto y oscuro. Que tenga suerte, por él mismo, por su partido y sobre todo por este país al que le falta asiento y sosiego.
Cuando se cambia la estructura de cualquier entidad, se corre el peligro de pensar que todo empieza de nuevo y de que hay barra libre para derribar el edificio y construir uno nuevo, sobre todo si, al menos en apariencia, no se ha contado con el apoyo de las personas que eran el sostén público de ese edificio. Tal peligro conviene reconocerlo, identificarlo, embridarlo y darle el espacio y la importancia que requiere, ni más ni menos.
No resulta sencillo pues hay fuerzas que tiran en un sentido y otras que empujan en sentido contrario. El PSOE pedía a gritos una renovación de caras y de actuaciones, la convivencia pide ese cambio de caras como higiene colectiva. Bien por la renovación. Pero se trata de un partido centenario, de una estructura que se basa en unos principios filosóficos e ideológicos muy claros y bien estudiados, de una militancia que está en él no por capricho sino con alguna idea y deseo de transformar la realidad en la que vive para conseguir un bienestar mayor para la mayoría… Y todo eso no se puede tirar por el puente, porque las gentes cambian pero los principios se adaptan a los tiempos sin perder su esencia original.
En los años pasados ha habido gente que ha puesto cara a este proyecto tal vez apareciendo en casi todos los cromos. Eso cansa, es verdad, y tanto tiempo termina por contaminar. Sin embargo, eso no debería impedir reconocer la valía donde la haya y la solidez de las ideas cuando la tengan. Tan de imbéciles es innovar por innovar como mantener por mantener. Encontrar el equilibrio no es sencillo pero hay que intentarlo.
Por eso habría que tener cuidado con no mandar a la esquina a la gente de valía, sobre todo si se hace solo por cuestiones de edad. La experiencia y la sabiduría, la templanza y la mirada alta se consiguen mejor desde la atalaya de cierta edad, desde ese lugar en el que se alcanza alguna certeza de que no hay certezas que valgan sino buenas voluntades y sorpresas con las que hay que contar también.
Creo ver un peligro evidente en estos momentos en el PSOE; es el de aparentar ser más papistas que el papa, en estos días predicar ser más de izquierdas que la mano izquierda. No hay demasiado que predicar; hay que estudiar, analizar, entender lo que demanda la sociedad, poner al día los principios que han inspirado esta ideología, seguir creyendo en ellos y llevarlos a la práctica con firmeza y convicción, desde la coherencia personal, no desde la moda.
Y en ese proyecto cabemos todos, porque es para todos y no solo para los vencedores. También para los que sanamente quieran añadir su experiencia y sus reflexiones. Ni matar al padre ni ensalzar sin tasa al hijo. La familia entera es lo que importa y esta solo se puede mantener unida y con ánimo si se comparten algunos principios que la inspiren y que le den ánimo para vivir cada día con ganas y con las puertas abiertas para todos los que quieren compartir (también desde otras formaciones políticas) esas pocas cosas que llamamos ideología.

Porque la elección en forma directa poco aportará si no se traduce en más participación de todos los que tengan algo que decir, y siempre desde el convencimiento de que el puesto es algo provisional y no implica nada más que la necesidad de dar cara a una necesidad organizativa, pero sabiendo que al lado hay muchas personas con la misma o mayor capacidad que el figurante de turno. Sin esa certeza, nada se habrá conseguido.

martes, 15 de julio de 2014

"Y VEN CONMIGO A BUSCARLA"


Existe una hermosa tríada de conceptos que debería moverme en la vida, tres sendas que deberían llevarme al estado absoluto de la felicidad. Son el Bien, la Belleza y la Verdad. No sé ni siquiera definirlos pero sé que existen, que me llaman, que me enamoran, que me cantan más dulcemente que las sirenas a Ulises. Y sé también que nunca las alcanzaré en grado suficiente, tal vez porque no me las merezca o porque lo mejor es morir en el intento, atisbando los aplausos de la meta e imaginando, solo imaginando, un paso siempre por delante de lo alcanzado.
Tal vez será mejor contentase con el hermoso intento de las aproximaciones, con desbrozar tan solo lo que puede significar cada uno de estos tres conceptos y con soñar que uno no anda del todo despistado y lejos de las sendas en las que se manifiestan.
Ya sé que cada una de estas ideas -¿serán realidades?- se manifiesta en un campo diferente y apunta a unas cualidades distintas, pero, sin un poco de las tres, la vida tal vez sea poco digna y no demasiado humana.
Qué pobres las definiciones que aventura el diccionario; seguramente porque no es sencillo, o acaso sea imposible, declarar qué sean realmente cada una. Los diccionarios especializados se extienden en la historia de cada uno de los conceptos y tal vez también nos dejen -me dejen- a buenas noches.
Me tendré que guiar por mis pequeñas luces, por mis lecturas torpes, aunque no escasas, por lo que la práctica en la vida me ofrece y por esa estrella permanente que nunca se esconde y que se instala en el sentido común.
Sigo entendiendo al ser humano como medida de todas las cosas. No porque sea superior ni inferior a nada, pues forma parte de un todo con los demás seres y objetos, sino porque no puedo llegar a las demás cosas si no es desde mí mismo y desde mis cualidades y deficiencias. Y como las percepciones del yo son irrepetibles en las demás personas, los conceptos a los que aspiro no entiendo que puedan ser equivalentes absolutos para todos. Por eso el Bien es mi bien, la Belleza es mi belleza y la Verdad es mi verdad.
Pero necesito moverme con algún faro que intente ser universal; también me gustaría que estos lo fueran, pero no los concibo sin matices y sin darles oportunidad a la interpretación y a las vivencias personales. Estoy seguro de que no todo vale, pero también de que todo sirve; de que no todo es equiparable, pero también de que todo merece respeto y análisis; y estoy convencido de que cualquier concepto solo es útil si es comparativo en su aplicación en distintos seres.
Lo absoluto y la falta de matices, la no existencia de discrepancia en los juicios, la eliminación de las aristas y la inexistencia de imperfecciones solo es aplicable a lo que no es humano. Y ahí mis capacidades ya no alcanzan y tienen que suspender el juicio.

