miércoles, 31 de enero de 2018

BUSCO LA LIBERTAD


BUSCO LA LIBERTAD Y NO LA ENCUENTRO

Persigo los momentos de plena libertad
y apenas si consigo siquiera imaginarlos.
Cuando lo he conseguido -raras veces-,
me noto despojado de mí mismo,
de aquello que me anima y me conforma
delante de los otros,
y todo es desnudez, luz, transparencia,
impulso y movimiento. Lo inconsciente
se viste de domingo y se revela altivo,
con la fuerza tenaz de lo consciente,
y todo lo contrario se evidencia
con lo que andaba atado a la costumbre,
a aquello que era ley y era precepto
en el espacio y tiempo que me habitan.
Pero, en verdad, si quiero ser sincero,
no puedo asegurar si en ese instante
soy libre de verdad o soy esclavo
de leyes semejantes o distintas.

Me falta certidumbre, lucidez,
vivo en eterna duda,
presiento la verdad y la despido
y al fin son todo esposas, son cadenas

en cualquier territorio en que me asiento. 

martes, 30 de enero de 2018

EL CALLEJÓN DEL GATO


Valle Inclán hizo famosos los espejos del Callejón del Gato en sus no menos célebres esperpentos, esa presentación descarnada de la realidad de su tiempo. Allí siguen existiendo plantados los espejos -aunque no sean los mismos-, para distracción y para comprobación inmediata en cada uno de los que a ellos se asoman de que su figura se alarga o se encoge, se agranda o se aminora, según la perspectiva y el ángulo de luz.
Me sigue pareciendo una metáfora feliz de la distorsionada realidad que vive esta piel de toro que llamamos España, que ya no sé si llamarla toro, buey o vaquilla; o acaso mezcla de los tres pues para todo sirve y para nada encaja. Todo se despelleja y todo se trocea, como si una fuerza centrífuga bajada del misterio empujara con furia hacia ninguna parte. Ya ni el nombre concita la concordia y parece que huimos de él para diluirlo en el Estado y otros nombres que eviten la vergüenza y el contagio. Qué pena.
La imagino mirándose son calma en el espejo y dándose de bruces repetidas contra el cristal de enfrente. Y no la acabo de ver como toro bravo que empuja con nobleza y arremete contra el rojo mandil de la injusticia. Pero tampoco sé si como buey que amansa su mirada contra el suelo y vela el horizonte, quedándose en la calma, como lelo, dejándose pegar y dándose tan solo a la costumbre. Me semeja mejor una vaquilla, toreada por todos, acudiendo perdida al engaño continuo, apaleada por todos, aturdida y exhausta, con ganas de tenderse sobre suelo y dejarse perder en el olvido.
No soy hombre de toros ni me gusta la realidad cambiada y retorcida. Pero hoy miro la estampa del Callejón del Gato y veo todo deforme y alterado, con fuerzas que se enfrentan y no se dan la mano, con argucias al plato en el menú del día, con tretas que persiguen sacar mejor tajada. Es la ley que se va de vacaciones, es comprobar la grieta de todo el sistema de pesas y medidas, es jugárselo todo a par y rojo en la ruleta rusa del egoísmo, es no ordenar la calma y el sosiego, es deformarlo todo y verse hecho un fantasma y un guiñapo, es marcharse de allí con el hastío y un poso de impotencia y de tristeza.

¿No habrá de renacer otra esperanza de nueva primavera? 

lunes, 29 de enero de 2018

DÍAS


DÍAS

Días de sol y nubes, y de escarcha,
no solo en las aceras o en los prados;
días de buenos días y de palabras
que pierden su calor por el camino;
días de repetir hola y adiós,
como un acto sin más hecho costumbre;
días en los que duerme la sorpresa
y todo es abandono y apatía;
días en los que el tiempo se desgasta
sin orden ni sentido, simplemente
rodando sin un rumbo conocido;
días de que vaya bien, de buenas noches,
cuando el reloj no late y hay vacío;
días de pan llevar y de dejarse
sin nada que guardar para otro día…

Días en los que tú vienes a verme,
me miras, me recuerdas, me transformas,
me invitas a vivir, como si todo

fuera por fin a ser lo que no ha sido.  

viernes, 26 de enero de 2018

EL MUNDO SE CONTIENE EN NUESTROS GESTOS

EL MUNDO SE CONTIENE EN NUESTROS GESTOS

El mundo se contiene en nuestros gestos
y solo somos eso que mostramos.
Un aplauso encendido, la mirada
buscando la certeza de otros ojos,
las cejas arqueadas, como olas   
que sueñan la caricia de las playas;
los brazos extendidos y las manos
que anhelan la presencia de otras manos;
o ese dejarse ir de todo el cuerpo
hacia la dejadez y el abandono.

