sábado, 30 de diciembre de 2017

PARA TERMINAR EL AÑO


REGLAS FIJAS

Alguna regla oculta certifica
la vuelta hasta el origen -siempre el mismo-
de todo lo que vive y lo que muere.
Yo no sé descifrarla, lo confieso,
solo sé sorprenderme en su eficacia.

Todo lo que se muere da la vida
a nuevos seres que a vivir empiezan,
y todo lo que nace va sin tregua
hacia los negros brazos de la muerte.

El agua es nube y lluvia, y se repite
en río y mar que se evapora en nube;
la noche es solo el día entre paréntesis
que recupera aliento en la mañana;
la fruta es dulce zumo que se ofrenda
hasta ser savia y flor y otra vez zumo;
las manos del anciano se entrecruzan
con las manos del niño, como capas
de un mismo sedimento milenario.

El año que se agota da la mano
al nuevo que ya asoma y que, más tarde,
dará a su vez abrazo a un nuevo año.

Me miro y me descubro como ejemplo
de ese precepto oculto.
También yo soy paréntesis
de una ley que tendrá también vigencia
cuando el tiempo no tenga ya sentido.


¿Seré entonces igual que lo que he sido?

viernes, 29 de diciembre de 2017

EL JUGLAR DA CONSEJOS PARA LA NOCHEVIEJA


EL JUGLAR DA CONSEJOS PARA LA NOCHEVIEJA

Amigos los que fueredes a pasar Nochevieja
en los alegres antros do se face la fiesta,
escuchad las consejas que este juglar vos deja
si quisiéredes ser reyes esa noche o ser reinas.

Observad que el consejo non es de juglaría,
que está muy bien compuesto, con grande maestría;
será tanta la fuerza de esta mensajería
que todo el que lo siga me lo agradecería.

La primera conseja es vestir nobles galas
de esas que todo ahorran en telas jaspeadas,
es decir, id desnudas e desnudos y nada
torcerá la atención de las demás miradas.

No olvidéis los afeites e las caras pintadas,
mujer e ome sin ellos non ha de catar nada;
que la noche es escura e de algo hay que pintarla:
dad luz con coloretes e sacaréis tajada.

Empezad la bebida con alguna mesura
e veréis en los otros cómo su mente nubla
e caen en desvaríos como fruta madura:
a la tercera copa su color se demuda.

Es ese buen momento para empezar la lid,
que el campo está regado del fruto de la vid
e de otros buenos caldos que hacen mucho reír
e empujan con agrado al amor acudir.

Un poquito de humo acostumbra lograr
un ambiente algo nublo que anima a que el lugar
se llene de sustancias que no dejan pensar
e que a todos doctoran en arte de ligar.

Si quisiéredes las uvas a las doce tomar
y acompañar los tragos con algo de champán,
despejad bien la boca, no tengáis otro afán,
tragad bien la saliva e olvidaos de lo al.

(Ahora el juglar se pasa a hablar en singular;
porque le agrada el cambio, no busquéis lo enjuiciar).

El Año Nuevo empieza con felicitaciones
dando besos e abrazos e grandes achuchones;
remueve bien las mesas, las copas no abandones,
no pierdas ni un minuto en malas decisiones.

Empieza bien los bailes, busca buena pareja,
no te durará mucho si a solas tú la dejas;
cuando la noche avanza, todo el mundo se deja
y es ocasión propicia de hacer buena cosecha.

El tiempo ya no rige, la razón no se da;
usa con fuerza el brazo: es tiempo de apretar
y de que ni una brizna de luz pueda pasar
entre dos cuerpos juntos que embriagados están.

Lo demás no se cuenta: es todo puro afán;
deja que el carpe diem se haga presente y ya
non haya nada público, nada que relatar:
lo que solo es privado no se debe contar.

Así, en el Año Nuevo, ya al fin de la mañana,
levantarás la ceja, descubrirás que nada
ha cambiado sus formas, que todo se igualaba
con lo que el Año Viejo te dio y atrás dejaba.

Si pillaste algún cacho, no debes presumir
de lo que no pensabas ni en sueños conseguir,
y a este juglar que agora te quiere prevenir

has de darle su parte del vino y del botín.

