jueves, 17 de julio de 2014

MATAR AL PADRE


El pasado día 13 de julio se celebraron elecciones en el PSOE, para elegir de manera directa (un militante un voto) al nuevo secretario general. Tres candidatos: Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. Ganó con claridad Pedro Sánchez. Estos días comienza su andadura y realiza los primeros contactos con gentes de todo tipo. Le queda por delante una tarea ardua y complicada, en un panorama social y político incierto y oscuro. Que tenga suerte, por él mismo, por su partido y sobre todo por este país al que le falta asiento y sosiego.
Cuando se cambia la estructura de cualquier entidad, se corre el peligro de pensar que todo empieza de nuevo y de que hay barra libre para derribar el edificio y construir uno nuevo, sobre todo si, al menos en apariencia, no se ha contado con el apoyo de las personas que eran el sostén público de ese edificio. Tal peligro conviene reconocerlo, identificarlo, embridarlo y darle el espacio y la importancia que requiere, ni más ni menos.
No resulta sencillo pues hay fuerzas que tiran en un sentido y otras que empujan en sentido contrario. El PSOE pedía a gritos una renovación de caras y de actuaciones, la convivencia pide ese cambio de caras como higiene colectiva. Bien por la renovación. Pero se trata de un partido centenario, de una estructura que se basa en unos principios filosóficos e ideológicos muy claros y bien estudiados, de una militancia que está en él no por capricho sino con alguna idea y deseo de transformar la realidad en la que vive para conseguir un bienestar mayor para la mayoría… Y todo eso no se puede tirar por el puente, porque las gentes cambian pero los principios se adaptan a los tiempos sin perder su esencia original.
En los años pasados ha habido gente que ha puesto cara a este proyecto tal vez apareciendo en casi todos los cromos. Eso cansa, es verdad, y tanto tiempo termina por contaminar. Sin embargo, eso no debería impedir reconocer la valía donde la haya y la solidez de las ideas cuando la tengan. Tan de imbéciles es innovar por innovar como mantener por mantener. Encontrar el equilibrio no es sencillo pero hay que intentarlo.
Por eso habría que tener cuidado con no mandar a la esquina a la gente de valía, sobre todo si se hace solo por cuestiones de edad. La experiencia y la sabiduría, la templanza y la mirada alta se consiguen mejor desde la atalaya de cierta edad, desde ese lugar en el que se alcanza alguna certeza de que no hay certezas que valgan sino buenas voluntades y sorpresas con las que hay que contar también.
Creo ver un peligro evidente en estos momentos en el PSOE; es el de aparentar ser más papistas que el papa, en estos días predicar ser más de izquierdas que la mano izquierda. No hay demasiado que predicar; hay que estudiar, analizar, entender lo que demanda la sociedad, poner al día los principios que han inspirado esta ideología, seguir creyendo en ellos y llevarlos a la práctica con firmeza y convicción, desde la coherencia personal, no desde la moda.
Y en ese proyecto cabemos todos, porque es para todos y no solo para los vencedores. También para los que sanamente quieran añadir su experiencia y sus reflexiones. Ni matar al padre ni ensalzar sin tasa al hijo. La familia entera es lo que importa y esta solo se puede mantener unida y con ánimo si se comparten algunos principios que la inspiren y que le den ánimo para vivir cada día con ganas y con las puertas abiertas para todos los que quieren compartir (también desde otras formaciones políticas) esas pocas cosas que llamamos ideología.

Porque la elección en forma directa poco aportará si no se traduce en más participación de todos los que tengan algo que decir, y siempre desde el convencimiento de que el puesto es algo provisional y no implica nada más que la necesidad de dar cara a una necesidad organizativa, pero sabiendo que al lado hay muchas personas con la misma o mayor capacidad que el figurante de turno. Sin esa certeza, nada se habrá conseguido.

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