Espero tu venida y ando alerta
para ver si me miras y te miro,
y en ese dulce encuentro no me ciega

sentir tu plenitud en mi mirada.

jueves, 25 de enero de 2018

LA CASA ENCENDIDA


Sobre un altozano y a la vista de todo el que quisiera mirar, se alzaba la casa recién terminada. Apenas le faltaban los arreglos del jardín: tan solo unos rosales tiernos y el césped ya nacido. Lo demás era oro a mediodía y luz radiante cuando, al atardecer, el sol reverberaba en las paredes.
Poco a poco lo fue llenando el aire, una brisa que tomó para ella las habitaciones más al norte. En ellas se escondía cuando no tenía encargos y la calma era todo. Al amanecer solía salir de paseo, a orear y dar vida a los contornos y a fustigar el parón en el que la nada era la reina y la armonía.
La lluvia fue el siguiente huésped de la casa. Llegó con la mañana, en un día gris de otoño. Asomó por el cerro y anunció su presencia con calma y con sosiego, con gotas diminutas y constantes. Después se desató en tormenta furiosa y asustante; todo la contempló como sin fuerza para reaccionar ante su golpeteo insistente. Naturalmente, se hizo dueña del piso superior y de los sótanos. Algunas noches se la oía discutir consigo misma, golpeando sin tregua el piso.
Después llegó la soledad y con ella el miedo. Vino con velo negro y al amparo de las últimas luces de la tarde. No traía acompañantes y caminaba lenta y en silencio. Nadie salió a su encuentro y los pájaros cesaron en sus cantos cuando la vieron cerca. Entró por la puerta del garaje y ni siquiera empujó la cancela. Se instaló en el piso principal, pero pronto recorrió todos los rincones ahuyentando todo y separando espacios.
Con el paso de los días y de los meses, fueron llegando huéspedes al interior de la casa solitaria. Llegaron crucifijos, maletas vacías, puertas que se almacenaban en el jardín, algunos cuadros, y un loro que cantaba a todas horas una sinfonía ronca y huraña. 
Cuando llegué yo paseando, pensé que allí había de encontrarme con algún vecino nuevo que podría satisfacer mi necesidad de compañía. Atravesé el jardín y me detuve a contemplar la luz de la fachada. Después llamé a la puerta y me respondió el silencio. Levanté la mirada hacia lo alto y del tejado se descolgaron muchas gotas de lluvia como si fueran lágrimas de un lloro celestial. De repente, se movió el aire y salió por las ventanas a darme su saludo y a invitarme a pasar hasta los aposentos de la casa. Dentro solo encontré el silencio y un calendario roto por su primera página.
El tiempo, pensé, ¿dónde está el tiempo, que ordena la postura de los objetos y los hace cambiantes y precisos, que nos enseña en ellas que somos nosotros y solo nosotros la única medida de las cosas?

Del fondo de la sala, rompió un rumor y un eco. Era la voz de alguien que venía a dar sentido al tiempo. El eco sonaba a tu palabra, al sabor de tu saliva y a tus labios. Acaso fueras tú, pero cruzaste con presura y desapareciste. La casa se encendió, el aire y el agua bailaron por la tarde en el jardín. La soledad dejó sus aposentos y decidí quedarme para entender si el eco era algo cierto y en sus notas podía descansar de mi fatiga.

miércoles, 24 de enero de 2018

PALABRAS PARA UN VOCABULARIO UNIVERSAL


A diario rebusco entre las páginas de varios diccionarios: generales, de sinónimos, de antónimos… Hay en ellos como una gran reserva que, en tiempo de sequía, puede desembalsar y formar riego, frescura y abundancia. A veces, juego a formar familias y racimos con todas las que apuntan hacia un mismo principio, con las que poseen la misma carga genética. Y hay que ver cómo se engarzan unas con otras y cómo un trocito de realidad se encaja en sus celdillas hasta quedar presa en ellas. Es un juego de magia y de sorpresas.
Sin embargo, el vocabulario de cada día se reduce hasta límites muy pobres y la recurrencia a los mismos vocablos se vuelve fuente que mana y mana la misma agua. La vida es muy variada e infinita en sus posibilidades; no obstante, nosotros nos acercamos a ella con herramientas grandes y no la desbrozamos demasiado: somos bastante groseros (de gruesos) y perfilamos poco. En realidad (los estudios están hechos), depende de la capacidad de cada uno, pero no son muchas las palabras que utilizamos normalmente.
Sería tal vez curioso que cada uno anotara su propio vocabulario para ver de qué modo se asoma a la profusa realidad del mundo y de las cosas.
Esto en cuanto a las formas. Pero, ¿y los conceptos? ¿Cuáles son esas palabras y conceptos básicos que componen nuestra escala de valores, aquellos que nos quedan si limáramos aristas y coláramos jugos?
Anotaré unas cuantas palabras por orden alfabético. No sé si son las únicas, ni siquiera si son las más importantes; pero tengo la certeza de que, para mí sí son muy importantes:
a)      Alma, amor, amistad…
b)      Bondad, belleza…
c)      Cultura, cerebro, conciencia…
d)      Diálogo, dios, dolor, duda…
e)      Educación, enfermedad, ética…
f)       Familia, felicidad, futuro…
g)      Guerra…
h)      Hijos, hombre, humanidad…
i)        Idea, inteligencia, igualdad…
j)        Justicia, juventud…
k)     
l)        Libertad, libros…
m)   Matrimonio, miedo, moral, madre, mujer, música…
n)      Niños, naturaleza, nación…
o)      Opinión, odio…
p)      Palabra, padre, paz, persona, pobreza, política, poesía…
q)     
r)       Razón, realidad, riqueza…
s)       Sabiduría, silencio, soledad, salud, sexo…
t)       Tiempo, trabajo, tolerancia…
u)      Utopía…
v)      Violencia, vida, vejez, verdad…
w)   
x)     
y)      Yo…
z)      