DE UNAS HORAS DE LECTURA

             DE UNAS HORAS DE LECTURA

Y aquel que un día cualquiera de finales de año se levantó un poco tarde y decidió prescindir del paseo matinal y que a eso de media mañana -la casa ya serena y arreglada- decidió acudir a la biblioteca pública para reponer sus fondos de lectura y que allá que se fue y que lo recibió una atenta bibliotecaria a la que conocía porque cada poco tiempo iba a solicitarle libros y que dejó el que llevaba leído y que se puso a mirar las novedades por si algún título le llamaba la atención y que después de algunos minutos de mirar aquí y allá se convenció de que también este mes las compras habían ido en busca de los títulos más llamativos y comerciales y que le repitió a la encargada tenéis que comprar también libros de creación poética y de reflexión y que esta se le quedó mirando como hacía siempre en un gesto mitad de comprensión y mitad de compasión como si quisiera responderle sabrás tú cuánta gente pregunta por este tipo de libros y que por fin se dejó llevar por el instinto y que cogió uno escrito por una locutora de radio de la que ya había leído otra novela antes que no le dejó mal sabor de boca y que nada más llegar a casa se puso a ojear y a leer las primeras páginas y que enseguida comprobó que el asunto iba del paso del tiempo y de las diversas situaciones en las que uno se va encontrando a medida que va cumpliendo años en este caso de cinco en cinco y que se dejó llevar por la lectura bien por su claridad bien por la sencillez del argumento y que según iba leyendo consideraba si realmente le merecía la pena seguir entre las páginas pues esas edades le quedaban muy lejanas y si acaso le azuzaba el morbo era para recordarlas y que así lo hizo y que se reconocía totalmente alejado de aquello que leía y que empezó a pensar que tal vez nunca había pasado no por los quince ni por los veinte ni por los cuarenta que eran los cortes de edad que analizaba la autora y que como le ocurría tantas veces pensaba en la cantidad de elementos literarios que sobraban o había que situar en segunda o tercera línea por menos importantes por ejemplo tantas descripciones de viviendas o de bares cuando solo eran recipientes necesarios para el desarrollo de la acción y de la actividad de las personas y que cerró por un momento el libro y se dijo ¿no habré sido nunca un joven y no habré entendido que las páginas se llenan con palabras de todo tipo? Y que se dijo pues no me reconozco ni en los gustos ni en las acciones ni en las escalas de valores y que se miró y se vio otra vez muy raro ante sí mismo y aún más ante los otros y que a todo esto las páginas iban pasando y la lectura iba avanzando y que después de comer y de descansar otro poco (sin pijama ni orinal) se volvió a engolfar en la lectura y que cuando se quiso dar cuenta se le habían acabado las horas y las páginas y las luces del día y que eso de leer un libro en un día no era nada nuevo pero pensó en la contradicción aparente que suponía notarse lejos del libro y a la vez haberlo bebido en una horas sin descanso y que a pesar de ello se sentía satisfecho de haberse detenido en un panorama que debería suponer normal por frecuente en la calle aunque no se diera por aludido precisamente y que se volvió a mirar en el espejo y se decía qué raro tengo que ser y qué extraño ante los otros y que se consoló pensando que tal vez no solo cambian las edades sino las circunstancias en las que estas se producen y se desarrollan y que pensó en escribir una carta a Mara Torres contándole las impresiones que le habían causado sus “Días felices” y que se lo pensó mejor y se dijo mejor lo dejamos como está y estiramos las edades para llegar hasta las mías y así tal vez tenga argumentos para ver que realmente las edades no son otra cosa que estampas de la vida y fotografías que se van poniendo viejas pero que suponen un enfrentamiento cara a cara con esas circunstancias especiales que el paso del tiempo y de la vida te van presentando y a las que hay que encarar con buen humor y con el recuelo de la bondad y del sentido común y que dejó el libro en el estante y se fue  solazarse con un partido de baloncesto en la tele y que se dijo pues no sé muy bien qué decir ni qué escoger entre las dos cosas y que respiró sereno y se regañó pensando que cada hora tiene su afán y ahora tocaba alegrarse con cada canasta que conseguía el equipo que quería que ganara.

jueves, 28 de diciembre de 2017

CON SONES DIFERENTES


CON SONES DIFERENTES

Con una lentitud indescifrable,
las huellas sedimentan en mi piel
los restos de los restos de los días
que han poblado mis horas.
Soy producto de un tiempo que renueva
su lenguaje, distinto cada día;
y un día de mi infancia no es lo mismo
ni se cifra en la misma melodía
que la que oigo sonar en este instante.

Me refiero también a la palabra,
 a esa trémula suma de sonidos
que ahora canta con un son diferente
e imagina así mismo una medida
con límites acaso más complejos
que los que entonces eran solo simple
placer, agrado, gozo, regocijo:
un día era una frase conjugada
desde el eterno tiempo del presente.

Hoy la frase completa de mi vida
continúa conjugándose  y no sabe

cuál será su versión definitiva.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

EN EL MISMO SITIO


Pasado ya el fragor de la tormenta, con la comida aún sobre la mesa y la lengua mordida por no enturbiar el tono y el ambiente, me siento a echar un ojo al panorama. Repaso las últimas hojas del álbum y veo que todo sale repetido.
Vuelvo a mirar de reojo a Cataluña, a las urnas del 21 D, a las declaraciones y a la imagen del nuevo parlamento. Todo me reproduce lo que ya tengo visto. Y me invade el desánimo. Porque esto tiene pinta de enconarse aún más de lo que está y el futuro no augura buenos tiempos.
No entendía nada entonces y nada entiendo ahora; sin embargo, la realidad es muy tozuda y hay que saber capear el temporal con cabeza y con tino. Hay que seguir mirando y razonando el porqué de las cosas, de estas cosas también.
Hay dos ejes principales que han movido las ruedas de este tanque. Una empuja las fuerzas nacionalistas lejos de las llamadas unionistas; la otra deja a la vista los abismos entre izquierda y derecha. En ambos casos me siento a la intemperie y fracasado.
Los independentistas mantienen sus fuerzas y todas las ventajas que les ha de dar la ocasión de seguir gobernando y marcando el paso de las leyes y del tejido social desde sus medios. No sirve demasiado haber quedado por detrás en número de votos. En condiciones normales, sin una mayoría muy cualificada, en ningún lugar del mundo seguiría adelante ningún proceso inútil y excluyente. Aquí todo parece que sirve si conviene para el bien del convento. La razón cederá más espacio aún a la emoción y aquello de los pueblos elegidos será un buen frontispicio para mirarse todos a sí mismos y sentirse sagrados y magníficos. Digámoslo con todas las palabras: al lado del desprecio de los otros y de claras señales prefascistas, si es que la Historia enseña alguna cosa.
Las fuerzas de derechas son también mayoría, por más que estos epígrafes haya que revisarlos con cuidado. He dicho algunas veces que no hay nacionalistas de izquierdas, que ser nacionalistas y de izquierdas resulta incompatible en todo punto, que dividir, y encima separando a los ricos de los pobres, no tiene agarraderas en el abecé mental, que buscar las raíces en no se sabe bien qué pueblos conduce a las cavernas y da mil pasos hacia atrás, que cualquier ser humano, venga de donde venga, es siempre superior a cualquier otra cosa que se piense, que el mundo se dirige a las uniones y no a las retiradas (repito: sobre todo si se trata de ricos contra pobres), que no hay ni un silogismo que explique este desaguisado, que…
Y luego lo del campo frente a la población de las ciudades, el litoral distinto de los campos y montañas, las leyes de ocasión compensatoria para los sitios de escasa población, y todas las posibles variables.
Como me reclamo de izquierdas (muchas veces me miro y me sorprendo riñendo a esos que dicen ser de izquierdas), reclamo de esas fuerzas más fuerte claridad, más contundencia. Por ejemplo, creo que el PSC no tiene claro cuál ha de ser el peso del nacionalismo identitario en sus programas y cuál el de los programas sociales que acercan a los ciudadanos a la igualdad, sean de un sitio o de otro. Muchas veces lo veo más nacionalista que socialista; y esto me desagrada y me entristece. Otro tanto le ocurre a los Comunes: no sirve proclamar la equidistancia, no es tiempo de tibiezas.

