DEBERES
VERANIEGOS
.- Conseguir describir por fin
el perfil fonético, caligráfico y semántico de tu adiós.
.- Averiguar pausadamente las
señas de tu boca para instalar mi casa en ella.
.- Alquilar un apartado de
correos desde el que facturar mi desencanto.
.- Cegarme en el ocaso con la
luz y descubrirme cerca de tu aurora.
.- Huir de lo convexo hasta
acercarme al centro indescifrable de lo cóncavo.
.- Hacerme un doctorado en
espeleología y llegar hasta el centro de tu cuerpo.
.- Gozar del movimiento más
armónico sintiendo que me gana la quietud.
.- Sentirme vertical cuando
desciendo hacia lo hondo.
.- Apurar cada día como una
incertidumbre, sabiendo, sin embargo, lo más cierto: la espera ineludible de la
muerte.
.- Invocar sin soberbia la
presencia sagrada de la lluvia.
.- Hacer que la vida tiemble cada
día con la pasión de lo desconocido.
.- Que no me roce nada para
que yo sea todo lo que toco.
.- Que mi deleite venga no de lo que tengo sino
de todo lo que sienta que me falta.
.- Abrir mi corazón a todo el
aire, y, si lo envuelvo, que sea para regalo.
.- Dormir en cualquier parque
aunque haya que alterar el orden púbico.
.- Romper con los disfraces
que me ahogan y volverme a mi mundo simplemente.
.- No aspirar a la causa de
las causas, para no dar de pronto con que nada la tiene.
.- Examinarme a plazos en
septiembre y aprobar raspadillo, aunque sea copiando.
1 comentario:
Buenas noches, profesor Gutiérrez Turrión:
¡Qué gracia la lista de los deberes! 18 metas. ¿No será que encontró un manuscrito de la adolescencia?
¡Cada día me felicito de la gran suerte de no tener que examinarme ni esperar calificaciones!
¡El desencanto? Creo que tiene mucho que ver, con el darnos cuenta de las listas inexistentes o la no coincidencia con las tan diferentes de la mayoría.
Saludos.
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