miércoles, 30 de septiembre de 2020

DE UN VIAJE EN EL TIEMPO

 

DE UN VIAJE EN EL TIEMPO

El pueblo se acostaba en la ladera, como para tomar el sol en el invierno y para dejarse tostar en el verano. El sol entraba tarde y se despedía pronto desde los cerros, que alcanzaban el cielo allá en lo alto; pero apretaba lo suyo y mantenía una temperatura de chcicharra en el verano y de dulce templanza en el invierno.

La empresa no llegaba hasta este pueblo y había que irla a buscar a otro, distante al menos seis kilómetros. Desde allí llegaba andando y sudoroso.

Era poco más de media tarde cuando divisó las primeras casas desde la Tarayuela, una pequeña atalaya que partía el valle en dos mitades hacia el sur y hacia el norte. Enseguida distinguió cerca del río una ralea de muchachos chiquininos que estaban arrejuntados jugando con los aros y los zancos. En otro espacio próximo, lucían emperejiladas unas muchachas, con sus mejores vestidos, y una cuadrilla de muchachos remudados para la ocasión. Alguna chiquilla más miraba con cara de tristeza y aparecía apenas recubierta con sus pingos, sin saber de vestidos ni de galas; para ellas no era ocasión de fiesta. Junto a ellas, otros niños mostraban también su aspecto descuidado y mantenían sus pantalones con la raja al culo y los tirantes de tela desiguales. No era tiempo de escuela y el reloj se espaciaba y no corría.

De pronto, sin saber por qué, todos empezaron a reguñir a arrejuntarse y a arrempujarse unos contra otros, como empicados por conseguir algo de lo que presumir ante los demás. Atravesó el cauce por la confluencia de dos ríos pequeños, que se abrazaban en una sola corriente como para darse fuerza, y se acercó hasta ellos. Estaba equivocado, no era más que una fiesta, una fiesta de quintos y de quintas, que se habían juntado para celebrar ese ritual tan importante del que salían hechos hombres y mujeres. Allí fue convidado y allí pasó un buen rato. Muy cerca, los niños habían hecho una poza con un borcín, por el que se fugaba el agua hacia el pequeño río. El día anterior había llovido y se conservaban algunos chapatales en la tierra.

Pronto se formó un baile. ¿Me la dejas?, decían unos a otros sin descanso. Y las mozas pasaban de brazos en brazos como si aquello fuera una maquinaria que moviera todas las piezas al compás. Nada de achucharse ni de bailar más de tres bailes con la misma pareja, porque sería señal de cosas nuevas. Y en medio, perrunillas y mantecaos sin desbaratar y bien compuestos para no añusgarse ni acabar espurreando nada. Se encetaban los panes y se partía el chorizo, colgado desde el día de la matanza. El vino menudeaba de boca en boca, mientras se entonaba alguna canción popular.

Tan solo había venido hasta el pueblo para solucionar un encargo y tenía que darse prisa. Así que, recorrió las calles estrechas y, por breves momentos, evocó lejanos tiempos. Arregló el manadado y se despidió de todos. Otro día será, dijo disculpándose, que cada día tiene su afán.

Al escurecer, tenía que volverse hasta el sitio en el que se había apeado del coche de la empresa, el coche general que iba y venía desde la capital. Aún tuvo algo de tiempo para apatuscar un buen puñado de higos dulces, que los primeros vientos de septiembre habían caído al suelo.

Sentía ciertos ajogos, pero de los de dentro, de los que hacían palpitar el corazón y sentirse como buscando en vano el origen de todo lo vivido. Miró de nuevo al pueblo desde la Tarayuela y lo perdió de vista. Una niebla bajaba lentamente, como para ponerse encima y protegerlo. El tiempo se quedó como en misterio y entonces miró al cielo y se quedó en silencio murmurando una oración extraña y no aprendida.

martes, 29 de septiembre de 2020

QUIEN SIEMBRA VIENTOS...

 

 

QUIEN SIEMBRA VIENTOS…

Si es que no aprendemos ni dándonos de bruces cada día y tropezando en la misma piedra. Nos asustamos cuando truena y cuando el relámpago ronda nuestras ventanas, pero, en cuanto escampa la tormenta, volvemos a la modorra de la comodidad y hasta del egoísmo. ¿Por qué nos escandalizamos ahora tanto -con razón- del desencuentro que se produce entre nuestros representantes públicos? Qué mala memoria la nuestra. Pero si algo así lo hemos estado aplaudiendo toda la vida, o, al menos, hemos asistido al circo que de ello han montado los medios de comunicación. Todavía hoy siguen explicando ese guirigay barriobajero como algo que sirve para arañar votos. Me gustaría que no tuvieran ni una pizca de razón, pues, si se diera la casualidad de que estuvieran en lo cierto, las conclusiones serían entonces muchos más desesperanzadoras, pues tendríamos que concluir que vivimos en na comunidad de ciudadanos en la que la conciencia crítica brilla por su ausencia y cada uno de sus componentes no supera la calificación de unidad de rebaño.

Ejemplos de ahora mismo y de casi siempre: intervenciones en las cámaras legislativas (congreso y senado), rifirrafe entre administraciones, desobediencias públicas a las sentencias que son jaleadas con manifestaciones, acusaciones en medios de comunicación, tertulias, plenos y comisiones de diputaciones y ayuntamientos…

Pero, ¿en qué se diferencian de lo que sucede en otros ámbitos no políticos? Apuntamos: aficiones deportivas, tertulias televisivas y radiofónicas, redes sociales en general (con toda la bazofia de los anónimos y entregados a la causa del insulto), defensas judiciales insostenibles, conversaciones cruzadas en las que casi nadie escucha…

El intercambio de ideas y la disputa entre personas para desarrollarlas y tratar de convencer al otro es connatural al ser humano. Por eso, entre otras cosas, somos humanos y no brutos. Pero habrá que hacerlo con serenidad, sin apabullar, con el ánimo puesto en el bien común y no en la victoria sobre el contrario, con la certeza de que la verdad absoluta no la posee nadie, porque ni siquiera existe, dando la razón al otro si creemos que la tiene sin que por ello nos sintamos desautorizados por los nuestros, arrimando el hombro más que poniendo palos en las ruedas. Las disputas solo deberían poderse sustentar en las distintas visiones que acerca de la vida se poseen, pero no por quedar victoriosos de no se sabe qué ni por conseguir para tal o cual partido político o para uno mismo ninguna victoria. Y menos a costa del perjuicio para la comunidad.