Si traslado el esquema a toda España, me sucede otro tanto de lo mismo. La izquierda lleva tiempo, mucho tiempo, jugando al escondite con eso de fijar los territorios, de pensar que los males se evaporan partiendo y no sumando. Y son ya nuevos tiempos, los tiempos de dejarnos de monsergas provincianas y de mirar con gafas solidarias, de las que alcanzan lo mismo hasta las playas de Cádiz que hasta las montañas de Huesca. Definir y ajustar sujetos de soberanía sigue siendo una revisión pendiente de todo el mundo y yo se lo pido y exijo sobre todo a la izquierda. No con el fin mezquino del aprovechamiento personal de la derecha, sino con el fin último de rebajar las cuotas de la desigualdad. Jerarquizar principios es del todo necesario; saber cuál es el fin más elevado ayuda a andar caminos y a limar diferencias. La discusión no está en los territorios. El último objetivo es la dignidad del ser humano, no es ningún territorio, ni lo es ninguna tribu, por más que por sus venas sedimente un RH que dicen diferente. 

martes, 26 de diciembre de 2017

ALQUIMIA


ALQUIMIA

¿Es el amor el odio
dormido y en estado de reposo,
o es el odio el amor contaminado?

La vida es un compendio de verdades
trufadas de mentiras y un recuelo
de mentiras bañadas de verdades
que evitan que nos duela la certeza
de que hay un resbalón y una caída
ante el menor descuido o ante el hecho
de ser al fin, sin más, género humano,
 frutos de un sube y baja permanente,
con gotitas de miel y de vinagre.

Amor, odio, verdad…, extraña alquimia
en la que andamos todos embarcados

sabiendo que nos ronda la mentira.

lunes, 25 de diciembre de 2017

ESPERANDO LA COMIDA DE NAVIDAD


Por primera vez después de mucho tiempo, terminará el año sin haber vuelto a leer el Quijote. Se había convertido ya en una costumbre el hecho de empaparme con su lectura y con sus enseñanzas y este año apenas he salteado capítulos aislados. A veces elegidos al azar y a veces buscados por alguna razón concreta. Hoy, en espera de la comida navideña y después de rastrear por algunas páginas digitales, he decidido abrir el libro por donde el destino tuviera determinado. Le tocó al capítulo XXXVII de la segunda parte: Aventura del rebuzno. Aparentemente parece de transición y de divertimento solamente: Sancho intenta una demostración rebuzneril, los paisanos se sienten burlados y la emprenden a palos con él y con el caballero. Y hete aquí por dónde, ¡el caballero huye! Y me deja al pobre escudero apaleado. Lo aguarda alongado del lugar y cuando observa que ya no hay peligro para su integridad. ¿Pero dónde se ha visto tal disparate? ¡Los pájaros a las escopetas! ¡El valiente y esforzado caballero con miedo y calculando y razonando cuál puede ser su mejor actuación, y el miedoso de Sancho hecho un guiñapo!
Ambos se emboscan y estalla la tormenta. El autor se escuda en una afirmación que quiere sustentar todo lo que allí ocurre: “Cuando el valiente huye, la superchería está descubierta, y es de varones prudentes guardarse para mejor ocasión”. ¿Dónde, entonces, los caballeros andantes y sus gestas imposibles? Don Quijote se nos ha vuelto juicioso: “…has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad”.
Aquí vio su ocasión Sancho para seguirle en su trampa. Para andar echando cuentas y bajándose a la realidad mostrenca, mejor en el pueblo y en el campo. A echar cuentas, a saldar el contrato y cada mochuelo a su olivo. Algo de regateo, la inclusión del valor imaginativo de la ínsula y adiós.
El caballero no se arredra ni se achica; practica claramente la huida hacia delante y llama a su escudero de todo: “Prevaricador de las ordenanzas escuderiles, malandrín, follón, vestiglo, asno, …un solo paso desde aquí no has de pasar más adelante conmigo”. Qué cabrón, no hay derecho. Lo que digo, los pájaros a las escopetas.
Y Sancho se me acojona y se me deshace en pucheros y en lágrimas, se propone asno con cola y “jumento para todos los días que me (le) quedan de vida”.
Vale, muchacho, te perdono la vida y vamos adelante, le viene a decir don Quijote.
Qué barbaridad. Repito, las funciones y las personalidades cambiadas. Y triunfante el que defiende sostenella y no enmendalla. Siempre he entendido que la personalidad del escudero se hace mayor, adquiere más peso y protagonismo que la del caballero en la segunda parte de la obra inmortal y acaba por hacerse más próximo y amigo del lector.
Pero a mí, como siempre, me interesa en la medida en la que pueda trasladar la consideración a mi vida y a la de mis contemporáneos. ¿Conviene alguna vez mantener la huida hacia delante aun sabiendo que no estamos siendo exactamente honrados? ¿Vale la mentira para ahorrar males mayores? ¿En qué condiciones se podría defender esa huida y ese cinismo? ¿Cuántos y cuándo somos caballeros, y cuántos y cuándo somos escuderos?

