jueves, 30 de abril de 2015

"MANZANAS TRAIGO"


Que hoy sea un apunte desde lo personal, pero que se vaya hasta lo alto de la reflexión y que  sirva para todo suceso parecido. Que actúe la analogía como método de razonamiento y única forma de poder continuar en el intento de la comunicación. Si no es así, ya pongo mis brazos en cruz, me rindo y me castigo media hora contra la pared para olvidarme de mí mismo.
De vez en cuando, doy a la luz en algún medio público alguna reflexión en forma de artículo. Cuando lo hago en los medios locales de esta ciudad estrecha, suelo sufrir un proceso de malestar que me empuja a la promesa de anular estas colaboraciones y a quedarme en mí mismo sin contar con los demás. Tal vez por eso, también en esta mi ventana particular, me abstengo casi siempre de tratar asuntos de opinión con imágenes cercanas o locales.
El proceso suele ser el siguiente: se publica un artículo de opinión acerca de cualquier asunto próximo; inmediatamente se producen algunas respuestas en forma de comentarios (prácticamente todos son cobarde y miserablemente anónimos); también casi siempre se responde con réplicas que en nada o en casi nada tienen que ver con lo que en el original se ha expuesto (a veces negando lo que literalmente se ha explicitado en el original); se produce en mí un estado de desasosiego y de impotencia que me instalan en el mal humor y en la promesa de no volver a incurrir en el error de publicar en estos medios. Y no acabo de aprender porque vuelvo, aunque de tarde en tarde, a las andadas. Es más, es que no seguir haciéndolo parece como dar la razón a toda esta tropilla de fantasmas ambulantes y anónimos: hay un morbillo ahí tal vez un poco malsano.
Que se produzca intercambio de opiniones, para asentir o para disentir, es un hecho saludable y enriquecedor, debería contentar a todos y todos tendríamos que aplaudirlo. Que se haga desde al anonimato ya no complace tanto pues al menos indica la cobardía o el escondite desde el que se tira la piedra pero se esconde la mano. Aun así, habrá que soportar que puede que la opinión manifestada -a pesar de la falta de la firma- tenga peso racional y hasta razón. Pero que se responda por soleares cuando se comenta si el agua es buena o mala para la digestión, o que se conteste con la necesidad de limpiar una calle cuando se ha propuesto la importancia de la participación social, por ejemplo, es sencillamente propio de analfabetos cuando no de malfollaos y de ciegos mentales. La cadena se podría alargar con las réplicas y las contrarréplicas, pero, con estos sujetos (porque digo yo que serán sujetos), lo único que se consigue es enredar todo mucho más y crear un estado de confusión que termina en el caos y en la inutilidad.
Las redes sociales han conseguido socializar tanto la información como la opinión. Esto es fantástico. Pero también han traído la banalización del pensamiento, el cobarde disfraz del anonimato y la imposibilidad de poner cara a las personas que, ocultas en su incompetencia, se creen reyes de la libertad de expresión, cuando esta es entendida por ellos como un campo sin límites y sin leyes que regulen la salida al cuadrilátero de las ideas. Así todo nos lleva al caos, a la indigencia mental y al derribo del razonamiento. Y esto sí que empobrece de verdad a las comunidades. Mucho más que el paro, sin duda.

Más que nunca se hace evidente la necesidad de invertir en educación, en esa asignatura que implica y compendia todas las demás y que, a la vez, reduce todo al sentido común y a la buena voluntad de las personas. Es la inversión con más futuro, la que ofrece a largo plazo mejores dividendos para la sociedad y para cada uno de sus miembros. ¡Ay la próxima reforma educativa… y esa necesidad de alfabetización…!

martes, 28 de abril de 2015

LA MEMORIA DE TROYA


LA MEMORIA DE TROYA

Es tan grande el rencor que se concita  
en el duro interior de tus murallas,
que ni los dioses pueden hacer pausa
en esa guerra eterna de los pueblos
que habitan en las costas
del mar de los misterios, junto a Troya…

Allí Aquiles y Héctor en el campo
de batalla se ofrecen a la muerte,
las lanzas dieron causa a que las olas
se tiñeran de sangre y que los vientos
bramaran con su voz hasta el Olimpo.
Todo fue en Troya noche y destrucción,
todo se derribó y se hizo ruina.

Solo permaneció sin apagarse
la llama del amor, la complacencia
en la serena luz de la belleza
que hasta sus costas transportara Helena,
de dorados cabellos y ojizarca.
La belleza miraba por sus ojos
y la ciudad fue un templo
donde habitó la fuerza de lo bello
por encima de todas las batallas.

De Troya la memoria no es Ulises,
tampoco Agamenón, el rey de reyes;
es la fuerza infinita de los ojos de Helena,
la belleza que no admite que nadie

profane su fulgor y su potencia.

lunes, 27 de abril de 2015

EL VALOR DE LAS IDEAS



En alguna ocasión me he manifestado, en tono de queja, por la tendencia que creo observar en la ciudad en la que vivo (y en todos los sitios tal vez), según la cual la asistencia a actividades varias se produce no de acuerdo con el valor de lo que previsiblemente allí se va a exponer sino por la proximidad afectiva con quien va a exponer. Tal sucedería en casi cualquier manifestación: deportes, charlas, conciertos, teatro, exposiciones, bailes, mercados…
Entiendo la importancia de estar cerca de los que están cerca de nosotros biológica y afectivamente, pero entiendo menos que esta variable ejerza como única y absoluta. Es cuestión, como casi siempre, de grados en la actuación. Sinceramente, creo que esto empobrece, empequeñece y hace más pobre casi todo. Las adhesiones inquebrantables por la proximidad y el afecto personal producen un efecto espuma que se deshace al momento y se convierte en vapor muy pronto. Yo creo que sería mejor que, sin olvidar las “obligaciones” más próximas, pusiéramos en el mismo paquete un poco de serenidad y de pensamiento.
Aquí es donde empezarían a tener su acomodo y su peso las ideas, esos pensamientos que, equivocados o no, deberían conducirnos en la vida y en nuestras actuaciones diarias. Pienso que, si les diéramos espacio a las ideas, nuestras decisiones y nuestras resoluciones serían un poco más trabadas y algo más duraderas, nos empujarían en un sentido más positivo y general, nos alzarían la vista y traerían hasta nosotros no solo lo del mismo día sino lo del futuro más apartado. Si así fuera, lo preveríamos mejor y con más tino, seríamos más sólidos y no nos dejaríamos llevar por los primeros impulsos y ocurrencias.
Me interesa la reflexión sobre todo para el día a día, para lo que va sucediendo entre nosotros durante cada mes del año, para nuestra actividad continua, para nuestro menudeo. Pero hoy quiero aplicarla también para algo que se nos viene encima.
Durante el próximo mes de mayo, se nos va a recordar a diario que celebraremos elecciones municipales. Será, sin duda, un buen ejercicio colectivo de participación y debería ser previamente un educado intercambio de ideas y de propuestas encaminadas a mejorar la vida cotidiana de nuestra ciudad. La lógica supone que cada formación se presenta porque posee una concepción de la vida algo distinta de la que poseen las demás. Eso es lo que dice la lógica, la idea y la razón. Espero que así la propongan y la manifiesten, con libertad y sin necesidad de herir a los otros ni de buscar la humillación de nadie. La decisión final será de todos nosotros, los votantes, que, en nuestras papeletas, diremos lo que mejor nos parezca.
Me gustaría que en esas papeletas se concretara el poso de las ideas y no de las adhesiones a cualquiera de nuestros vecinos. Las personas, todas las personas, por el hecho de serlo, ya tienen alcanzados nuestro respeto y nuestra consideración, pues, como dijo el maestro, en el ser humano, ninguna cualidad puede ser alcanzada que sea  superior a la de ser persona.  No es la persona la que debe ser elegida sino las ideas que incorpore, la ideología que atesore y la implicación social que ello acarree. Son, en definitiva, las ideas lo que está en juego y todo lo que de su aplicación se deriva para cada uno de nosotros y para la ciudad. Porque, así como todas las personas han de ser respetadas, no debería suceder lo mismo con todas las ideas, en contra de esa expresión disparatada y tan manida de que “todas las opiniones han de ser respetadas”. No, en absoluto: aquellas que promuevan la injusticia, la desigualdad y el mal no han de ser tenidas en cuenta; como mucho, han de ser expuestas, pero para ser tiradas enseguida al cubo de la basura mental. Con las ideas nos jugamos el pensamiento, la forma de ver la vida, la actitud ante ella, la forma de convivir y el tipo de comunidad que queremos. Y, después, esto es lo que se traduce en el día a día.

