Este Caballero de la Triste Figura, ya convertido, por arte de birlibirloque y por desistimiento de un león cansado y sin hambre, en el Caballero de los Leones, me va dejando todo un almacén de dudas y de apuntes sobre los que volver en cualquier momento de ahora y de después, de aquí y de acullá. Únicamente tomo aquí algunos apuntes que solo son una muestra de todo lo que realmente de sugiere, me susurra y, a veces, hasta me grita.
Hoy me detengo a tomar un vaso de agua en el capítulo XVI de esta segunda parte. El Caballero del Verde Gabán y el que ya está a punto de ser de los Leones caminan por los campos, hacia la casa del primero. Y don Quijote se suelta inmediatamente:
“La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella. (…) Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá a oro purísimo de inestimable precio. (…) Según es opinión verdadera, el poeta nace: quieren decir que del vientre de su madre el poeta natural sale poeta, y con aquella inclinación que le dio el cielo, sin más estudio ni artificio, compone cosas, que hace verdadero al que dice: “Est Deus in nobis”. También digo que el natural poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo: la razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte y la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta. (…) Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos”.
Tengo para mí que es más que suficiente para andar en devaneos acerca de ese asunto tan resbaladizo y nunca bien definido como es el asunto y la naturaleza de la poesía.
Seguro que en alguna otra ocasión habré pedido prestadas estas palabras de Cervantes, aunque no sabría decir ni cuándo ni dónde. No me importa. Hoy las vuelvo a dejar aquí como sugerencia para mí y para cualquiera que las quiera rumiar. Y no lo hago desde la aquiescencia y el amén, pues no estoy de acuerdo con todas las ideas, pero sí como esquema del que partir para aproximarse un poco y poder alinear en el equipo de la poesía o mandar al banquillo a algunas de las composiciones que se dan a la pluma y a la imprenta. Yo me opondría, por ejemplo a la afirmación de que el poeta nace, y defendería con uñas y dientes las últimas palabras del texto. ¿No hay nadie por ahí interesado en cambiar palabras en torno de estos asuntos? Y al lado de un buen refresco veraniego, por supuesto.
Tengo a mi caballero y a mi escudero a punto de librarse de las burlas de los duques y de reemprender camino hacia sus últimas etapas, antes de darse el caballero por vencido y de coger el billete de vuelta haca la aldea. Por el camino me ha contado muchas, muchísimas cosas. Entre ellas esta de las condiciones del arte de la poesía. Pensaré en ella.
1 comentario:
Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:
Después de leer el texto, y de rumiarlo, he abierto mi ‘Quijote’ por el capítulo XVI, de la 2ª parte . Luego he mirado su entrada del domingo, 4 julio 2010 y he comparado los párrafos escogidos por usted en aquella y en ésta.
He pensado que habría que copiar el capítulo entero, sin dejar nada.
Añado:
(…)”y así el que con los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la Poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas(*1) del mundo”...
(...)”Sea, pues, la conclusión de mi plática, señor hidalgo, que vuesa merced deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama”...
(...)”Riña vuesa merced a su hijo si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas, y castíguele, y rómpaselas; pero si hiciere sermones al modo de Horacio, donde reprehenda los vicios en general, como tan elegantemente él lo hizo, alábele; porque lícito es al poeta escribir contra la invidia, y decir en sus versos mal de los invidiosos, y así de los otros vicios, con que no señale persona alguna; pero hay poetas que a trueco de decir una malicia, se pondrán a peligro que los destierren a las islas de Ponto”(*2)...
Cervantes, qué sabio, y qué grandísimo escritor. Cómo sabía decir lo que quería, aunque no se pudiera.
Saco, del prólogo al lector, sus palabras: “Hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.”
Saludos.
Notas:
*1: civilizadas
*2: alusión al destierro de Ovidio en el Mar Negro a las costas del Ponto.
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