Parece de sentido común exigir un nivel de actuación más afinado a los representantes públicos. No parece que nos ofrezcan siempre el mejor ejemplo. Y ahora, en las circunstancias presentes, acaso sea algo peor. Pero la reflexión debería alcanzarnos a todos, sobre todo en tiempos de mayor dificultad. A ellos tenemos que exigirles algo más de cordura y de altura de miras. A nosotros tendríamos que pedirnos al menos nivelar el grado de exigencias con el de aportaciones. Si no, vamos a terminar asintiendo al desalentador dicho de que tenemos los gobernantes que nos merecemos. Y no están los tiempos para estos lujos.

lunes, 28 de septiembre de 2020

ACASO SEAN MIS OJOS


ACASO SEAN MIS OJOS

¿Por qué es hostil la vida en estos tiempos?

No siempre se portó de esta manera,

pues la vida, si es vida, es siempre anhelo,

ilusión, fe, ideal, conciencia plena.

 

Acaso sean mis ojos los que miran

con gafas de no ver y con recelos.

Las calles, otra vez, se hacen estrechas,

las líneas que eran rectas se hacen curvas,

las miradas se esquivan y los rostros

parecen ocultarse enmascarados.

 

El tiempo y el espacio

se muestran como seres temblorosos,

porque somos nosotros esos seres

que les damos certeza, miedo y frío.

 

Pero ese mismo espacio y ese tiempo

son también las palomas, son los parques,

es la naturaleza, son los cielos

y son los estorninos que, en el aire,

siguen jugando, ebrios, a sus juegos.

 

Tal vez ni se pregunten qué nos pasa

con esta cara triste y escondida:

somos hasta tal punto innecesarios

que puede que nos hayan olvidado.

 

¿Cuándo será posible que, sin miedo,

podamos contemplarlos y llamarlos

para poder bailar juntos el baile

que avive la conciencia de la vida

como un todo feliz donde abrazarnos?

viernes, 25 de septiembre de 2020

POETA Y FILÓSOFO / FILÓSOFO Y POETA

 

POETA Y FILÓSOFO / FILÓSOFO Y POETA

Después de citar a Platón (desde el Timeo y el Critias), dice Unamuno: El poeta, he dicho, o sea el creador, no el filósofo, no el amante de la sabiduría. Aunque ¿es posible crear no amando la sabiduría -la sabiduría y no la ciencia- y posible amar la sabiduría no creando? Poeta y filósofo es lo mismo. Sabio es ya otra cosa; es algo que, en su acepción corriente, poco o nada tiene que ver con la sabiduría. Todo gran filósofo es un poeta y todo gran poeta es un filósofo. La Lógica de Hegel, y la Ética de Spinoza son dos de los más grandes poemas que han sido escritos”.

El poeta y el filósofo, el filósofo y el poeta, el sabio en su sentido original y en su acepción más común… Palabras que aspiran a reflejar conceptos, pero que se quedan en el intento y mueren en él. O viven, porque el camino es la vida, el intento es la prueba de que se está en ello.

Me quedo hoy con las dos primeras: el poeta y el filósofo. Si nadie sabe realmente definir la poesía, ¿cómo se puede enredar uno en las comparaciones con filósofos, y de estos con los primeros? Pues, sin embargo, coincido con Unamuno.

No se sabrá definir la poesía, pero se siente y se saborea la poesía que consideramos buena frente a aquella que no merece nuestros respetos porque no nos hace sentir, porque acaso no nos emociona.

Las palabras reflejan tibiamente la realidad muerta de los conceptos; por eso se alzan sobre ellos y frente a ellos, para crear un mundo diferente y más intenso, un mundo de vida y de emoción. Pero no para huir de los conceptos, sino para cargarlos de vida, para hacerlos sentimiento y para librarlos de las cadenas de los silogismos. Por su parte, el filósofo indaga y se hace inquisitivo en persecución de la verdad, y se siente a gusto en esa búsqueda, es filos, siente filia por la sabiduría; ama el camino y la meta le interesa en tanto que crea un mundo también más vital y más alto, más puro y más eterno, menos mostrenco y pasajero, menos grueso y más sutil. Y, en ese camino, es donde se encuentran ambos, filósofo y poeta, poeta y filósofo.

Quiero decir el poeta que aspira a una verdad más clara y tal vez más sencilla, más pura y duradera; no el que se complace en la reproducción de bares y de ambientes urbanos pasajeros, de amores instantáneos y aparentes y de éxitos fugaces. ¡Y hay tanto de eso…!

Muchas veces se advierte del peligro que encierra la poesía que deja al descubierto las ideas. Reniego de esta crítica y aspiro a hacer y a leer poesía que renueve el concepto y lo levante, que lo revitalice, pero que no lo olvide o, peor, que no sepa que existe.

