QUE SAIS-JE?
Esta es la frase que dibuja el frontispicio de la obra de Montaigne y
que viene a poner límites e itinerarios a todos sus Ensayos.
¿Qué se yo? O ¿Yo qué sé? Parecen
las mismas expresiones, pero no sé si nos mandan por el mismo camino. La
primera nos sitúa en una interrogación descorazonadora después de comprobar que
realmente no sabemos nada de nada, o de casi nada. La segunda tal vez nos ponga
ante el espejo de la desilusión por no encontrar camino para seguir adelante.
Sea esta una buena interpretación -la contraria, endosando las
definiciones al revés, también nos sirve- o no, el caso es que el autor se sitúa
y nos sitúa en una realidad de desconfianza y hasta de insignificancia ante lo
poco que controlamos y lo mucho que nos controla la realidad externa. O sea,
que nos dibuja un panorama de pobreza y de limitaciones para cada uno de
nosotros, ante una realidad infinitamente más poderosa.
Es la postura propia del pensador, del filósofo, del científico y de cualquier
persona que aspire a ejercer el sentido común y se conduzca desde la
relatividad de las afirmaciones y de las acciones. Solo sé que no sé nada.
Señalar esto en épocas de dificultad, como la presente, es casi jugar
con ventaja; o, simplemente, dejar constancia de lo que, en otras situaciones,
se nos olvida con frecuencia, a pesar de su manifiesta obviedad.
Siempre he pensado que tener conciencia de lo vulnerables que somos no
es causa ni para la dejadez ni para el abandono, sí para la búsqueda racional
de las causas y de las consecuencias de las cosas y de la aceptación serena de esos
momentos que nos superan y que no podemos dominar porque no dependen de
nuestras fuerzas. ¿Qué otra cosa es el sentido común, sino esto?
Ya sé que una cosa es la teoría y otra, no siempre coincidente, es la práctica;
y que, a veces, no resulta sencillo el paso de las musas al teatro.
Cuando, en la aplicación del sentido común, descubramos nuestras
debilidades, nuestra pequeñez y nuestra oscuridad en las soluciones, solo nos
queda la buena voluntad y la ayuda mutua. Se trata de reconocer los límites de
la razón para seguir buscando su uso con más ahínco y de someternos a la
confianza y a la tolerancia como método menos malo para una vivencia y una
convivencia humanas razonables.
Montaigne escribió tres tomos de pequeños ensayos sobre asuntos
absolutamente diversos. Casi todo lo divino y lo humano pasó por su pluma en
formato de razonamientos cortos, de pequeños ensayos. Él ha sido ejemplo para
muchos otros escritores posteriores.
Como él, me pregunto: Qué sais je?
Y me quedo un poco asustado por mis debilidades y mis limitaciones. Menos mal
que me queda la curiosidad de seguir indagando un poco por aquí y otro poco por
allá. Me gustaría que no me abandonaran en el camino ni el sentido común ni la
buena voluntad.
Después de 66 días. Ánimo.
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