Es mucho. Es casi todo. Y depende de cada uno de nosotros. Naturalmente, cada cual sabrá, después de reflexionar y de razonar, cuáles son las ideas que mejor convienen a él y a su comunidad. Pues, pensemos en ellas y actuemos en consecuencia. Y que haya suerte.

sábado, 25 de abril de 2015

CONSEJOS PARA APOLO


CONSEJOS PARA APOLO
¿Por qué, Apolo, persigues a la ninfa
Dafne, la de cabellos alargados?
Déjala que se quede solterona,
para vestir santos y atizar los fuegos:
pasará más calor que los que se alcen
en busca de sus bosques, sus sargazos.

Pero, si acaso sigues en tu empeño,
disfrázate de árbol, busca un sitio
próximo al del laurel y ten paciencia,
escarba entre la tierra: los laureles
no paran de crecer. Y allí, en su seno,
lejos de las miradas envidiosas,
verás como ya Dafne se derrite
y se quema en la hoguera del amor.
Déjate de laureles, de coronas
y de guardar las formas exteriores.
Ya sé que eres un dios y es muy difícil
no presumir delante de los tuyos,
pero más vale el fuego bajo tierra
que el hielo en el desprecio y el dolor.

¿Que no es lo más normal andar vestido
de árbol todo el tiempo? Por supuesto.
Pero no es lo más raro: hay quien incluso
se viste de adefesio si con ello
alcanza su propósito anhelado:
amar en vegetal no es poca cosa:
ramas, raíces, savia, hojas, corteza…
Muchas formas de darle en la cabeza

a esa Dafne tan terca y pertinaz.

viernes, 24 de abril de 2015

ANUNCIOS POR PALABRAS EN PERIÓDICO LOCAL

 ANUNCIOS POR PALABRAS
Vendo peña con cruz, desafiante
al golpe de los vientos y a los hielos.
Incorpora estaciones del calvario
por caminos de tierra
(hay ruta alternativa entre castaños).

Cualquier interesado ha de prestarse
a celebrar convite en primavera,
con gaita, tamboril y santa misa.
Se exige la inclusión en secta bejaraui.



Alquilo librería en buen estado,
prácticamente nueva, muy barata,
por falta de clientes:
andan todos inquietos, pensativos
con el asunto de Belén Esteban
y el sorteo de la champions en el fútbol.




Regalo plaza céntrica, cuadrada,
Incluyo algún vecino, a convenir.
Aseguro portazos por las noches,
voces altas y golpes de ascensor.
No encontrarás ni sitio para el coche,
pero sí toneladas de colillas
regando el esquinazo y el portal.
Y, no lo olvides, el vecino es gratis.




Se ofrece lista entera (reservas incluidos)
de candidatos a las municipales.
Aseguro que no hay ideología
en las historias de sus componentes:
eso estaría mal visto en cualquier caso,
dónde vas a parar.
En el frontis, el lema socorrido
(ese no falla):
En Béjar, para Béjar y por Béjar.
Suena local, muy nuestro  y bejaraui.

Y luego, ya veremos.

miércoles, 22 de abril de 2015

LA PRESENCIA DE CERVANTES


Cada año, cuando el mes de abril se asoma a la casa de su vecino mayo, se nos refresca, a través de los medios de comunicación, la figura de Cervantes y de su obra inmortal, don Quijote de la Mancha. El paso del tiempo ha ido trufando fechas y hechos concretos, unos reales, otros desfigurados y tuertos, que tendría que venir a desfacer el propio héroe, y algún otro sencillamente inventado a mayor gloria del autor o de su cortejo literario.
La persona del escritor, con perdón, no es lo que más nos interesa; y no por faltarle al respeto a su persona, sobre todo porque, también en él, la principal cualidad sigue siendo precisamente la de ser persona. Pero es que, ay, el tiempo es el tiempo, esa bruja que mueve los vientos con su escoba y que desdibuja los hitos y los contornos para quedarse únicamente con los conceptos y con los símbolos.
Es verdad que la persona de Cervantes pasó por subidas y bajadas en la vida, que no fue oro todo lo que relució ante él y que el reconocimiento no le llegó sino cuando ya no le quedaba apenas tiempo para disfrutar de él. Pero después el camino se abrió y se ensanchó, y hoy capitanea y abandera el ejército de las creaciones en lengua española y sirve como ejemplo del que casi nadie se esconde y al que casi todos jalean y admiran. Sus obras y sus personajes son creación suya y creación de todos nosotros porque cada uno añade su visión y ayuda con el enriquecimiento de su interpretación personal. Con todas esas lecturas e interpretaciones se forma una biblioteca voluminosa en cuyas páginas se esconden ideales, valores, sueños y desengaños a partes iguales; la vida y la muerte se refugian en ella y allí nos aguardan para que nos sentemos a meditar y a echar nuestro cuarto a espadas también.
Cundo el calendario nos anuncia otro 23 de abril, fecha más del entierro que de la muerte del autor (pero esto qué más da), se despiertan en algunos los espíritus dormidos y se pone en marcha una procesión en la que se reivindican todos los valores que conforman una sociedad menos desigual, más ilusionada, menos apegada al beneficio inmediato y más aliada con el largo plazo, menos legañosa y más soñadora, menos conformista y más reivindicativa, menos
egoísta y más generosa… Otra sociedad y otra España diferentes se alzan en manifestación por el mundo con el caballero llevando el estandarte y arengando a los manifestantes.
No es fácil saber el número de asistentes a la manifestación, porque, en estos menesteres, depende mucho de quién sea el que cuente. Lo que importa es que el símbolo sirva y tenga vigencia, que la idea permanezca aunque cambien las formas en su encarnadura. El campo sigue estando ahí, para ser desbrozado, para ser arado, para ser sembrado, para ser aricado y para ser segado y cosechado. Vamos a ello.