De modo que me someto a la itinerancia y a la relatividad de mis acciones, pero no renuncio al camino y al gozo de intentarlo. Tal vez tan solo sea mi propio canon, o un canon semejante al de otros muchos que nacen, crecen, “y en un día como tantos…”

lunes, 14 de julio de 2014

LA ENCICLOPEDIA FRANCESA


He leído en un par de ocasiones, distanciadas por bastantes años, el Discurso Preliminar de la Enciclopedia Francesa. Son apenas unas ciento cincuenta páginas, no el muelo de volúmenes que la desarrollan. La última vez me ha hecho olvidarme un poco de los fuertes calores de estos dos últimos días.
De una obra de este tipo me interesa no tanto su contenido, que ni conozco ni creo que merezca la pena conocerlo por el desarrollo que de todos los temas se ha producido desde que se publicó, sino los principios que la fundamentaban y la siguen fundamentando: en eso consiste este discurso preliminar.
No es el primero pero sí el más importante aldabonazo para empujar la edad contemporánea desde su explosión en la Revolución Francesa y todo lo que ella supone. Se trata, y ese es para mí su valor fundamental, de un esfuerzo colectivo de poner negro sobre blanco la esencia de todo el saber en aquel momento. Pero no de una manera almacenada y desordenada, sino de acuerdo con lo que la investigación racional indicaba que había sido el desarrollo del conocimiento humano. Por eso, más que otra cosa se trata de un tratado filosófico en torno del cual se articula y se deja posar el índice de principios de las diversas ciencias tejidas y jerarquizadas entre sí.
A nadie puede extrañarle que supusiera un referente intelectual y social durante tanto tiempo. Y no por los contenidos, casi todos superados en el tiempo, sino en los principios y en el orden de los principios.
En el campo literario, el siglo dieciocho no suele ser muy apreciado. Poco importa. Se llama el siglo de las luces, es el siglo del racionalismo, es el tiempo de poner bases racionales y de darles alguna patada a los misterios  sin base contrastable. La Enciclopedia hizo mucho por ello. La sociedad se lo tendría que agradecer. En su país, claro, porque en España nos quedamos a dos velas o casi a oscuras, como casi siempre.
Me viene a la memoria la Historia de Béjar que se ha publicado no hace mucho. En ella, a su manera, participan diversas personas conocedoras de diversos temas que tienen que ver con la vida de la ciudad. Es una obra coral, como lo fue la Enciclopedia, cada cual en su nivel, por supuesto. No estoy seguro de que responda a unos principios comunes y claros. Este principio de anclaje, de justificación y de importancia es lo que le da importancia y gran valor al gran libro francés.
Casi todos nosotros solemos tener una visión parcial y reducida de la vida, se nos va en lo que ven nuestros ojos a dos palmos y en lo que nos interesa en cada momento. Pero es que la vida y la actividad humana, sobre todo las de la comunidad, son suma de numerosos elementos que se tejen y se arropan, y es solo en esa visión panorámica donde encontramos verdadero sentido a las cosas más pequeñas y a los elementos particulares.
La justificación tiene sentido en todos los ámbitos de la vida: un médico de garganta no puede desconocer que a su lado está el estómago, ni un profesor de lenguas puede desconocer que su conocimiento no es más que un pequeño dado del juego de damas que supone la comunicación. ¿Cómo, entonces, sacar pecho y pensar que la vida se agota en nuestro pequeño mundo y en nuestra especialidad?

Hoy coincide con la fiesta nacional francesa. Creo que este paso intelectual, de intento de concepción y de explicación global del saber y de los intereses humanos que aporta la Enciclopedia es algo que hay que agradecerles a gentes de este país. La modernidad desde ese momento empezó a ser otra.

domingo, 13 de julio de 2014

ALGUNAS INTUICIONES


.- Considérate sabio si consigues distinguir el bien del mal. Después, sigue tu  propio consejo.
.- Si filosofar es dudar, me tengo por alumno de tal ciencia; si es resolver dudas, estoy matriculado en otra  escuela.
.- Intenta enfrentar la idea de la muerte con serenidad y vivirás mucho más libre.
.- No es lo mismo vivir cuanto se debe que vivir cuanto se puede. El sabio hace lo primero.
.- Si esperas un castigo, ya lo estás sufriendo pues el culpable no puede absolverse a sí mismo y ese es su principal y más duradero castigo.
.- Todos somos ignorantes de lo que es la muerte: solo se experimenta una vez y no podemos dar cuenta de cómo se produce.
.- El más arduo y beneficioso de los conocimientos es el de uno mismo.
.- Qué terrible la lucha entre la utilidad y la honradez. En nuestro beneficio, mejor es hermanarlas que enfrentarlas. ¿Por quién apostarías tú como vencedora?
.- Qué hermoso introducir en nuestras opiniones y controversias algún “me parece”, “según creo”, “mea quidem sententia”…
.- Mis opiniones son la aproximación a mi visión de lo exterior, no la realidad de esas cosas: yo soy la medida de todas las cosas, pero no las cosas.
.- ¿En qué consiste el saber? No puedo presumir de saber nada sin determinar este concepto.
.- Se han escrito muchas fábulas de animales. ¿Cuándo se escribirán fábulas de seres humanos para que escarmienten los animales?
.- Cambia el temor a morir por el deseo de vivir.
.- Mejor que la muerte se produzca en la sorpresa; pero, por si acaso, estate preparado.
.- Debería echar más tiempo en saber lo que soy para mí mismo que lo que pueda ser para los demás.
.- No es un juego de palabras pero podría parecerlo: ¿Suceden las cosas porque las notamos o las notamos porque suceden? Qué poco tiene que ver una cosa con la otra.
.- Tampoco enfrentes al amor y a la ambición si no quieres quedarte sin el primero.

