miércoles, 23 de septiembre de 2020

MI SALAMANCA


MI SALAMANCA

Me llegan, como en vuelo de palomas,

recuerdos de la eterna Salamanca.

 

Su reino vino a mí desde los muros

de aquella inmensa casa de extrarradio,

émulo de Escorial, edificándose

ad maiorem Dei gloriam.

Entonces era un niño sin conciencia

para mirar la vida cara a cara.

Y allí las disciplinas, los latines,

la cadena infinita transportando

las piedras y las tejas de pizarra,

los paseos andando hasta La Flecha,

en busca de las sendas solitarias

por las que el sabio anduvo tantas tardes.

 

Después, mucho más tarde, con la vida

pesando ya con fuerza en mis espaldas,

quise yo ser el rey entre las aulas

del Palacio de Anaya y Anayita,

años setetentaitantos, con la historia

cambiando ya, por fin, su cara eterna.

Y, viendo la batalla con mis ojos

desde primera línea de combate,

mezclé libros, amores, asambleas

y una suma confusa de sucesos

que iban desde la calle hasta las aulas,

desde estas a los pisos y a la hoguera

de una conciencia entonces tan ferviente.

 

Todo fue muy deprisa. De repente,

licenciatura en ristre, los veranos,

cambiados los pupitres por tarimas,

donde enseñar idioma al mundo entero

y ordenar el crisol de tantas caras

llegadas a aprender a Salamanca

desde todos los sitios de la Tierra.

Y siempre en el Palacio o Anayita,

cortes donde se teje el pensamiento

y asoman sueños que despiertan falsos.

 

La vida, haciendo siempre de las suyas,

me llevó a otros lugares, conservando

el eco de la voz de Salamanca.

 

Quisiera verla arder cual gran hoguera

-lo dejé escrito a fuego en otro sitio-

que consume en sus llamas los anhelos

de tantos que se enfrentan en sus aulas

con sentir en la ciencia y, en su empeño,

se vuelven al sentir del pensamiento;

también los de aquellos que precisan

la razón como freno al sentimiento.

 

Que ardan en la hoguera y formen juntos

un cielo de calor en Salamanca.

Que las torres acojan las razones

y las aulas se eleven a las torres.

Que toros y sotanas dejen sitio

al paso de la vida por sus calles.

Que yo me queme en ellas y el recuerdo

reavive su conciencia y mi conciencia.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Buen recuerdo nostalgico.