Sigue apretando el frío en este mes de enero. Es el invierno,
tonto; son sus rigores y sus apretones, es esa espera lenta a que los primeros
vagidos del almendro dejen oír sus ecos y germinen en una borrachera de semen
vegetal sobre los campos. ¿No has visto ya cómo las yemas empiezan a hacer volumen?
Fíjate bien, detente ante un castaño de indias y lo verás desnudo, a la
intemperie; pero con la vida y el fuego corriendo por sus troncos y haciendo
marca ya en la punta de sus yemas, entrenando ejercicios para enseñarse al sol
en cuanto el frío lo deje, la temperatura le dé un pequeño abrazo con ternura y
lo acompañe un ratito para salir afuera. Después será ya todo fiesta y
desenfreno, vida hacia el exterior, jolgorio y gozo.
Hay un empeño tonto en dar por cierto que la vida se iguala
tan solo con el sol y con el agua. Es verdad solo a medias. Agua y sol crean
vida, eso es muy cierto. Pero estos cortos días del invierno no son más que
otra forma de seguir viviendo, de darle como tregua al exhibicionismo, de
esconderse al calor de la caricia y del mundo en que se instalan el sueño y el
olvido. La nieve se trabaja los mundos subterráneos para ponerlos limpios y, en
silencio, tenerlos presentables para el gran día de fiesta en primavera; las
venas interiores atesoran los ímpetus oscuros, las ansias contenidas, la savia
que ahora está de vacaciones y esa serena y dura fortaleza que mantiene a los
árboles altivos, en perfecto paréntesis, en vigilia y en guardia natural.
Es paisaje de invierno y de nevada. Pero es también de vida,
de otra vida callada e interior que acaso ya presienta en lejanía el estupor
del viento y de la luz, la apariencia del sol y la alegría que ha de llegar sin
duda hasta sus ramas, cuando el tiempo se agrande y la tierra se hinche desde
el suelo, en señal eficaz de primavera.
El cuadro tiene un punto de fuga que rehúye el plano corto
todavía, pero apunta certero hacia lo lejos, en busca de los blancos y
amarillos que guarda el arco iris. Que vayan deshojándose los días y con ellos
las savias y las yemas, las hojas y las flores y los frutos. Es el ciclo de
vida que no para y que sigue fluyendo en duermevela, también en el invierno.
1 comentario:
La parada invernal y el frio es tan necesario como el calor.Somos contraste.
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