Mañana me iré al campo, a faldear montañas y admirar valles ya bien floridos en la luz de abril. Le pediré al caballero que me deje subir a la grupa en su montura, para ir y para volver, que yo también voy cansado: “Hazme un sitio en tu montura y llévame a tu lugar… que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar”.

martes, 21 de abril de 2015

SONIDOS


SONIDOS
Sonidos que van y vienen
para prestarles su voz
a los suspiros que quieren
cantar con el mismo son.

Sonidos de los arroyos,
ecos que el tiempo olvidó
en la voz de las cascadas
cuando cantan su rumor.

Sonidos que lleva el viento,
recuerdos de tu canción,
voz que en el mar cuenta olas
que lloran de desamor

Sonidos de los silencios,
sonidos del que escuchó
los susurros de tu nombre
repitiendo tu canción.

Sonidos que me regalan
el color de la pasión
cuando te llamo y me dices

que mi voz es ya tu voz.

lunes, 20 de abril de 2015

MENTES MARGINADAS Y MENTES MARGINALES



Porque la mente no sigue los parámetros de la demoscopia ni se rige por los minutos de telediario, sino que camina medio escondida, hacia adentro y en busca no del aplauso sino de la verdad, esa región mítica y acaso inalcanzable que siempre se le escapa aunque siempre se muestra como amante hermosa.
Por eso, las mentes que se dibujaban en los recuadros anteriores son marginadas y marginales. Al menos hasta que el tiempo reposa y otras mentes, con la serenidad del poso que da el tiempo, vuelven sobre ellas y las descubren, las sacan a tomar el sol y algunos de los otros terminan agradeciendo su postura y su caminar.
Se es marginado por la colectividad, que manda al margen a quien le molesta, a quien critica la escala de valores establecida, a quien no se deja llevar por los moldes de la moda y a quien defiende su pensamiento con serenidad pero trabando causas y consecuencias, por más que vayan contra el sentir -que no el pensar- de la mayoría. El todopoderoso sistema de valores se encarga de mandarles el margen del olvido y del abandono. ¡Y posee tantas fórmulas…! Unas son silenciosas, otras bulliciosas e impúdicas, las más no solo marginan sino que además lo hacen pregonando su poder y su extrañeza porque se manifiesten otras posibilidades de encarar la vida. En la Historia solo apuntan unas cuantas lanzas y se oculta todo un ejército de soldados valientes y marginados. Repasarla es el mejor argumento para comprobar si es cierta la afirmación.
Marginal es otra cosa; es lo que carece de importancia, lo de categoría secundaria, lo de menor calado, lo prescindible… En alguna medida, aquello que es marginado podría parecer que queda en el campo reducido de lo marginal. Pero esto solo es momentáneo. De nuevo el tiempo suele hacer arder aquello que estaba apagado para que quien quiera se caliente a la lumbre y no pase frío. Lo hará siempre lejos del aire del día y de la ocurrencia del momento. Son, por tanto, conceptos bien distintos.
Sería bueno, por ello, o mejor menos malo, ser mente marginada. Y tomarlo con calma y no morir en el intento. La verdad, o la aspiración a ella, que tal vez sea la misma cosa, es muy terca y tiene unos pilares relativamente sólidos, de esos que resisten las primera envestidas del instinto y a la ceguera que provocan los rayos del sol cuando dan muy de frente.
Ser mente marginada no es la mejor salida, pero es la menos mala, la que apunta más lejos, la que sabe que hay días y más días, que el ser humano es siempre un aspirante a salvarse a sí mismo desde sus propias fuerzas y, a la vez, a reconocerse siempre débil y provisional, necesitado de los demás, asombrado y perplejo en ese afán continuo por hacerse más humano y más dueño de su propio destino.

Son muchísimos los que han sido mentes marginadas, y aparentemente marginales. No importa. Son ellos los faros, los que indican el camino menos malo, los que han alzado siempre la mirada para ver un poquito más allá del diario. Con la precaución necesaria para no invalidar el argumento de autoridad, hay que volver a ellos y a su ejemplo. Aunque no anden en listas ni ganen elecciones, ni ganen campeonatos ni ocupen minutos en los medios de comunicación. A mí me gustaría acogerme al calor de esos nombres y de esos ejemplos, a la fuerza de esas mentes hechas para razonar y para mejorar en lo posible el discurrir tranquilo por la vida.

domingo, 19 de abril de 2015

MENTES PARA RAZONAR


En todo caso, y en cualquiera de sus variantes, busquemos mentes para razonar y para un comportamiento ajustado a los criterios razonables de una conducta propia del ser humano.
Siempre me ha gustado afirmar a quien me ha querido escuchar que solo existen dos métodos para el ejercicio racional. Y lo he mostrado con un ejemplo visual e inmediato. Método deductivo: Existe una ley de la gravedad; suelto un bolígrafo y se cae; lo vuelvo a hacer y el resultado es el mismo…; la ley de la gravedad queda demostrada. Método inductivo: suelto un bolígrafo y se cae al suelo; lo vuelvo a hacer y se vuelve a caer… Seguro que existe una ley general que explica este fenómeno; la llamamos ley de la gravedad. Y así desde un silogismo sencillo hasta el tratado más denso y alargado. Cada método tiene, por supuesto, sus ventajas y sus inconvenientes. Su mezcla parece lo más productivo y racional.
Después ya vienen las falacias, esas equivocaciones y desajustes a la hora de aplicar estos dos métodos de razonamiento. Y hay falacias de todo tipo: la de relativizar todo y quedarse en el medio del camino con aquello de que “para ti será falso, pero para mí es cierto”; o la de pensar que el argumento de autoridad equivale a la verdad; o la tontería de pensar que un juego no empieza siempre como si nunca se hubiera jugado (la lotería); o la sucesión de hechos como causa y consecuencia obligatoria; o el echar toda la culpa a la herencia familiar; o la de pensar que un hecho va a desencadenar por necesidad un proceso; o el dar por supuestas cosas desconocidas; o el descubrimiento de la falsedad con el modelo de los contraejemplos; o el intento -quizá inútil- de definiciones canónicas…
Tal vez sea lo más razonable y el mejor empleo de nuestra mente racional aquel que nos conduce sencillamente a un grado racional de razonabilidad. Desde la mente, como desde la creencia, no está mal defender aquello que se nos ofrezca como algo suficientemente razonable como para ser defendido y para ser practicado.
No sé por qué, pero, al final, casi todos los razonamientos me conducen al sentido común y a la buena voluntad. Al sentido común como elemento intermedio entre lo más razonable y lo más irrazonable, y la buena voluntad para paliar precisamente todas esas carencias y faltas de certeza y de seguridad.
Tal vez con este esquema dibujado en las últimas ventanas estaríamos en condiciones de pensar nuestra vida, de darle algún sentido (si es que lo tiene), y de no gastar demasiado tiempo en disputas inútiles y vanas, todas esas en las que se nos van las energías hasta el grado de dejarnos vacíos y enfadados con nosotros mismos y con los demás.

