CANTO CORAL DE UNA SOLA CONCIENCIA (II)
Pero es también conciencia
universal,
canto acordado de común tormento,
la sonrisa cortada por el rayo
o el continuo conflicto que se
expande
por cualquier latitud de sur a
norte.
Hay sirenas de muerte que
resuenan
debajo de mi mesa, mientras como,
al calor homogéneo de mi casa,
Se estrellan aviones, mueren
niños,
pasan hambre las gentes que a
diario
miran desesperadas el futuro,
repleto de carencias para ellas,
tan solo para ellas. Hay mil
formas
de vivir esta vida a contrafuero,
en el fango más sucio y en el
dolor más hondo.
Hay tardes de aire y de tormenta
densa
contra la fiel altura de los árboles,
los ríos bajan turbios y la
lluvia
me ensucia los cabellos y la cara.
Hay noches que no vienen con los
sueños
sino con las noticias del espanto
y días que se niegan al consuelo
y prohíben en sus horas cualquier
canto.
Yo soy también amigo de esos días,
socio de las noticias, de las
cosas
que llegan, viven, pasan y se
marchan
dejándonos la huella y la
constancia
de que todo es urdimbre, masa, trama
de un edificio inmenso en el que
todos
somos conciencia universal y
eterna.
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