En otro ángulo se analiza la poesía que hace de la naturaleza su medio y su fin, como reflejo y floritura de lo que ya existe. Aunque los casos personales no importan demasiado, tengo un amigo que me acusa de darles demasiado espacio e importancia a los elementos de la naturaleza. Es asunto largo de contar. Por supuesto que le concedo mucho espacio a los elementos naturales; ellos me acompañan y me acogen, me enseñan y me miden, me encaminan a lo esencial y me apartan del tráfago diario y de las apariencias. ¿Quién, además, puede negar el valor autónomo y esencial de la naturaleza? Pero siempre los trato en relación conmigo, y, al hacerlo conmigo, es como si lo hiciera con el ser humano en general. He dicho muchas veces que me interesa la naturaleza con bicho. Ese bicho, por supuesto, soy yo; y es cualquier ser humano que se vea reflejado en mí y en la naturaleza. Yo quiero acompañar a la naturaleza para esencializarme y sentir con ella, y para que ella se humanice conmigo.

Y, en la vuelta a la relación y hermanamiento entre el poeta y el filósofo, que se den la mano y se abracen, pues ambos aspiran a una realidad más clara y más intensa, alzando el concepto hasta la vitalidad y domeñando la imaginación con las bridas del concepto. De ese modo, se encontrarán, tal vez en la misma persona, en el reino de la sabiduría, tomada esta en su significado original, aquella que han practicado los pocos sabios que en el mundo han sido.

Y luego ya, si eso, nos echamos unas risas y nos dejamos ver por la pasarela de la banalidad.

jueves, 24 de septiembre de 2020

LLORABA DE TRISTEZA Y AMARGURA


LLORABA DE TRISTEZA Y AMARGURA

Ha vuelto a murmurar toda la tarde

la lluvia entre los cielos y, en sus gotas,

lloraba de tristeza y de amargura.

 

Reñía con el dolor, que anda de ronda

de nuevo en los pasillos de hospitales,

bailando pasodobles con la muerte,

mientras gana batallas a la vida.

 

Me he quedado escuchando sus murmullos

mientras mi piel, desnuda, se empapaba

y terminé llorando con la lluvia y

maldiciendo al dolor por su alegría.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

MI SALAMANCA


MI SALAMANCA

Me llegan, como en vuelo de palomas,

recuerdos de la eterna Salamanca.

 

Su reino vino a mí desde los muros

de aquella inmensa casa de extrarradio,

émulo de Escorial, edificándose

ad maiorem Dei gloriam.

Entonces era un niño sin conciencia

para mirar la vida cara a cara.

Y allí las disciplinas, los latines,

la cadena infinita transportando

las piedras y las tejas de pizarra,

los paseos andando hasta La Flecha,

en busca de las sendas solitarias

por las que el sabio anduvo tantas tardes.

 

Después, mucho más tarde, con la vida

pesando ya con fuerza en mis espaldas,

quise yo ser el rey entre las aulas

del Palacio de Anaya y Anayita,

años setetentaitantos, con la historia

cambiando ya, por fin, su cara eterna.

Y, viendo la batalla con mis ojos

desde primera línea de combate,

mezclé libros, amores, asambleas

y una suma confusa de sucesos

que iban desde la calle hasta las aulas,

desde estas a los pisos y a la hoguera

de una conciencia entonces tan ferviente.

 

Todo fue muy deprisa. De repente,

licenciatura en ristre, los veranos,

cambiados los pupitres por tarimas,

donde enseñar idioma al mundo entero

y ordenar el crisol de tantas caras

llegadas a aprender a Salamanca

desde todos los sitios de la Tierra.

Y siempre en el Palacio o Anayita,

cortes donde se teje el pensamiento

y asoman sueños que despiertan falsos.

 

La vida, haciendo siempre de las suyas,

me llevó a otros lugares, conservando

el eco de la voz de Salamanca.

 

Quisiera verla arder cual gran hoguera

-lo dejé escrito a fuego en otro sitio-

que consume en sus llamas los anhelos

de tantos que se enfrentan en sus aulas

con sentir en la ciencia y, en su empeño,

se vuelven al sentir del pensamiento;

también los de aquellos que precisan

la razón como freno al sentimiento.

 

Que ardan en la hoguera y formen juntos

un cielo de calor en Salamanca.

Que las torres acojan las razones

y las aulas se eleven a las torres.

Que toros y sotanas dejen sitio

al paso de la vida por sus calles.

Que yo me queme en ellas y el recuerdo

reavive su conciencia y mi conciencia.

martes, 22 de septiembre de 2020

ESA ES LA META


ESA ES LA META

¿De dónde subvertir las líneas rojas

que marcan en tu vida? No hay redaños

para saltar la verja y andar libre

por las playas de arena de otros mares.

Hay horarios que indican el momento

de no dejarse ver pues sería causa

de dimes y diretes, y palabras

que en la calle no deben pronunciarse:

producirían escándalo y no ajustan

con la moral al uso. Si tu escala

de valores

se aparta de los rectos mandamientos,

la conciencia social te hará el vacío.

 

Verás que los decálogos sociales

incluyen mandamientos revestidos

con túnicas vulgares o académicas,

según lo pida el caso y el boato;

habrá jueces con túnica y sotana,

con puñetas y cruces, con tricornios,

con togas, con pistolas y con balas;

habrá también fanáticos al uso

y esclavos complacidos con su estado.

 

Si estás libre de culpa y de pecado,

tira con fuerza la primera piedra,

como dijo Jesús en aquel tiempo.

 También dijo no juzgues

y no serás juzgado: dulce frase

para turbas y jueces y letrados.

 

La vida es la verdad, no la justicia;

el impulso da vida, no el concepto;

el ansia de vivir mata a la muerte

y alarga la conciencia hasta la línea

donde pierde su paso el horizonte.

 

Marcar de luz la faz de ese horizonte

y lanzarse al vacío: esa es la meta.

lunes, 21 de septiembre de 2020

JACULATORIA


JACULATORIA

Se acerca a visitarme mi memoria.

