lunes, 8 de enero de 2018

POR CONVALIDACIÓN CATÓLICA


La calma en plenitud y en el silencio, esa calma densa que impone la nieve cuando se ha hecho dueña de todo el suelo y no deja resquicios a otros colores. Sobre ella brilla el sol y la convierte en espejo de armiño universal. Será por poco tiempo pues habíamos quedado en que el sol en su solsticio ha dicho aquí estoy yo y estoy creciendo. Es el círculo máximo y extenso; en él pasa este día.
En esta gran bocana del teatro se suceden los actos imparables de la vida; se siguen sucediendo a pesar del intento del olvido. ¿Qué han sido, si no, estas fiestas continuas y sin tregua de comida y de ruidos?
Hoy vuelve a sonar todo como siempre, como antes del atraco, como lo dicta el tiempo y lo exige la monotonía.
Vuelvo sobre un asunto que me inquieta. Lo hago con un ejemplo muy notable, el del señor Junqueras, que invoca su condición de hombre religioso como eximente o al menos como atenuante en su asunto jurídico. Y claro, allí fue Troya, ni puñetero caso al susodicho. El lance me resulta necesario tan solo como ejemplo. Yo a nadie deseo la cárcel, entre otras razones porque pienso que no sirven acaso para nada. Es largo el análisis pero ahí queda mi opinión, por si hay alguna duda.
Pero es que argumentaciones semejantes las he oído en otras ocasiones. Y lo que me preocupa sobre todo es lo que no se dice y se silencia: Es así que el católico (¿sirve para cualquier religión?) es buena gente por ser católico, ergo los no católicos al menos corren el peligro (por el hecho de no serlo) de no ser buenas personas; es decir, incluso se hallan en el despeñadero de ser malas personas.
Y así no vamos a ningún sitio. En el fondo, es como negar la posibilidad de una moralidad y de una ética civiles, o, en todo caso, si existieran, considerarlas inferiores a la moral católica. Lo exhiben mucho las personas que defienden con ahínco las clases de religión en el estatus en el que se hallan ahora mismo. Eso, si no es pensamiento único, se le parece mucho.
¿Cuántas veces habrá que recordar que lo que se impone es lo acordado por la comunidad desde su razón y sus leyes y que todo lo demás -que no es poco, por cierto- es de ámbito particular y no se puede sobreponer a la ley?
No sé quién le habrá aconsejado al señor Junqueras - a quien, como a todo el mundo, le deseo lo mejor- esta estrategia, pero tiene muy poco recorrido judicial y racional.

Pero este es solo un caso, y a mí me importa mucho más el principio que es el que explica este y todos los demás razonamientos similares.

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