Algunos apartados se me caen de las manos y se me quedan en silencio, otros me llaman a voces para hacerlos más extensos. No está mal así. Sospecho que un análisis tranquilo de cada palabra me dibujaría un mundo en el que me muevo con más o menos acierto y con más o menos tino. Cada una produce un racimo de ricas cerezas para saborear pensando. Las uso y las usamos. No sé con qué conciencia y resultado. Tal vez haya que sentarse a dialogar con ellas. Y ellas con nosotros. Ya veremos.

martes, 23 de enero de 2018

OTRAS RAZONES


OTRAS RAZONES

En tiempo de aflicción no existe ciencia
que sepa terminar los silogismos.

El corazón es sístole y diástole,
volumen al compás de tres por cuatro.
Pero no siempre duele al mismo ritmo
ni quiere acompasar los sentimientos.
Lo dijo ya el filósofo
 en ocasión exacta:
Esconde el corazón tales razones
que la razón no entiende.

Hoy noto el corazón en su trabajo

y no sé razonar, solo sufrirlo. 

lunes, 22 de enero de 2018

NO QUIERO QUE ME PUEDA LA COSTUMBRE


NO QUIERO QUE ME PUEDA LA COSTUMBRE

Es el camino y es la incertidumbre
lo que guarda completa la energía.
Es el variable aspecto de las horas,
la nube que se mueve allá en el cielo
sin tener nada claro su destino,
ese echar paso a paso en la mañana,
dejándose llevar por la fortuna,
sentir que te saluda y te acaricia
ese sol tibio y niño,
o es salir a sembrar tras el arado
y hender la tierra y descubrir el surco
dispuesto para el grano.

Todo es enigma, intriga y esperanza.

Pero llega el momento del milagro
y todo se hace gris, se desvanece
en cuanto se descubre y se conoce.
Lo que estaba esperando es ahora nada:
como un suceso más sin importancia,
se encaja entre la piel y se almacena
donde todo es costumbre y es rutina.

No sé si los caminos de tu ausencia
se harán también costumbre:
hay heridas que duelen con más fuerza
cuando son más seguras

y están ya dando golpes en la puerta. 

viernes, 19 de enero de 2018

DICEN QUE LA DISTANCIA...


DICEN QUE LA DISTANCIA…

Cuando la luz se aleja con la tarde,
¿qué mensaje nos deja entre las sombras?
Cuando las olas vuelven de regreso
en busca de la calma, mar adentro,
¿cómo leer la espuma en las arenas?
Cuando tú voz se aleja y queda un eco
más leve que el murmullo en mis oídos,
¿cómo entender la causa de tu ausencia?


¿Es la distancia anuncio del olvido?