Me regala recuerdos de otros tiempos.

Le pongo corazón y sentimiento

a lo que fue y es hoy tan solo historia.

 

La vida se ha montado en una noria

que da vueltas y vueltas sin remedio.

Yo le ofrezco mi voz mientras recuerdo

el paso de los días y las horas.

 

Quisiera que las horas del futuro

fueran también recuerdo del presente

y quisiera también estar seguro

 

de que sigo viviendo tras mi muerte.

Que el poder redentor de la conciencia

me mantenga en la luz de la existencia.

viernes, 18 de septiembre de 2020

APOTEGMA

APOTEGMA

¿Nihil volitum quin praecognitum? Nada se puede querer si no es conocido. Se trata de un apotegma muy antiguo, pero de alcance tal vez universal en el tiempo y en el espacio. ¿Será cierta tal afirmación? El orden aquí y ahora parece que resulta fundamental. Lo mismo que sucede con la tríada pensar-sentir-querer.

Si exige primacía el conocimiento antes de darle paso al acto de la voluntad y del amor (querer), nos estamos situando en una postura intelectual; si, por el contrario, damos paso primero al deseo y a la voluntad, nos adentramos en una postura más vitalista: Nada puede ser conocido si no es querido, nihil cognitum quin praevolitum. Y querer es un acto de la voluntad, es un deseo de encontrar algo que se busca, algo en lo que se cree por el motivo que sea. Querer significa buscar, indagar, preguntarse. Por eso las cuestiones, que son preguntas. Y las preguntas son anticipo de las respuestas, porque solo tienen sentido buscando respuestas que satisfagan a la voluntad.

¿Aplicamos la ecuación al amor? Vamos. ¿Primero tenemos que conocer y luego querer y amar? ¿Primero el enamoramiento, desde el deseo y la intuición, y luego el conocimiento? ¿Cómo se produce el proceso en el día a día? Ardua la tarea de concretar la respuesta.

Pues así para todo lo demás.

Si el conocimiento resulta más racional, corremos el peligro de matar el dinamismo del deseo. Si damos prevalencia a la voluntad, corremos el riesgo de convertir el proceso en algo irracional y de matar a la ciencia.

Para un rato de atención durante el fin de semana, tal vez baste. Las espadas están en todo lo alto. Entrar a matar es acto de suerte suprema y conforma nuestra manera de caminar por la vida.

Si descendemos a la práctica, tal vez tengamos, como siempre, que comportarnos con esa mezcla de condimentos complementarios. ¿Cuánto de uno y cuánto del otro? Si yo lo supiera…

jueves, 17 de septiembre de 2020

SICUT VITA, FINIS ITA

SICUT VITA, FINIS ITA

Como la vida, así el fin. Grave expresión latina que nos invita a la reflexión. Morimos como vivimos, podríamos atrevernos a traducir, en un intento algo más amplio de recoger todo su significado, y no solo el literal.

¿Qué tiene esto de verdad? Si la comparación fuera correcta, ¿a qué tenemos que atender?, ¿nuestro estilo de vida se debe supeditar a la muerte?, ¿o hay que dejar de lado a la muerte porque nos vendrá dada y vestida por añadidura, ya que la habremos estado preparando insensiblemente durante toda nuestra vida? ¿Qué es eso de la vida? ¿Qué significa la muerte? ¿Hasta dónde alcanza eso que llamamos muerte? Como para no vivir instalados en la duda… Si no podemos desligar una cosa de la otra, ¿en qué medida la muerte elimina la vida?, ¿acaso solo la transforma? ¿Debemos atender más a la extensión de la vida que a su intensidad? ¿Es la intensidad la que realmente da sentido de eternidad a nuestra vida?

Solo sé formularme preguntas y no consigo resolverlas en respuestas satisfactorias. Alguno me dirá (o me habrá dicho) que, en caso de duda, la más tetuda, que, para el caso, sería algo así como vale más pájaro en mano que ciento volando, y, traducido al román paladino, vive la vida y luego ya veremos. Y entonces, cada vez que considero / que me tengo que morir, / echo la manta en el suelo / y me jarto de dormir.

Qué facilón es todo esto y qué patita le asoma de egoísmo, de modorra y de falta de entusiasmo. Un pájaro en mano es una posesión mísera al lado de una esperanza ilusionadora en conseguir metas más altas y duraderas, aunque no se puedan tocar con las manos. Frente al carpe diem mal interpretado, alguien puede soltar el exabrupto de carpe hostias, que tanto encierra. Contra la acedía y la galbana, habrá que enfrentar la pasión y dos deseos de la conciencia para, al menos, soñar un mundo más saludable y más intenso, más duradero y universal, con una conciencia que nos mantenga en el extrarradio del olvido. Y, si lo soñamos, acaso ya lo estamos viviendo. ¿o no es más intenso el sueño que la realidad mostrenca y reglada?

De nuevo, ese deseo ineludible de vivir, vivir y más vivir. En intensidad y en extensión. Una vida henchida que no tenga fin, porque la muerte física no pueda romperla ni llevarla hasta el desolador precipicio de la nada,

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Y EL AGUA SE HIZO TIERRA


Y EL AGUA SE HIZO TIERRA

De pronto, ha descendido a visitarnos

la lluvia desde lo alto de los cielos.

Fue ayer, cuando la tarde se dormía

y la noche soñaba con violarla.

 

Tal vez se descubriera sorprendida

al llamar a las puertas de las calles:

tanto tiempo sin verse, sin contarse

ninguna simple nueva de los mares,

ninguna cosicosa de los parques.

 

He salido de nuevo esta mañana

a ungirme con el óleo de los campos

y la he visto temblando entre las hojas

(gotas puestas al sol con luz de perlas),

con miedo a descender a ras de suelo,

seco otra vez, sin huellas de las aguas:

tan grande era su sed, que la tormenta

sembró su plenitud en lo más hondo

del ya infecundo vientre de la tierra.

