jueves, 17 de septiembre de 2020

SICUT VITA, FINIS ITA

SICUT VITA, FINIS ITA

Como la vida, así el fin. Grave expresión latina que nos invita a la reflexión. Morimos como vivimos, podríamos atrevernos a traducir, en un intento algo más amplio de recoger todo su significado, y no solo el literal.

¿Qué tiene esto de verdad? Si la comparación fuera correcta, ¿a qué tenemos que atender?, ¿nuestro estilo de vida se debe supeditar a la muerte?, ¿o hay que dejar de lado a la muerte porque nos vendrá dada y vestida por añadidura, ya que la habremos estado preparando insensiblemente durante toda nuestra vida? ¿Qué es eso de la vida? ¿Qué significa la muerte? ¿Hasta dónde alcanza eso que llamamos muerte? Como para no vivir instalados en la duda… Si no podemos desligar una cosa de la otra, ¿en qué medida la muerte elimina la vida?, ¿acaso solo la transforma? ¿Debemos atender más a la extensión de la vida que a su intensidad? ¿Es la intensidad la que realmente da sentido de eternidad a nuestra vida?

Solo sé formularme preguntas y no consigo resolverlas en respuestas satisfactorias. Alguno me dirá (o me habrá dicho) que, en caso de duda, la más tetuda, que, para el caso, sería algo así como vale más pájaro en mano que ciento volando, y, traducido al román paladino, vive la vida y luego ya veremos. Y entonces, cada vez que considero / que me tengo que morir, / echo la manta en el suelo / y me jarto de dormir.

Qué facilón es todo esto y qué patita le asoma de egoísmo, de modorra y de falta de entusiasmo. Un pájaro en mano es una posesión mísera al lado de una esperanza ilusionadora en conseguir metas más altas y duraderas, aunque no se puedan tocar con las manos. Frente al carpe diem mal interpretado, alguien puede soltar el exabrupto de carpe hostias, que tanto encierra. Contra la acedía y la galbana, habrá que enfrentar la pasión y dos deseos de la conciencia para, al menos, soñar un mundo más saludable y más intenso, más duradero y universal, con una conciencia que nos mantenga en el extrarradio del olvido. Y, si lo soñamos, acaso ya lo estamos viviendo. ¿o no es más intenso el sueño que la realidad mostrenca y reglada?

De nuevo, ese deseo ineludible de vivir, vivir y más vivir. En intensidad y en extensión. Una vida henchida que no tenga fin, porque la muerte física no pueda romperla ni llevarla hasta el desolador precipicio de la nada,

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Tú sigue viviendo mucho y escribiendo mucho, que con tu filosofía nos haces pensar y darle importancia a todos los hechos cotidianos que realizamos y a la meditación tan denostada hoy día, y que nos vendría muy bien.