No, no era un capítulo de transición; en él se entrecruzan dos formas de comportamiento bien distintas. Tal vez como nos sucede a todos cada día. También en aquellos hechos que parecen sin importancia y de pasar el rato. Cada cual sabrá.

sábado, 23 de diciembre de 2017

VILLANCICO PARA CANTAR AL NIÑO SOL


(Felicitación para las fiestas y para el Año Nuevo)

VILLANCICO PARA CANTAR AL NIÑO SOL
(Estribillo)
Ven conmigo, vamos a ver
a este sol niño que empieza a crecer;
en sus rayos se ve brillar
la flor más clara de luz celestial (bis).

(Estrofa)
Si lo miras con una sonrisa,
te dará un beso en cada mejilla;
y si te dejas por él calentar,
verás que ríe y alegra su faz.


Ven conmigo, vamos a ver
a ese sol niño que empieza a crecer;
en sus rayos se ve brillar
la flor más clara de amor celestial (bis).


Desde hoy ya será más mozo
y lo verás asomarse más pronto;
desde un balcón dará luz a la tierra,
derrotará con su luz la tristeza.


Ven conmigo, vamos a ver
a ese sol niño que empieza a crecer;
en sus rayos se ve brillar
la flor más clara de amor celestial (bis).


Dame la mano y que sea la amistad
la que  este sol ilumine en la paz;
que nos vea siempre en paz y alegría
desde el calor que nos da cada día.


Ven conmigo, vamos a ver
a ese sol niño que empieza a crecer;
que en sus rayos se ve brillar

la flor más clara de amor celestial (bis)

jueves, 21 de diciembre de 2017

DE UN SALUDO DEL SOL



Y aquel que otra mañana se levantó con tiempo y vio que nuevamente el sol andaba enjaulado en la terraza y que decidió darle rienda suelta y dejarlo que volara para extenderse a su gusto por todo el horizonte y que al salir de casa y ya en la calle quiso dialogar con alguien y que se encontró solo y solitario y que entonces llamó al sol para que le acompañara en su paseo diario y que este sonrió y puso buena cara y que se colocó encima de él  y que le hacía como un foco de claridad y un nimbo luminoso y que dejaron las calles  silenciosas y que se dirigieron a los montes y pegaron la hebra intercambiando impresiones acerca de cualquier cosa y que se sentía a gusto dialogando y que el sol le decía que desde arriba las cosas se veían mejor y de otra manera y que muchas veces le daba cierta pena al contemplar cómo lo humanos gastaban los esfuerzos en alcanzar metas sin ninguna consistencia y en asuntos que no tienen mucho sentido solo para complacer sus apetencias más inmediatas y personales y que observaba cómo se olvidaban de los demás y del futuro y del pasado y que a pesar de todo él seguía allí arriba viendo que todo daba vueltas a su alrededor y que él mismo caminaba sin sentido por el espacio y sin fin determinado y que también se sentía desconcertado cada vez que pensaba en esa carrera loca en el abismo y que el caminante le preguntó por qué ese empeño en calentar a todos y que el sol le respondió que era un mandato ciego y que cumplía alguna orden desconocida pero que se sentía contento dando calor y que el caminante ya en ambiente de confianza volvió la mirada hacia arriba frente al sol y lo descubrió risueño y con cara feliz y que el sol le animó a cultivar la amistad y a vivir ese día y los demás como si fueran el límite del tiempo y que le empujó a dejarse llevar por las ganas y a dar rienda suelta a sus deseos y que le aseguraba que en buena medida eso dependía de él y que le pedía que se olvidara del filo ignorante de las malas lenguas y que con su compañía intentarían dar esquinazo al invierno y llamar poco a poco a la lejana primavera y que para ello procuraría desde ese día demorarse un poquito más en el cielo y que si seguían siendo amigos le enseñaría los secretos escondidos del bosque y de las fuentes y que el caminante le pidió que se lo prometiera y que el sol bajó hasta el suelo y le ofreció un abrazo rodeándolo y convirtiéndolo en un haz luminoso y que siguieron caminando en conversación  y que se perdieron entre los árboles y que deben de estar aún por allí pues el caminante no ha llegado a su casa y que su mujer anda intranquila y asomándose a la terraza para ver si aparece en lejanía y que desde allí ve que hoy el día es otra cosa y no sabe muy bien por qué ni para qué pero que piensa decírselo al caminante por si entre ambos dan con la solución al misterio de ese sol de invierno que llegó a la terraza y sigue intentando levantarles la cara y pedirles ánimo positivo para todos los días que se avecinan.  

miércoles, 20 de diciembre de 2017

CANCIÓN DE AMISTAD

CANCIÓN DE AMISTAD
(Para mis amigos. Y para mis enemigos)

Escuchad un instante,
amigos -y enemigos-, os lo ruego:
tengo algo que contaros y es posible
que no sepa decirlo cabalmente.

