LA PIEL EN LA QUE HACER
CALIGRAFÍA
(Para mis nietos en la
lejanía y en las otras ausencias)
A veces me sorprendo en la tristeza
de dar con la ilusión en el abismo;
entonces me vacío,
me pierdo en el silencio y me abandono
a un estar sin estar, deshabitado.
(Tal vez no deberíais hacerme mucho caso).
Mi tacto va a buscaros y no encuentra
la piel en la que hacer caligrafía,
esa piel de mi piel, esos residuos
de la cadena inmensa en que se muestran
los vagidos del tiempo y del espacio,
esos vagidos tiernos y solemnes
de los que todos somos solidarios.
Me gustaría sentir que estáis conmigo,
que puedo conformaros con mis manos,
que soy vuestro contacto, os doy mis huellas
y vosotros, por ello, estáis contentos.
Pero hoy es el espacio y es el tiempo
de mi vacío y de mi soledad,
de dar conformidad a lo impreciso
de juntar lo que debe andar su espacio
a solas y a zarpazos, con la herida
también de los que más se duelen de ella.
Hace un frío solemne que derriba
los más dulces placeres y sepulta
la paz en las orillas de la muerte,
cual si fueran las olas cuando alargan
la agonía del mar frente a las playas.
Mandadme entre esas olas
un eco de calor y de presencia.
1 comentario:
No te preocupes tendrás un tsunami, tus nietos seguro que te adoran.
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