.- Si el agua y el calor producen la vida, ¿por qué yo me agosto en verano con el calor que hace y el agua que bebo?

sábado, 12 de julio de 2014

MAGISTER DIXIT


Cuando uno se acerca a un grupo de niños para recriminarles cualquier cosa, es frecuentísimo que la primera respuesta -antes incluso de que se les diga nada- sea algo parecido a esto: “Yo no he sido”. Les interesa sobre todo descargar la culpa en otra persona; más tarde ya habrá tiempo de buscar alguna otra escapatoria. Después nos hacemos mayores y todo cambia: las adscripciones, sobre todo si son positivas, procuramos que al menos nos toquen y que nos admitan en la nómina de los creadores o de los ocurrentes.
Hay, sin embargo, una costumbre en la creación y en el ensayo que consiste en buscar compartir responsabilidades con otra persona para que lo que defendemos sea más creíble, sobre todo si esa otra persona goza de una mayor consideración y respeto. Es lo que técnicamente se llama el argumento de autoridad o, con fórmula latina, magister dixit.
El argumento de autoridad tiene un uso histórico muy abundante y, bien utilizado, refuerza en verdad la tesis que se está defendiendo. Si un montañero reconocido, por ejemplo, afirma que la subida por una cara determinada a una montaña es más complicada que por otra cara, ya estamos casi dispuestos a creerlo, sin que exijamos demasiadas pruebas de ello a la persona que ha citado al experto en la materia.
Suele probar, además, que el que lo usa, conoce otras experiencias y reflexiones anteriores acerca del asunto del que esté tratando. Y no parece mal, sobre todo cuando tratamos de asuntos científicos y estrictamente académicos.
Pero he de reconocer que a veces me aburre su uso y me mortifica más de lo deseable. Porque apoyarse en otros es bueno, pero solo después de aventurar nuestra opinión, tras haber puesto nuestra pica en Flandes y cuando hayamos echado nuestro cuarto a espadas. Es verdad que no es fácil descubrir elementos demasiado novedosos (casi todo está ya inventado y hasta glosado); no obstante, descubrir de vez en cuando mediterráneos es muy saludable y ofrecemos con ello siempre la impresión de que nos hemos trabajado honradamente lo que exponemos y defendemos, aunque no sea de manera muy trabada ni académicamente muy lucida. La vida y sus verdades -si es que realmente albergan alguna- son nuestras vidas y nuestras verdades particulares, nuestros razonamientos y nuestras conclusiones. Si, además, descubrimos que otros ya lo han descubierto antes, pues miel sobre hojuelas.
Hoy escribo este apunte por el mal sabor de boca que me deja la lectura de los Ensayos, de Montaigne. Acumula el sabio francés tal cantidad de recurrencias a las citas y a los ejemplos clásicos, que uno termina por perder el hilo de la idea que trata de desarrollar, pues más bien parece solo una acumulación de citas y de ejemplos que tienen que ver con una idea que muy vagamente se expresa al principio.
Es verdad que su época (siglo XVI) exigía las formas que pedía, y que su formación era la que era, pero, por dios, que uno puede hartarse hasta de hambre. Y todo ello sin quitarle un centímetro de reconocimiento al creador del Ensayo.

En fin, ya lo dijo nuestro Arcipreste: “Si lo dijera yo, se me podría tachar, / mas lo dice el filósofo, no se me ha de culpar .” 

viernes, 11 de julio de 2014

ALGUNAS INTUICIONES

              ALGUNAS INTUICIONES
.- ¿Vivir no será realmente desconocer la vida? Cuanto más la rozo más me contamina.
.- No sé si eliminar el horizonte de mi vista: no me enseña otra cosa que el abismo.
.- Si estás al borde del abismo, atrévete a dar un paso al frente.
.- No es la muerte la que puede con el tiempo sino el inútil engaño de la monotonía.
.- Vive y deja vivir, incluso a ti mismo.
.- No creo en los humanos porque tengo la experiencia de mí mismo. Y, si no creo en mí mismo, ¿cómo voy a creer en los dioses?
.- Solo me interesan las tiendas donde vendan tiempo.
.- Su reino era el reino de la duda; y vivía tan seguro y convencido.
.- Muchos ratos yo solo, otros conmigo mismo.
.- Lo sagrado no tiene la oportunidad de volverse sencillo; lo sencillo sí puede convertirse en sagrado.
.- Es difícil escribir, pero no tanto como saber leer.
.- Uno se puede hartar de muchas cosas, hasta de hambre.
.- No te preocupes de la muerte, preocúpate de neutralizar el ruido que la precede.
.- Leer es siempre leerse y darse un repaso a sí mismo.

