Cada
vez releo más. Diversas causas explican que esto sea así. No es del caso
exponerlas. Sigo entre las páginas de Unamuno. Los últimos ratos lo hago con su
obra Vida de don Quijote y Sancho.
Desde hace ya bastante tiempo, leo la inmortal obra una vez al año. Este no lo
he hecho. Y mira por dónde he vuelto a él de manera indirecta. Unamuno me ha
tomado de la mano y me ha invitado a compartir su lectura del Quijote.
No
sé si la palabra es compartir; acaso sea mejor decir acompañarle en su lectura.
Porque yo tengo mi criterio y extraigo mis propias conclusiones. Y él no
digamos; pues menudo es el vasco. Tampoco yo me quedo muy atrás. He afirmado en
diversas ocasiones que en cada nueva lectura descubro distintos matices; de ese
modo, cada nueva lectura se convierte en una lectura nueva.
Pues
la que hace don Miguel no la firma una mente cualquiera. Por ello no parece
mala idea atender a sus explicaciones y a sus imaginaciones. Y dejarse llevar. Enseguida
llegarán las disputas y las interpretaciones de cada cual, que no son siempre
coincidentes.
Ninguna
obra de creación está nunca completa; al menos hasta que el lector la lee y la
hace suya. El Quijote es obra de Cervantes, pero, que él nos perdone, es de
todos nosotros, de todos los que han pasado su vista por las páginas a lo largo
de la historia. Así que todos podemos sentirnos un poco creadores de esos dos
ejemplos complementarios de comportamiento humano, como son Don Quijote y
Sancho. Resulta divertidísimo compartir camino con este otro loco genial,
vitalista y egotista, contradictorio y siempre en tensión como era Unamuno. Es
como ir a conocer un paraje maravilloso con alguien que lo ha hollado con
pasión antes y que te lo quiere dar a conocer. Luego, en el campo ya, resulta
que tú también te atreves a echar tu cuarto a espadas y a aportar tu manera de
ver la naturaleza. Porque antes también has paseado por allí. Por supuesto que
a este día de campo está también invitado Cervantes, el dueño del terreno. Así,
entre unos y otros, nos hacemos una idea más completa y variada de lo que allí
se cultiva, y nos llevamos para casa los mejores frutos que en el huerto
maduran.
Hay
obras musicales escritas para ser interpretadas a cuatro manos. Esta, literaria
ella, ha sido escrita por un genio con solo una mano útil, pero ha pasado de
mano en mano y se ha interpretado por cuatro, por seis…, por miles y miles de
manos, de ojos y de corazones. Entre todos hemos hecho de ella todo un mundo
sinfónico. Y ahí sigue, esperando nuevos intérpretes.
Unamuno
y yo lo hemos hecho a cuatro manos. La compañía que he tenido ha sido muy
productiva. Gracias sean dadas al compositor y al intérprete principal.
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