lunes, 15 de enero de 2018

ACUARELA


Sigue apretando el frío en este mes de enero. Es el invierno, tonto; son sus rigores y sus apretones, es esa espera lenta a que los primeros vagidos del almendro dejen oír sus ecos y germinen en una borrachera de semen vegetal sobre los campos. ¿No has visto ya cómo las yemas empiezan a hacer volumen? Fíjate bien, detente ante un castaño de indias y lo verás desnudo, a la intemperie; pero con la vida y el fuego corriendo por sus troncos y haciendo marca ya en la punta de sus yemas, entrenando ejercicios para enseñarse al sol en cuanto el frío lo deje, la temperatura le dé un pequeño abrazo con ternura y lo acompañe un ratito para salir afuera. Después será ya todo fiesta y desenfreno, vida hacia el exterior, jolgorio y gozo.
Hay un empeño tonto en dar por cierto que la vida se iguala tan solo con el sol y con el agua. Es verdad solo a medias. Agua y sol crean vida, eso es muy cierto. Pero estos cortos días del invierno no son más que otra forma de seguir viviendo, de darle como tregua al exhibicionismo, de esconderse al calor de la caricia y del mundo en que se instalan el sueño y el olvido. La nieve se trabaja los mundos subterráneos para ponerlos limpios y, en silencio, tenerlos presentables para el gran día de fiesta en primavera; las venas interiores atesoran los ímpetus oscuros, las ansias contenidas, la savia que ahora está de vacaciones y esa serena y dura fortaleza que mantiene a los árboles altivos, en perfecto paréntesis, en vigilia y en guardia natural.
Es paisaje de invierno y de nevada. Pero es también de vida, de otra vida callada e interior que acaso ya presienta en lejanía el estupor del viento y de la luz, la apariencia del sol y la alegría que ha de llegar sin duda hasta sus ramas, cuando el tiempo se agrande y la tierra se hinche desde el suelo, en señal eficaz de primavera.

El cuadro tiene un punto de fuga que rehúye el plano corto todavía, pero apunta certero hacia lo lejos, en busca de los blancos y amarillos que guarda el arco iris. Que vayan deshojándose los días y con ellos las savias y las yemas, las hojas y las flores y los frutos. Es el ciclo de vida que no para y que sigue fluyendo en duermevela, también en el invierno.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

La parada invernal y el frio es tan necesario como el calor.Somos contraste.