.- El mundo tiene dimensiones de diario. Tú sabrás a qué hora quieres que amanezca.

jueves, 10 de julio de 2014

EN BUSCA DE UN DIOS


En uno de sus ensayos más extensos, Montaigne reflexionaba acerca de un asunto que ha traído de cabeza a muchas mentes pensantes y menos pensantes a lo largo de la Historia. De nuevo a vueltas con la definición, el escorzo o el retrato del posible dios. Montaigne procura alargar hasta el infinito la distancia entre las limitaciones humanas y la falta de ellas en ese dios. De esa manera puede inferir que “no concebimos dignamente la grandeza de las altas promesas divinas si somos capaces de concebirlas en algún modo. Para imaginarlas dignamente las hemos de suponer inimaginables, indecibles e incomprensibles y perfectamente distintas a lo que sabe nuestra mísera experiencia”. Desde esta concepción no hay ya ni un paso para una religión esotérica, mistérica, piramidal, de interpretación, de sometimiento…
La otra concepción es la que piensa que, a fin de cuentas, dios no es otra cosa que una representación humana, una necesidad de imaginarse algún nexo de unión entre el pasado y el futuro extensos y un asiento de consuelo, de ilusión y de compañía ante las debilidades humanas. En ese caso, la configuración se ve sometida a las distintas personas que evocan desde sus deseos y necesidades a ese dios y se ve descosido, multiinventado y polirrepresentado y explicado por todas partes. Porque incluso cuando se produce el intento desde las posiciones más honradas y basadas en la organización lógica, los resultados son muy diversos. Es el caso, por ejemplo, de los filósofos.
El propio Montaigne, en un extenso párrafo, recoge muchas de estas variantes, tomadas del mundo clásico griego y romano. Después lo amplía con datos de otras culturas. Aunque solo sea como índice descriptivo, merece la pena recogerlo:
“Tales, el primero que trató de estas materias, creía que Dios era un espíritu que había hecho del agua todas las cosas. Anaximandro opinaba que los dioses nacían y morían en diversas sazones y que el número de los mundos era infinito. Anaxímenes pensaba que el aire era Dios, ser creado e inmenso, que no dejaba de moverse jamás. Anaxágoras fue el primero en suponer que la descripción y manera de todas las cosas la dirigía la fuerza y razón de un espíritu divino. Alcmeón atribuía divinidad al sol, la luna, los astros y el alma. Pitágoras entendía que Dios era un espíritu expandido por la naturaleza de todas las cosas y del que se desprendieron nuestras almas. Parménides creía que Dios era un círculo que rodeaba el cielo y mantenía el mundo merced al ardor de la luz. Empédocles pensaba que los dioses eran los cuatro elementos de los que están formadas todas las cosas. Protágoras no hallaba nada que decir sobre si los dioses son o no son, o de qué son. Demócrito afirmaba que las imágenes y lo que las rodea son dioses, y que esas imágenes nacen primero de la naturaleza y después de nuestra ciencia e inteligencia. Platón disipa tal creencia en diversas formas y establece en su Timeo que el padre del mundo es inmencionable. Añade en sus Leyes que no ha de investigarse el ser de Dios, y en los mismos libros convierte en dioses al mundo, al cielo, los astros, la tierra y nuestras almas.   Jenofonte señala una dificultad de la doctrina de Sócrates, a saber: que unas veces Sócrates dice que no ha de inquirirse la naturaleza de Dios y otras afirma que el sol es dios, y el alma, dios. Y mientras en ocasiones dice que hay un dios solo, otras declara que existen muchos. Espeusipo considera que es dios cierta fuerza que gobierna las cosas. Aristóteles ora dice que es dios el espíritu, ora el mundo, ora el ardor del cielo, ora otra cosa. Jenócrates acepta ocho dioses. Heráclito Póntico vaga entre esas imaginaciones y al fin priva a Dios de sentimiento y le hace cambiar de una forma a otra. Teofrasto circula con análoga irresolución. Estratón asevera que la naturaleza posee la fuerza de engendrar, aumentar y disminuir, sin forma ni sentimiento. Zenón diputa por dios la ley natural, que ordena el bien y prohíbe el mal, y suprime los dioses tradicionales. Diógenes Apoloniatas opina que el aire es dios. Jenófanes profesa de un dios redondo, que ve y oye, pero no respira ni tiene nada en común con la naturaleza humana. Aristón estima que la forma de Dios es incomprensible. Cleanto supone dios ora a la razón, ora al mundo, ora al alma de la naturaleza, ora al calor supremo que le rodea y envuelve todo. Perseo opina que se sobrenombraba por dioses a quienes introdujeron alguna comodidad notable en la vida humana, y que incluso se extendía tal apelativo a las cosas provechosas. Crisipo hace un confuso amasijo de todo lo anterior y cuenta entre mil formas de dioses que supone las de los hombres inmortalizados. Diágoras y Teodoro negaban en redondo que hubiese dioses. Epicuro suponía a los dioses brillantes, transparentes y alojados como entre dos fuertes, entre dos mundos y a cubierto de riesgos, revestidos de figura humana y de miembros como los nuestros…”
Cualquiera de nosotros podría crear también una lista de autores sesudos y, sobre todo, de gentes más próximas a nosotros y sencillas en sus vidas. Cada cual busca la representación que buenamente se ajusta a sus conveniencias y a sus explicaciones. ¿Cómo se le puede negar a un ser humano que ahonde razonablemente en busca de explicaciones o simplemente ¡simplemente! en busca de consuelo? ¿Qué son las religiones sino una forma más de dar imagen a una concepción de dios, pero dirigida en este caso por esas minorías que se apropian las interpretaciones de los textos hasta convertirlos en sus personales concepciones? Y aun más, ¿quién se atreve a negar a nadie la resolución de prescindir de esa imagen personal de un dios de consuelo o de explicación desde un interés también sano y decidido?

