La gracia no venal de una
sonrisa.
Amor que no derrota (aunque sí
mata).
Que yo te siga amando aunque no
exista.
La ataraxia del sabio que me
tienta.
El proyecto de vida de la
naturaleza.
La rica posesión del tiempo
libre.
El afán irresistible de ser buena
persona.
La falta de repuesta de las cosas
cuando yo me revuelvo contra
ellas.
Que no me hiera nunca si yo
estimo
que, al menos que yo sepa, a
nadie herí.
No perseguir las formas de ser
bueno:
sencillamente serlo.
La lluvia que, en sus gotas, me
recuerda
que se llora también desde los
cielos.
Tu llanto, que convoca
un río navegable en tus mejillas.
El silencio que huele a tu
palabra.
Todo tu ser temblando y con los
poros
al alcance suave de la brisa.
Cualquier temblor furtivo
que aparece y me hiela la memoria.
El intenso poema de la vida
Escrito muy deprisa con palabras
que a menudo carecen de sentido.
Tu desnudez rozando la desnudez
del mar.
El regalo especial de tu ternura
con olor y sabor a pan caliente.
Todo lo que a la vida me convida
y me acerca sin pausa hacia la
muerte.
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