miércoles, 16 de septiembre de 2020

Y EL AGUA SE HIZO TIERRA


Y EL AGUA SE HIZO TIERRA

De pronto, ha descendido a visitarnos

la lluvia desde lo alto de los cielos.

Fue ayer, cuando la tarde se dormía

y la noche soñaba con violarla.

 

Tal vez se descubriera sorprendida

al llamar a las puertas de las calles:

tanto tiempo sin verse, sin contarse

ninguna simple nueva de los mares,

ninguna cosicosa de los parques.

 

He salido de nuevo esta mañana

a ungirme con el óleo de los campos

y la he visto temblando entre las hojas

(gotas puestas al sol con luz de perlas),

con miedo a descender a ras de suelo,

seco otra vez, sin huellas de las aguas:

tan grande era su sed, que la tormenta

sembró su plenitud en lo más hondo

del ya infecundo vientre de la tierra.

 

Estaba Dios azul esta mañana,

con aire limpio y con la luz diáfana

que brilla cuando escampa la tormenta.

 

Yo caminaba en calma, por la senda

de todas las mañanas, discurriendo

si la tierra y el agua eran un grito

o un abrazo de amor en la montaña.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Un poema de fecundidad y amor es necesario en ésta época de sequía.