Montaigne pensó y escribió en el siglo XVI, en aquel contexto y con aquellos conocimientos, tan distintos de los actuales. Cada avance científico arranca una hoja al Libro. Y ahora se suceden a marchas forzadas ¿Qué pasará dentro de otros años? Sospecho que cada día se afianzará más la certeza de la creación de un dios desde la condición humana como necesidad de consuelo y como asidero ante tanta limitación de nuestras capacidades racionales. Pero mejor si todo fuera con serenidad, con humildad y con algo de osadía por todas partes. ¿El creyente sin preguntas? ¿El superhombre? ¿El ciudadano de a pie con dudas y con necesidades a la vez? A pesar de las playas, de las vacaciones, de los sanfermines o del mundial de fútbol, sigue siendo pregunta angular y en su esclarecimiento y en su nombre el ser humano sigue actuando, amando, odiando, matando, viviendo y muriendo. ¡Qué indigestión si no tiene sustancia el guiso! 

miércoles, 9 de julio de 2014

DEPORTE Y SUPERSTICIÓN



Me gusta el fútbol. Quiero decir verlo, que uno no anda para esas prácticas tan violentas. Se trata de un deporte de equipo en el que cuentan muchas cosas, tal vez demasiadas, y que abre puertas también a muchas otras relaciones y actividades. Si uno se lo tomara a guasa, tampoco sería muy sencillo defender ese empeño tan notable en introducir un balón en una portería, sabiendo que de allí no va a pasar; aunque para mí que, en este nivel, ningún deporte supera al baloncesto, pues consiste en el mismo empeño pero con el añadido de que el cesto en el que se introduce está siempre roto y el balón se vuelve siempre a salir.
El caso es que el fenómeno del fútbol ha alcanzado unos niveles de participación y de implicación social como tal vez ningún otro deporte a lo largo de la Historia. Ahora mismo, medio mundo y la otra mitad andan expectantes ante lo que sucede en el campeonato del mundo que se celebra en Brasil. El asunto, como tantos, otros daría para consideraciones amplísimas que no caben aquí.
Ayer vi en mi casa y en mi sofá el partido entre Brasil y Alemania. Me divertí bastante con un espectáculo que me pareció extraordinario. El resultado resultó ser también extraordinario por abultado y por inesperado: ¡Brasil 1 / Alemania 7! Dicen que fue la mayor derrota del equipo suramericano en toda su historia deportiva.
Todo hubiera quedado ahí si no fuera porque este deporte en Brasil es toda una religión y una señal de identidad de no se sabe muy bien qué si no es superstición o algo parecido. A partir de este resultado se ha desatado todo un mundo de acontecimientos y de calificaciones que son buena muestra de la escala de valores en la que anda esta sociedad metida, no solo la sociedad brasileña sino la de todas partes. Hoy he visto como los telediarios se abrían con un buen puñado de minutos dedicados a este hecho y de qué manera se hablaba de humillación, debacle, derrota, afrenta, burla, goleada e hito históricos y cien superlativos léxicos más. Curiosamente, se dedica menos espacio y demostración léxica a la victoria y a los vencedores, pues ya se sabe que eso tiene menos morbo y vende menos, aunque los que se ponen a ello no escatiman excesos ni exageraciones. Es el lenguaje deportivo, que es así el pobrecito, tan neutro, tan sosegado, tan poco guerrero. Después los mismos que se ejercitan como los guerreros de primera línea con la pluma o la voz en ese ambiente se quejan de que los aficionados meen fuera del tiesto y preparen las trifulcas que preparan. Una hipocresía más de la escala de valores en la que se mueven y nos hacen mover.
Porque el asunto no acaba ahí. Ya en el mismo partido y a la vista de lo que estaba sucediendo, los asistentes parecía que asistían a un funeral, a una hecatombe o al diluvio universal. Lloros, gestos de rabia, silbidos, miradas perdidas, desconsuelos… Y fuera del estadio… tragedia nacional: rotura de mobiliario, manifestaciones (¿contra qué?), paranoias y luto nacional mayor que si se hubiera perdido la honra nacional y personal. Acaso porque realmente sí se había perdido esa honra nacional, algo que solo puede suceder si se considera eso honra y no solo un pasatiempo. Porque ya en los prolegómenos todo parecía indicar que allí se mascaba la tragedia o que comenzaba la tercera guerra mundial: se alzaban las manos al cielo, se invocaba a los dioses, se cantaba el himno como si se dieran vueltas al caldero en una tribu india y se conjuraba a todos los espíritus, en una mezcla extraña de religión, superstición e imbecilidad.
Cuando en el deporte el resultado es positivo, los participantes se convierten en héroes, en brujos de la tribu, en intermediarios con los dioses o en los mismos dioses; cuando es negativo, como lo fue ayer, supongo que todo se viene abajo pues fallan los dioses, los brujos, los ancianos de la tribu, las supersticiones y las bobadas todas. Los jugadores y los asistentes al circo se sienten abandonados por el destino y acaso vuelvan a la realidad diaria de la escasez, de las diferencias y de la pertinaz constancia de que la vida es algo más que balones y avasallamientos deportivos. Me gustaría que en ese inmenso y rico país -y en todo el mundo, pues, si no con la misma fuerza, sucede algo parecido-, todo volviera a la calma y que de una vez por todas se entendiera que el deporte es eso y nada más, que para que uno gane es necesario que otro pierda, y que nada tenía que ser más importante que la belleza y la solidaridad entre los que lo practican. Si no, el día en el que se es vencedor luce el sol, pero el día en el que se pierde, la oscuridad es más densa y se termina quedando uno ciego. Y nunca hay ni que apabullar al perdedor ni que endiosar al ganador. Porque arrieritos somos. ¿No sería laudánico para los jugadores de Brasil que ahora se acordaran de las formas apabullantes y avasalladoras que utilizaron contra el equipo español hace solo un año? Pues mira tú por dónde…
Si fuera verdad, y creo que lo es, que cuanta mayor exageración menor nivel cultural, creo que, en este asunto, Brasil lo tendría difícil para alcanzar el aprobado. Sin generalizar, por supuesto.