jueves, 18 de enero de 2018

VOLVAMOS A LOS PRINCIPIOS


En pleno siglo veintiuno andamos aún rompiéndonos la cabeza para encontrar espacios delimitados en los que tratar de organizar socialmente la vida de las comunidades. Tal sucede incluso en el país más antiguo de Europa, esta vieja piel de toro llamada España. Y esas energías propias o extrañas nos quitan del espejo las otras variables que, de no suceder eso, deberían ser el frontis en el que mirarnos y desde el que tratar de desarrollar esos ejes esenciales. Yo siento que mi vida se me ha ido entre los sinsentidos de la banda de gudaris que no parece haber salido aún de las cavernas, y esta otra obstinación en señalar sujetos de soberanía distintos a los que señala nuestra ley de leyes (eso son fundamentalmente los nacionalismos). Estoy hasta el cogote y más arriba de ello; creo que mi vida vale algo más y no puedo comprender que todo haya que jugarlo a esta carta del enfrentamiento. Y mucho menos cuando el que quiere retirarse de la mesa común es el rico y el más pudiente: en la economía, porque es real; en la inteligencia, porque se predica y se anuncia como si de mesías se tratara. Qué barbaridad.
A mí me gustaría que las comunidades se ocuparan más de tener claras cuáles son sus bases de convivencia y que las desarrollaran para beneficio de todos. De todos. Y me parece que, con estos atracones nacionalistas, se nos velan en los otros niveles (estado, regiones, provincias, ciudades…), esos principios básicos de convivencia.
No son muchos, ni siquiera difíciles o complejos. Son la base en los países de cultura occidental; y, aunque todo es mejorable, no parece que sean los peores. No creo que puedan ser muy distintos a estos tres:
a)      Representación parlamentaria y constitucional. Es verdad que no es una democracia directa, pero sí corrige los posibles excesos cada cierto tiempo y criba y selecciona decisiones.
b)      Una orientación claramente social de la libertad de comercio. Seguramente este sea el elemento que presenta más difíciles fronteras. No estaría mal que no perdiéramos de vista que la riqueza tiene unos límites claros y que tampoco se puede hurtar el derecho y el deber de cada uno a buscar medios de supervivencia.
c)      El último sería el de asegurar un mínimo vital a todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Ahí está la sanidad, la educación, los salarios mínimos… Es lo que llamamos asistencia social.
No conviene llenarnos de preceptos. Pero estos pocos no podemos olvidarlos ni un solo instante. Todo tiene que ser desarrollo e implementación de los mismos.
Alguno adivinará en este simple esquema una visión socialdemócrata. Y no estará muy desacertado. Ya se ve, viejas fórmulas según algunos; recetas de la abuela, dirán otros. Puede. Es verdad que según apretemos en la interpretación nos saldrá una socialdemocracia u otra. Es verdad. Y hay que andar muy vigilantes para no descafeinar los conceptos.
Pero olvidarnos de ellos es mucho peor pues es desvirtuar la realidad y engolfarnos en peleas y en discusiones que agotan y en poco o en nada mejoran la vida de la gente.

De nuevo, y por camino interpuesto, mira por dónde, se vuelve a la ideología. Pues claro, tonto, ¿qué te habías creído?

miércoles, 17 de enero de 2018

EL PERO DE LOS PEROS


Reviso estos días algunos de los volúmenes que he ido construyendo a lo largo de los años. ¡Son casi una veintena y cada uno guarda varios cientos de páginas! Si lo mido en volumen, me sale una cantidad superlativa. Creo que, con razón, puedo decir que, parafraseando aquel título de José Hierro, en ellos se relata casi todo lo que sé de mí.
Tengo sin encuadernar los últimos y ya es hora de que agrupe y suelde de alguna manera todo lo que anda por ahí suelto; mucho, casi todo, en esta ventana.
Y le he puesto la velocidad automática del corrector que incorpora el ordenador. Estoy seguro de que quedarán restos impuros en palabras, también existentes pero no deseadas en el contexto, y otras lacras. No me preocupa demasiado. He sido corrector de textos durante toda mi vida; no obstante, ahora remoloneo con los míos y predico algo en lo que creo: lo importante son las tendencias, no los aciertos o los errores concretos y aislados.
Hay, sin embargo, hechos que, cuando se repiten demasiado, se fijan en la vista y en la mente y vuelves sobre ellos como si de algo extraordinario se tratara. Me ha pasado en la última corrección. El corrector, en azul chillón, me iba resaltando con frecuencia la necesidad de usar una coma como signo de puntuación después del conector adversativo pero. Lo hace porque, por mi cuenta, lo uso según los casos y de acuerdo con la fuerza que yo quiera darle a esa adversidad. De tal manera lo hago, que a veces no escribo coma, otras veces la escribo, y otras veces separo con punto y coma y hasta con punto.
f) Se escribe coma ante las oraciones coordinadas adversativas, es decir, las introducidas por pero, mas, sino, (que) y aunque. Hazlo si quieres, pero luego no digas que no te lo advertí. Así reza la regla de la Gramática oficial. Lo sé.
Pero (ahora he escrito punto) me rebelo contra la lucecita del ordenador y no le hago caso aunque quiera pintarme la cara y ponerme rojo. La regla quiere ser general, pero (ahora he escrito coma) tiene que someterse al valor del contenido. Y la suma de esos contenidos se oponen en diversas intensidades. No hay gramática sin semántica, y, menos, ortografía. Por si fuera poco este esbozo, sumémosle el valor del estilo y ya queda todo hecho una duda; que no es lo mismo que un caos.
Así que este es el pero de los peros. Pero en ellos andamos y en ellos seguiremos.
Podría parecer algo sin importancia; sin embargo, afecta a toda una manera de entender y de conformar la realidad en la escritura y en la expresión oral, y, sobre todo, la unión y la relación de todos los elementos que la componen.

No es mucho, pero, al menos para huir del diluvio de Cataluña. Que no deja de ser otro pero, y gordo.

martes, 16 de enero de 2018

¿LABRARSE EL POR-VENIR?


