jueves, 30 de abril de 2020

MAÑANA ENTRA MAYO


MAÑANA ENTRA MAYO
Estamos a treinta / del abril cumplido; / mañana entra mayo / de flores vestido…   Mayo, mayo alegre, / bienvenido seas, / que por tu venida / los campos se alegran.
 Así comienza un mayo, o una maya, una canción de las que celebran la llegada del mes de mayo y todo lo que ello puede simbolizar. Después se detiene en enumerar elementos naturales y amorosos (otras veces religiosos), que se entrelazan en esta fecha tan señalada.
Las mayas son canciones que se cantaban y se cantan en las rondas de llegada del mes de mayo. Señales en el Neolítico, Maia o Fauna como diosas, niñas vírgenes, mozos rondando, juglares medievales, cruces de mayo, el mes de la Virgen… Lo que ustedes quieran y algo más, que para todos los gustos y variantes hay explicaciones y expertos.
Lo definitivo es que nos asomamos desde hoy a un mes que, según el dicho, después de marzo ventoso y abril lluvioso, ha de salirnos florido y hermoso. La naturaleza; de nuevo y siempre, la naturaleza y sus repeticiones.
Porque podemos pensar que marzo no nos salió demasiado ventoso. Ya, ya. ¿Nos parece poco el ventarrón y la tormenta que nos trajo con el bichito de marras? Todo quedó agitado desde entonces; todo se sumió en un susto y en un ajetreo mental colectivo que nos sigue atenazando a día de hoy.
Desde los cristales y los balcones, hemos visto, con tedio y con la sensación de los confinados, cómo abril se consumía a sí mismo con la lluvia casi diaria, la primavera sorprendiéndose solitaria y limpia, con el campo a su ritmo y con la certeza de que la vida resucitabas, mientras a nosotros nos dejaba un rastro interminable de muerte en hospitales y residencias.
Pero mañana es mayo. Y la vida tiene que reafirmarse y tiene que vestirse con las flores del amor y de la fuerza ciega que empuja a seguir a toda costa, en un impulso vital poderoso y superior a cualquier otro empeño.
Empezamos algo que llaman la desescalada, como si hubiéramos ascendido penosamente hasta lo más alto de alguna cima y volviéramos gritando nuestro dolor y nuestra satisfacción por poder descender. Claro que, con otras connotaciones, pues, cuando yo vuelvo de la montaña, me encuentro muy satisfecho precisamente por haber hecho cima. Hoy, sin embargo, busco la fórmula para darme ánimos y tengo que esforzarme para encontrarla. No sé de qué manera vamos a disfrazar lo que sucede con este término. El caso es que, con la llegada de mayo, empezaremos a darnos cita con el campo, aunque sea a cuentagotas y con todas las precauciones posibles.
¿Qué pensará la naturaleza al vernos llegar? ¿Y nosotros al saludarla y compartirla?
Cantémosle un Mayo, o una Maya, y ella nos responderá con la alegría del amor y de la vida. Ojalá aprendamos todos y no se vuelva a cortar tan bruscamente nuestro intercambio con ella. No me haría ninguna gracia sentirme protagonista de aquel Romance del prisionero, salmodiando la pena por la falta de libertad en el mes de mayo. No, no, por favor.
Día 47 de confinamiento. Ánimo.

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