Los dos amigos paseaban
cadenciosamente en medio de la tarde. El sol ya declinaba y el horizonte,
cuanto más se alejaba, más parecía hacerse presente. La charla distendida ya
duraba un buen rato. El camino era estrecho y los árboles formaban un dosel que
sombreaba todo.
-¿Dios es causa o consecuencia?,
espetó uno de ellos.
-Dicen que es causa de todo lo
demás y por eso es Dios, respondió el segundo.
-¿Y tú qué piensas?, le replicó
con una nueva pregunta.
-Sea como sea, tiene que ser el
resultado de una huida muy larga. Desde el resto de las cosas hasta Él o desde
Él al resto de las cosas. En ambos casos el resultado no es demasiado positivo.
Si partimos de Él, el salto hacia los resultados en la realidad se antoja muy
en el vacío y hasta se puede explicar, dijo bromeando, el descanso al séptimo día,
cansado de crear y crear con resultados poco satisfactorios. Si partimos de la
realidad humana, el salto hacia esa idea de Dios se vuelve así mismo un triple
mortal y un refugio en busca de no morir en el intento de una realidad tan
deficiente.
El paseo se tornó silencioso
desde aquel momento. Pero se oía el silencio bajo los árboles. Desde una
atalaya del sendero, el horizonte se mostraba luminoso y triste. También desde
allí el silencio parecía más denso y sonoro.
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