LA OTRA PASTA
Soneto de desahogo
Están las cacerolas tan vacías,
que apenas si se ponen ya en el fuego:
al ir a menearlas, el puchero
solo tiene el dolor del agua fría.
Otra pasta se cuece cada día,
es la pasta con cara de dinero,
no la que a diario hierve a fuego lento
para llevar al pobre la comida.
Son las caceroladas en las calles,
forradas con la tela de banderas,
que suenan al negocio y que nos traen,
el olor de la bolsa, que modera
los sabores de platos y de guisos
con que adornan su mesa los más ricos
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