 

Estaba Dios azul esta mañana,

con aire limpio y con la luz diáfana

que brilla cuando escampa la tormenta.

 

Yo caminaba en calma, por la senda

de todas las mañanas, discurriendo

si la tierra y el agua eran un grito

o un abrazo de amor en la montaña.

martes, 15 de septiembre de 2020

A CUATRO OJOS, A CUATRO MANOS Y A DOS CORAZONES

 

 A CUATRO OJOS, A CUATRO MANOS Y A DOS CORAZONES

Cada vez releo más. Diversas causas explican que esto sea así. No es del caso exponerlas. Sigo entre las páginas de Unamuno. Los últimos ratos lo hago con su obra Vida de don Quijote y Sancho. Desde hace ya bastante tiempo, leo la inmortal obra una vez al año. Este no lo he hecho. Y mira por dónde he vuelto a él de manera indirecta. Unamuno me ha tomado de la mano y me ha invitado a compartir su lectura del Quijote.

No sé si la palabra es compartir; acaso sea mejor decir acompañarle en su lectura. Porque yo tengo mi criterio y extraigo mis propias conclusiones. Y él no digamos; pues menudo es el vasco. Tampoco yo me quedo muy atrás. He afirmado en diversas ocasiones que en cada nueva lectura descubro distintos matices; de ese modo, cada nueva lectura se convierte en una lectura nueva.

Pues la que hace don Miguel no la firma una mente cualquiera. Por ello no parece mala idea atender a sus explicaciones y a sus imaginaciones. Y dejarse llevar. Enseguida llegarán las disputas y las interpretaciones de cada cual, que no son siempre coincidentes.

Ninguna obra de creación está nunca completa; al menos hasta que el lector la lee y la hace suya. El Quijote es obra de Cervantes, pero, que él nos perdone, es de todos nosotros, de todos los que han pasado su vista por las páginas a lo largo de la historia. Así que todos podemos sentirnos un poco creadores de esos dos ejemplos complementarios de comportamiento humano, como son Don Quijote y Sancho. Resulta divertidísimo compartir camino con este otro loco genial, vitalista y egotista, contradictorio y siempre en tensión como era Unamuno. Es como ir a conocer un paraje maravilloso con alguien que lo ha hollado con pasión antes y que te lo quiere dar a conocer. Luego, en el campo ya, resulta que tú también te atreves a echar tu cuarto a espadas y a aportar tu manera de ver la naturaleza. Porque antes también has paseado por allí. Por supuesto que a este día de campo está también invitado Cervantes, el dueño del terreno. Así, entre unos y otros, nos hacemos una idea más completa y variada de lo que allí se cultiva, y nos llevamos para casa los mejores frutos que en el huerto maduran.

Hay obras musicales escritas para ser interpretadas a cuatro manos. Esta, literaria ella, ha sido escrita por un genio con solo una mano útil, pero ha pasado de mano en mano y se ha interpretado por cuatro, por seis…, por miles y miles de manos, de ojos y de corazones. Entre todos hemos hecho de ella todo un mundo sinfónico. Y ahí sigue, esperando nuevos intérpretes.

Unamuno y yo lo hemos hecho a cuatro manos. La compañía que he tenido ha sido muy productiva. Gracias sean dadas al compositor y al intérprete principal.

lunes, 14 de septiembre de 2020

LA FE DEL CARBONERO

 

 LA FE DEL CARBONERO

Ya el maestro Correas recogía, en su Vocabulario de refranes, la frase la fe del carbonero. Hasta hoy se ha venido utilizando, aunque parece evidente que le ha llegado su san Martín y está en claro declive. Se le acumulan todas las razones: la fe no goza de muy buena salud y la actividad del carbonero se cuenta entre las que casi han desaparecido.

Su significado hace referencia a creer algo a pies juntillas, sin necesidad de pruebas ni argumentos, e incluso rechazando cualquier evidencia.

A mí me interesa de una manera especial porque, a pesar de ser del cuerpo, o sea, hijo de carbonero, no creo poseer esa fe gremial, sino que ando luchando por encontrar siempre alguna razón que sustente mis creencias, si es que me queda alguna.

Pobres carboneros, sus penosos trabajos no les dejaban tiempo para razonar y ocupar sus mentes en disquisiciones varias. Doctores tiene la santa madre iglesia. No era poco arrancar encinas, tronzar troncos, atizar carboneras o vigilar bufardas. Las noches apenas tenían horas para descansar o para contemplar un rato la luna. Y, a punto día, de nuevo al tajo, que el chozo no invitaba a buen descanso ni las petallas permitían seguir melladas.

Yo pasé varias noches de mi niñez en el chozo, al pie de las carboneras, mientras se cocía el carbón y las cortas iban aclarando los montes. Allí, encetar el pan era una fiesta y repartir el puchero en un común plato no daba ningún reparo a nadie.

La vida del carbonero, la fe del carbonero. Como para exigirle razones al carbonero. Tengo para mí que la fe del carbonero hace más bien referencia a un “dejadme en paz, que demasiadas ocupaciones tengo ya a diario como para pararme a pensar por qué suceden o no suceden cosas que ni siquiera veo”. Y acaso esconda un ápice de reivindicación social en lo más hondo. Luego vienen los marisabidillos de la ciudad y los encajonan en el baúl de la ignorancia.