Porque aseguro que estos esbozos, si sirven, sirven para el filósofo más concentrado, para el religioso más enclaustrado, para el político más célebre, para el científico más reconocido, para el personaje público más seguido… Pero sobre todo sirven para la persona normal de la calle, para el ciudadano de a pie, para el ser humano simplemente.

sábado, 18 de abril de 2015

MENTES POLÍTICAS




Pues venga, a la calle, a olvidarse de esos elementos misteriosos y de otras dimensiones menos humanas, o al menos a dejarlos descansar para que no den más guerra de la imprescindible, y a concretar el uso de la mente en la vida diaria.
Porque vivir es convivir, tocar piel y rozarse, intercambiar razones, mojarse de la lluvia del ambiente, entender el valor de la circunstancia. Y ahí empiezan la lucha y la controversia, ahí están los veneros de cualquier filosofía política. ¡Y este año todo él es electoral! Y aunque no lo fuera, hay que salir a comprar el pan a la esquina, darse una vuelta por las calles paseando, y hablar, sobre todo hablar.
No conozco otra fórmula de expresión política que aquella que aboga por darle más importancia a la libertad del individuo frente al estado, o la contraria, la que se preocupa por corregir, mediante la imposición legal impuesta por la comunidad en el contrato social que representa el cuerpo legislativo, las deficiencias y las desigualdades que inevitablemente crea la primera concepción. La nomenclatura en estos tiempos es muy clara: liberalismo o socialismo. En diversas intensidades, por supuesto. Ambas concepciones abordan el cumplimiento de los mismos conceptos (justicia, igualdad, libertad) desde posiciones y caminos distintos.
Como sucede con cualquier cuerpo de doctrina (lo de los abusos y las incompetencias tal vez lo propicie el sistema, pero no debería impedirnos ver el bosque), si está bien razonado, aporta elementos de verdad y elementos de debilidad mental. Por ejemplo, supongo que hasta el más radicalmente liberal estará dispuesto a poner alguna línea roja a esa concepción, si no espera que todo se convierta en la ley de la selva. Y, de la misma forma, seguro que el socialista estará tentado de establecer los mismos hitos para que la fuerza del Estado no anule la libertad del individuo. ¿Dónde situar esas líneas? Ojalá fuera la mente y no el impulso el que nos acercara a ellas, con sosiego y con tino, con mirada alta y con elementos de razón.
Los liberales (quiero decir los liberales que razonan y usan la mente) se apoyan en los principios del estado neutral y del daño que causa su intervención, separan radicalmente lo público de lo privado y aceptan como mal menor la desigualdad que produce la aplicación de esta doctrina. Me río yo de estos principios, primero porque no soy capaz de concebir al individuo real aislado, y segundo porque no me animo a participar en una ideología que ya da por inevitable la desigualdad. Pero ahí están, dominando por todas partes y sosteniendo una parte del mundo que no es la menos deseada. Algo de bueno habrá en esta ideología que yo no alcanzo a vez con nitidez. Porque la defensa de unos derechos en teoría está muy bien, pero, si no se producen y se aplican en un plano de igualdad, todo es mentira y falsedad.
Por el otro lado, los socialdemócratas pretenden proporcionar a los ciudadanos igualdad de oportunidades, a pesar de reconocer que los resultados no van a ser los mismos en ningún caso. Por eso justifican limitar algunas libertades individuales con tal de no descabalar la armonía de la comunidad y de no consentir desigualdades escandalosas.
No conozco más variantes. Tampoco creo que las haya, aunque las variantes en cada concepción sean abundantes.
Después aparecen los elementos de segundo o de tercer orden, importantes a primera vista, sobre todo para el morbo de la primera media hora, pero que no nos deberían ocultar el camino ancho y alargado de la mente, de la mente política, esa que mira al ser humano en comunidad y que quiere un futuro siempre mejor en igualdad de oportunidades y en libertad.
Siempre he simplificado este asunto con la metáfora de una carrera. Si no se sale del mismo punto en igualdad de oportunidades y esa igualdad no se mantiene en el camino (socialdemocracia), todo lo que viene después es mentira. Del mismo modo, si no nos esforzamos todos de una manera similar, no podemos exigir igualdad de oportunidades con coherencia y honradez, ni concebir los mismos resultados para todos (liberalismo).

Ambos razonamientos creo que están cargados de razón, pero tengo para mí que en el orden cronológico, va antes la igualdad de oportunidades que el esfuerzo desigual. Por ello, si algo merece la pena en la mente política, es aplicarse a ayudar para que esa igualdad de oportunidades se cumpla en todo lo posible, para que la vida no se convierta en una pantomima y en un teatro trágico insoportable. Cada cual decidirá.

viernes, 17 de abril de 2015

MENTES RACIONALES Y MENTES RELIGIOSAS



Y, a pesar de todo, la mente sigue débil e imperfecta. Aquel “solo sé que no sé nada” sigue vigente y se agiganta cada día en la paradoja de cada adelanto y de cada descubrimiento. Pero, sobre todo, se mantiene intacta la insistencia del ser humano en buscar un punto de apoyo definitivo, una verdad universal, una meta que acoja toda sensación de bienestar y de felicidad.
Por ahí es por donde asoma el empeño, tal vez imposible, de la idea de Dios, en ese inconformismo que se convierte en necesidad, o en esa necesidad que se torna inconformismo. Por eso desde siempre la idea de Dios y su definición a partir de cualidades, que aspiran a ser definitivas (omnipotencia, omnisciencia y creación), para que se sustente a sí misma y para que dé fe de todo lo que al ser humano se le va apareciendo en la vida.
A lo largo de la Historia se han intentado argumentos diversos (ontológico, cosmológico…) en los que la razón ha aspirado a fundamentar el concepto último, el concepto de los conceptos, la idea racional de Dios. El fracaso ha sido evidente, tal vez porque las dimensiones y  los niveles son sencillamente incompatibles: ¿cómo la mente humana, pobre y quebradiza, puede llegar al concepto universal y supremo? Poco importa que ese concepto sea creación humana o que le venga dado hasta su escasa capacidad. Tal vez por eso, han aparecido las religiones, esas adaptaciones curriculares a la debilidad humana para ver si con ellas podía progresar y conseguir algún objetivo, sobre todo el objetivo del consuelo y de la compasión entre los iguales. Es entonces cuando las religiones ocupan el lugar de la mente y se hacen presentes en la Historia.
Pero, como la mente no descansa y es felizmente un culo de mal asiento, sigue dando la matraca tratando de dar explicación racional a todo ese mundo, ya diseño y explicación de otros elementos que no son precisamente racionales.
La mezcla de razón y de fe produce monstruos, pero nunca se sabe si su separación no los produce también. Y ahí andan luchando siempre entre ellas, robándose reglas, exhibiendo luchas y guerras monstruosas, planteando dudas y exigencias a asuntos tan escabrosos como el asunto de la existencia del mal, o simplemente entregándose a caminos que no se conocen ni se cruzan siquiera. Por el medio nos cuelan el asunto del libre albedrío, como mezcla entre razón y fe, como carga encima de las espaldas humanas para que, además, se llene de responsabilidad ante cualquier decisión mal tomada; y no solo por nosotros mismos, porque hay sátrapas famosos que encima nos hacen cargar con la losa de un pecado original para que andemos asustados y pidiendo disculpas todo el día.