La Historia se distrajo y dio semillas
en campos muy diversos. Unas eran
de tierras casi yermas, tal vez otras
de solana, o de lluvias persistentes.

Pero crecieron todas y los vientos
hicieron el milagro de juntarlas
en un azar sin causa. Del producto
brotaron la amistad y todo aquello
que hizo común el canto y la alegría.
La palabra encarnó lo que el misterio
tenía escondido y solo. En ese trato
fraguó un saberse más y un conocerse
hasta en el acto extremo del silencio.

Con el tiempo vivido nos dejamos
ser otros y distintos, en estado
de cierta connivencia, pues sabemos
que no es posible el mal entre nosotros.

Por si aún no está bien claro, os lo repito
con palabras sencillas:
Somos trozos de historia que se suman
en feliz compañía. Que los lazos
duren hasta que el tiempo los devuelva

a ser semilla y polvo y sombra y nada.

martes, 19 de diciembre de 2017

DE OÍR Y CANTAR (bis)



DE OÍR Y CANTAR (bis)

Sábado, diciembre, frío.
Reunión del CEB y debate.
Suena un enjambre de niños
discutiendo vaguedades.
Yo sueño conmigo mismo.
Prefiero irme con el aire
y despertarme dormido
caminando otros paisajes.

N.B. CEB: Centro de Estudios Bejaranos


Si consigues un porqué
para dirigir tu vida,
podrás enfrentar los cómos
sin temor a las caídas.
Pregúntate por las causas
que te hacen vivir y mira
si son las que necesitas
para existir cada día.


Estaba en sitio perdido,
preguntando a sol y al aire
por el lugar escondido
donde no se pierde nadie.
No supieron consolarme.


Todo final es principio,
todo principio es final.
Se acaba con nuevo juicio,
se empieza mirando atrás.


Ir es siempre regresar,
volver a pisar caminos,
desembocar en el mar
donde van todos los ríos.
Y allí, en el mar, descansar
y soñar un nuevo ciclo

en el que volver a andar.

lunes, 18 de diciembre de 2017

"ESCRITO EN CAPILLA": RECUERDO, EMOCIÓN, SINRAZÓN


Sábado 16. Se presentó el libro “Escrito en capilla”, del que es autor Daniel Sánchez Gutiérrez. Recoge la documentación y los testimonios de las personas allegadas a seis casos de fusilamiento de personas de la provincia de Salamanca, en los primeros días de aquella horrible guerra incivil. Es el premio Florentino Hernández Girbal-María Iglesias Clavero. Asistí al fallo, hace ya mucho tiempo, como miembro del jurado y en algún lugar he dejado breve impresión del mismo. La traducción a libro ha sido tortuosa y muy lenta, pero al fin vio la luz en una composición muy sólida y atractiva. Solamente repetiré de lo que en otra ocasión escribí: que, a mi juicio, el principal valor del libro es la aportación casi exhaustiva de documentación que lo compone. En ocasiones creo incluso que es hasta redundante.
Hoy (o el sábado), se trataba de presentarlo ante los posibles lectores. Y allí había un nutrido grupo de posibles, convocados no sé si por el asunto que se trataba, por la llamada de los convocantes o por la afinidad con los intervinientes. Es este un asunto que ya he tratado en otro lugar y no quiero repetir opiniones.
El acto tuvo dos partes bien diferenciadas. En la primera, el autor, de la mano de Aniceto Orgaz, miembro del Grupo Cultural San Gil, organizador del premio, dejó una nota sintética de cada uno de los casos y personas que se recogen en su obra. Demasiado sucinta la nota, me pareció, para el conocimiento de sus rasgos esenciales. La segunda parte se reservó para la presentación in extenso de uno de los casos. Y fue Ramón Hernández Garrido el encargado de poner palabra, documentos y fotos para hacer pública la semblanza de su abuelo, Valentín Garrido Muñiz, de Béjar.
Cuando se pasa de la idea a la fotografía, se traslada el documento a la pared para que se lea, se ponen nombre y apellidos a la causa, se le suman los detalles personales y todo ello se encauza en la voz de algún allegado, entonces el plano de la razón se mezcla con el de la emoción y todo se adensa hasta crear el ambiente más propicio para el traslado de lo que se quiere decir a los oyentes.
Creo que es lo que sucedió allí; no solo con el ponente sino con todos los que asistíamos a la secuencia de los hechos. En pocos casos se produce la catarsis como en los que se refieren a muertes tan fuera de razón como todos los que tienen que ver con nuestra guerra incivil. Parece como si el paso de los años no hiciera otra cosa que poner más sensación de agravio y de desvarío al reflexionar acerca de todo lo que ocurrió.
Es derecho de cualquier familiar quedarse en el recuerdo de sus allegados y concentrar su dolor en ellos; pero es deber de todos los demás alzar la vista y hacer de un caso la imagen de tantos otros similares, hasta dibujar un panorama más amplio del ambiente en el que todo aquello se produjo. Por ello, desde el ejemplo de Valentín Garrido Muñiz, traído hasta todos desde la fuerza, el conocimiento, el buen decir y la emoción de su nieto Ramón, debemos sentir también la presencia de los demás: Juan Calvo Moronta, Enrique Vicente Iza, Enrique Vicente Baldión, Manuel Martín Cascón, Pedro Miñana Regadera (también de Béjar). Casto Prieto Carrasco. Ellos, junto a tantos otros, sufrieron la injusticia más atroz y pagaron con su muerte la barbarie, la venganza y toda la sinrazón que se  producen cuando no rige una convivencia sana en cualquier comunidad.
Tanto el autor del libro, Daniel Sánchez Gutiérrez, al que hay que agradecer su esfuerzo y su trabajo desinteresados (la cuantía del premio lo destina a asuntos sociales) como Ramón Hernández se encargaron de decir, sin que nadie se lo pidiera, que ni en el libro ni en la presentación anidaba ni un gramo de venganza ni de resentimiento, sino todo lo contrario, si acaso el deseo de que hechos semejantes nunca más se vuelvan a repetir. Es lo que he oído siempre que he participado o he asistido a algún acto que tenga que ver con asuntos de este tipo. ¿Cuándo lo entenderán “los del otro lado”? Si es muy sencillo. Si la conciencia queda mucho más tranquila, si se duerme mejor cuando se reconocen las deficiencias y se piden disculpas. Parece que a algunos lo que les pone alegres es precisamente dejar claro y público que a estos “asuntillos” lo mejor es no dedicar ni un solo euro de los presupuestos. Pobrecitos…

