jueves, 21 de diciembre de 2017

DE UN SALUDO DEL SOL



Y aquel que otra mañana se levantó con tiempo y vio que nuevamente el sol andaba enjaulado en la terraza y que decidió darle rienda suelta y dejarlo que volara para extenderse a su gusto por todo el horizonte y que al salir de casa y ya en la calle quiso dialogar con alguien y que se encontró solo y solitario y que entonces llamó al sol para que le acompañara en su paseo diario y que este sonrió y puso buena cara y que se colocó encima de él  y que le hacía como un foco de claridad y un nimbo luminoso y que dejaron las calles  silenciosas y que se dirigieron a los montes y pegaron la hebra intercambiando impresiones acerca de cualquier cosa y que se sentía a gusto dialogando y que el sol le decía que desde arriba las cosas se veían mejor y de otra manera y que muchas veces le daba cierta pena al contemplar cómo lo humanos gastaban los esfuerzos en alcanzar metas sin ninguna consistencia y en asuntos que no tienen mucho sentido solo para complacer sus apetencias más inmediatas y personales y que observaba cómo se olvidaban de los demás y del futuro y del pasado y que a pesar de todo él seguía allí arriba viendo que todo daba vueltas a su alrededor y que él mismo caminaba sin sentido por el espacio y sin fin determinado y que también se sentía desconcertado cada vez que pensaba en esa carrera loca en el abismo y que el caminante le preguntó por qué ese empeño en calentar a todos y que el sol le respondió que era un mandato ciego y que cumplía alguna orden desconocida pero que se sentía contento dando calor y que el caminante ya en ambiente de confianza volvió la mirada hacia arriba frente al sol y lo descubrió risueño y con cara feliz y que el sol le animó a cultivar la amistad y a vivir ese día y los demás como si fueran el límite del tiempo y que le empujó a dejarse llevar por las ganas y a dar rienda suelta a sus deseos y que le aseguraba que en buena medida eso dependía de él y que le pedía que se olvidara del filo ignorante de las malas lenguas y que con su compañía intentarían dar esquinazo al invierno y llamar poco a poco a la lejana primavera y que para ello procuraría desde ese día demorarse un poquito más en el cielo y que si seguían siendo amigos le enseñaría los secretos escondidos del bosque y de las fuentes y que el caminante le pidió que se lo prometiera y que el sol bajó hasta el suelo y le ofreció un abrazo rodeándolo y convirtiéndolo en un haz luminoso y que siguieron caminando en conversación  y que se perdieron entre los árboles y que deben de estar aún por allí pues el caminante no ha llegado a su casa y que su mujer anda intranquila y asomándose a la terraza para ver si aparece en lejanía y que desde allí ve que hoy el día es otra cosa y no sabe muy bien por qué ni para qué pero que piensa decírselo al caminante por si entre ambos dan con la solución al misterio de ese sol de invierno que llegó a la terraza y sigue intentando levantarles la cara y pedirles ánimo positivo para todos los días que se avecinan.  

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Guau!!!!!.... Qué bonito y estimulante escrito, nos has puesto en positivo a todos, y además creo que ha sido una escritura automática y sincera que me ha llegado al corazón. BESOS Toñin!