Qué embrollo esto de la relación entre razón y fe, entre mente y religión. La modernidad se resume en el avance y la separación entre razón y fe. No sé en qué grado de modernidad nos hallamos, ni sé tampoco si la modernidad tiene o no tiene regresión y vuelta atrás. Tal vez sería mejor echarse a la calle y darle campo a la razón para ver cómo se comporta en el día a día. También esta incursión en la teoría debería entenderse como aplicación a lo inmediato y más cercano. También en estos terrenos tienen su riego la mente y el impulso, la razón y la fe. Y también los malos o los buenos entendidos. Bajar de la teoría a la práctica, de lo abstracto a lo concreto y menudo es un buen ejercicio de razón. O al menos de humanidad, que tal vez sea la misma cosa.

jueves, 16 de abril de 2015

MENTES DE SILICIO Y MENTES RETORCIDAS


Porque, en realidad, esto del conocimiento verdadero y, por ello, de la interpretación más correcta, es un enigma y un misterio que aguardan ser descubiertos del todo para ponerlos al sol y entenderlos de una vez, para usarlos con corrección y sin misterio.
¿Cómo puedo yo acceder a la mente de otra persona y conocer realmente la experiencia que en ella se está produciendo? Ante un mismo hecho, las aproximaciones probablemente sean distintas y las impresiones diferentes. No se me alcanza cómo se puede actuar, intercambiar y comunicar con los demás si no es con la consciencia de esas limitaciones y de esas diferencias de percepción e incluso de análisis.
La dificultad se plantea incluso sin llegar a la interpretación. Ya desde la descripción del concepto de “mente”, uno queda perplejo y asustado. Porque, ¿qué es eso de la mente? Tal vez hoy casi todos identificaríamos mente con cerebro, pero esto, ni ha sido así siempre, ni lo es del todo en nuestros días. Los pensadores llamados dualistas sostienen que la mente es una sustancia por sí misma, que existe y actúa como un ente independiente de cualquier cuerpo físico. La mente para ellos se identificaría con lo que tradicionalmente se ha llamado alma. O sea, en forma esquemática, eso del cuerpo y del alma, de la vida eterna y de la separación del alma del cuerpo… En el otro lado están los pensadores materialistas, que defienden la existencia de una sola sustancia: la materia; incluso llegan a negar que la mente, como sinónimo de alma, exista: todo se reduce a materia y a la interacción y reacciones de esa materia.
Sea como sea la concepción, enseguida habrá que plantearse la interacción, o bien de los elementos materiales, o bien del alma con la materia física. Todo avance del conocimiento parece que nos acerca más a la concepción materialista y a empequeñecer la visión dualista de alma y cuerpo. Pero, aun siendo esto así, y comprobando cómo se le caen hojas continuamente a los libros de las almas y de las religiones tradicionales, no todo queda resuelto. Ahí siguen insistiendo las sensaciones, las ilusiones y una ingente cantidad de sentimientos, que se muestran reacios a dejarse cuadricular con las leyes de la mecánica, de la química y hasta de la física más pura.
Las mejores aproximaciones actuales al concepto y a la realidad de la mente acaso se hallen en todas esas máquinas que concretan matemática y electrónicamente leyes que, en aparatos de todo tipo, recrean algo parecido a la mente y a la inteligencia humanas. Es verdad que, de momento, esas máquinas no sienten ni padecen, no sintetizan ni expresan placer ni dolor, esos sentimientos elementales que caracterizan la vida del ser humano. Nadie sabe cuánto tiempo pasará para que esto se produzca ni si se podrá conseguir algún día.

Entretanto, nosotros seguimos en medio del misterio y del anonadamiento, en una especie de miedo por una parte y de admiración por otra ,al observar que, cada día con más velocidad, nos damos de bruces con máquinas que parecen tener entre su materia de silicio o de hierro algún lugar escondido desde el que las reacciones se asemejan a las de la mente humana, no sé si muy humanas, pero a veces más comprensibles y menos extrañas, más sencillas y menos rebuscadas, más basadas en elementales combinaciones de unos y ceros que en retorcimientos y en egoísmos que no hay humano que los entienda para poner un poco de orden y de sosiego en las relaciones de diario, en ese discurrir de la vida en la que todos nos empeñamos un poco en hacernos la vida más difícil y compleja que la de las máquinas. Tal vez porque nuestra mente sea una máquina muy poderosa o tal vez porque ande un poco obsoleta por no llevarla al taller de la buena voluntad y del sentido común.

miércoles, 15 de abril de 2015

FILOSOFÍA DE CALLE


Creo que fue Alfred North Whitehead el que escribió esta frase tan lapidaria: “La característica general más clara de la tradición filosófica europea es que consiste en una serie de notas a pie de página sobre Platón”. Se le podría responder con aquella expresión popular de “menos lobos”, pero, solo con que tenga una parte de razón, nos da idea de la labor ingente del filósofo griego. En realidad, uno, desde su aproximación limitada al mundo de la filosofía y de las ideas en general, tiene la sensación de que fue Platón el muñidor de casi todo, de que seguimos viviendo en occidente a la sombra del árbol que él plantó. Y no solo en el campo de la filosofía, sino, en buena parte, en el mundo de la religión.
Platón afirmaba (mito de la caverna en ristre) que el mundo que creemos ver a nuestro lado es solo una ilusión, y que la realidad verdadera y persistente es la que se oculta detrás de los sentidos. A su captura solo podemos acudir con la razón. Para intentar aproximarse a esa realidad “verdadera”, Platón pensaba que esa realidad concreta contenía “formas” abstractas, que generaban las concreciones de esa realidad en los objetos. Por eso pensaba que las “formas” son “eternas”, “inmutables”, más reales que las cosas, y “perfectas”. Después, muchos de los principales pensadores se han atrevido a echar su cuarto a espadas expresando opinión acerca de la realidad de las cosas. Por ejemplo Kant, quien afirmaba que la naturaleza última de la realidad, en principio, no se puede conocer.
En estas escasas líneas no quiero yo embarcarme en teorías filosóficas ni en pruritos intelectuales. Pero sí pienso que, bajándose del guindo y echando pie a tierra, esa aproximación a la realidad tan cautelosa y desapasionada también podría aplicarse a la realidad más inmediata y mostrenca, a lo que sucede cada día entre nosotros, al menudeo de cada hora y de cada intercambio, a los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa y a lo que pasa en la puta calle. Porque hacemos de la realidad solo lo que nuestro ojo ve, sin pensar que hay otros ojos que también miran, sin darnos cuenta de que el sabor de un huevo frito satisface a uno pero echa para atrás al de al lado, sin darnos cuenta de que la realidad es múltiple, el menos desde la pobreza de nuestras visiones particulares.
Buscar la persistencia de esas “formas”, intentar acercarse al pie del manantial y no perderse en medio del río, evocar lo más hondo y permanente, lo que vale y sostiene lo de todos, no sería mal ejercicio de mente y de razón. Los impulsos nos ciegan y nos lanzan sin destino seguro. Es verdad que hay que vivir, y que hay que decidir en cada momento; pero hacerlo sin prisa, con la razón al hombro y alzando la mirada hacia la línea azul del horizonte no es el peor sistema. A ver si pudiéramos dar un poco la vuelta a la cabeza en la caverna y ver algo de luz más verdadera.