Pues no, los carboneros son sabios y pocos conocen como ellos lo mejor y lo peor de la naturaleza. Porque el roce hace el cariño. Y el odio, que no es más que el reverso del cariño. Y, si queremos mantener el significado que le otorga el maestro Correas, apláudase esa fe tan pura que no necesita en nada de la razón para ejercitarse y que se fía más de la vida y de la acción que de la razón, que, en cuanto se hace idea, mata la vida y el impulso, lo primigenio y el impulso de los humildes a vivir por encima de todo. Su sencillez de corazón y su falta de doblez tal vez los hagan más atractivos que a muchos de alto copete y de títulos varios.

Yo seré con orgullo el hijo del carbonero durante toda mi vida. Mis dudas continuas me alejan de esa fe genérica del carbonero. Me cuesta pensar que esta sea mi fe. Pero no reniego de ella. Sobre todo, si ayuda a vivir y a sentirse vivo. Y que piense el sentimiento y sienta el pensamiento.

jueves, 10 de septiembre de 2020

PARA UNA SOBREMESA

PARA UNA SOBREMESA

He pasado un largo rato con unos compañeros, repartiendo trabajos para revisarlos, antes de que formen cuerpo y realidad en una revista de estudios. Tras el reparto, y en sana charla, hemos revivido tiempos pasados, comunes en los estudios juveniles. El tiempo pasado siempre fue mejor, asegura el dicho. Tal vez. Es acaso más cierto afirmar que cualquier tiempo pasado fue y es… pasado. Algunos minutos los hemos dedicado a considerar el trabajo de los funcionarios públicos. Opiniones diversas.

El trabajo, esa obligación diaria de tantas personas, que responde a muy distintas necesidades y concepciones. Y, en los tiempos presentes, deseo de demasiadas personas, que aspiran a conseguirlo y se quedan en el camino y a la espera de que la tormenta escampe y el horizonte se muestre algo más claro. De vez en cuando me he manifestado, como trabajador y como funcionario público, acerca de lo que considero como un privilegio y una actividad que se puede desarrollar de muchas maneras.

A la vuelta a casa, he reabierto las páginas de El sentimiento trágico de la vida, de Unamuno (ya en sus últimas consideraciones), y me doy de bruces con sus opiniones acerca del trabajo. Le doy la palabra:

“Y lo que se dice de patronos y obreros se dice mejor de cuantos a profesiones liberales se dedican y de los funcionarios públicos. Apenas si hay servidor del Estado que sienta la religiosidad de su menester oficial y público (…)

Son muchos los que, considerando el trabajo como un castigo, por aquello de “comerás el pan con el sudor de tu frente”, no estiman el trabajo del oficio civil sino bajo su aspecto económico político y a lo sumo bajo su aspecto estético. Para estos tales -entre los que se encuentran principalmente los jesuitas- hay dos negocios: el negocio inferior y pasajero de ganarnos la vida, de ganar el pan para nosotros y para nuestros hijos de una manera honrada –y sabido es la elasticidad de la honradez-, y el gran negocio de nuestra salvación, de ganarnos la gloria eterna. Aquel trabajo inferior o mundano no es menester llevarlo sino en cuanto, sin engaños ni grave detrimento de nuestros prójimos, nos permita vivir decorosamente a la medida de nuestro rango social, pero de modo que nos vague el mayor tiempo posible para atender al otro gran negocio. Y hay quienes, elevándose un poco sobre esa concepción, más que ética, económica, del trabajo, de nuestro oficio civil, llegan hasta una concepción y un sentimiento estéticos de él, que se cifran en adquirir lustre y renombre en nuestro oficio, y hasta en hacer de él arte por el arte mismo, por la belleza. Pero hay que elevarse aún más, a un sentimiento ético de nuestro oficio civil que deriva y desciende de nuestro sentimiento religioso, de nuestra hambre de eternización”.

Unamuno fue funcionario público. ¿En qué grado desarrollaría su trabajo? Creo que, en la conversación de esta tarde, deberíamos haber tenido en cuenta estas consideraciones. Como siempre, para compartirlas o para rebatirlas.

¿Nos imaginamos esto en un convenio colectivo? ¿Qué dirían de ello los que aspiran a un trabajo, siquiera sea precario, y no encuentran ni esa débil solución? Al rincón de pensar.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

VUELTA AL COLE


VUELTA AL COLE

Para todos los niños. También, claro,  para Sara y Rubén

Después de las piscinas y las playas,

de los parques, los campos y los ríos,

de los horarios laxos

-que es como hacerse pájaros sin nido-

¿cómo no imaginarnos hoy sus caras,

pintadas del color de la sorpresa,

al reemprender con pasos inseguros

el camino olvidado?

 

Son los cuerpos que se abren a la vida,

compartiendo los juegos, la alegría,

el placer de saberse risa y tacto,

que renacen de nuevo y se hacen niños.

 

La vida ha de poder más que las normas

alzadas por la fuerza de ese virus

que a todos nos mantiene confinados

en los lugares negros donde habita el miedo.

 

La vuelta hasta las aulas es la vuelta

a darle más abrazos a la vida,

a gritar con los otros y a embarcarnos

en los brazos alegres del destino.

 

¡Si yo supiera colocar mis manos

como fuerte barrera impenetrable,

todo sería hoy un patio sin distancias

y un parque en libertad de fiesta y risa!

 

Que la vida se vierta en vuestros poros,

que la risa no dé tregua al enfado,

que todo sea ya luz en vuestros ojos,

que el tiempo cobre forma en vuestras manos.

martes, 8 de septiembre de 2020

BRINDIS

 Hoy es día de fiesta en muchos sitios. También en la ciudad estrecha, en donde me voy haciendo viejo, simplemente. Los espacios están deshabitados. No hay abrazos ni cánticos. Las gentes se reúnen con cautelas y miedos: es tiempo de pandemia.

Pero la vida sigue y hay que brindar por ella. Vaya este brindis para todas las mesas que quieran compartirlo.