¿LABRARSE EL POR-VENIR?

Buscar el porvenir es tan inútil
como esperar sin causa ni sentido:
siempre está por venir y nunca llega,
y, cuando asoma, ya está en el pasado
y hay una nueva excusa
para seguir llamándolo de nuevo.

En esas circunstancias, él nos mira,
se sonríe,
alza al aire sus brazos,
dibuja un ademán, como fingiendo
una mueca confusa y distraída,
y sigue su camino indiferente.

Por-venir, de-venir,
incluso con-venir; no sé si pre-venir:
 no es remedio eficaz

para ganarle al tiempo sus desprecios.

lunes, 15 de enero de 2018

ACUARELA


Sigue apretando el frío en este mes de enero. Es el invierno, tonto; son sus rigores y sus apretones, es esa espera lenta a que los primeros vagidos del almendro dejen oír sus ecos y germinen en una borrachera de semen vegetal sobre los campos. ¿No has visto ya cómo las yemas empiezan a hacer volumen? Fíjate bien, detente ante un castaño de indias y lo verás desnudo, a la intemperie; pero con la vida y el fuego corriendo por sus troncos y haciendo marca ya en la punta de sus yemas, entrenando ejercicios para enseñarse al sol en cuanto el frío lo deje, la temperatura le dé un pequeño abrazo con ternura y lo acompañe un ratito para salir afuera. Después será ya todo fiesta y desenfreno, vida hacia el exterior, jolgorio y gozo.
Hay un empeño tonto en dar por cierto que la vida se iguala tan solo con el sol y con el agua. Es verdad solo a medias. Agua y sol crean vida, eso es muy cierto. Pero estos cortos días del invierno no son más que otra forma de seguir viviendo, de darle como tregua al exhibicionismo, de esconderse al calor de la caricia y del mundo en que se instalan el sueño y el olvido. La nieve se trabaja los mundos subterráneos para ponerlos limpios y, en silencio, tenerlos presentables para el gran día de fiesta en primavera; las venas interiores atesoran los ímpetus oscuros, las ansias contenidas, la savia que ahora está de vacaciones y esa serena y dura fortaleza que mantiene a los árboles altivos, en perfecto paréntesis, en vigilia y en guardia natural.
Es paisaje de invierno y de nevada. Pero es también de vida, de otra vida callada e interior que acaso ya presienta en lejanía el estupor del viento y de la luz, la apariencia del sol y la alegría que ha de llegar sin duda hasta sus ramas, cuando el tiempo se agrande y la tierra se hinche desde el suelo, en señal eficaz de primavera.

El cuadro tiene un punto de fuga que rehúye el plano corto todavía, pero apunta certero hacia lo lejos, en busca de los blancos y amarillos que guarda el arco iris. Que vayan deshojándose los días y con ellos las savias y las yemas, las hojas y las flores y los frutos. Es el ciclo de vida que no para y que sigue fluyendo en duermevela, también en el invierno.

viernes, 12 de enero de 2018

ÁNGEL GONZÁLEZ: DÉCIMO ANIVERSARIO


Cada vez veo más calendarios marcados en sus fechas por recordatorios de hechos y de datos importantes que sirven de testigos permanentes y de dedos acusadores en medio de la pared para el que pasa a su lado y anda a sus quehaceres distraído. Las experiencias se acumulan y, sobre todo, se seleccionan: no hay otra manera de retener algunas, solo se hace con aquellas que, por la razón que sea, nos pertenecen de verdad y forman algo más cercano a nosotros y a nuestros sentimientos.
No soy hombre de calendarios y se me escapan fechas y motivos. Por ello, con mucha frecuencia, llego a ellos con retraso, cuando me los recuerdan al azar y sin preguntar. No es que no los conserve, es que los almaceno mal.
Hoy me sucede eso, que alguien me recuerda que hace hoy ya diez años que nos dejó Ángel González, el poeta de la amistad y de la noche, el poeta de la desesperanza y a la vez del convencimiento, el creador de tantísimo sentimiento como de sinceridad en su poesía.
Yo apenas pasé con él una noche de aquellas en las que “le aplaudían los camareros” y otro par de tardes de charla amena y distendida. Pero tengo -además de otros textos- una edición de su libro “Palabra sobre palabra” gastada y agrietada de tanto manoseo y de tanto pasar páginas y sentir imágenes, de aprender al lado de sus versos y de sentirme deudor y próximo a lo que en ellos se expresa.
Sea, por tanto, de nuevo su palabra la que se escuche. Me sirve casi cualquier poema. Tal vez repetiré alguno ya copiado en estas páginas. Qué más da. He abierto al azar y me sale esta irónica
 INTRODUCCIÓN A LAS FÁBULAS PARA ANIMALES
Durante muchos siglos
la costumbre fue esta:
aleccionar al hombre con historias
a cargo de animales de voz docta,
de solemne ademán o astutas tretas,
tercos en la maldad y en la codicia
o necios como el ser al que glosaban.
La humanidad les debe
parte de su virtud y su sapiencia
a asnos y leones, ratas, cuervos,
zorros, osos, cigarras y otros bichos
que sirvieron de ejemplo y moraleja,
de estímulo también y de escarmiento
en las ajenas testas animales,
al imaginativo y sutil griego,
al severo romano, al refinado
europeo,
al hombre occidental, sin ir más lejos.