Si alguien quiere saber qué dicen esta líneas, que no se pierda en abstracciones metafísicas, Que se eche a la calle, que vea las plazas llenas de malos entendidos y de incomprensiones, y que después aplique, si le place, esta breve consideración.

martes, 14 de abril de 2015

TÓPICOS TÍPICOS

               
Movemos las acciones humanas con lemas y con tópicos; ellos nos salvan, desde su verdad o desde su mentira, de la explicación y la glosa, que nos harían la vida insoportable y no nos permitirían avanzar en la comunicación y en la acción. La república (hoy es su aniversario), la monarquía, el líder, la centralización, el nacionalismo… Todos son términos y palabras imprecisas que cuelgan en la cartelera como reclamo y como banderín de enganche.
Este es un año electoral desde principio a fin y en todos los niveles y ambientes se abusará de los tópicos y de las frases hechas. A los medios de comunicación se les facilita todo con estas imprecisiones para que así puedan llenar páginas tanto a favor como en contra, teniendo siempre verdad y pudiendo poner a caer de un burro al de un lado y al del otro. Es la vieja teoría, que tan bien funciona, de crear héroes, ponerles cara, y después usarlos y tirarlos cuando se han gastado. Hay medios que se han forrado con esta estrategia.
Algunos a mí me llaman especialmente la atención. Esbozaré tres ejemplos.
El primero es redundante en el ámbito en el que me muevo, el de esta ciudad estrecha llamada Béjar. La derecha ha repetido siempre, y lo seguirá haciendo, esta frase: “Hechos, no palabras”. Lo reitera de forma machacona por dos razones tan evidentes como engañosas: todo lo que se realiza cuando se gobierna tiene el sello del equipo que gobierna, lo haya hecho o impulsado, o no lo haya hecho; además, si no se cree en los conceptos y en las palabras que los explicitan, o sea, si no se tienen ideas sino intereses, ¿cómo se va a defender la palabra?
El segundo me lleva a Andalucía. El lema que lució el PSOE, partido en cuyo territorio yo me muevo con algo más de proximidad, fue el siguiente: “Andalucía con Susana”. Me pregunto ingenuamente si es que Susana, o Susanita, tiene algún ratón, un ratón chiquitín, que como chocolate y turrón y bolitas de anís. ¿Pero cómo se puede airear la sumisión de una región amplísima a lo que diga o piense una mujer? Eso no se lo ofrecieron ni a Jesucristo, ni a Buda, ni a Cristo que lo fundó. ¿Pero qué tiene esta mujer?, ¿resucita a los muertos?, ¿convierte el vino en agua?... ¿No será más bien Susana la que tiene que estar al servicio de Andalucía? Como todos los demás andaluces. Ni más ni menos. Claro, con estos humos, no me extraña que corra el peligro de considerarse salvadora de la patria y mesías de todos los mesías.
El último tiene ámbito nacional y se refiere a la forma de identificar partidos políticos en los medios de comunicación. Así, “el partido de Rosa Díez”, o “el partido de Albert Rivera”. En el primer caso, por desgracia, parece que terminará siendo real la igualdad numérica entre los militantes y su presidenta. Pero da igual. ¿Cómo se puede masticar eso del ¿partido de una persona?
Todo esto, repito, a los medios de comunicación les viene pintiparado; les evita el análisis, les sume en la simplificación y en el tópico, les supone unos lectores y oyentes más dóciles y menos críticos y les engorda los negocios con la personalización de todo en héroes y villanos y con el morbo añadido que eso supone.
Pero esto empobrece a la comunidad, por el aborregamiento que conlleva, por la falta de implicación, por la comodidad y el nivel mostrenco en el que nos hace mover y por la escala de valores que fomenta, escala en la que esperamos que unos líderes de pacotilla nos lo den todo hecho y nos resuelvan nuestras dificultades. La aparición de Podemos señalaba un cambio de rumbo en la participación. Ahora ya lo tengo menos claro: no sé si no empiezan a dejarse ver ribetes de personalismo. Cuidado.

Yo no conozco mejores líderes que aquellos que incitan al compromiso particular de todos los integrantes de la comunidad, a la suma de todos los esfuerzos para que la mejora sea de todos también. Lo demás me suena a salvadores. Y no quiero que me salve nadie. No siquiera quiero salvarme yo mismo.

lunes, 13 de abril de 2015

LOS ÁRBOLES ME HABLAN


LOS ÁRBOLES ME HABLAN

Andar por los senderos
cuando la luz agranda la mañana.

Los árboles se alzan,
abandonan el sueño
dormido en las raíces en invierno
y asoman en sus yemas
una imagen preñada de ternura.
Vienen enaltecidos y a la vez sencillos,
no pueden aguantar más en la noche
del mundo helado y ciego de la alquimia,
quieren besar al viento, oír los ecos
de la vida en el vuelo de los pájaros,
gritar desde lo alto la voz de las raíces,
tanto tiempo callada y escondida.

