jueves, 11 de enero de 2018

LA PIEL EN LA QUE HACER CALIGRAFÍA


LA PIEL EN LA QUE HACER CALIGRAFÍA
(Para mis nietos en la lejanía y en las otras ausencias)

A veces me sorprendo en la tristeza
de dar con la ilusión en el abismo;
entonces me vacío,
me pierdo en el silencio y me abandono
a un estar sin estar, deshabitado.

(Tal vez no deberíais hacerme mucho caso).

Mi tacto va a buscaros y no encuentra
la piel en la que hacer caligrafía,
esa piel de mi piel, esos residuos
de la cadena inmensa en que se muestran
los vagidos del tiempo y del espacio,
esos vagidos tiernos y solemnes
de los que todos somos solidarios.

Me gustaría sentir que estáis conmigo,
que puedo conformaros con mis manos,
que soy vuestro contacto, os doy mis huellas
y vosotros, por ello, estáis contentos.

Pero hoy es el espacio y es el tiempo
de mi vacío y de mi soledad,
de dar conformidad a lo impreciso
de juntar lo que debe andar su espacio
a solas y a zarpazos, con la herida
también de los que más se duelen de ella.

Hace un frío solemne que derriba
los más dulces placeres y sepulta
la paz en las orillas de la muerte,
cual si fueran las olas cuando alargan
la agonía del mar frente a las playas.

Mandadme entre esas olas

un eco de calor y de presencia.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

No te preocupes tendrás un tsunami, tus nietos seguro que te adoran.