Las comunidades avanzan en el perdón y en la concordia pero no en el olvido. En sitio célebre reza esta expresión: “La verdad os hará libres”. Este libro es un trozo emocionante de esa verdad. Con su lectura, con su conocimiento y con la aplicación de lo que de su lectura extraigamos, también nosotros seremos un poco más libres.

viernes, 15 de diciembre de 2017

DE UNA CHARLA IMAGINADA: SIC TRANSIT GLORIA MUNDI



Aquel que después de su paseo diario y de su buen desayuno se sentó, como cada día, a leer un rato y que abrió un libro en el que se recogía una selección de Ensayos del autor de, tal vez, la mejor novela en castellano -salvo la del ilustre caballero andante, claro-, aquella que refleja la vida en la heroica ciudad que dormía la siesta y que en el segundo de los Ensayos se recogía la opinión que al escritor le merecían los autores de novela del siglo diecinueve y que después de elogiar por encima de todos a Galdós y algo menos a Juan Valera y de dejar en mucho peor lugar a gente como Pereda o Alarcón se extendía en opiniones y valoraciones acerca de autores de teatro y poesía de la misma época y que se sentó también a considerar estas valoraciones para ver si concordaban con las suyas y que mientras andaba engolfado en estas cavilaciones se acordó de cierta ocasión en la que le habían invitado a pronunciar una charla precisamente acerca de la novela en el siglo diecinueve y que se había preparado actualizando sus conocimientos y organizando un índice que le guiara en sus comentarios y que cuando llegó el día se acercó al lugar y que en el mismo se encontró con gente variopinta en edad y tal vez en conocimientos y que en las primeras filas vio sentadas a unas personas con pinta de sabérselo todo y que se asustó un poco por no saber si iba a estar al nivel y que un poco más atrás vio sentadas a otras personas con apariencia de representantes políticos del lugar y con señales de estar allí por obligación y con el deseo de tomar las de Villadiego en cuanto la ocasión lo propiciara y que otras cuantas filas estaban ocupadas por gentes con perfiles muy diversos y distintos y que antes de comenzar empezó a pensar de qué forma podría dirigirse a todos de manera que lo entendieran y no se aburrieran por exceso o por defecto y que empezó con nombres reconocidos y que enseguida observó desde su tarima que la gente ponía ojos de extrañeza y como de no entender nada y que tenía la intención de hacer una pequeña encuesta para comprobar qué libros conocían o habían leído los asistentes y que enseguida desistió de la idea y que a los diez minutos comenzaron a moverse las manos de un lugar y de otro tecleando los teléfonos móviles y que hasta algunos bostezaban y apoyaban sin pudor las cabezas en sus manos tal vez susurrando algo así como quién me ha traído a mí aquí y de quién habla este buen hombre si a mí todo eso me suena a chino y que ante un aviso de llamada a uno de los asistentes decidieron parar unos minutos y que aprovecharon para tomar un café antes de seguir y que mientras tomaban el café el conferenciante o charlatán (según quien tuviera que clasificarlo) solicitó ir al baño y que se dio cuenta de que al lado había una puerta que daba salida falsa a otra calle distinta de la que había utilizado para entrar y que sin pensárselo dos veces salió sin ser notado aunque su casa no estaba precisamente sosegada y que cuando arrancó su coche se dijo mejor hablo desde el puente para los peces que estos no se quejan y saben lo mismo que los que he dejado atrás y que se volvió pensando en lo efímero de la gloria y en qué pensarían esos escritores de los que había venido a opinar y que ya en el puente paró y prefirió ver cómo corría el agua sin parar y siempre con destino al mar y que pensó que allí el agua también se junta con las otras aguas y se confunden en una misma masa en la que nadie distingue si proceden de este o del otro río y que no quiso pensar más y que como hacía calor se dio un baño y también se sumergió durante un rato en las aguas del río y hasta pensó si no sería bueno dejarse llevar por la corriente hacia donde ella quisiera y que volvió a su casa y tiró todos los libros de la estantería y comenzó a salmodiar cómo pasa el tiempo y qué poco dura la fama y la gloria en este mundo y que así anduvo un buen rato por los pasillos hasta que subió la vecina de abajo por si acaso se estaba rezando algún funeral y había ocurrido alguna desgracia, y que esta le dijo con voz suave y cadenciosa déjelo ya usted, hombre, déjelo, déjelo.

