martes, 5 de mayo de 2020

LEALTAD


LEALTAD

Debo reconocer que sigo sin ver claro el camino este de la pandemia y que me tienen sobrecogidos los elementos sanitarios: fallecidos, contagiados, rebrotes, desescalada, distancias, confinamiento… Por eso tal vez llevo tantos días sin opinar apenas de ningún asunto de tipo social.
Pero alguna vez hay que empezar a mezclar; entre otras cosas, porque el estado de ánimo lo necesita y porque la vida sigue con todas sus variables sin descanso. Así que, sin el ánimo aún sereno, vamos un poco a ello.
Con el estado de confinamiento se ha suspendido uno de los derechos fundamentales, el de libre circulación y movimiento. Llevamos muchas semanas en casa, salvo las personas que han salido a trabajar en primera línea y como primera necesidad. Es mucho lo que la sociedad está pagando. Muchísimo. Lo hace por un bien superior, el de salvar vidas, acaso sus propias vidas. Para ello se decretó el estado de alarma. Hoy escucho que la petición de una nueva prórroga está en el aire y puede quedar en suspenso.
Se mezclan tantos intereses que no es fácil ni siquiera enumerarlos, afloran tantas miserias que uno siente vergüenza ajena. La principal batalla se libra por la concentración o el reparto de poder, y se vela con el paraguas de la eficacia.
No erraremos mucho si suponemos -a pesar de todo lo que se ve y se oye- que todos buscan la mejor manera de resolver esta desgracia. Seguro que también tendrán todos algo de razón y razones. Entonces, se podría entender la discusión y la discrepancia. ¿Por qué, pues, la desazón y el disgusto? Porque falta el fundamento de todo, la LEALTAD.
Se entenderá que leal y legal son palabras hermanas, pues derivan de ley. Pero una persona leal es alguien que llega más allá del cumplimiento estricto de la ley. Una persona leal es aquella que no te falla, que entiende lo más importante y supedita a ello lo menos importante, que no busca el bien personal sino el colectivo, antes que nada. Por ello, actúa con legalidad, pero también con verdad y atendiendo a la realidad. Incluso entenderíamos mejor la hermandad y la proximidad entre legal y leal si aplicáramos la palabra legal como se hace en esta expresión: “este es un tío legal”. Yo mismo me he sentido muy orgulloso cuando me han dicho de mis hijos que “son unos tipos legales”. En otros contextos, lo legal se nos va un poco de las manos y preferimos quedarnos con leal o lealtad.
Para el contexto de la pandemia, estoy pensando -una vez más y ya es la enésima- en los nacionalistas de todo tipo y en los políticos que aspiran al poder a costa de lo que sea y que entienden la oposición como un ejercicio en el que vale todo para derribar gobiernos.
A mí cualquier solución me parecería buena si viera en ella la seguridad de la lealtad, del bien común, de no buscarse las vueltas unos a otros, de no darse navajazos sino manos para abrazarse y ayudarse.
Uno tiene la impresión de que estamos muy lejos de ese ambiente. Y lo peor es que ya ni se ocultan los desprecios y hasta los odios. Nos va demasiado en el envite. A todos. Ojalá no lo paguemos más caro que lo que ya lo estamos pagando.
Día 52 de algo que se parece al confinamiento. Ánimo.

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