Yo me paro a escucharlos
en esta primigenia primavera
y no sé qué decirles, salvo gracias
por volver cada año a dialogar conmigo
y a ofrendarme la paz y la certeza

del ciclo inevitable de la vida.

domingo, 12 de abril de 2015

"TEMPLANZA" DESTEMPLADA


Tal vez mi primera ocupación sigue siendo la lectura. Desde hace tiempo guardo listado de los libros que voy leyendo, con una breve indicación de mi consideración global final en forma de asteriscos. Este año voy por el número treinta. Más o menos al mismo ritmo que otros años. Tal vez un poco menos rápido, aunque esto cada vez me preocupa menos.
Siempre -y mucho más desde hace algún tiempo- he defendido que no es lo más importante cuánto se lee sino cómo se lee y qué se lee. En mi caso, cada vez me inclino hacia los campos de la poesía y de la filosofía. Sencillamente porque me encuentro más a gusto en ellos y porque me parecen más productivos para mí mismo.
Sin embargo, siguen posándose en mis manos novelas de tipo tradicional. No pocas. Nada contra el género, que, por otra parte, es casi el género universal, y produce ejemplos extraordinarios. Pero hay un número considerable que responde a una estructura comercial, tópica y manida, con unos esquemas repetitivos que apenas sugieren el pasatiempo y una escala de valores absolutamente tradicional y conservadora. Es lo que se vende y lo que llega al gran público, lo que produce beneficios al editor y da realce público al escritor, al menos de manera momentánea. Y el mundo es dinero, después dinero, y, cuando no queda otra salida, también dinero. Nadie puede extrañarse.
Yo simplemente confieso que me cansa este esquema y que, tal vez porque tengo tiempo para mí, me salgo de él cada vez con más frecuencia.
Por eso hoy anoto el fracaso que para mí ha supuesto -por la pérdida de tiempo y por lo inocua- la lectura de la novela de María Dueñas “La templanza”. No alcanzo a ver qué me puede aportar salvo un pasarratos de evasión barata de familia de ida y vuelta a América en el siglo diecinueve. Como un remedo de Falcon Crest retrasado y en rebajas. Por si fuera poco, no justifico la división de la trama ni la dispersión geográfica que acumula, aparte de elementos específicamente de estilo que no caben en pocas líneas.
Supongo que habrá vendido tropecientos mil ejemplares, pues es autora de éxito y de ratos de sillón.
Pronto veremos una serie o una película que reproduzca en imágenes la trama. Cuando uno lee el libro imagina a la autora pensando ya en ello.
Y además, 540 páginas, quinientas cuarenta paginazas.

No me complace ser severo en mis juicios con nada pues ya no estoy para juzgar, pero hoy no estaba para más. Además, el ejemplo me sirve como pretexto; lo que me importa es toda la serie de libros que repite esquema. 

viernes, 10 de abril de 2015

QUE SUENEN LA COPLA Y LA SOLEÁ


QUE SUENEN LA COPLA Y LA SOLEÁ

No olvides que el pensamiento
también repite el camino:
“Quien hace un cesto hace ciento”.



No dejes que la esperanza
se olvide de tus recuerdos:
enciende siempre su llama.



¿Será la vida una senda
que conduzca a algún final?
Solo soy un peregrino
cansado de caminar.



Si sueño cunado estoy vivo
y vivo cuando no sueño,
¿cuántas verdades me ocultan

cuando ni vivo ni sueño?

jueves, 9 de abril de 2015

VENDER HUMO Y FUMARLO


Estamos ya inmersos todos en un período de elecciones en el que todo el mundo sale a la pasarela a ofrecer su mercancía, no se sabe muy bien para qué en muchos casos. Habrá que suponer que en todos ellos alumbra el deseo de mejorar la comunidad que se aspira a representar. Las sospechas no van siempre por ese camino.
Procuro huir en esta ventana de asuntos locales o que estén ya descritos en los medios. Los hechos no me interesan como tales, sino su significado, sus causas y las consecuencias que pueden acarrear. No soy periodista; aspiro a pensar un poco y a expresar esos esbozos de ideas que se me ocurren.
Sin embargo, cuando pasen algunos días, me sentiré en la necesidad de explicarme acerca de lo que está sucediendo en esta ciudad estrecha en la que vivo. Hay asuntos que me han tocado de lleno y necesito aclarar algunas cosas que andan por ahí demasiado confusas. O eso creo yo.
Y, de vez en cuando, poso mi mirada en algunos hechos que suceden un poco más lejos porque me llaman poderosamente la atención y me dejan perplejo. Y porque pueden suceder en cualquier lugar; también aquí. Hoy lo hago con el contenido de un vídeo de campaña del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, que he visto en un par de ocasiones.
No es la primera vez que este señor se atreve a presentarse ante los demás con vídeos promocionales. No hace mucho se despachaba con un vídeo en el que insultaba repetidamente a los habitantes de la región andaluza, de sus propios vecinos. Ahora lo hace sumando una serie de ripios en forma de rap que seguramente no se los cree ni él mismo, pero que, con toda la jeta del mundo, hace suyos y los publica como si hubiera vivido en ellos toda la vida. Alguno me llama especialmente la atención.
“Importan las ideas y no la ideología”, dice. ¿Pero es que las ideas son las ideas peregrinas, esas que se ocurren según sople el viento o al amparo de cómo se haya levantado uno esa mañana; o son las ideas pensadas que se van trabando en una concepción de la vida? Nadie le ha explicado a este señor que una ideología es precisamente la suma trabada, razonada y jerarquizada de un conjunto de ideas? Es claro que él nunca ha tenido ideología. Sospecho entonces que ha ido por la vida al sol que más calienta y que más réditos personales le ha producido. O a la ocurrencia más variopinta. O sea, que es de derechas, claro. O ni siquiera eso: ni de derechas ni de izquierdas; o sea, de derechas, claro. Hace tan solo unos días, alguien de por aquí decía de una persona que no servía para la política porque pensaba mucho y era muy intelectual. Qué definición de perfecto idiota para el que opinaba y qué halago para la persona acerca de la que opinaba. Trasládese la consideración al señor este de Extremadura.
Un ejemplo más, que se me va el espacio: “En política se está para el nosotros y no para el tú y yo”, dice también. Este eslogan yo se lo compro. Pero entonces, ¿adónde va este señor defendiendo políticas liberales sin trabas en las que está por encima de todo el interés personal y en las que el yo lo ocupa todo? Este señor, o es demagogo, o quiere engañar, o no se entera de nada, o es muy torpe, o no tiene principios, o… es de derechas.
Y por si fuera poco, se desayuna con los lemas socialistas de toda la vida. Y los proclama a ritmo juvenil, ripiando lo que sea con tal de conseguir su reelección.

Coño, cuántas ganas de salvar al personal. Es demasiada generosidad. Tal vez para después, ya cansado y agotado, tomarse días de vacaciones y relajación en las Islas Canarias. Qué jeta la de este hombre. Y qué torpeza la de todos los que se dejen engañar con cualquier caramelo. Qué diferencia entre esto y lo de su colega Esperanza Aguirre por una parte, y las reflexiones de Ángel Gabilondo o de Luis García Montero, por ejemplo.

martes, 7 de abril de 2015

Y, SIN EMBARGO, VUELVES CADA AÑO

Y, SIN EMBARGO, VUELVES CADA AÑO
 (sexto aniversario)
Dame la mano y vamos a encontrarnos
y a jugar a los tiempos del pasado.
Sé que dicen de ti que estás muy lejos;
sin embargo, tú vuelves cada año
cuando abril se hace luz y todo invita
a sentirse más vivo y más diáfano.