Hoy quiero -y perdonad la petulancia-
compensar tantos bienes recibidos
del gremio irracional
describiendo algún hecho sintomático,
algún matiz de la conducta humana
que acaso pueda ser educativo
para las aves y para los peces,
para los celentéreos y mamíferos,
dirigido lo mismo a las amebas
más simples
como a cualquier especie vertebrada.

Ya nuestra sociedad está madura,
ya el hombre dejó atrás su adolescencia
y en su vejez occidental bien puede
servir de ejemplo al perro
para que el perro sea
más perro,
y el zorro más traidor,
y el león más feroz y sanguinario,
y el asno como dicen que es el asno,
y el buey más inhibido y menos toro.

A toda bestia que pretenda
perfeccionarse como tal
                                            -ya sea
con fines belicistas o pacíficos,
con miras financieras o teológicas,
o por amor al arte simplemente-
no cesaré de darle este consejo:
que observe al homo sapiens, y que aprenda.


Cómo me gustaría compartir tanto sabor y magia con otros entusiastas. Esta ciudad es estrecha y hace frío. Cachis.

jueves, 11 de enero de 2018

LA PIEL EN LA QUE HACER CALIGRAFÍA


LA PIEL EN LA QUE HACER CALIGRAFÍA
(Para mis nietos en la lejanía y en las otras ausencias)

A veces me sorprendo en la tristeza
de dar con la ilusión en el abismo;
entonces me vacío,
me pierdo en el silencio y me abandono
a un estar sin estar, deshabitado.

(Tal vez no deberíais hacerme mucho caso).

Mi tacto va a buscaros y no encuentra
la piel en la que hacer caligrafía,
esa piel de mi piel, esos residuos
de la cadena inmensa en que se muestran
los vagidos del tiempo y del espacio,
esos vagidos tiernos y solemnes
de los que todos somos solidarios.

Me gustaría sentir que estáis conmigo,
que puedo conformaros con mis manos,
que soy vuestro contacto, os doy mis huellas
y vosotros, por ello, estáis contentos.

Pero hoy es el espacio y es el tiempo
de mi vacío y de mi soledad,
de dar conformidad a lo impreciso
de juntar lo que debe andar su espacio
a solas y a zarpazos, con la herida
también de los que más se duelen de ella.

Hace un frío solemne que derriba
los más dulces placeres y sepulta
la paz en las orillas de la muerte,
cual si fueran las olas cuando alargan
la agonía del mar frente a las playas.

Mandadme entre esas olas

un eco de calor y de presencia.

miércoles, 10 de enero de 2018

¿SAQUEO? ESTO ES EL MERCADO, IDIOTA


He escuchado muchos cortes, en medios de comunicación, de la comparecencia de Rato en la Comisión del Congreso que estudia el asunto de Bankia. Después he leído y he escuchado opiniones acerca de su chulería, de su falta de honradez, de su desahogo y venganza, de…
Dando por supuesto que me parece el segundo personaje en importancia (el primero es, por supuesto, ese señor siniestro llamado Aznar) de los causantes de buena parte de la crisis que ha sufrido este país (liberalización del suelo, burbuja inmobiliaria, ley de expansión de las cajas de ahorro, red de carreteras radiales, tasas judiciales…), y sin sentir por él precisamente ninguna simpatía, me quiero servir de una de sus respuestas para mi reflexión.
Se le afeaba su altísimo sueldo en la entidad financiera y todo el dinero que los españoles hemos tenido que desembolsar para rescatar Bankia. Él contraatacaba con lo siguiente: a) Cualquier entidad financiera remunera generosamente a sus responsables; y b) A la banca privada se le ha inyectado más dinero que a las Cajas. Y remataba con esta frase lapidaria: “¿Saqueo? Esto es el mercado, amigo”. Después casi todos los analistas se hacían cruces por tal respuesta.
Y yo me escandalizo de que los analistas se escandalicen. Solo habría cambiado una palabra, la última, para sustituirla por esta: “idiota”. Los destinatarios no serían solo los escuchantes en la comisión sino todos los que se llevan las manos a la cabeza cuando la oyen.  ¿Pero es que no hacen eso en todas las empresas? ¿Pero es que, en el libre mercado, no apaña cada cual lo que puede para su bolsillo? ¿Por qué hay que ser tan hipócritas? Nos escandalizamos cuando la cantidad nos sale de ojo, pero, sea cual sea su magnitud, el sistema es siempre el mismo: el mayor beneficio personal a costa de los demás.
¿No estará la solución en atarle bien cortos los brazos a eso que llaman el libre mercado precisamente para que no tengamos que pedir peras al olmo más tarde? Pues claro que es el mercado, idiota. Sobre todo ese libre mercado neoliberal, desbravado y sin bozal que nos domina. Reflexiona, entonces, sobre si ese es el mejor método para reducir las desigualdades y para poder pedir alguna moral tanto pública como privada. Y no des coces contra el aguijón ni prediques en el desierto ni siembres en pedregal. Solo conseguirás que se sigan riendo en tu cara los que se sirven sin límites de esa pócima que llaman libre mercado.
¿Te das cuenta o no?