BRINDIS PARA UNA COMIDA CON AUSENCIAS

Y EN TIEMPO DE PANDEMIA  (Palomares 08-09-2020)

Ya tenemos la mesa preparada:

platos, cucharas, tenedores, vasos,

unos trozos de pan bien amasado

unos pollos, croquetas y ensalada.

Tan solo somos ocho y hay ausencias

que llenan el ambiente de nostalgia.

(Mario y Bruno nos miran despistados).

Es fiesta principal y nos sentamos

guardando con cautela las distancias.

Son ritos y costumbres que nos atan

al paso de la vida y a sus usos,

a esa cadena interminable y densa

que entrelaza eslabones y proyecta

semillas abonadas en el tiempo.

 

Por todos, por nosotros y por ellos,

que suenen al compás nuestros cubiertos,

que el tinto de verano nos conforte

y se alcen hacia el cielo nuestras copas

en busca de un abrazo con aquellos

que fueron y que son, aunque sus risas

se escuchen solo en eco en la distancia.

 

Por ellos, por nosotros, por la vida.

“Bendícenos, Señor”, y buen provecho.

lunes, 7 de septiembre de 2020

REDOBLE DE CONCIENCIA

 

 

REDOBLE DE CONCIENCIA

Si yo tengo conciencia de mí mismo,

es que estoy existiendo. Si consagro

mi amor a darme entero a tu conciencia,

es que también tú existes. De ese modo,

me creas y te creo a cada instante.

 

Somos conciencia mutua de esa fuerza

invisible que enciende las sinergias

y da sentido a todo lo que existe.

Somos dos brasas que arden y se queman

en la hoguera total del universo.

Somos pequeños dioses a la búsqueda

de esa conciencia múltiple que forja

la idea de un dios total en el que caben

la belleza y el bien de todo tiempo.

 

Gocémonos y amémonos sin pausa,

en una hoguera inmensa de egotismo

y de perpetuación, hasta perdernos

en los sueños sin fin del infinito.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Y SI MORIR NO FUERA MI DESTINO

 

Y SI MORIR NO FUERA MI DESTINO

(A partir de un texto de Unamuno)

He wants nothing of a God but eternity?

(Sakespeare. Coriolano V, 4)

¿Y si morir no fuera mi destino?

¿Y si mi sed de estar siempre conmigo

me empuja a apoderarme de los dioses,

a robarles la voz de sus misterios

y a sentir en mis carnes, ya diáfanas,

la luz esclarecida de la eternidad?

 

¿Dónde sembrar los surcos de ese anhelo?

¿Cuál la sana semilla, la simiente?

¿Cómo el fruto maduro de esas tierras?

 

Acaso es el amor en otros seres

lo que ofrezca contexto más propicio,

ese amor que me da ocasión y sitio

de ser entre los otros por más tiempo.

Vivir, vivir, vivir contra la muerte

y ser un dios menor. Acaso es eso.

 

Suda mi piel mientras evoco y siento

esa angustia vital que no consigue

la paz que mi conciencia necesita.

jueves, 3 de septiembre de 2020

ESE IMPULSO VITAL...


ESE IMPULSO VITAL…

Ese impulso vital que no me deja,

ese hálito impreciso que me acosa,

que me llena de brasas la conciencia

y me empuja a seguir comiendo vida

sin conocer su causa y su sentido.

 

Esa fuerza que guarda la certeza

de que soy uno más en el camino      

y pierdo la razón y me consuelo

sintiéndome en mi ser y en la esperanza

de que no he de morir.

                                          Esa es mi esencia,

en ella me conformo y me alimento,

renazco en el fulgor de sus misterios.

 

Se vive en el recuerdo, en ese fondo

de esfuerzo sin descanso en la memoria

para hacerse con algo de esperanza

que apunte al porvenir desde el pasado

y encienda el fuego intenso del presente.

 

En él quiero vivir, desde él me asomo

al vértigo total del universo,

a esa conciencia cósmica que acoge

la sensación vital de todo el tiempo.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

CITA DE Y CON UNAMUNO

 CITA DE Y CON UNAMUNO

En 1924, Unamuno está en París. Ha huido desde Fuerteventura. Allí escribe su ensayo La agonía del cristianismo. Lo hace con la añoranza de su patria y de los lugares que han enmarcado su vida y su pensamiento. En la Introducción, se leen estas palabras: “Aquí en París, atiborrado todo él de historia, de vida social y civil y donde es casi imposible refugiarse en algún rincón anterior a la historia y que, por lo tanto, vaya a sobrevivirla. Aquí no puedo contemplar la sierra, casi todo el año coronada de nieve, que en Salamanca apacienta las raíces de mi alma…Se refería, por supuesto, a la sierra de Béjar y a todo Gredos, parajes que tan bien conocía y que hollaba con frecuencia.

La cita cobra importancia por el simbolismo que encierra y por lo que puede intuirse como contexto condicionante de su pensamiento. Alcanza, por ello, un valor muy superior al de cualquiera otra nota sentimental. No la he visto citada y aquí la dejo para cualquiera que la quiera conocer y analizar.

A mí, aparte de la cita, me interesa el contenido de este ensayo, en el que el pensador le da vueltas a la historia del cristianismo (algo no coincidente del todo con el catolicismo), en un análisis agónico al que tan aficionado era. Razón frente a fe; instinto frente a reflexión; impulso frente a quietud; acción frente a reposo; lo oral frente a lo escrito; lo popular y castizo frente a lo elaborado; la ciudad frente al campo… Suyas tenían que ser aquellas palabras: ”piensa el sentimiento, siente el pensamiento”.