Sin ti nada no es lo mismo, bien lo sabes...
Tienes que venir más para llevarme
cada siete de marzo hasta tus brazos.
Son seis años y el tiempo

se vuelve más incierto y menos claro.

lunes, 6 de abril de 2015

CONSEJOS EN DIRECCIÓN VARIABLE

   
No te dejes llevar por la impaciencia. Las respuestas más lógicas y de verdad más largas no son las que fluyen al empuje de la primera impresión y del primer fogonazo. ¿No sabes que los datos pueden modificar tus conclusiones? Muévete con simetría y cuenta hasta diez; después, actúa jerarquizando los valores… Primero la conciencia y la deducción lógica; tu deducción, aquella que alcanza tu inteligencia y de la que podrás responder siempre sin temor a contradecirte… Después, el contexto y la mirada amplia… Levanta la mirada. No mires solo el dedo, que el tiempo es algo amplio y el sol cambia la perspectiva de la sombra según la hora del día… Procura que tus decisiones no busquen solo beneficios personales: vives con mucha gente y los procesos suelen ocupar a otras personas y a otras ideas… Si tienes que poner cara a lo que crees más verdad, hazlo con decisión pero sin acritud: nada bueno puedes sacar de posiciones extremas y populacheras… No es mejor el que pone una pared en medio e impide cualquier comunicación: ceder es más humano, menos visceral y casi siempre más productivo para todos. Por eso, el que cede, a la larga, termina siendo más fiable y sus ideas alcanzan una longitud mayor… Si tienes que equivocarte, hazlo siempre por el exceso de dar y no por el imperativo de prohibir y de negar… Cuando tus ideas y tus mediaciones no alcancen éxito, no te preocupes demasiado: sigue valiendo tu sentido común y tu buena voluntad… Todo es pequeña cosa, tu entorno es diminuto y casi todo dura mucho más que lo que tú duras: procura, por ello, que nada te perturbe demasiado… Mira la naturaleza: sus ciclos se siguen cumpliendo contigo, sin ti y a pesar de ti… El tiempo te olvidará rápidamente…
Por eso y por mucho más, templa tu palabra y tus pensamientos; dale tiempo al tiempo; expresa tus ideas con tanta firmeza como cortesía; y piensa que el otro siempre tiene también al menos algo de razón…

Después, cuando la tormenta sea cosa del pasado y solo queden algunos restos del naufragio, detente y, con serenidad, observa cómo todo ha vuelto a su cauce y a sus fuentes, a la anodina repetición de la rutina. Y venga, que lo estás haciendo bien, si sigues haciendo caso a tu conciencia y a lo que consideras menos malo. No le des ya más vueltas, que las mañanas vuelven, los días se hacen largos y el cielo está sereno. Mira hacia tus adentros y llénate de calma.

sábado, 4 de abril de 2015

DIEZ CONDICIONES PARA SEGUIR VIVIENDO


DIEZ CONDICIONES PARA SEGUIR VIVIENDO

Si se abrazan dos cuerpos y la noche
los deja abandonados al olvido…
Si respirar con ritmos separados
no provoca sorpresa sino alivio…
Si el sudor se hace mezcla y no permite
separar los dos cuerpos de sí mismos…
Si no hay telas que eviten que los poros
se llamen a inmolarse en el abismo…
Si hay razones que duermen y no sirven
cuando sirven los roces y el cariño…
Si acostarse conlleva despertarse
y no sentirse extraño de uno mismo…
Si los ojos se miran y se aprenden
para mirar y acariciar lo mismo…
Si aventurarse a conquistar el mundo
no supone renuncia a lo sencillo…
Si aceptar que cada hora es buen momento
para violar la vida y sus caprichos…   
Si todo es nada porque nada es todo

y todo se convierte en regocijo…

jueves, 2 de abril de 2015

LOS NOVIOS DE LA MUERTE



Quisiera comprender -y no comprendo- la historia y las esencias de la Semana Santa. Al menos de cierta Semana Santa, esa que se echa a la calle paseando el dolor y el sufrimiento, el miedo y la zozobra.
En Málaga hay cada año un grupo de legionarios que pasea al Cristo de Mena entre aplausos y fervor de los asistentes. En Sevilla sucede algo parecido. Con el Cristo alzado, brazo en alto, cantan con aparente entusiasmo su canción de cuerpo: Soy el novio de la muerte. Nada menos que los novios de la muerte. ¿De qué muerte? ¿Por qué buscan la muerte? ¿Hay algo que merezca una muerte buscada?
No conozco -ni quiero conocer- el texto de este himno que ya con el título me deja perplejo y lleno de desasosiego. Cuando los veo con el Cristo en alto y siguiendo el compás que marca la canción, pienso en cuál será su interés y cuál su base para mostrar ese entusiasmo aparente.
La muerte, el Cristo crucificado, el susto y la demostración de no sé qué fuerza y hombría marcan un esperpento y una tragicomedia en medio de la calle que parece representar muy bien el gusto y la escala de valores en los que se sitúa el personal que los rodea, les aplaude y se sumerge con ellos en una especie de catarsis colectiva, aderezada con el paso marcial, la temperatura primaveral y los primeros aromas y explosiones del mundo de la naturaleza.
Porque el espectáculo puede resultar colorido y atractivo, sonoro y marcial; pero uno espera algo más, algún basamento racional en el que el edificio se sostenga y dé para al menos un rato de charla sin la evidencia de que se te venga abajo el chozo con todo su ramaje.
¿Pero qué religión es esa que se regocija con el símbolo de la muerte y que deja como abanderados a aquellos que se proclaman novios de la muerte, que se organizan para las guerras y que nunca han hecho desfilar ni por el patio de atrás alguna manifestación de razón o de sentido común? ¡Pero si por tener tienen por señorita de compañía a una cabra y, cuando van por la calle, parece que van perdonando la vida a sus semejantes!
En mi consideración siempre es más importante lo que rodea al hecho y lo hace posible que el propio hecho. En este caso pienso en la comunidad que acoge, reclama, contempla, aplaude y ensalza a estos legionarios novios de la muerte.
En Valverde de la Vera, los penitentes se ciñen esta noche las sogas de penitencia y se constituyen en “empalaos”; en Navarra sucede tres cuartos de lo mismo; en Zamora se visten los ropajes de la muerte y anticipan por las calles la procesión de su último adiós; y en tantos otros lugares estos días salen de sus casas las muestras más vistosas de una conciencia sórdida en la que sigue latiendo un eco de silencio, de miedo y de misterio.

Y yo sigo mirando. Y no comprendo. Y me gustaría comprender. Pero no puedo. Porque solo concibo la posibilidad de un dios que sea amor y no castigo, alegría y no tristeza, risa y no lloro, liberación y no pecado ni miedo ni susto ni infierno ni dolor. Y mucho menos negocio turístico y bares y hoteles llenos a costa de pretextos religiosos. Tal vez sea mucho pedir. O que mi mente no dé para mucho y se quede, una vez más, en el intento de la comprensión.