lunes, 1 de mayo de 2023

«QUE POR MAYO ERA, POR MAYO»

 «QUE POR MAYO ERA, POR MAYO»

«Que por mayo era, por mayo…». Como en todos los relatos, el tiempo pasado es el que te recuerda con nostalgia que «cualquier tiempo pasado fue mejor», aunque la realidad es que cualquier tiempo pasado fue simplemente… anterior.

Ni siquiera en los últimos suspiros del franquismo me gustaban las manifestaciones, por más que, en aquellas circunstancias, la presencia en las mismas se hacía necesaria, sobre todo para los que formábamos en los grupos de estudiantes universitarios. Después, los años me han llevado a la participación en otras manifestaciones diversas, claro; pero nunca he sido un entusiasta de las mismas: no me gustan demasiado las aglomeraciones porque los sentimientos y los impulsos se desparraman enseguida.

Sin embargo, desde siempre me recuerdo asistiendo a la manifestación del primero de mayo. En ella se resumen, a mi juicio, casi todas las demás porque se actualizan las principales reivindicaciones de las clases trabajadoras. Casi siempre tienen que ver con demandas salariales y de condiciones de trabajo. El logro de estas peticiones es, según pienso, la base de todas las demás condiciones para una sociedad más justa e igualitaria. Debo confesar que en ellas me he sentido más a gusto, por ejemplo, que en las protestas que afectaban a mi gremio de funcionarios de la enseñanza.

Sin embargo, este año no ha habido manifestación de primero de mayo en Béjar. No conozco las razones por las que los sindicatos de clase no la han convocado, pero me temo que no habrá sido ninguna razón de tipo casual y no descarto que esta falta de convocatoria se pueda reproducir en años sucesivos. Espero sus explicaciones.

El asunto da para alzar la mirada y extenderla algo más lejos. ¿Cuántas manifestaciones se han producido en España este año y cuántas el año pasado? ¿Cuál ha sido el número de asistentes este año y cuál el anterior? ¿La afiliación sindical crece, decrece o se halla estancada? ¿Qué visión tienen los ciudadanos de los sindicatos en tiempos en que gobierna la izquierda y cuál en los que gobierna la derecha? ¿Qué importancia tienen, en afiliación y en influencia, los sindicatos corporativos, que solo defienden intereses profesionales? ¿Tienen que ser ideológicos claramente los sindicatos? ¿Tienen que manifestar públicamente su ideología los sindicatos? ¿Cuáles son los principales errores de los sindicatos de clase?

Estas y otras preguntas deberían llevar a la reflexión a todos: a las cúpulas sindicales, a los afiliados, a los no afiliados y a los ciudadanos en general.

A pesar de mis muchas reservas, sigo convencido de que una sociedad es mucho más justa con unas organizaciones sindicales de clase fuertes, también con ideologías definidas públicas (aunque su labor sea la propiamente laboral y sindical). ¿Con qué convicción se puede defender, si no, una actuación que repercute de una manera o de otra en toda la sociedad? Me parecen, por el contrario, más pobres y desiguales las sociedades con sindicatos corporativos, egoístas por definición y defensores solo de sus parcelas de poder y únicamente de sus afiliados.

El calendario está lleno de celebraciones con el marbete de «día de…». Este del primero de mayo resume la base en la que se apoyan casi todas las demás reivindicaciones y adelantos para una sociedad menos injusta y es como el rescoldo que queda para no perder la esperanza en prender otra ver la llama de la igualdad de oportunidades.

«Que por mayo ERA, por mayo…».

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