Quizás muchos de otros lugares también tendrían que volver en septiembre.

martes, 8 de julio de 2014

SE OFRECE CANDIDATO


Asistí ayer a una reunión en la que tres representantes de las tres candidaturas que en el PSOE aspiran a la secretaría general defendían sus posturas y a sus candidatos respectivos. Mesa ordenada, división por temas, moderadora neutral, respuestas tasadas en tiempo y orden correlativo y rotatorio. Poca cosa que comentar en lo que a las formas se refiere. Es verdad que las réplicas dan viveza al debate, pero no es menos cierto que también lo pueden desviar y hasta eternizar.
Unas veinte personas asistían al acto. De ellas unas cuantas no eran afiliadas a la agrupación de Béjar y más bien parecían simpatizantes. A pesar del formato, la reunión se alargó más allá de lo razonable y yo mismo decidí ausentarme antes del final.
Algunas consideraciones telegráficas:
1.- Si hay unos cien afiliados en esta agrupación, ¿cómo se explica que asistieran menos de la quinta parte?
2.- Como hasta cierto punto parece lógico -se defendían candidaturas del mismo partido-, las explicaciones parecían muy similares aunque había matices diferenciales.
3.- No es seguro que los representantes de cada candidatura dieran el mismo perfil que el candidato representado, pero la suma de sus intervenciones daba para entender algo así como lo que sigue: Pedro Sánchez representa una línea menos rompedora y con más cuidado con los compromisos ya adquiridos por un partido con vocación de gobierno; Madina podría ser algo más radical aunque también desde un origen “oficial”; y Pérez Tapias sería el más asentado en el valor de la ideología como base para la acción.
4.- Si en la presentación de Sotillos de hace alguna semana el eje central eran las formas y el impulso democrático interno, sin hacer notorios los contenidos, ayer me dio la impresión casi de lo contrario.
5.- No “huelo” qué candidato será el vencedor, aunque predigo que no será Pérez Tapias, y eso que su corriente es la que más doctrina ha generado y genera y hasta creo que es la más “limpia” de todo lastre. Pero la realidad es la que es y los medios de comunicación también.
6.- Un asunto crucial en las formas es el de la limitación de mandatos y los niveles en los que esta se va a aplicar. Todos piensan en los dos mandatos como máximo. Menos claro lo tengo en lo que a los niveles se refiere. Y aún menos desde cuándo va a contar esa limitación. Me malicio que será solo para el futuro, para cuando los que llevan media vida en el asunto público añadan otros ocho años más y no tengan ya demasiado dolor en dejar sus puestos y, si se tercia, se convertirán en adalides de esa idea de las limitaciones.
7.- A pesar de todo, resulta un ejercicio formal de democracia que da un paso adelante y que no se debería ya retroceder. No sé si otros partidos decidirán la misma práctica pero les va a resultar difícil negarse a ella. Salvo la derecha; esta además aplicará la teoría de exigir a los demás practicar lo que predican y afearles cualquier fallo mientras ellos se verán justificados y hasta pedirán aplausos por no haberlo puesto en práctica.
8.- El ambiente general es de bastante desánimo y no es seguro que el PSOE se recupere ante la fuerza que están adquiriendo otras fuerzas de izquierdas. Hasta hace muy poco esto me parecía imposible pero ahora lo tengo menos claro. A mí de este asunto lo único que me preocupa es que se haga con orden y temple y, si puede ser, sin entrar demasiado al trapo de los intereses de la derecha unida y única. No es sencillo pues ya se encargan ellos de cargar el ambiente y las descalificaciones.
9.- El PSOE sigue teniendo las infraestructuras humanas y de inmuebles como para seguir siendo el faro del progresismo en todos los territorios, algo de lo que carecen otras fuerzas emergentes. Eso sí, siempre que se tenga claro qué es eso de los territorios y cuál es su articulación, y yo creo que la izquierda de este país no ha estado muy a la altura en este asunto durante los últimos 30 o 40 años.

10.- Este asunto, de momento, no es más que algo interno y que afecta a un partido político. El resto de los ciudadanos creo que anda un poco más en otros asuntos. En el otoño no podrá ser lo mismo y a todos afectará para bien o para mal. También a los habitantes de Béjar y a sus próximas elecciones locales.  

lunes, 7 de julio de 2014

EL SENTIDO COMÚN Y EL DESEO

               
El ser humano está condenado en su vida a la actividad, a hacer y hacer, sin tiempo muchas veces para buscarle sentido a aquello que realiza; come, trabaja, se reproduce, va al bar, duerme, compra, ve la televisión, se deja llevar por las costumbres, cumple años, vive…, hace, hace y hace. Se distingue del resto de los seres en que posee la capacidad para describir y para explicar, para encontrar las conexiones lógicas entre los hechos y para ordenar y modificar el rumbo de sus acciones.
En algún nivel superior, incluso puede intentar la identificación de lo que entendemos como el bien y el mal. Es entonces cuando promociona unos hechos y rechaza otros, se aplica a unas actividades y evita otras diferentes. No es tarea sencilla esta, aunque, en niveles elementales de utilidad, todos la practicamos, ayudados tal vez por el instinto de conservación o por la simple inercia de la costumbre. Los niveles más altos en los que se les buscan las vueltas a los conceptos de bien y mal acaso es mejor dejarlos para los filósofos, aunque no estaría mal que todos aprobáramos al menos el curso de ingreso en el mundo de la filosofía.
Y con esa base tan desigual de discernimiento, nos ponemos a la acción y vivimos, practicamos y nos conducimos en nuestros comportamientos individuales y sociales.
Aunque no ascendamos del peldaño más grosero de la distinción entre los vicios y las virtudes, aún nos queda la posibilidad de al menos jerarquizarlos y de ordenarlos de manera ascendente o descendente. No sería mala práctica, sobre todo para no caer en el pecado de la equidistancia cuando de juzgar acciones de los demás se trata, o de evitar o elegir solo aquellos vicios o aquellas virtudes que mejor admitamos o que más rechacemos. No todo es igual, ni en cantidad ni en calidad.
No tengo muy claro si son mejores o peores las virtudes o los vicios en los que intervienen más la inteligencia o los impulsos. Me cuesta elegir.
Pienso en los males, por ejemplo, y no sabría qué decir de dos actos como la ignorancia o la embriaguez, el primero cerca de la inteligencia y el segundo pegado al descontrol del deseo. La ignorancia provoca acciones continuas de falta de sensibilidad, de incivilidad, de egoísmo, de desconsideraciones sociales, resulta al fin carísima a la comunidad y enciende un rechazo para el trato diario entre los individuos. ¿Qué se puede decir de un ser que aparca siempre mal, que come pipas en los sitios públicos, que pisa el césped, que golpea las puertas, que da voces, que no alcanza ni un grado mínimo de comportamiento social? Y todo ello sin entrar a considerar su imposibilidad de trabar un razonamiento sencillo con premisas y conclusiones, con causas y consecuencias sencillas y evidentes.
Pero la embriaguez desata y desinhibe, convoca a la superficie a todo aquello que cualquier cortapisa personal o social retenía en el fondo del salón y, pasado cierto nivel, descontrola cualquier control físico o mental del que la padece. Ver a un borracho es tener la certeza de la degradación en todos los sentidos. Lucrecio lo describía así: Quum vini vis penetravit… consequitur gravitas membrorum, praepediuntur crura vacillanti, tardescit lingua, madet mens, nant oculi; clamor singultus, iurgia, griscunt. Algo así como esto: Cuando el vino penetra al hombre… luego sus miembros se vuelven pesados, su paso es vacilante, su lengua tarda, su alma embotada, sus ojos inciertos; y grita, solloza, tartamudea.
Por desgracia, hay demasiados ejemplos de ambos niveles, de aquellos que parecen apelar más a la inteligencia -aunque sea solo a la más elemental y sencilla- y de los que dependen con más fuerza de los impulsos y de los deseos primarios; seguro que todos llevamos a la espalda fotografías de uno y de otro campo. Y la calidad bien entendida empieza por uno mismo.

