PUNTO DE PARTIDA
Comienza hoy la campaña de las elecciones
municipales y autonómicas. Serán dos semanas en las que se juegan los play
off de representación política de los que ha de salir el campeón de liga
para los próximos cuatro años. Con la particularidad de que aquí juegan todos,
no solo los que mejor o peor hayan competido en la liga regular de cada día en
los últimos cuatro años.
Son tantas las variables que se conjugan y que
darán el poso final de las urnas, que conviene no venirse ni arriba ni abajo en
ninguna de las situaciones. En primer lugar, porque la realidad es muy
compleja, y, en segundo término, porque también es muy variable y volátil.
¿Cómo pedir al elector que analice, un poco al menos, lo que significan las
ideologías -cuando las haya- y lo que significan -cuando no las haya-? Las
miradas, además, se diluyen y se desparraman en distintos niveles, pues un ojo
se va al territorio local, otro al autonómico, otro al de la ideología, otro al
de la situación actual… Un laberinto.
En la ciudad estrecha, en otro tiempo
industrial y fabril, se presentan nada menos que cuatro candidaturas, y eso que
no comparecen ni Izquierda Unida, ni Ciudadanos, ni ninguna otra de esas que se
proclaman «por la ciudad y su comarca».
No suelo detenerme demasiadas veces en asuntos
locales, porque me parece que casi siempre se juega un partido de anécdota y no
de categoría. Pero es mi tiempo y es mi espacio. Y yo debería tal vez
manifestarme más veces acerca de esto y de lo otro, de lo mayor y de lo menor,
de lo de diario y de lo del vecindario. En fin…
He revisado las fotografías que encuadran las
distintas candidaturas. Dicen mucho, casi todo. En ellas se resumen las
posibles ideas que encierran, los orígenes y la formación de los candidatos,
los grupos familiares que las alimentan, la extracción social y económica de los
aspirantes… O sea, que, aunque no se explicite ninguna ideología en los
carteles, las caras dan para todo un índice y para un montón de capítulos. Como
estamos en el mundo de la imagen, seguro que los ciudadanos se fijarán en las fotografías
de los carteles, identificarán a cada uno de los que en ellos aparecen, se harán
su composición de lugar y, en el subconsciente, tomará cuerpo la decisión
final.
A mí esto me sigue pareciendo muy pobre. Ya
querría yo que el ciudadano se olvidara un poco de las caras, de las amistades,
y se fijara algo más en las ideologías, en el esquema de vida que plantea cada
una, en la escala de valores que representa, en la historia que hay detrás de
cada una, en la idea de ciudad que aporta (si es que tiene alguna), en la
participación que ofrece a los ciudadanos, en los grupos sociales a los que más
va a atender…
Porque sigo pensando que el orden de factores
debería ser el siguiente: Existencia de ideología (quien no tenga un grupo de
ideas estructuradas ni un concepto de comunidad, que se abstenga de participar,
por favor), proyectos concretos que se derivan de esas ideologías (programa
electoral) y, en último lugar, personas que mejor puedan llevar a cabo ese
programa (candidatos).
¿Es eso lo que se practica? Cada cual verá,
pensará y decidirá. De ahí para abajo, cualquier cosa.
Existe la tentación (la experiencia lo
demuestra) de sacar trapos sucios y hasta de lanzar bulos estos días de
campaña. Mira que hay algún hecho pasado de algún candidato que, en lógica de
dos y dos son cuatro, lo inhabilitaría para casi todo. Pues mejor no se tiren
los tratos a la cara y propongan elementos positivos y de convivencia. Con
serenidad, con convicción, con energía.
Después, vamos a tener que convivir todos en
esta ciudad estrecha. No la estrechemos más, porfa.
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