LAS INCONTABLES CARAS DE LA MUERTE
La muerte es un concepto relativo
que viste su mirar de espacio y
tiempo
-como cualquier acción, por otra
parte-.
Hoy la muerte se muestra y se disfraza
de muerto en Palestina, con las
ropas
de un niño, que se tiñen
del más rojo color de la
barbarie,
mientras roban su risa y en su
entorno
todo se vuelve polvo de metralla.
Y es la muerte también esa
negrura
del odio que se encona en cada
hombre,
ciudadano real de cualquier
parte,
que sufre cara a cara la
impotencia
y que espera su turno en la
impaciencia
del momento oportuno para sembrar
de muerte
la venganza escondida en su
conciencia.
Y vive en suite de lujo mientras
vende
las armas que aligeran su negocio,
en los mercados persas y en las
bolsas
de todo el territorio de
occidente,
en las playas de lujo con reserva
de algún postre en patera por la
tarde,
y en todo corazón que suma y
sigue
los días sin saber que hay otras
gentes
dispuestas para todo lo que
existe.
Hoy me entregó la tele,
subversiva,
imágenes del campo de batalla
en un pueblo de Gaza –Palestina-,
y me miró la muerte tan de cerca
que no pude comer, pues tan
repleto
estaba del dolor y de la rabia.
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