De todos modos hasta llegar, desde un comportamiento mínimamente racional y de dominio de los sentidos, a lo que me encuentro cuando salgo de casa y me doy un paseo (aparcamientos, golpes, voces, pipas, mierdas de perros, velocidades, aglomeraciones…) y lo que parece que hacen algunas turistas en los bares de alguna zona de Mallorca para conseguir bebidas con las que perder la conciencia y el dominio mental, parece que hay un trecho largo que no deberíamos recorrer. Al menos con tanta frecuencia y entusiasmo.

domingo, 6 de julio de 2014

LA DIFUSA BARRERA DEL PASADO


Cualquier rostro de un ser querido del pasado ha ido pagando su tributo al tiempo y se ha ido desdibujando hasta perder un poco sus perfiles y hasta los hitos que tan claramente marcaban en camino. Primero duelen todos sus poros, pero poco a poco se va haciendo su piel más oscura y moteada, menos singular y más neutra; su espacio lo van llenando otras imágenes más próximas y nuevas, como si quisieran ocupar un espacio en el que no caben todas. Por eso, de empujón en empujón, de olvido en olvido, la bruma va ganando terreno y coloca los primeros planos en partes más pequeñas de panorámicas en las que nada es ya absoluto y dominante.
Es verdad que hay imágenes que se resisten tenazmente a dejar el primer plano. Sus razones tendrán, porque no todos los fuegos se apagan con la misma cantidad de agua. Ni falta que hace que así sea. A buen seguro que hay imágenes que no querríamos que se difuminaran nunca. Pero todas sufren un proceso más o menos acelerado de envejecimiento.
Es probable que esa sea la mejor manera que tenemos para poder seguir viviendo y que no suponga ningún deseo buscado de olvidar el pasado. Pero cualquier persona se asoma a la ventana de la vida y ve que pasa gente nueva; y primero tal vez no distinga ni separe a las personas, pero poco a poco se va fijando en ellas; tal vez después las aproxime mentalmente o incluso comparta sus afectos; y hasta termine dándoles el primer plano en su mente, ese primer plano que antes ocupaba otro ser u otro objeto.
Es el discurrir inevitable de la vida, el eterno fluir de las cosas y el cambio permanente en este caos perfecto en el que nuestras vidas no son más que otros agentes más, diminutos y leves, pero sumandos de esa conciencia última y total que todo lo engloba y todo lo transforma.
Otra cosa distinta es el olvido, esa pared última donde se diluye la voz de la conciencia, ese lugar eterno e infinito del que nos hemos escapado por un momento para tener conciencia y experiencia de la vida, de esta vida sencilla y diminuta en la que ya estar es un milagro.
Si no fuera demasiado, me gustaría pedirme una promesa, la de alargar la llegada del olvido y la de promover el recuerdo positivo y solo el positivo, esos momentos buenos que con todos los seres con los que me he rozado he compartido, y esas sensaciones agradables que el resto de los seres y de las cosas han producido en mi con su contemplación y con su acogimiento.

Al fin, el pasado no se puede modificar pero sí seleccionarlo para la memoria y se puede hacer de él un florilegio de rosas sin espinas. Tal vez la mejor manera de encarar el futuro con menos sensaciones negativas y con consciencia clara de que todos somos sencillamente un azar en el camino hacia una última sensación cósmica que no sabemos ni cómo llamarla con alguna precisión.  

viernes, 4 de julio de 2014

SINFONÍA INACABADA


SINFONÍA INACABADA

El cielo llueve nombres en la lluvia
y es cada gota sílaba compacta
que me acerca al sonido que te nombra,
que te hace melodía y me hace blando
cualquier recuerdo que de ti conservo.

Porque sueño tu cuerpo
y reconozco en él esa costumbre
del tiempo que se empeña
en dibujar tu piel
e insiste tenazmente en habitarte,
y ese dominio intenso y contumaz
al que tu piel aspira inútilmente,
 y no es lo mismo:
todo en ti es simple cambio,
y es tu rostro labrado por el aire
de todos los inviernos, y tus brazos
muestran las hendiduras provocadas
por el oscuro peso de los años.

