sábado, 7 de julio de 2012

PALABRAS PARA UNA NINFA

Foto: M. Casadiego.

PALABRAS PARA UNA NINFA
(La del camino viejo de Béjar a La Garganta)
La luz era más luz desperdigada
por todo el horizonte, los confines
apenas dibujaban a lo lejos
la inmensidad del mundo en sus espacios.
La gravedad  del cuerpo en los caminos
hendiendo las laderas, los sabrosos
aromas de los robles y los pinos
y un tacto que el sudor hacía más próximo
entre el cuerpo y el sol.

La ladera, de pronto, se hizo arroyo,
frescura, manantial, sonido, sombra,
en medio de la luz de la mañana.
Un árbol, cobijando los remansos
del agua, convidaba
a detener el tiempo en compañía
de su frondosidad y exuberancia.

Se hizo el sabor y el gusto a sus orillas,
sobre mesa de pan bien abastada.

En medio del ramaje, deslumbrante,
apareció una ninfa que mostraba
la belleza absoluta en su mirada.
Su desnudez en medio de las ramas,
en altar natural , con su cabello
disfrazado de agua y de arco iris,
el mapa sorprendente
de su inquietante y bella geografía,
el agua fresca y libre que el cabello
hacía llover tranquila hasta el camino,
el mar undoso y lábil
de su hermosura púbica y los senos
como fuentes intactas y sabrosas
en que beber los más gustosos líquidos.
Sobre sus dulces piernas se asentaba
la certeza de todas las certezas.

Fue una mirada blanda y esponjosa,
una atracción sin causa para el mundo
en el que la razón vive y actúa,
fue un licor compartido, un suave indicio
de un eterno viaje por su cuerpo,
desde el suelo a las ramas de sus brazos,
desde los pies al cielo de su pelo.

La agitación creció entre el griterío
y el canto sin complejo de los pájaros,
el sol, el viento, el agua, los espacios
se turbaron también y entre las verdes
secuencias de las ramas
se desataron bailes de homenaje.
El tiempo se cuajó en un sinsentido
sonámbulo, aturdido y envidioso.

Y tras la tempestad llegó la calma.

Los sones se acordaron nuevamente,
la lluvia se ocultó y en el arroyo
fue calma todo. Desde la ladera
no llegaban los ecos de los pájaros,
la ninfa aparecida en el ramaje
ya solo fue un recuerdo
de hermosa plenitud en la mañana.

Un trago más, un eco, una añoranza,
un rumor, un silencio, un dulce sueño,
la nada, la quietud, el sentimiento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa bota...

mojadopapel dijo...

Quien fuera ninfa!.