En este repaso de elementos agónicos contradictorios a lo largo de la historia, el cristianismo, tal y como Unamuno lo entiende, agoniza; porque su reino no es de este mundo. “El puro cristianismo, el cristianismo evangélico, quiere buscar la vida eterna fuera de la historia, y se encuentra con el silencio del universo”. La mejor muestra de esta agonía la ejemplifican diversos personajes de la historia, que cargan con la contradicción entre la razón y la fe. Entre ellos, Pascal, del que afirma “Como tantos otros, no creía acaso que Dios ex-siste, sino que in-siste, que le buscaba en el corazón, que no tuvo necesidad de Él para su experiencia del vacío ni para sus trabajos científicos, pero que lo necesitaba para no sentirse, por falta de Él, anonadado”.

A pocos pueden extrañar las bases de otras obras similares del autor (Del sentimiento trágico de la vida; San Manuel Bueno, mártir…), tan próximas a esta.

Este quijotesco don Miguel, siempre hurgando y buscándole las vueltas a la vida, con tal de darle algún sentido de pasión y de intensidad. Y de perpetuidad, en la conciencia total del universo, a través de la trascendencia y de la permanencia.

Casi igual que ahora, en estos tiempos de banalidad en los que todo se mide por instantes y hasta por seguidores en las redes sociales, y nada existe si no se exhibe sin ningún pudor.

Yo quiero quedarme a discutir con Unamuno. Sobre la agonía y sobre todo lo humano y lo divino. Como él actuará “contra esto y contra aquello”, yo lo haré “contra aquello y contra esto”. El paisaje serrano nos dará cobijo e inspiración. Y seremos dos caminantes arreglando y desarreglando lo que tal vez no tenga ningún arreglo posible.

Venga, vamos.

martes, 1 de septiembre de 2020

COMIENZO DE CURSO: MAIRENA ABRE ESCUELA

 

COMIENZO DE CURSO: MAIRENA ABRE ESCUELA

Ya he escrito alguna vez que los años tienen muchos comienzos, no solo los que marcan los solsticios y los calendarios. Uno de los más importantes es el de comienzo de septiembre. No quiero enumerar razones, por evidentes. Pero tal vez la más importante es la del comienzo de curso, de muchos y de tantos cursos, aunque estoy pensando sobre todo en el curso escolar.

En esta ocasión, todos andamos pendientes de su desarrollo, por el contexto de pandemia en el que nos encontramos. Si sale bien, será señal inequívoca de que casi todo irá menos mal; si no, será mejor templar los nervios y hacer lo posible para que el río no se desborde.

Supongo que todos los interesados, a pesar de la impresión pública que se da, están poniendo su mejor saber y entender, además de su sentido común y su buena voluntad, en que nada se salga de su cauce. Hay que confiar en su trabajo y en sus intenciones, y dejarse aconsejar por ellos. Sobre todo en el esfuerzo de los educadores en general,    que van a desarrollar su trabajo en condiciones especialísimas. Para todos ellos mi reconocimiento, mi solidaridad y mi afecto; estos sí que van a luchar ahora en primera línea de fuego.

En este contexto tan azaroso, buena parte de los esfuerzos se nos van a ir en tratar de cumplir los requisitos que nos ayuden a aminorar la pandemia y sus efectos. Hay que entenderlo y exigir teniendo en cuenta este contexto.

Pero, más allá de ello, la vida sigue y la educación continúa significando la más importante inversión en futuro, en escala de valores, en economía, en convivencia, en justicia, en razón…, en todo. Por ello, echaré mano hoy de algunas recomendaciones que don Antonio Machado, por boca de su heterónimo Juan de Mairena, hacía para su escuela. Van dirigidas a todos: a educadores, a educandos y a toda la sociedad (a toda la tribu, que es la que de verdad educa). Mucha tela que cortar en cada recomendación. Que queden aquí como cuaderno de bitácora y como papel pegado a la pared, al que volver la vista de vez en cuando. Más allá de cualquier contexto y dificultad.

MAIRENA ABRE ESCUELA

-“Vosotros sabéis que yo no pretendo enseñaros nada, y que solo me aplico a sacudir la inercia de vuestras almas…, a sembrar inquietudes, como se ha dicho muy razonablemente, y yo diría, mejor, a sembrar preocupaciones y prejuicios”.

-“Ya algunos pedagogos comienzan a comprender que los niños no deben ser educados como meros aprendices de hombres, que hay algo sagrado en la infancia para vivir plenamente por ella. Pero ¡qué lejos estamos todavía del respeto a lo sagrado juvenil”.

-“Yo os enseño o pretendo enseñaros… a contemplar… meditar… renunciar… trabajar, amar la filosofía de los antiguos griegos y respetar la sabiduría oriental…, a dudar de todo… y a amar al prójimo”.

-“La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son nuestras únicas verdades”.

-A los alumnos: ·Preguntadlo todo, como hacen los niños… Vosotros preguntad siempre, sin que os detenga ni siquiera el aparente absurdo de vuestras interrogaciones”.

-“Quien razona afirma la existencia de un prójimo, la necesidad del diálogo, la posible comunión mental entre los hombres… Pero no basta la razón, el invento socrático, para crear la convivencia humana; esta precisa también de la comunión cordial, una convergencia de corazones en un mismo objeto de amor. Tal fue la hazaña de Cristo”.

-“Hay que tener los ojos muy abiertos para ver las cosas como son; más abiertos todavía para verlas mejor de lo que son. Yo os aconsejo la visión vigilante, porque vuestra misión es ver e imaginar despiertos, y que no pidáis al sueño sino reposo”-

-“¿Intelectuales? ¿Por qué no? Pero nunca virtuosos de la inteligencia. La inteligencia ha de servir siempre para algo, aplicarse a algo, aprovechar a alguien”.

-“El hombre no lleva sobre sí valor más alto que el de ser hombre”.

-“El pueblo sabe más, y, sobre todo, mejor que nosotros”.

Mucha suerte a todos en esta maravillosa aventura de la educación.