Solo tu nombre evoca la presencia
de lo que siempre vive en la hermosura.
de esa reserva fiel que es mensajera
de esbelta desnudez, de ciencia pura.

Hoy llueve mansamente. En la ventana
oigo tu nombre, en su humedad me unjo.
Yo pronuncio mi nombre por si acaso
la lluvia lo quisiera tornar en melodía
y llevarlo  también a tu ventana

como mejor regalo de mi parte.  

miércoles, 2 de julio de 2014

PARTIDA DE DADOS EN EL PARAÍSO

    
Las escenas bíblicas han llenado el subconsciente y el ideario oculto y oficial de occidente; a ellas se vuelve como referente  para ejemplificación de demasiadas cosas. Una de ellas nos presenta a un débil David tirando piedras con un arma debilucha y como de juego contra un gigante que, ya solo por su estatura, tenía que dar casi tanto miedo como a mí me dan miedo los perros grandes y de razas raras. En aquella ocasión ganó el débil. Curiosamente pertenecía, claro, a la estirpe y a la tribu de los que describen la historieta.
En los tiempos modernos, o todos leen mal o los términos se han invertido. Porque resulta que ahora el gigante es de la misma tribu aquella de la fábula religiosa, mientras que el lanzador de piedras es el de enfrente, ese pueblo hacinado en unos minúsculos territorios que apenas puede sobrevivir.
Resulta que algún imbécil palestino, desesperado, malnacido, asesino o todo a la vez, ha secuestrado y ha asesinado a tres jóvenes israelíes. La reacción no se ha hecho esperar y el ejército judío ha comenzado la misma criminal respuesta echando abajo edificios, removiendo piedra a piedra y dispuesto a devolver ciento por uno hasta que se considere saciado en su venganza e interpretación de los hechos. El asunto no ha hecho más que empezar y los próximos días puede suceder cualquier cosa, cualquier cosa lamentable y dolorosa.
La historia se ha repetido tantas veces que no hay margen para la equivocación al pronosticar lo peor para la población palestina. Es, de nuevo, la lucha desigual entre David y Goliat, pero ahora cambiados de bando. Tan al milímetro se repiten los acontecimientos, que uno termina por quedarse perplejo ante las acciones palestinas pues ellos, mejor que nadie, saben lo que se les viene encima. Y esto solo puede suceder o porque son muy torpes o porque están totalmente desesperados. No es difícil imaginar que se trata de lo segundo.
Da igual que la balanza se incline en un sentido o en otro, siempre será y es un espectáculo lamentable, con solución difícil y siempre muy a largo plazo. Por si fuera poco, como también ocurre siempre el suceso volverá a avivar el odio de las facciones extremas de los pueblos próximos y alimentarán la llama de Alá es grande o de Alá es chico, y todo se volverá oscuro, como el cielo en esta tarde de comienzos de verano, que más bien parece aquí del último otoño.
Sigo viendo lo mismo que veía hace ya muchos años, o sea, nada o casi nada. Israel necesita, para la supervivencia, unión absoluta entre sus habitantes y respuestas aparentemente ejemplares ante cualquier episodio; los palestinos sencillamente tienen que gritar su necesidad de sobrevivir y sus derechos como comunidad a vivir y a organizarse como pueblo. Cualquier elemento histórico o geográfico se puede discutir, pero es seguro que solo poseen la honda y a veces ni siquiera las piedras con las que cargarla. Al otro lado del muro asoma la fuerza del gigante y siempre siempre responde con todas sus energías.
Por si no estuviera todo ya confuso, se añade como especia y como ingrediente de cualquier guiso la religión, ese condimento que tantísimos tiros dispara y que tantas desgracias acarrea si no se interpreta con algo de razón y de serenidad. En esto sí que la Historia es apabullante. Hoy mismo he oído reivindicar en televisión una conquista musulmana desde Indonesia hasta Alándalus. Que Alá o Jehová nos pillen confesados. Y aquí la frase tal vez no sea irónica.

Ya lo he dicho en alguna otra ocasión: Alá y Jehová parece que andan jugando a los dados.

martes, 1 de julio de 2014

UNA VISIÓN ROTUNDA Y REPENTINA



UNA VISIÓN ROTUNDA Y REPENTINA
(Para Ana I. Pérez. y para todas las diosas jóvenes de tantos años,
que siguen siendo diosas y se me aparecen para hundirme
en la miseria de mis años).

Una visión rotunda, repentina
(y en un paso de cebra: ¡qué milagro!),
me devolvió de súbito al pasado,
a ese pasado oculto entre las grises
brumas tiernas que guarda la memoria.
Un saludo efusivo, unas palabras:
“¿qué tal?, ¿cómo te va?, ¡qué alegría verte!”
y cualquier frase más de esas que evocan
recuerdos dulces, circunstancias blandas.

Yo pedí que la vida te regale
todo lo que te puede regalar:
esa belleza limpia, segura de sí misma,
como segura estabas tú cada mañana,
consciente de que todo estaba aún por hacer;
el no llevar las cuentas de ninguna
concreta obligación, esa apariencia
de andar como una musa en zapatillas
por cualquier alto claustro o cualquier calle,
sin prejuicios, partiendo desde cero
en una fiesta siempre sin horarios.

Al trasponer la esquina, tu presencia
dejó la calle a oscuras y vacía,
tal vez con un olor a yerbabuena
o a esa dama de noche que me embriaga
en esa misma calle, flor fragante,
cuando busco perderme en algún parque.

La vida me dejó como sonámbulo
pensando en lo que a mí me ha regalado.
Y comprendí que el tiempo es solo tiempo,
y que pasa con prisa y con sigilo,
aunque a veces destelle y se haga luces
con esas diosas jóvenes que evocan

aquellos otros días ya lejanos.