¿Saqueo? Claro que saqueo, ¿qué te pensabas? Esto es el mercado, idiota.

martes, 9 de enero de 2018

AQUELLAS DIOSAS BLANCAS


AQUELLAS DIOSAS BLANCAS

Hoy me salté las reglas y el glosario
que componen el código y el frío.
Con las primeras luces hice alarde
de ser un caminante hacia la playa.
Dejé bajo mis pies, en una fosa,
todo lo que compone mi memoria
y fui niño otra vez y virgen todo
para beber la luz y derretir la niebla.

Las olas y la arena eran infantes
jugando a consumar sus ilusiones,
y rizándose el pelo en ida y vuelta
se alisaban la piel en las orillas.

Unas lindas (b)vacantes, distraídas,
se dejaban lamer por esa brisa
que despiden las aguas y que reza
una pasión de amor sobre sus cuerpos.

Eran horas de paz y, en compañía
de aquellas diosas blancas,
el sol era un destello y era un dardo
de atractivo calor, de complacencia.

Dejé rozar mi piel por la caricia
que me mandaba en guiño el horizonte
y me quedé olvidado de mí mismo,
nadando sin parar hasta perderme
en medio de las olas y los cuerpos
de aquellas diosas blancas

que alargaban el mar hasta mi orilla.

lunes, 8 de enero de 2018

POR CONVALIDACIÓN CATÓLICA


La calma en plenitud y en el silencio, esa calma densa que impone la nieve cuando se ha hecho dueña de todo el suelo y no deja resquicios a otros colores. Sobre ella brilla el sol y la convierte en espejo de armiño universal. Será por poco tiempo pues habíamos quedado en que el sol en su solsticio ha dicho aquí estoy yo y estoy creciendo. Es el círculo máximo y extenso; en él pasa este día.
En esta gran bocana del teatro se suceden los actos imparables de la vida; se siguen sucediendo a pesar del intento del olvido. ¿Qué han sido, si no, estas fiestas continuas y sin tregua de comida y de ruidos?
Hoy vuelve a sonar todo como siempre, como antes del atraco, como lo dicta el tiempo y lo exige la monotonía.
Vuelvo sobre un asunto que me inquieta. Lo hago con un ejemplo muy notable, el del señor Junqueras, que invoca su condición de hombre religioso como eximente o al menos como atenuante en su asunto jurídico. Y claro, allí fue Troya, ni puñetero caso al susodicho. El lance me resulta necesario tan solo como ejemplo. Yo a nadie deseo la cárcel, entre otras razones porque pienso que no sirven acaso para nada. Es largo el análisis pero ahí queda mi opinión, por si hay alguna duda.
Pero es que argumentaciones semejantes las he oído en otras ocasiones. Y lo que me preocupa sobre todo es lo que no se dice y se silencia: Es así que el católico (¿sirve para cualquier religión?) es buena gente por ser católico, ergo los no católicos al menos corren el peligro (por el hecho de no serlo) de no ser buenas personas; es decir, incluso se hallan en el despeñadero de ser malas personas.
Y así no vamos a ningún sitio. En el fondo, es como negar la posibilidad de una moralidad y de una ética civiles, o, en todo caso, si existieran, considerarlas inferiores a la moral católica. Lo exhiben mucho las personas que defienden con ahínco las clases de religión en el estatus en el que se hallan ahora mismo. Eso, si no es pensamiento único, se le parece mucho.
¿Cuántas veces habrá que recordar que lo que se impone es lo acordado por la comunidad desde su razón y sus leyes y que todo lo demás -que no es poco, por cierto- es de ámbito particular y no se puede sobreponer a la ley?
No sé quién le habrá aconsejado al señor Junqueras - a quien, como a todo el mundo, le deseo lo mejor- esta estrategia, pero tiene muy poco recorrido judicial y racional.

