sábado, 12 de enero de 2013

CON LA QUE ESTÁ CAYENDO...


Causa sorpresa comprobar cómo nuestras mentes seleccionan recuerdos, sustituyen imágenes y recargan sus neuronas con nuevas percepciones que entretienen a nuestras relaciones cerebrales y que atascan nuestras conexiones mentales. Tal vez sea una de las mejores formas de autodefensa y uno de los más expeditos caminos para sobrellevar el intento de la vida.
Cuando me toca asistir a un velatorio -y bien poco que me gusta- siempre se me ocurren las mismas palabras para los deudos que conozca: “Deja correr el tiempo y llénate, si puedes, de nuevas imágenes; así todo irá recomponiendo nuevas sensaciones”. En el fondo no es más que reconocer el fracaso de cualquier otra fórmula que no sea dejar en manos de eso que llamamos tiempo y espacio nuestra situación en el futuro.
Pero vivimos a una velocidad tal, que apenas nos permite rumiar un poco lo que nos va sucediendo; nos depositan a la puerta de nuestra mente tantas imágenes, que no hay manera de saborear un poco su bondad o su maldad; en alguna medida, vivimos al ritmo que nos marcan y nos entretenemos con los caramelos que nos quieren dar los que controlan los medios de comunicación de masas.
Me jugaría cerveza y pincho de tortilla a que, con solo un par de meses sin fútbol, esa droga ya genética en casi todo el mundo, todo lo que conlleva su desarrollo pasaría a formar parte del recuerdo y casi del olvido, como ha sucedido con el juego de la peonza. Y no será porque no ponga un ejemplo extremo.
Ahora, y desde hace algunos años, interesa solo el asunto de la crisis, del producto interior bruto, de la prima de riesgo y, como mucho, de la prima de cualquier famoso, de los mercados y del rescate, de los convenios y del paro… En fin, de eso que genéricamente llamamos crisis.
Y existe la crisis, vaya que si existe, y las colas del paro, y las dificultades de fin de mes, y la incertidumbre en el futuro, y las familias sin saber qué hacer, y la desilusión en la que se nos ha metido a todos -no sé si en parte con el fin de preparar nuestra voluntad para que acepte cualquier sacrificio con resignación y hasta con alegría y agradecimiento-, y el agobio de lo inmediato, y tantas cosas más. De ese modo, cualquiera otra preocupación parece que desentona y que no viene a cuento, que es como reírse de quien peor lo está pasando. Nos han reducido a todos a seres agobiados y jibarizados, a personas cuyas únicas preocupaciones tienen que ser los números, y estos como si fueran nube que viene del cielo y ante la cual nada se puede hacer sino esperar a que pase y se serene el tiempo.
Pero el mundo es mucho más, sigue teniendo una extensión muy amplia, a pesar de que el planeta sea pequeño, hay dificultades en otros lugares, aunque no sepamos nada de ellas, mucha gente sigue adelante muy a duras penas y en peores condiciones, son seres que nacieron y morirán con la crisis a cuestas.
De sobra sé que, con la que está cayendo, corro el peligro de que alguien me dé con un palo en la cabeza; pero sigo pidiendo altura de miras, sigo deseando que pensemos en sociedad, continúo queriendo que no todo se nos vaya en egoísmo y en la miseria mental del árbol que tapa la inmensidad del bosque.
Pienso que la mayor rebelión del ser humano concreto y de esta sociedad en la que vivo, incluso del ser humano que más sufre la crisis, tendría que ser la de gritar que cada persona es mucho más que números y paro, que su vida se tiene que llenar con alimentos tres veces al día pero que existen otros alimentos cuya falta nos empobrece aún más porque nos convierte en animales guiados solamente por instintos.
Si no vemos la crisis en esa amplitud y no intentamos salir de ella con ese convencimiento, sospecho razonablemente que saldremos mucho más tarde y, sobre todo, que saldremos en mucho peores condiciones económicas, sociales y humanas en general. Por muy duro que suene en estos tiempos.
El ser humano vale mucho más que un plato de lentejas o que un pantalón en rebajas. De hecho, ya lo dijo el maestro: “ninguna cualidad por encima del hecho de ser hombre”.
Tal vez philosphare también contenga olor a un buen tostón guisado y hasta sabor a nata con fresas. A pesar de la que está cayendo.

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