jueves, 14 de diciembre de 2017

CREAR / CRITICAR


Corren malos tiempos para la lírica, se oye decir con cierta frecuencia. Se emplea el dicho en sentido amplio, no solo en el estricto de la creación literaria y específicamente lírica.
Me quedaré hoy en el sentido literal de la expresión. Y aún más, en la relación entre creadores y críticos de poesía (en general, de cualquier tipo de poesía).
Diré otra vez que hoy se escribe más poesía que nunca, tanto buena como mala. Las circunstancias lo permiten y lo explican. Afirmaré también que son pocos los que la leen y la comentan, aunque estos se aplican en cantidad y demuestran ser avezados lectores y comentaristas. En buena parte, los formatos poéticos se han trasladado a las canciones y a los nuevos rapsodas raperos, en demasiadas ocasiones cargados de ripios y de lugares comunes. Estoy ahora pensando en las formas de expresión poética tradicionales.
Y me pregunto si un buen poeta debe ser también un buen crítico literario y dedicar esfuerzos al comentario de las creaciones, sean propias o ajenas. Se suele decir que mucha racionalización termina por matar la imaginación y el impulso libérrimo de la creación, y que una lírica demasiado pegada al raciocinio se queda un poco helada y no incendia la satisfacción del lector.
También aquí tengo dudas y me faltan respuestas. Me consuela -solo algo- comprobar que es algo que les sucede a muchos. Ahí sigue pendiente de solución la disputa literaria entre poesía como comunicación y poesía como conocimiento o descubrimiento. Tal vez le busquemos tres pies al gato y queramos aquilatar demasiado lo que sigue siendo mezcla de ambas cosas.
¿Cómo no imaginar a un creador (quiero decir de los que merecen tal nombre) que conoce los sistemas de producción, que se rige en la vida normal por leyes comunes a los demás, que sabe que la causa A produce la consecuencia B o que una escala de valores produce una forma de vida determinada? ¿Hay algo, tal vez, totalmente espontáneo, que surja ex nihilo? ¿Se ha de partir de la nada? ¿Se ha de seguir un camino en el desarrollo que no sea reconocible por el creador y menos por los receptores?
Y, a la vez, ¿cómo no imaginar que un descubrimiento deslumbrante en el camino de la producción es lo que realmente merece la pena, que el gozo o el sufrimiento en esa senda es lo que justifica el recorrido, que dejarte llevar por los impulsos te sitúa en predios desconocidos y en situaciones regidas por reglas especiales?, ¿cómo no defender que el total de la carrera tiene otro aroma, otros colores y otro latido más hondo en la creación poética?
¿Qué debe hacer, pues, el poeta, apartarse de la labor crítica? ¿Y el crítico, apartarse de la labor creativa? ¿No hay posibilidad de conjugar ambas pasiones? ¿Habrá que separar ambos trabajos y obligar a que el poeta cante y a que el crítico analice?

La práctica demuestra que ambos trabajos tienen roces frecuentes y muchos creadores (no solo los poetas) desearían mandar a los críticos a lugares poco agradables, pero estos no se agotan y siguen orientando las creaciones y los gustos del público. En esa rueda estamos y seguimos. Malo es que los creadores sean simples bombillas que no saben de dónde procede la luz. Lo mismo sucede con los críticos que enjaulan la imaginación y la someten a reglas mostrencas, descorazonando así el latido especial de la emoción. Y mucho más si, además, quieren crear escuela y pontifican. 

miércoles, 13 de diciembre de 2017

BUEN CIUDADANO / BUENA PERSONA


Me levanto preguntón y me siento a responderme. Dos preguntas tan solo selecciono. Son estas: a) ¿Qué es ser buen ciudadano?; b) ¿Qué es ser buena persona? Se quedan en función de capitanas por la importancia que les doy y porque nos afectan a todos por igual. Es más, creo que, si supiéramos definirlas, glosarlas y practicarlas correctamente, la sociedad tendría otra cara más limpia, justa y amable.
Sé que el empeño en dar luz a estas cuestiones es arduo y seguramente imposible para mí, pero al menos dejaré unas líneas, en forma de índice, de lo que, de nuevo, sería un tratado entero de ética y moral.
No creo errar si afirmo que ser buen ciudadano apunta a la civitas, a la ciudad, a la comunidad, a las relaciones entre las personas y a las obligaciones y derechos que de esa relación plural se deducen. En cambio, ser buena persona conduce a prestar más atención a los elementos morales que fundamentan un comportamiento personal, individual, y que llevan sobre todo a estar a gusto consigo mismo por el cumplimiento de unos principios éticos que te satisfacen.
Me asaltan enseguida otras preguntas que a este asunto se refieren. ¿Son ambas cosas lo mismo? ¿Se puede dar una sin la otra? ¿Alguna de las dos es principal? Si esto es así, ¿cuál de las dos es la que más destaca? ¿Qué tengo que exigirme y exigir a los demás, ser antes buena persona o un buen ciudadano?
Se me vienen encima las preguntas y me arrollan con su impaciencia. Y yo no sé contestarme con certeza. Pero ordeno mis dudas y algo de luz me alumbra.
No creo que tenga el derecho de exigir a otro semejante que sea buena persona, si es verdad que ese concepto apunta a la individualidad. Sí estoy seguro de que debo exigírmelo a mí mismo pues no sé cómo se puede vivir sin una suma de principios ordenados y sólidos.
Sí creo que puedo y debo exigir a los demás que sean buenos ciudadanos, que aporten a la comunidad algo semejante a lo que la comunidad les aporta a ellos y que cumplan las leyes mínimas de convivencia, aquellas que permiten a todos sobrevivir y entenderse en los conflictos.
He dicho los mínimos y lo reitero pues yo no tengo por qué compartir todas las costumbres ni usos con los que quiera vivir la comunidad. Me apartaré de ella cuando quiera, salvo en los usos mínimos que den vida a la convivencia, a la tolerancia y al respeto. El referente general son las leyes y el particular es el de los usos comunes más de diario. Será, pues, tan buen ciudadano el que pague sus impuestos como aquel que acuda puntual a la hora concertada a una comida o a un acto público. Y será también buen ciudadano aquel que decida no asistir a una actividad festiva que él no haya concertado y que no sea de su agrado. En definitiva, y con todas las explicaciones y desarrollos necesarios, el buen ciudadano es el que cumple los acuerdos mínimos que impone la comunidad y con ese cumplimiento ayuda a crear una sociedad más fuerte y solidaria.
Me ofrece muchas más dudas el asunto de ser buena persona. No sé cómo puedo yo imponer morales y usos que son personales. Me temo que hay muchos tipos de buenas personas y que yo no puedo imponer un modelo general. Y, sin embargo, siento la necesidad de estar rodeado de buenas personas y de personas buenas; es más, a mis allegados les pido encarecidamente que sean buenas personas y personas buenas. Es algo que valoro en grado sumo. Esto curiosamente depende más de cada uno que de los demás.