Pero este es solo un caso, y a mí me importa mucho más el principio que es el que explica este y todos los demás razonamientos similares.

domingo, 7 de enero de 2018

EL MEJOR PROPÓSITO


Ha nevado en abundancia. Hacía mucho tiempo (no sé cuántos años) que no cuajaba una capa de nieve en esta ciudad estrecha como la que se ha almacenado durante el día de ayer y la mañana de hoy. Sigue nevando en copos finísimos que parecen querer almidonar aún más el paisaje. A ver qué queda en lo alto de la sierra porque estas nevadas de frío no son las más abundantes en las alturas. Ojalá que el lomo de la loba almacene capa suficiente para muchas jornadas y para muchas cosas.
Veo jugar a los niños en la plaza y en la calle Nogalera, intentando descensos en trineos improvisados o formando un muñeco de nieve que ya coge altura. Me complace verlos tan contentos. Un coche intenta salir por la pequeña cuesta que lo lleva a la calle más amplia y se las ve y se las desea para conseguirlo. El cielo sigue gris y no parece que la tormenta haya pasado del todo.
Yo, después de la marcha de mis nietos, me he instalado también en el ambiente gris y tristón que me deja su ausencia. Pero siempre que ha llovido ha escampado, así que a dar tiempo al tiempo y a dejar que luzca el sol.
La monotonía, a veces la dulce monotonía, te devuelve a esa reiteración en la que el ser humano se vuelve a reconocer a sí mismo, como un animal de costumbres que es; a la  repetición de actos en una geografía y en unos tiempos reconocibles. Somos así, necesitamos la novedad y no podemos prescindir durante mucho tiempo de nuestro ritmo vital más normal y frecuente.
Cuando comienza el año, solemos imponernos alguna meta, algún cambio visible para la nueva etapa. Y ahí están los gimnasios, las vacaciones, esos cigarrillos de más, aquella excursión que nunca acaba de cumplirse, el cambio de costumbre, o quién sabe qué cosas que son de cada cual. Después, al cabo de unas semanas, volvemos la vista atrás y no siempre andamos en el camino que nos habíamos propuesto.
Me parece algo digno de aplauso eso de planificar algún cambio que creemos favorable para nosotros. Al fin y al cabo, para algo servirá la inteligencia y este no es mal uso de la misma.
Pero, al lado de estas buenas intenciones, tal vez deberíamos proponernos una meta que parece menos espectacular aunque creo que es más productiva y personal. Se trata sencillamente de VIVIR, de sentirnos vivos en cada momento y en cada día que nos vaya regalando el calendario. Vivir es un regalo y un milagro, ser conscientes de ello significa multiplicar esa vida y hacerla intensa y sabrosona, sencillamente humana, irrepetible, milagrosa y única. Vivir es ya ser dioses y aceptar el milagro es convertirnos en seres señalados por la vara del misterio.
Vendrán días de nieve, acaso la sequía se muestre pertinaz o el calor apriete en el verano, nadie sabe qué de bueno o de malo nos espera entre las páginas del calendario de este nuevo año, ni siquiera si lo vamos a poder leer por entero. No pasa nada, eso no depende de mí, ni de ti ni del otro. Sí está en mis manos y en tus manos hacer que cada página abierta sea luminosa y dulce, algo más un retrato de justicia o un rato de impostura y de tristeza.
Así que me despojo de ese gris que se ve tras los cristales y de ese otro de la ausencia de mis nietos y me voy a pensar en la alegría, esa alegría del nuevo año que se tejerá día a día, en sus días y en mis días.

Vamos a ello.

miércoles, 3 de enero de 2018

SE ARMÓ EL BELÉN


No soy partidario de ninguna exhibición y mucho menos de la de los niños en las redes sociales. Sin embargo, me apetece mucho comenzar las páginas de esta nueva entrega de mis Terrazas con un trabajo en el que mi nieta Sara tiene mucho que ver.
Sara tiene ocho años y pasa estos días conmigo. Huelga decir que me hace feliz su presencia, como me hace también feliz la de Rubén, con sus tres añitos y su risa picarona y su espabile. Con Sara paso algunos ratos al ordenador y ensayamos pequeñas cosas. Ayer estuvimos cosechando metáforas sencillas. A ella le gusta mucho cualquier creación y los cuentos son su debilidad. Con mi ayuda guiándole la idea y las partes, compuso y compusimos este villancico en el que se acordó y nos acordamos de los niños de su familia y de los niños en general. Creo que merece la pena que la guarde en el recuerdo y por eso la copio y la comparto.
EL BELÉN
Hoy en un portal
ha nacido un niño,
de piel blanca y ojos
claros como armiño.

Se llama Jesús,
se llama Rubén,
y se llama Sara
y Mario también.

Quered a los niños
que son la alegría
y son la sonrisa
de cada familia.

Se llama Jesús
se llama Rubén
y se llama Sara
y Mario también.

Y si Estela tiene
un niño después,
como ella lo llame
yo lo llamaré.

Quered a los niños
que son la alegría
y son la sonrisa
de cada familia.

Sara Gutiérrez Fernández  (ayudó abuelo Antonio)  Béjar, 31 /12 / 2017