COMIENZO DE CURSO: MAIRENA ABRE ESCUELA
Ya he escrito alguna vez que los años tienen
muchos comienzos, no solo los que marcan los solsticios y los calendarios. Uno de
los más importantes es el de comienzo de septiembre. No quiero enumerar
razones, por evidentes. Pero tal vez la más importante es la del comienzo de
curso, de muchos y de tantos cursos, aunque estoy pensando sobre todo en el
curso escolar.
En esta ocasión, todos andamos pendientes de su
desarrollo, por el contexto de pandemia en el que nos encontramos. Si sale
bien, será señal inequívoca de que casi todo irá menos mal; si no, será mejor
templar los nervios y hacer lo posible para que el río no se desborde.
Supongo que todos los interesados, a pesar de la
impresión pública que se da, están poniendo su mejor saber y entender, además
de su sentido común y su buena voluntad, en que nada se salga de su cauce. Hay
que confiar en su trabajo y en sus intenciones, y dejarse aconsejar por ellos. Sobre
todo en el esfuerzo de los educadores en general, que van a desarrollar su trabajo en condiciones especialísimas. Para
todos ellos mi reconocimiento, mi solidaridad y mi afecto; estos sí que van a
luchar ahora en primera línea de fuego.
En este contexto tan azaroso, buena parte de los
esfuerzos se nos van a ir en tratar de cumplir los requisitos que nos ayuden a
aminorar la pandemia y sus efectos. Hay que entenderlo y exigir teniendo en
cuenta este contexto.
Pero, más allá de ello, la vida sigue y la
educación continúa significando la más importante inversión en futuro, en
escala de valores, en economía, en convivencia, en justicia, en razón…, en
todo. Por ello, echaré mano hoy de algunas recomendaciones que don Antonio
Machado, por boca de su heterónimo Juan de Mairena, hacía para su escuela. Van
dirigidas a todos: a educadores, a educandos y a toda la sociedad (a toda la
tribu, que es la que de verdad educa). Mucha tela que cortar en cada
recomendación. Que queden aquí como cuaderno de bitácora y como papel pegado a
la pared, al que volver la vista de vez en cuando. Más allá de cualquier
contexto y dificultad.
MAIRENA ABRE ESCUELA
-“Vosotros sabéis que yo no pretendo enseñaros nada, y que solo me
aplico a sacudir la inercia de vuestras almas…, a sembrar inquietudes, como se
ha dicho muy razonablemente, y yo diría, mejor, a sembrar preocupaciones y
prejuicios”.
-“Ya algunos pedagogos comienzan a comprender que los niños no deben
ser educados como meros aprendices de hombres, que hay algo sagrado en la
infancia para vivir plenamente por ella. Pero ¡qué lejos estamos todavía del
respeto a lo sagrado juvenil”.
-“Yo os enseño o pretendo enseñaros… a contemplar… meditar… renunciar…
trabajar, amar la filosofía de los antiguos griegos y respetar la sabiduría
oriental…, a dudar de todo… y a amar al prójimo”.
-“La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son nuestras
únicas verdades”.
-A los alumnos: ·Preguntadlo
todo, como hacen los niños… Vosotros preguntad siempre, sin que os detenga ni
siquiera el aparente absurdo de vuestras interrogaciones”.
-“Quien razona afirma la existencia de un prójimo, la necesidad del
diálogo, la posible comunión mental entre los hombres… Pero no basta la razón,
el invento socrático, para crear la convivencia humana; esta precisa también de
la comunión cordial, una convergencia de corazones en un mismo objeto de amor.
Tal fue la hazaña de Cristo”.
-“Hay que tener los ojos muy abiertos para ver las cosas como son; más
abiertos todavía para verlas mejor de lo que son. Yo os aconsejo la visión
vigilante, porque vuestra misión es ver e imaginar despiertos, y que no pidáis
al sueño sino reposo”-
-“¿Intelectuales? ¿Por qué no? Pero nunca virtuosos de la inteligencia.
La inteligencia ha de servir siempre para algo, aplicarse a algo, aprovechar a
alguien”.
-“El hombre no lleva sobre sí valor más alto que el de ser hombre”.
-“El pueblo sabe más, y, sobre todo, mejor que nosotros”.
Mucha suerte a todos en esta
maravillosa aventura de la educación.
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