OTRAS
LUCES
No hay camino más largo ni confuso
que aquel que no conduce a ningún sitio.
Perseguir con el sol o con la noche
una meta imposible es tan cansado
que es acaso mejor dejar la senda
velada entre la niebla, o bien que el cierzo
sacuda en vendaval. Y, con sosiego,
pararse, reposar y hacer que luzcan
los tenues resplandores del presente
(esas pequeñas cosas tan seguras
que ponen su latir a nuestro lado
y caen y se levantan, como hacemos
cualquiera de nosotros),
sin Ítacas ni esperas prometidas
en lejanos lugares celestiales.
Si ha de existir la luz de otra manera,
será un regalo inesperado y súbito:
disfrutaremos todos en concordia
cegados por el gozo y por la dicha.
Frente a un camino largo y misterioso,
se abren muchos senderos más seguros
para andar y sudar mientras vivimos.
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