Me miro y me descubro indeciso y confuso, con mezcla de conceptos y de sentimientos, sin saber a qué carta quedarme con certeza. Aspiraré a poderme mirar  en ambas cosas, aun a riesgo de perderme en ambos casos.

martes, 12 de diciembre de 2017

TÓPICOS Y SUPERSTICIONES



Se definen los tópicos como esos lugares comunes a los que acudimos de manera inconsciente y por los que nos dejamos llevar sin pensar en su bondad o en su maldad; los seguimos únicamente porque los demás también los practican y damos por hecho que no serán malos cuando tantos los invocan. Tal vez aquí actúe aquello de algo tendrá el agua cuando la bendicen, o aquella otra expresión que rezaba así: adonde fueres, haz lo que vieres.
Sigo en el convencimiento de que la vida no se puede inventar desde la nada, de que el ser humano individual necesita apoyarse en las experiencias de los demás. Ojalá lo pudiera hacer: sería un descubrimiento continuo y un milagro infinito, cada ser humano sería un dios menor, pero seguiríamos en la edad prehistórica y en las cavernas. ¿Esto significa que todo está ya encauzado y que lo que cada ser humano tiene que hacer es seguir la senda trazada por los demás? En absoluto. De nuevo, saber trazar el término medio adecuado y mezclar con inteligencia lo ya demostrado y todo lo que cada uno individualmente puede y debe descubrir, dando sentido a su propia vida, es lo que nos da un ser equilibrado y a la vez descubridor de nuevos elementos, de nuevas vías, o, al menos, de nuevas formas de andar los caminos de la vida.
Sospecho que, a pesar de los adelantos de todo tipo, o tal vez precisamente por ellos, nos dejamos llevar ahora más que nunca por toda esa serie de tópicos que casi nos convierten en amansadas ovejas que apenas si se salen de la fila y que siguen sumisas la voz del pastor y el ladrido del perro. Siempre defiendo que la causalidad es múltiple y que todo hay que explicarlo desde diversas razones, pero los hechos concretos me ponen en el disparadero y me traen la desazón.
La ejemplificación de este hecho me lleva a las imágenes de las vacaciones, de las rebajas, de los deportes, de los festejos, de los reconocimientos públicos, de los premios, de todo lo que se ha subido en esta pasarela global en la que se ha convertido esta sociedad. Hoy me fijo en uno que anda de moda y de temporada. Se trata de la lotería de Navidad. Lo hago solo a título de ejemplo. Son tantos los que se pueden elegir… No voy a repetir que me parece, este de la lotería, un hecho que premia lo menos humano de todo, que es la suerte, esa suerte que puede arreglar la vida de un ser por el azar mientras tiene a tantos otros esforzándose durante toda la vida para apenas poder sobrevivir. Se trata ahora de algo aún más desconcertante. Hay gentes que forman colas larguísimas para conseguir un décimo de lotería en una administración concreta por ser esa administración y no otra; o de personas que buscan con afán un décimo que tiene que terminar en tal o cual número; o aquellas otras que se empeñan en repetir el mismo número que ha sido premiado. Como si las vueltas del bombo se rigieran por leyes impuestas por un cinco o un seis.
¿Cómo puede haber tanto supersticioso, tanto ignorante, tanto analfabeto, tanto irracional, tanto imbécil por el mundo? ¿Será que este mismo mundo necesita esta tropa de sirvientes mentales para que puedan vivir mejor los pocos de la otra parte? No quiero deslizarme por terrenos resbaladizos, empantanados y que tal vez nos llevan a deducciones desagradables. Prefiero dejarlo aquí. Sobre todo para que no me gane el desánimo.
El ser humano es un ser de costumbres, sabe adaptarse mejor que ningún otro animal a los ambientes, y por eso sobrevive y domina. También debe hacerlo en lo que a sus semejantes se refiere; pero tiene que poseer la capacidad de análisis y de decisión para romper cuando lo crea oportuno y para hacer de su vida un camino personal y único, rico y denso, con equivocaciones y con aciertos que dependan de él mismo y no solo de lo que apunte la costumbre y el tópico. Aunque esto suponga tantas veces el olvido, el desconocimiento, la falta de reconocimiento y la ausencia del halago simplón de los demás.

En fin, que haya suerte.